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Cuentos De Lobomar
Cuentos De Lobomar
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Libro electrónico236 páginas3 horas

Cuentos De Lobomar

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This book was written to enjoy history and mentally navigate the real geographical routes followed by pirates long time ago to conquer the seas, establishing the current navigational routes.
These men were excellent navigators with an adventurous and daring spirit which is the same spirit that encourages todays seamen to plow the high seas onboard modern liners.
I have narrated the life of Juan Toto as a pirates story and I wrote it trying to follow the real navigational marks. I decided to bring the book to London as a gift to members of the IMO on the day I receive this honourable award.
Part of the story is real and it will make you learn a little bit about Mexico, my country and Veracruz, my home town. By the way, pirates really invaded Veracruz some times and some of them where English.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento19 oct 2011
ISBN9781463310516
Cuentos De Lobomar
Autor

LOBOMAR

Luís Martínez Wolf Ingeniero Mecánico Naval, Egresado de la Esc. Náutica Mercante Fernando Silicéo en donde recibió los meritos de: • Diploma de Honor de la Superación Ciudadana en el año de   1996. • Declarado ciudadano Distinguido en 2005 por el Ayuntamiento de Veracruz. • Reconocimiento en 1997 de la Unión Mexicana de Asociaciones de Ingenieros. • Premio Marítimo Internacional, otorgado por Naciones Unidas OMI en el año de 2005 • Miembro Numerario de Academia Mexicana de Gastronomía desde 1986 • Presidente Miembro fundador del Grupo                                               Cultural “Baluarte” A.C.            • Presidente Grupo ambientalista “Vida Plena                                           Ecologia Controlada A.C. • Asesor del Gobernador del Estado de Veracruz          Periodista de TV, Prensa escrita y RED         Actividad económica industrial         Pesca. Armador de barcos         Industrial Purificación de Agua         Empresario vivero forestal         Contratista de APIVER desde Nov. 2000

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    Cuentos De Lobomar - LOBOMAR

    Copyright © 2011 por LOBOMAR.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso

    de EE. UU.:                                                                 2011918488

    ISBN:                    Tapa Dura                         978-1-4633-1050-9

                                     Tapa Blanda                     978-1-4633-1052-3

                                     Libro Electrónico               978-1-4633-1051-6

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes son producto de la imaginación del autor o son usados de manera ficticia, y cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, acontecimientos, o lugares es pura coincidencia.

    Este Libro fue impreso en los Estados Unidos de América.

    Para pedidos de copias adicionales de este libro, por favor contacte con:

