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La Casa Sin Ventanas: Yo
La Casa Sin Ventanas: Yo
La Casa Sin Ventanas: Yo
Libro electrónico129 páginas2 horas

La Casa Sin Ventanas: Yo

Por Osiris

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Información de este libro electrónico

Orlando volva casa despus de treinta largos aos. Aunque, tena miedo de su pasado

Deseaba descubrir: Quines lo hicieron? Por qulo hicieron?
Era la nica manera de matar ese pasado.
Lo haca por ellos, se lo deba a ellos.

Descubre el mundo de: La casa sin ventanas.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento7 jun 2012
ISBN9781617644177
La Casa Sin Ventanas: Yo
Autor

Osiris

Goddess Ira was one of the most famous international Dominatrix’s in the world and has many years of experience and Osiris has an in-depth knowledge about ancient history. Goddess Ira was one of the most famous international Dominatrix’s in the world and has many years of experience and Osiris has an in-depth knowledge about ancient history. Goddess Ira is an artist, performer and creator and studied at the academie van schone kunsten in Antwerp (Belgium).Goddess Ira has one daughter. Osiris studied history and was a teacher in history. He has two children. Both have a profound interest in the spiritual world. This common interest led to the introduction of Osiris in the BDSM world. Eventually she became his soul mate and he received from her his collar. It was at a kitchen table in Belgium, were Goddess Ira lives, that the idée arose to write a book together. It was fun to blend our knowledge and experiences together in this book. We learned a lot from each other and from the consulted sources. We learned that the souls spiritual development can be compared to a three which many branches. When one comes to the fork one has two choices. An evil one and a good one but one can only choose one direction. We think that the destiny of humankind is the revelation of truth and the expansion of consciousness and hope that some of the contents of this book will promote the development of friendship in a more elevated sense. Love and friendship should in our view have nothing to do with possessing or ego. We hope that our book will contribute to a better understanding and a better world.

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    La Casa Sin Ventanas - Osiris

    Copyright © 2012 por Osiris.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:   2011918227

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes son producto de la imaginación del autor o son usados de manera ficticia, y cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, acontecimientos, o lugares es pura coincidencia.

    Este libro fue impreso en los Estados Unidos de América.

    Para pedidos de copias adicionales de este libro, por favor contacte con:

    Palibrio

    1663 Liberty Drive

    Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    Llamadas desde los EE.UU. 877.407.5847

    Llamadas internacionales +1.812.671.9757

    Fax: +1.812.355.1576

    ventas@palibrio.com

    328801

    Estaba de vuelta, después de treinta años. Desde el avión podía ver las luces de la ciudad y los carros desplazándose por las avenidas.

    No te puedes imaginar los sentimientos que le embargaban en ese momento. Llegaba como un ladrón protegiéndose bajo el manto de la noche.

    Sentía miedo. Sí, miedo del pasado que no podía olvidar. Ese pasado que se había convertido en su hoy.

    El avión aterrizó exactamente a las 10:15 de la noche del primero de diciembre de 1975.

    No podía dar marcha atrás, necesitaba de una vez por todas enfrentarse a sus miedos. No podía seguir huyendo de su pasado, de sus recuerdos y de sus pensamientos el resto de su vida. Cómo huir de ellos si nosotros mismos constituimos nuestros pensamientos a través de los hechos que vivimos, a través de los recuerdos. ¿Cómo, entonces, se puede huir de ellos? ¿Cómo puedo huir de mí mismo? ¿Se puede huir de uno mismo? Muchos de nosotros podemos decir: «sí»… Otros podemos decir: «nunca»… y otros, «quizás».

    La verdad es que nada parece predecible cien por ciento en el ser humano. Entonces, el nunca, ¿no debería existir como tal?

    —Señor, hemos llegado. —Levantó la vista y vio a una hermosa azafata, que no aparentaba tener más de veinticinco años, sonreírle amablemente mostrando una dentadura impecable. Él no respondió. Ni siquiera dio muestra de haberla escuchado—. ¡Señor! —Volvió a decir la joven aeromoza—. ¿Se encuentra usted bien?

    Miró a la joven y asintió con un movimiento de cabeza. Ella le sonrió y le deseó una feliz estadía en la ciudad. El buen deseo de ella le pareció una ironía de la vida.

    No se explicó cómo pudo ponerse de pie y tomar su maletín de mano; era todo lo que traía. Hizo una pequeña reverencia a la joven cabinera y al resto del personal de vuelo que esperaba que saliera. Era el último, como siempre encerrado en sus pensamientos mientras el mundo giraba.

