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Little Havana Memorial Park y otros textos
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Libro electrónico97 páginas53 minutos

Little Havana Memorial Park y otros textos

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Little Havana Memorial Park y otros textos es una visión inesperada del exilio cubano. Los cubano-americanos se encuentran entre los pocos grupos de emigrados o exiliados que han logrado integrarse y triunfar en su nuevo país en tan solo una generación y media en lugar de las tres normalmente necesarias. Eso les llena de orgullo. Cada millonario cubano es celebrado dentro de su comunidad como un éxito propio, cada fracaso como una mancha a borrar u ocultar.

La presente edición tiene un prólogo de Juan Carlos Castillón y una entrevista al autor hecha por Luis de la Paz.
IdiomaEspañol
EditorialLinkgua
Fecha de lanzamiento1 abr 2019
ISBN9788490075371
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    Little Havana Memorial Park y otros textos - Eduardo Leandro Campa

    9788490075371.jpg

    Leandro Eduardo Campa

    Little Havana Memorial Park

    (y otros textos)

    Barcelona 2024

    Linkgua-ediciones.com

    Créditos

    Título original: Little Havana Memorial Park (y otros textos).

    Red ediciones se reserva los derechos de autor, que se acreditarán si en algún momento apareciese un propietario legal de los mismos.

    © 2024, de la presente edición Red ediciones S.L.

    © de «Miami: exilio y literatura»: Juan Carlos Castillón

    © de «5 preguntas a Eddy Campa»: Luis de la Paz

    e-mail: info@linkgua.com

    Diseño de cubierta: Red ediciones S.L.

    ISBN rústica ilustrada: 978-84-9816-769-6.

    ISBN tapa dura: 978-84-1126-234-7.

    ISBN ebook: 978-84-9007-537-1.

    Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

    Sumario

    Créditos 4

    Calle Estrella y otros poemas

    (1975-1979) 9

    1 11

    6 13

    9 15

    14 17

    24 19

    Memorial Park 21

    I 25

    II 27

    III 29

    IV 31

    V 33

    VI 35

    VII 37

    VIII 39

    IX 41

    X 43

    XI 45

    XII 47

    XIII 49

    XIV 51

    XV 53

    XVI 55

    XVII 57

    XVIII 59

    XIX 61

    XX 63

    XXI 65

    XXII 67

    XXIII 69

    XXIV 71

    XXV 73

    XXVI 75

    XXVII 77

    XXVIII 79

    Curso para estafar y otras historias 81

    No se sienta culpable 89

    Nadie es más honrado que usted 91

    Olvide el orgullo 93

    Aprenda a ser un diablo pero también un ángel 97

    Use la imaginación 99

    Usted también puede ser un actor dramático 103

    No subestime la inteligencia del comprador 105

    Podrá recordar algunos, pero no a todos 109

    Una venta delicada 113

    Una venta en la Iglesia de Gesu 115

    Hay quien merece todo el oro del mundo 119

    Mi amigo L. 121

    Anexo 123

    Miami: exilio y literatura

    Juan Carlos Castillón 125

    5 preguntas a Eddy Campa

    Luis de la paz 131

    Calle Estrella y otros poemas

    (1975-1979)

    1

    Por el camino del Estadio de pelota,

    hacia las luces del Estadio de pelota

    se ven desde la azotea de mi casa,

    en Estrella,

    y se ven desde el piso 25

    del Hotel Habana Libre

    buen lugar para estar,

    apuñalándome con ron la garganta,

    sentado sobre una de las banquetas de la barra,

    con las manos encima

    de unas convidadas, complacientes, sensuales

    rodillas

    y mi rodilla engavetada en sus rodillas.

    Pero voy por el camino del Estadio de pelota,

    a las ocho y media de un sábado de serie

    y serio aburrimiento,

    sintiendo ya

    la pelota detenida en el umbral del batazo:

    los brazos alzados con abrigos, periódicos, vasitos de café,

    hacia el esplendor de las luces del Estadio,

    hábitat de un público que se levanta, aplaude, grita, blasfema.

    6

    A mi abuelo lo llamaban «El Capitán»

    por esa voz que siempre mantuvo en la vejez.

    Cuando mi abuelo se jubiló descubrió su verdadera vocación.

    A las seis de la mañana cogía el número uno

    para el desayuno en el Bar «Las Brisas»:

    dos panes con mantequilla y leche sola (siempre se tomó

    el café aparte):

    luego miraba al cielo y decía proféticamente:

    «hoy no va a llover»,

    reencendía su tabaco de la noche anterior

    y hacía tiempo para que llegara el periódico

    al estanquillo de San Rafael y Galiano

    —le gustaba hacer esa cola de jubilados

    que después leen el periódico

    en el Parque Fe del Valle

    como un ritual:

    cuatro en cada banco

    con un periódico cada uno,

    las páginas abiertas,

    los nudillos de las manos chocando.

    De paso se anotaba para el almuerzo del Ten Cent de Galiano

    en la lista de «La Duquesa»

    que sacaba de entre sus senos arrugados,

    como de un largo bolsillo de pantalón.

    Después dormía un poco con el diario sobre las piernas

    y la cabeza echada hacia atrás,

    hasta que el «¡Ya abrieron, compañeros!»

    lo despertaba

    para gastar un peso con cuarenta y cinco centavos

    en el almuerzo

    más veinticinco centavos en un cake de chocolate

    que él prefería con sirope.

    Al terminar, se limpiaba las comisuras de los labios

    con una servilleta

    que siempre llevaba por si no había,

    y a pie, muy despacio, y torturando

    cada tres cuartos de hora

    su inacabable cabo de tabaco,

    se iba

    hacia la Terminal de ómnibus

    para esperar el café de las tres de la tarde.

    Los setenta y nueve años de mi abuelo

    coincidieron

    con

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