    Palibrio

    1663 Liberty Drive, Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    Llamadas desde los EE.UU. 877.407.5847

    Llamadas internacionales +1.812.671.9757

    Fax: +1.812.355.1576

    ventas@palibrio.com

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    Índice

    Los Chinantecos y el Espíritu de la Raya

    El Océano de Anamar

    Herminio el Masón bueno

    El Zorro Con Botas

    Anamar en el mundo de los Chaneques

    Totonaco

    Capitulo 1 Toto, fundador de Veracruz

    Capítulo 2 Toto el Conquistador

    Capítulo 3 Totó el Pirata, amo de las Islas

    Capitulo 4 Don Juan Totó ante John Hawkins

    Capitulo 5 Batalla de San Juan de Ulúa

    Capítulo 6 Reencuentro en Huitzillapan

    Capítulo 7 Tesoro de Hawkins

    Capitulo 8 La rebelión de Anamar

    Capitulo 9 ANAMAR y los Teules

    Capitulo 10 La Familia Totó en Vera Cruz

    Capítulo 11 Don Juan Totó. Hacendado

    Capítulo 12 Juan Totó viaja a México. Traición

    Capítulo 13 Huida, retorno a Guanaja

    La Muerte de Santa Claus

    Anamar Y Su Árbol de Navidad

    Los Chinantecos y el Espíritu de la Raya

    El 5 de Enero el año 2000, primer Viernes del año y del milenio una rara y misteriosa marchad de un pequeño grupo conformado por siete indígenas Chinantecos, todos ellos integrantes del Consejo Indígena del Uxpanapa, a partir de las doce de la noche del cuatro de Enero se posicionaron en distintos lugares alrededor del vaso de la presa de Cerro de Oro y en la descarga de la presa al río Santo Domingo, durante toda la noche, hasta el amanecer, invocaron la ayuda del Espíritu de la Raya, al salir el Sol, impetraron, reclamaron al ánima guardiana de su raza el que los hubiera abandonado en un lugar ajeno a su ancestral dominio, agotados por el desvelo, ofrecieron su vida física y su alma a cambio de que el espíritu guardián regresara con ellos al Valle del Uxpanapa, impetraron que trazara la raya en su nuevo hogar y que el ánima protectora fuera nuevamente el guardián y protector de los indígenas asentados en el valle del Uxpanapa.

    Seguramente la mayoría de los mexicanos desconocen el significado de el Espíritu de la raya, relataré la historia como me la contó Juan Zamora, indígena líder de los Chinantecos, para los indios del Uxpanapa el espíritu existe y les protege:

    Para los viejos Chinantecos, el animismo del Espíritu de la Raya, es una devoción no manifiesta como culto o religión, es un sincretismo de tradiciones, mitos y ceremoniales, al final de cuentas todo velado por el misterio, la devoción al espíritu guardián se conserva latente, en ocasiones se manifiesta en el cotidiano quehacer de los indígenas, es una zaga que involucra las mas antiguas tradiciones indígenas Chinantecas, en ella se mezclan hechos fortuitos que se atribuyen a la acción providencial del espíritu, que existe sólo para proteger a los indígenas, alejando o apartando de ellos todo maleficio o acción de quienes pretenden dañarlos, es un espíritu bueno para ellos, pero implacable vengador y verdugo de todos aquellos que pretenden dañar a los Chinantecos.

    Para quienes ponen en duda el poder del espíritu de la raya, los viejos Chinantecos de Ojitlán en la Chinantla perdida al inundarse sus tierras para construir la Presa, recuerdan una historia no muy antigua, se relata un episodio sucedido durante los trabajos previos a la construcción de la presa Cerro de Oro, se cuenta que los topógrafos elaboraban el trazo para establecer el área que sería inundada al construirse la presa, al tirar o trazar una línea, la visión del teodolito era obstruida por una enorme ceiba, con tronco de mas de cuatro metros de diámetro en la base. El Ingeniero encargado de la cuadrilla ordenó el derribo del árbol, para tal fin dispuso el capataz de cinco hombres que armados con sus hachas principiaron el corte de la tal vez milenaria ceiba, se pensó que la tarea llevaría dos o tres días, transcurridos estos el avance no era ni del diez por ciento, molesto el ingeniero dispuso que cinco hombres más participaran en la tarea de corte del árbol, transcurrieron cinco días más y la tarea no avanzaba , nuevamente y ya preocupado el Ingeniero, después de reprender al capataz, un indio Chinanteco igual que los peones encargados del derribo, ordenó que dispusiera de los peones que fueran necesarios para cortar el árbol en no mas de tres días.

    Ante el nulo avance y ya con libertad para proceder, el capataz dispuso de dos turnos de cincuenta hombres cada uno para tener derribada la ceiba antes de veinticuatro horas, cien peones expertos en el manejo del hacha dieron miles de hachazos de las ocho de la mañana a las ocho de la noche e inexplicablemente a la mañana siguiente la ceiba se había regenerado. Alarmado el Ingeniero, al día siguiente se quedó a velar el trabajo realizado por los peones, escondido entre los matorrales cercanos a la ceiba, poco después de las doce de la noche, oyó el tropel de un caballo, ante el apareció un corcel negro de gran alzada, montado por un jinete cubierto con una túnica blanca, se apeó el jinete junto a la ceiba y se puso a pegar los trozos de madera que habían cortado las hachas, el Ingeniero sorprendido e incrédulo ante lo que veía, venciendo su gran espanto, se acerco al personaje de blanco y le pregunto respecto a su rara tarea, con voz susurrante escucho atemorizado una increíble respuesta: Soy el guardián de la Raya y la ceiba que tu pretendes derribar ha sido compañera de muchas generaciones de Chinantlecos, su derribo nos acarreará muchos años de mala suerte y tristeza para el pueblo que soy el encargado de proteger.

