El de la Atlántida es uno de esos mitos que se resisten a desaparecer, es como esa pieza que falta en el rompecabezas del conocimiento del pasado, dispuesta a ser ensamblada en cualquiera de los numerosos huecos que, en forma de interrogantes, todavía parecen desafiar a arqueólogos e historiadores. La posibilidad de que, entre el Viejo y el Nuevo Mundo, hubiera existido otro continente “rellena” numerosas lagunas explicativas: desde las similitudes en las construcciones piramidales a uno y otro lado del Atlántico hasta el origen de una pretendida civilización, cuyo avanzado desarrollo tecnológico permitió erigir las pirámides en Egipto o los pétreos bloques de Tiahuanaco en Bolivia. La de la Atlántida es, desde luego, una idea tan romántica y cautivadora a la que es difícil resistirse…
LA FUENTE ORIGINAL DEL MITO
Se dice que se han escrito más libros sobre la Atlántida que sobre cualquier otro tema, aunque también es cierto que, hasta la fecha, todo lo que sabemos remite a una sola fuente original: los textos escritos por (427-347 a.C.) en el 360 a.C. Es en sus –en los textos y –, donde el filósofo griego describe una gran isla, mayor que “Libia y Asia unidas” (lo que entonces se conocía del norte de África y Asia Menor, regiones que equivaldrían a una extensión similar a dos veces Europa)