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Alicia, Un Amor Grande; Un Amor De Veras.
Alicia, Un Amor Grande; Un Amor De Veras.
Alicia, Un Amor Grande; Un Amor De Veras.
Libro electrónico147 páginas2 horas

Alicia, Un Amor Grande; Un Amor De Veras.

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El amor si existe, pero no a todos se les da. Y el que llega a vivirlo, vive algo extraordinario.
no es fcil que se d, pero se da.
No es inconfundible, porque todos creen muchas veces vivirlo, por los coadyuvantes para la confusin, como son: la seduccin; la atraccin fsica; la pasin, y el sexo.
Esta historia trata de ello, y aparentemente queda claro.
El amor permite infidelidades?... S. El cuerpo sucumbe. Pero el amor se mantiene intacto.
Se da en el alma, se enraza en la mente, y te mantiene acelerado el corazn. Hasta que mueres.
A mucha gente puede que le moleste esta teora, pero la vive a diario, sabe que asi es, pero no la acepta.
La verdad duele, el egosmo es humano. Si me amas, te quiero todo, tu corazn, tu mente, y tu cuerpo. Y como nunca o casi nunca se puede sto, vienen las rupturas y el amor?
La mente y el cuerpo estn maleados, lo dice la biblia. Y casi todas las religiones del mundo.
Pero el amor existe. -Tambin lo dicen stas-.
El cuerpo se pudre. El alma se queda en los hechos y en la historia.
Y el amor es del alma.
Y cuando se da, benditos son los que lo sienten. Como se escribe en esta historia.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento16 dic 2013
ISBN9781463373900
Alicia, Un Amor Grande; Un Amor De Veras.
Autor

José Manuel Infante Guevara

José Manuel Infante Guevara “Bulganin” nació el 8 de mayo de 1953 en Tetitlan, municipio de Tecpan de Galeana Guerrero, México. Estudió la primaria por etapas, desde los seis años hasta terminarla a los dieciséis, por falta de recursos y en parte por la ideología de su padre de que era mejor quedarse en la ignorancia y no complicarse la vida aprendiendo. Pero por ambiciones de ser y sobresalir, decidió sumergirse en la lectura y aprender todo lo que se le ponía por delante. Desde muy pequeño sintió pasión por la lectura y la escritura. Empezó a escribir en su adolescencia cualquier cosa que se le ocurría y poesía. Su ambición y curiosidad le hicieron aprender muchos oficios: electricista, fontanero, soldador, trazador, dibujante… y actualmente quiere dedicarse a la escritura. Su deseo es escribir cada día mejor y su ambición le anima a llegar a escribir como los escritores que tanto admira. Ha escrito dos libros, el primero titulado Poesía amorosa, erótica…y otras, y el segundo Una vida plena… y más.

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    Alicia, Un Amor Grande; Un Amor De Veras. - José Manuel Infante Guevara

    Alicia, un amor grande;

    un amor de veras

    01.jpg

    José Manuel Infante Guevara Bulganin

    Copyright © 2013 por José Manuel Infante Guevara Bulganin.

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Las opiniones expresadas en este trabajo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente las opiniones del editor. La editorial se exime de cualquier responsabilidad derivada de las mismas.

    Fecha de revisión: 05/12/2013

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    510653

    Era un centro recreativo diseñado por los gobiernos, para gente mayor; en donde se reunían para charlar algunos, o tomar el té e intercambiar experiencias, de las que había de sobra, además de pasatiempos aptos para este tipo de personalidades, complejas y variadas, así como mercancía y antojos bien planeados para gustos recurrentes de la gente madura; pero con alma y espíritu avivado.

    Este lugar había sido imaginado, creado y fundado, para juntar historias y experiencias que quedaran plasmadas (en el sentido figurado) en un gran libro de múltiples autores; y así cumplir un sueño de muchos visitantes, que siempre desearon o escribir un libro, o aprender a cantar, o aprender danza, juegos de mesa o manualidades u otras experiencias soñadas, en sus tiempos pasados, y que por vicisitudes de la vida, no les fue posible realizar.