    Ante la respuesta del aparecido guardián, el Ingeniero no se arredró y le respondió que el derribaría la ceiba, costara lo que costara, luchando contra quien se opusiera a ello, con tranquilidad, el guardián le respondió que si estaba dispuesto a derribar el amado árbol, símbolo de los Chinantecos, aceptara pagar el precio que tenía el árbol. El Ingeniero aceptó el reto preguntando que cual era el precio, la susurrante respuesta del guardián de la raya la escuchó el Ingeniero con claridad: doscientas almas

    Muy temprano, al día siguiente, el Ingeniero dispuso de una cuadrilla de casi doscientos hombres que sin descanso arremetieron a hachazos contra la ceiba, asombrosamente ahora los cortes del hacha penetraron el árbol como mantequilla, con facilidad hicieron en una hora lo que no habían podido hacer en quince días, se avanzó tan rápidamente en el corte del tronco que intempestivamente el árbol se vino abajo, sin dar oportunidad a que los cortadores y el Ingeniero se pusieran a resguardo, todos fueron aplastados por el tronco y la ramazón de la ceiba.

    Al derrumbarse el milenario árbol, murieron en total, aplastados por la ceiba doscientos hombres, doscientas almas, justo el precio fijado por el guardián de la raya que dispuso la protección de la riqueza forestal y de las tradiciones Chinantecas.

    Los Chinantecos del Uxpanapa han tenido que recurrir nuevamente al Espiritu de la Raya, ante los engaños y explotación a que han sido sometidos, regresan y retoman sus antiguos usos y costumbres, el espíritu protector de sus antepasados está con ellos en la nueva Chinantla, les protege ahora en el valle del Uxpanapa, estará pendiente de que las fuerzas del mal, representadas por el afán destructor de sus bosques con que actúan los extraños a su raza, no los continúen agrediendo, siendo cristianos, actúan atendiendo la premisa Ayúdate que yo te ayudaré, rezan pidiendo ayuda a Cristo, pero invocan a diario al Espíritu de la Raya, su ruego es para que nunca les abandone, ellos saben que en los grandes árboles esta su fuerza, cuidar los bosques es el tributo que ofrecen al Espíritu de la Raya para que nunca les deje sin su protección.

    El Océano de Anamar

    Anamar se pasaba las horas contemplando el mar, había conocido lo salobre del océano pocas horas después de nacida, su padre marino la había sumergido en las playas cercanas a su domicilio, fue un simbólico bautizo que la involucró para siempre a todo lo relacionado con el mar.

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    Gateó y dio sus primeros pasos rozando con sus piecitos el desmayar de las olas sobre la arena de la playa, por supuesto, todos sus ensueños se relacionaron con sirenas, peces, tritones y gaviotas, hablaba a las aves marinas y aseguraba que los peces entendían sus pláticas.

    Uno de tantos días en que los padres de Anamar le llevaron a jugar a la playa, la pequeña se dedicaba a corretear un cangrejo, le siguió hasta una escollera de enormes piedras, regañando al cangrejo que no parecía no atender sus reclamos a que se detuviera para jugar y platicar con ella, persiguió a su pretendido amigo cangrejo hasta una cueva que formaban las piedras, en ese punto el cangrejo se detuvo y levantando sus ojos y las antenas delanteras, miró fijamente a Anamar y le dijo con aguda y alargada voz: hoy es tu día de suerte Anamar, los Dioses del mar dispusieron que todas las criaturas marinas pudiéramos entendernos contigo, por tanto te invitamos a conocer la cueva de los cangrejos, verás otras criaturas que nadie ha visto y menos ha platicado con ellas.

    Anamar siempre supo que los animalitos del mar le entendían, repuesta del asombro inicial preguntó al cangrejo: ¿Cómo te llamas y qué deseas?

    El cangrejo respondió: me llamo Cirilo y soy el jefe de todos los cangrejos de esta playa, si tienes a bien, puedes acompañarme a la poza de la escollera, no temas a nada pues los dioses del mar te han concedido el privilegio de sumergirte en las profundidades igual que un pez, igualmente podrás volar como las gaviotas que tanto amas y hablar con ellas. Mientras dure el encanto, los seres humanos no te verán ni escucharán, sólo con los seres del mar podrás tener comunicación.

