Hace ahora un siglo, unos cuantos científicos españoles ya habían comenzado a entrar en contacto habitual con sus colegas europeos, especialmente en Matemáticas —fruto del magisterio de Julio Rey Pastor—, Física —con el liderazgo de Blas Cabrera— y Astronomía, donde nuestra figura más destacada era Josep Comas i Solà. Las investigaciones en laboratorio comenzaban a ser posibles, y en algún caso contaban con la ayuda de los instrumentos creados por Torres Quevedo. Había interés por las ideas relativistas, y además la imagen social del científico había mejorado notablemente, con lo que ese asunto estaba también en la calle.
Desde 1919, cuando el eclipse del mes de mayo permitió comprobar que los rayos del sol se curvan cuando son atraídos por una masa, Albert