    A este insólito lugar acudían dos ancianos que se amaban, y ellos tenían una chispa diferente a los demás ancianos; quienes no se cansaban de hablar de los dos enamorados, y de la luz en sus miradas, (para algunos ridícula, quizá por cierta envidia complaciente) por la emotividad de sus charlas, ya fuera en un atardecer de primavera en la sala de estar, cuando el atardecer tarda más en despedirse, o a la sombra de un árbol en pleno mediodía de canícula, cuando ningún pájaro se mira por el cielo para retar al sol, y solo demuestran su presencia con sus trinos relajados que brotan inarmónicamente de entre las ramas de los árboles y sin dejarse mirar.

    -Mira mi Licha hermosa, (ella se llamaba Alicia Rumbo Rios). Estoy viendo desde aquí, las dos calandrias que yo contraté para que te canten. -¡Ay Pepe!… tú y tus ocurrencias, -contestaba ella entre socarrona y feliz por el halago del anciano.

    (Ella le llamaba Pepe cuando conversaban. Siendo el nombre de éste: José Mateo Gama Godoy).

    -No te hagas, que bien que te gusta que te canten, lástima que yo no puedo bien imitarlos; y además, no se escucharía bien cantar de esa manera en un hombre de mi edad, y a pesar de que no soy tan viejo; pues apenas tengo setenta y ocho. -Ay, sí, -replico la anciana, -ahora resulta que yo soy mayor que tú… no vaya siendo.

    -Bueno, bueno, no sé, pero así me siento hoy, mamita. -No me digas mamita que ya esos tiempos son muy viejos, y si te dejo ser, luego te me pones libidinoso, así que cálmate. -No es para tanto, mi viejita linda, tú déjate querer, que ya es lo único bonito de nuestras vidas gastadas; el amor. Que es lo único que no se ha consumido al menos para mí. -No empieces, que ya te he dicho que yo también te quiero y te lo vengo diciendo desde hace como treinta años, y lo que pasa, es que yo no puedo ser tan expresiva como eres tú, que de veras estas bien loquito, -bueno, loquito pero por ti, mi reina chula.

    Oye mamita, ¿Quién te trajo ahora?, no vi cuando llegaste. -Fue mi chaparro, mi pequeño nieto Ángel, que ya no está tan pequeño, porque ¡ah como ha subido de peso el condenado!, pero luego que se dio cuenta que tú estabas aquí, se fue de inmediato, hizo un gesto de descontento y se fue.

    -No sé por qué continúa en ese plan. ¿Ya qué pelea?; ya tu y yo ni siquiera ese gusto nos queda; el de pecar un poco; con eso de que te duele todo. Ya te dije que con un masajito te he de quitar todas tus dolencias, y chance y hasta te rejuvenezca, yo tengo mis mañas. -Y acercándose a ella; y diciéndole al oído muy quedo, aunque nadie en ese momento estaba cerca como para que pudieran oír. -Y chance y el amigo que te conté se despierte y te dé un buen masajito suave y prolongado donde más lo sientas, mi reina chula.

    -¡Hey, cállate, grosero! Ni tu ni yo estamos para esos trotes, tú mismo lo has dicho.

    -¿Ah no?…y entonces por qué te pones chinita, mi cabroncita? Yo solo digo que ya no estamos para esos trotes, como una manera de aparentar que tú y yo; ya nada de nada, mi chula. Y seguir aparentándolo así, para que todo el mundo así lo crea.

    –Bueno, pero lo de que me pongo chinita, es porque me haces cosquillas en el oído, tontote.

    -Si, como no, pero, bueno, ya te agarraré en despoblado, mi chula; a ver si no te convenzo. Que así como te veo ahorita, si estuviéramos solos o en despoblado como te digo, ya estuvieras dejándote querer bien golosa, con mis masajes sacrosantos y seductores.