    Anamar se clavó en la profunda poza, perdió el sentimiento de peso y la dificultad que siempre había tenido para flotar y nadar, se desplazó en las aguas al parejo que los pescados que la rodeaban, Cirilo le gritaba desesperado para que lo esperara, pero Anamar estaba como encantada, sentía una emoción indescriptible al poder respirar bajo el agua. Cuando trató de saber qué estaba haciendo y dónde estaba, Cirilo se había perdido de vista, ante sus ojos pasó un raudo cardumen de atunes, se espantó cuando un tiburón le rozo sus piernas, subió a la superficie para encontrarse a varios delfines que jugueteaban brincando sobre ella sin lastimarla. Hasta ese momento se dio cuenta que se había alejado de la playa muchos kilómetros, apenas alcanzaba a ver alguno de los altos hoteles de la orilla en donde estaban sus padres, se preocupó, pero recordó lo que le había dicho Cirilo, Podrás volar igual que tus amigas las gaviotas y podrás hablar con ellas.

    Al levantar la vista sobre las olas, avistó una parvada de pelícanos y gaviotas que se sumergían en prolongados clavados. Lanzándose desde muy alto, gritó tratando de llamar la atención de los pájaros marinos, del grupo se apartó un enorme rabihorcado que se acercó hasta ella sin posarse sobre las olas, simplemente se puso contra el leve viento y quedó suspendido en el aire a poco más de tres metros de Anamar, con voz gruesa que resonaba contra el viento se dirigió a Anamar diciéndole: Que tal amiga, me llamo Lucho Siemprevuelo ¿ como la pasas en el océano?, recibimos aviso de que andarías entre nosotros como una más de las criaturas marinas, ven a volar conmigo, te mostraré como volar en picada y como detenerte en el viento. Incrédula, Anamar intentó levantarse del mar y para su asombro salió como disparada hacia el rabihorcado, Lucho Siemprevuelo apenas la pudo librar, a gritos la detuvo y se acercó a ella, le dijo, corre a favor del viento y hacia arriba, ahora da vuelta y ponte contra el viento, podrás acompañarme a ver desde el aire la isla, Anamar no creía lo hermoso del paisaje que veía, alborozada le gritó a Lucho, vamos a la playa, quiero ver a mis padres.

    ¡Vamos! repuso Lucho Siemprevuelo, dando una elegante pirueta, el rabihorcado dio un viraje hacia la costa, al tratar de imitarlo, Anamar se enredó con sus brazos, piernas y ropa, se fue en picada hacia el mar, Lucho regresó hacia ella y le gritó para que abriera sus brazos y juntara las piernas, Anamar realizó la maniobra y doblando su cuerpo salió de la picada, elevándose graciosamente y enfilando hacia la playa, lo que vio la dejó tan descontrolada que a punto estuvo de caer nuevamente en picada, esta vez sobre el duro suelo de la playa, afortunadamente su guía Lucho la despabiló recomendándole, ¡Contra el viento!, realizó la maniobra ordenada por Lucho y quedó como suspendida en el aire, fija en un mismo sitio.

    Lo que vio Anamar en la playa la dejó atolondrada, ante sus ojos veía a sus padres que vigilaban a su hija Anamar que jugaba en la playa correteando unos cangrejitos, recordó lo que Cirilo le había dicho, no te podrán ver los humanos ni podrás hablar con ellos, mientras estés en el mundo de los animales marinos podrás ver a los humanos pero estarás en la dimensión de los seres del mar, pudiendo comunicarte y hacer lo que hacen ellos.

