Cuento futuro
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Cuento futuro - Leopoldo Alas Clarín
CUENTO FUTURO
Leopoldo Alas «Clarín»
La humanidad de la tierra; se había cansado de dar vueltas mil y mil veces alrededor de las mismas ideas, de las mismas costumbres, de los mismos dolores y de los mismos placeres. Hasta se había cansado de dar vueltas alrededor del mismo sol. Este cansancio últi-mo lo había descubierto un poeta lírico del género de los desesperados que, no sabiendo ya qué inventar, inventó eso: el cansancio del sol. El tal poeta era francés, como no podía menos, y decía en el prólogo de su libro, titu-lado Heliofobe: «C'est bte de tourner tou-jours comete c'à. A quoi bon cette sotisse eternelle?... Le soleil, ce bourgeois, m'embète avec ses platitudes...», etc., etc.
El traductor español de este libro decía.
« Es bestia esto de dar siempre vueltas así. ¿ A qué bueno esta tontería eterna? El sol, ese burgués, me embiste con sus platitudes eno-josas. Él cree hacernos un gran favor quedándose ahí plantado, sirviendo de fogón en esta gran cocina económica que se llama el sistema planetario. Los planetas son los pucheros puestos a la lumbre; y el himno de los astros, que Pitágoras creía oír, no es más que el grillo del hogar, el prosaico chisporroteo del carbón y el bullir del agua de la caldera... ¡Basta de olla podrida! Apaguemos el sol, aventemos las cenizas del hogar. El gran hastío de la luz me-ridiana ha inspirado este pequeño libro. ¡ Que él es sincero! ¡ Que él es la expresión fiel de un orgullo noble que desprecia favores que no ha solicitado, halagos de los rayos lumínicos que le parecen cadenas insoportables».
» Él tendrá bello el sol obstinándose en ser benéfico; al fin es un tirano; la emancipación de la humanidad no será completa hasta el día que desatemos este yugo y dejemos de ser satélites de ese reyezuelo miserable del día, vanidoso y fanfarrón, que después de todo no es más que un esclavo que signé la carrera triunfal de un señor invisible».
El prólogo seguía diciendo disparates que no hay tiempo para copiar aquí, y el traductor seguía soltando galicismos.
Ello fue que el libro hizo furor, sobre todo en el África Central y en el Ecuador, donde todos aseguraban que el sol ya los tenía fri-tos.
Se vendieron 800 millones de ejemplares franceses y 300 ejemplares de la traducción española; verdad es que estos no en la Penín-sula, sino en América, donde continuaban