    -Ya no te me pegues tanto que la gente sí puede pensar lo mismo que tú; ya ves como todos son mal pensados, no agraviando al presente.

    -Está bien, ya habrá tiempo de estar solos y a ver si me llega la inspiración como me llego de fuerte ahorita.

    ¿Sigue enojado conmigo tu chaparro?… Dices que se molestó al verme, -uuh, sip, desde que se dio cuenta que los días que vengo yo aquí, estás tú también, pegado como lapa, no le gusta verme contigo, no se acostumbra, ni se acostumbrará. Yo he oído que te dice: pinche viejo, pero no lo hace por odio, ni ofensa, solo que no está conforme con que siempre estemos juntos, y tal vez sea un poco de celos, pero no sé por qué, celos, ¿celos de qué?, si como yo le digo: ¡ay m´hijo!, no sé por qué te molesta don Chema; ¿no vez que ya ´sta más pa´lla que pa´ca?

    -Y entonces explotó don José Mateo Gama, o Pepe como le llamaba de cariño ella, (y solo cuando andaba de buenas doña Alicia). Y con una voz de trueno que por algún misterio de su naturaleza conservaba intacta, trono el viejo.

    -¡¿Y a poco porque dices que ya tengo ochenta y tres años ya estoy acabado?!… ¡Pues aunque me veas arrugado, por dentro soy un toro suizo, que aunque viejo, pero toro!… Y todavía si una vaca se le ocurre mear cerca de mí, mínimo y meto mis narizotas para olerla y saborear lo que más me ha gustado de esta vida, y que aún me sigue gustando, y no te hagas, que lo sabes bien, que aún hay una parte de mi cuero viejo, que se desarruga; bueno, no tan fácil, pero de que se desarruga, se desarruga.

    -¡Cállate la trompa!, ¡no sabes otra cosa viejo libidinoso, y no seas grosero y lépero conmigo!

    –Levantó la voz la anciana, haciendo un movimiento reprobatorio con su mano, y con ésto, el viejo Pepe Se calmó, como tocado por alguna fuerza extraña.

    Y entonces ella le habló con una calma estudiada, y como midiendo al viejo.

    -Eso me lo vas a demostrar hoy mismo.

    -Y luego hablándole ya con acento de charla, le dijo lentamente y con tono sensual:

    -Hoy me voy a quedar sola en la quinta del cerro, allá te espero por la tarde… ¡pero para que me ayudes a sembrar unas plantas, y ponerte a trabajar… no para otra cosa!, ja ja ja…

    –Rio la anciana burlonamente cuando vió que el viejo ya se había animado y hasta parado las orejas bien emocionado.

    -Y ya si llegas a ver alguna vaca orinando, pues te le pegas a saborear la miada, mi cabroncito toro suizo, a ver si es cierto, porque ni esperanzas de que yo me ponga a mear delante de ti, si eso es lo que estas insinuando, je, je, je, je.

    -¡Bien que te gusta viejita cabrona!, no se te vaya haciendo y te saques la lotería hoy, jajayyyy chiquita. Bueno, ya me voy porque ya llegó mi hijo, quiere que vaya a su casa porque tiene unas visitas que quieren conocerme, creo que son unas señoras muy guapas, voy a procurar no ser tan amable con ellas no vaya a ser que alguna te quiera ganar el cuerote éste.

    -¡Andale tú, seguramente me voy a encelar!… ¡que te aproveche! … ¡ojalá y te adopten, para que ya no me des lata!, –no se me ponga bronca mi Lichita linda, ya sabe que no más lo digo pa´ que se me encele, y ya vi que sí se enceló, jo, jo, jo, jo, jo, jo. –Y partió el viejo Chema. (Así también le decía ella, cuando se estaban haciendo arrumacos o cuando la tenía abrazada éste, cuando por suerte lograban intimidad, y no peleando como siempre aparentaban hacerlo).