    Anamar sintió tristeza de tener que regresar al mundo de sus padres, sentía tanto placer al estar suspendida en el aire que tuvo deseos de quedar en el mundo animal que estaba gozando. De pronto, escuchó el grito de su madre ¡ANAMAR vámonos a casa!, la imperativa voz la regresó a la humana realidad, era cierto y falso lo que estaba viviendo, dijo a Lucho Siemprevuelo: Regreso a mi mundo, mis padres me esperan, acompáñame hasta el mar, quiero ver otra vez a los delfines, los atunes y de lejos a mi amigo tiburón, Lucho le obedeció y la acompañó hasta cerca de la isla, dejándola sobre el mar, Anamar retornó a Tierra y llegó hasta la cueva de los cangrejos, donde Cirilo estaba echando espuma por la boca, ¡ANAMAR! grito indignado, te dije que anduvieras junto de mi, ¿Dónde has estado?, Anamar rió, acercándose a Cirilo le besó en su tenaza grande, diciéndole, "el mar es tan sorprendente y tan bello que no podría explicar a nadie el regalo que me has dado, se feliz, yo conservaré el recuerdo de lo que es y no puede ser pero ha sido, cuida tu mundo que yo cuidare del mío y buscaré que los humanos respeten el tuyo.

    Anamar salió nuevamente a la playa y se reintegró al grupo familiar, vio a sus padres sonriendo sin decirles nada de lo que había vivido, era un secreto entre Cirilo, Lucho Siemprevuelo y ella, secreto guardado además por su amigo y hermano, El mar.

    Herminio el Masón bueno

    Herminio era un hombre bueno, carpintero de oficio, había ingresado desde muy joven en la orden masónica, estaba convencido que a través de las enseñanzas e ideología que predican los masones, el ser humano mejoraría, se consideraba un ser perfectible y luchaba contra el mismo para lograr ser mejor, estudiaba intensamente cuanto documento masónico llegaba a sus manos, era también dado a buscar en los libros de ocultismo la verificación de algunas cosas de las que hablaban en su logia, pero que a decir verdad, nunca había podido verificar su autenticidad.

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    Llego a la edad de 75 años buscando, aunque nunca puso en tela de juicio la doctrina masónica, con algunos hermanos de confianza se enfrascaba en pesadas discusiones, de pequeño había sido educado en el amor y temor al Dios católico, no comprendía como algunos masones despotricaban en contra del catolicismo y al mismo tiempo, al iniciarse habían jurado creer en Dios, su conflicto con los hermanos irreverentes hasta el ateismo, se hacia mayor ante los juramentos que diariamente hacían en logia, al ofrendar los trabajos masónicos A la Gloria del Gran Arquitecto del Universo.

    Ya viejo y debilitado, recorría la ciudad caminando, visitaba a todos los hermanos masones ofreciendo servir en lo que pidieran o necesitaran los visitados, rara vez solicitaba ayuda, mas le agradaba que le invitaran a la mesa, comía frugalmente y daba la impresión que solo se sentaba para escuchar y dar consejos a quien se lo pedía, jamás habló mal de ningún semejante, masón o no, por el contrario, acostumbraba buscar justificación a los defectos de quienes conocía, toda su vocación existencial la reducía a la síntesis del decálogo mosaico o sentencia de Dios Amaras a Dios y a tus semejantes como a ti mismo, aunque un poco irreverente su apotegma o norma de vida, consideraba que los humanos llevaban a Dios dentro de si mismos, amar a Dios era amar a la humanidad entera y a uno mismo. En principio, parecía estar en paz y con su conciencia tranquila, amando sin condición, entregándose a sus semejantes sin exigir nada a cambio.

    En sus últimos meses de vida, Herminio trabó o reafirmó amistad con Jaime otro masón bastante mas joven que él. Êste era un mecánico de aparatos de medición, era o se decía ateo, aunque la realidad es que era tan incrédulo que ni siquiera creía que no creía en Dios. Pasó, para su fortuna, largas horas dialogando, en ocasiones recusando parte de lo que Herminio planteaba, el buen viejo lo aconsejaba y le pedía que tratara de aceptar ciertas tesis masónicas que eran fundamentales para llamarse masón, la palingenesia era una de ellas, aunque Herminio nunca había podido experimentar o vivir el fenómeno de la mediumnidad, muchos masones amigos de él, eran convencidos practicantes del espiritismo, había leído, releído y tratado de poner en práctica las enseñanzas de Joaquín Trincado, Rodolfo Benavides, Camilo Flamarión y

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