    -Me acabé la vida buscando una mujer que me aguantara, y mira donde me la vine a jallar pues, —decía Ramonsote, (un hombrón curtido en los soles de la costa grande de Guerrero, muy alto, de más de uno noventa y tal vez dos metros, a los muchachos imberbes que lo escuchábamos atónitos, por lo que el Ramonsote decía]: -Con todas las mujeres que he tenido, siempre me amarraba hasta tres pañuelos en el tronco de la riata, y como quiera, o se me iban ellas, o los familiares me las han quitado que’sque porque siempre las tenía bien malas de sus entrañas, o simplemente ya no seguía con ellas porque no querían hacer el amor, que porque las lastimaba por dentro, y con doña Ramona, pues parece ser que me la aguanta toda; aunque siempre se anda poniendo un pañuelo en la cabeza que´sque porque le duele al otro día.

    Todos los muchachos que nos encontrábamos ahí, escuchando atentos y hasta con cierto morbo algunos, ( y entre ellos también yo) y con la boca abierta, dejábamos pasar un cierto tiempo para hacernos comentarios de lo que le habíamos escuchado decir al Ramonsote ése, y es que, en verdad que no había malicia entre nosotros, que rondábamos los quince y dieciséis años, y creo que nos daba vergüenza, (así lo creo yo) que el otro, o los otros, supieran que habíamos entendido lo que don Ramonsote nos había platicado, tal vez con la intención de darle salida al morbo que lo excitaba a él, al decirlo a los adolescentes que casi no sabíamos nada del sexo, pues no se acostumbraba que los mayores le platicaran a los hijos nada relacionado con cosas sexuales, pues era como un tabú; y cada joven en su momento, tendría que investigar personalmente y a escondidas, estas cosas de pecado; incluso llego a suceder que un amigo como de diecisiete, me preguntara a mí, de dieciséis años, que por donde se le metía el peneque a la mujer, porque pensaba robarse a una muchacha que ya le había dado el sí, y él no sabía nada de sexo, así que con mucha sabiduría, yo le contesté. – ¡Poj por el cocho, tarugo, o por atraj. !¿Qué no haj vijto a loj caballoj o loj güeyej?! – Pues en mi cochambrosa mente juvenil yo ya me imaginaba cosas con las mujeres. Y creo que me preguntó a mí, porque supuestamente yo era hijo de un hombre de ciudad y tal vez se imaginaban en el pueblo que a mí, si me informaba mi padre de esas cosas, por ser gente venido de una cultura citadina, cosa que no era así, pues mi padre también fue con nosotros muy reservado; tal vez por su afán de criarnos igual que a los jóvenes del pueblo, porque según lo supe después, él pensaba que así era más mágico el sexo y el amor.

    -Me la pase trabajando duro. -continuaba entre soñando y meditando el viejo Chema . - desde los diecisiete años que me fui de mi casa, pa’ buscar la vida, y, donde fuera que trabajara, trate siempre de ser el mejor de todos los que ahí trabajábamos, y ora ya de viejo, lo sé, sé que para lograr algo, cuando empiezas en ceros, y sin ningún apoyo de nadie, solo así se consigue tener algo. Con mucha hambre es como se logran las cosas; hambre de saber; hambre de ser; hambre de tratar. Y luego, también, conocer.

    Ir conociendo a la gente, desde abajo, poco a poco, pero sin analizar en esos tiempos; solo conocer; y ya luego, pues, cuando te pones a meditar al respecto, pues llegas a conclusiones. Y eso, cuando ya estás viejo.

    Porque cuando luchas, tienes que acostumbrarte, a vivir como sea; y con quien sea; con amigos que son; amigos que casi son; y amigos que ni son; y eso, te sirve nomas pa’ recordar, y ora cuando

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