    Al salir del avión sintió el frío de la noche que le caló hasta los huesos, hasta lo más profundo de su ser, de su alma, y pensó que así de fría y oscura era su vida. Por un momento le pareció ver la sonrisa irónica de Esteban, como si estuviera dándole la bienvenida. Movió la cabeza en un gesto de querer borrar ese pensamiento. Aun así, no pudo evitar sentir un ligero temblor por todo su cuerpo. Apretó su equipaje con tanta fuerza que sintió dolor en los nudillos de los dedos de sus manos crispadas. También apretaba con furia su mandíbula.

    No reparó en el taxi que se le acercó. Sin embargo, entró en él como un autómata. Colocó su maletín sobre sus piernas, gesto que no pasó desapercibido para su intelecto. Su inseguridad fue aún más notable cuando el conductor se volteó y le preguntó:

    —¿Adónde lo llevo?

    Se cohibió aún más en el asiento. Miró algo avergonzado al conductor a través del espejo y le dijo con un susurro que apenas se escuchaba:

    —Hotel El viajero 12.

    El conductor mantuvo la mirada a través del espejo retrovisor. No había duda alguna: su inseguridad era tan clara como el agua.

    Quería llegar lo más pronto posible al hotel, para dormirse y no pensar en nada, no recordar nada. Pero no, él no podía darse ese lujo. Tenía que entrar en sus recuerdos para, de una vez por todas, matar ese pasado que era su hoy.

    Para la mayoría de los seres humanos es casi imposible vivir del pasado todo el tiempo. Ese era el problema: Él no era un ser humano normal. En verdad no había regresado por él, sino por ellos.

    No habían transcurrido más de diez minutos cuando el conductor del taxi anunció que habían llegado al hotel. Él no respondió. Se sentía petrificado. Tenía los ojos cerrados.

    El conductor le llamó una vez más la atención:

    —¡Señor! Hemos llegado al hotel El viajero 12. ¿Se encuentra Ud. bien?

    Como si saliera de un letargo movió la cabeza en sentido negativo; inmediatamente pensó: «debo decir algo».

    —¡Ah! ¡No!… Estoy bien. —Debía decir gracias como mamá les solía decir: «Den siempre las gracias, la palabra gracias es mágica; úsenla siempre y se les abrirán las puertas de la amabilidad que deben existir entre todo el género humano». Evocó la sonrisa amable de su madre y sin esperar más añadió—: Sí… Estoy bien… ¡Gracias!

    Al salir del taxi le pagó al conductor. No esperó el cambio, quería estar solo. La soledad siempre había sido su mejor compañía. Otra vez pensando de manera incongruente: la soledad, su mejor compañía. Aunque este era un hecho en su vida, no significaba que fuera verdadero. Está comprobado que muchas veces estar solo no es la mejor opción para un ser humano.

    ¿Hay alguien que pueda entender al ser humano? Para ello tendríamos que estudiar la palabra ser: «Se considera al término ser como un sinónimo de entidad o ente, que sería una cosa que posee existencia y autonomía. Ente: viene del latín ens, entis, participio de presente del verbo esse (ser o existir)».

    ¿Es una planta un ser? ¿Es un animal un ser? ¿Es una piedra un ser? ¿En qué nos diferenciamos los seres humanos del resto de los seres? ¿O somos los únicos seres?

    ¿Existe el olvido del ser como se dice en la metafísica? ¿Puede el «ser» ser olvidado?

    Estaba tan metido en sus pensamientos que no se dio cuenta de que estaba enfrente del mostrador hasta que escuchó carraspear al recepcionista, quien parecía impaciente por tener que esperarlo a que le respondiera: «¿qué…?». No escuchó lo que le decía y no se sentía con ánimo para preguntarle. Afortunadamente, su hermano mayor, Rodrigo, había hecho las debidas reservaciones lo cual agradecía porque él no estaba listo para interactuar con nadie.

    El recepcionista, con un gesto de fastidio, le preguntó su nombre. No supo qué decir, por un momento se le bloqueó todo pensamiento…

    —¡César! ¡Vamos a correr! —dijo Orlando.

    —¡No, Orlando! Ni hablar, vamos a caminar rápido. —respondió César.

    —¡Señor! —interrumpió sus pensamientos el recepcionista.

    Tenía que detener el pasado que deseaba fluir de su mente.

    —¿Su nombre, por favor? —preguntó el recepcionista con un gesto seco.

    —Rodrigo Sotomayor.

    Le entregó la llave de la habitación y, con una amabilidad forzada, le dijo: «Bienvenido».

    Asintió con la cabeza, tomó las llaves y, sin saber hacia dónde se dirigía, se alejó del mostrador. Quería estar solo. No tenía ni la más mínima idea de hacia… ¿dónde? Estaba perdido, tenía que concentrarse en recordar lo que le había dicho el conserje, hacia dónde quedaba la habitación, pero, por supuesto, el número de la llave era la clave. El número era el 525. Pensó si había alguna conexión en su vida con ese número. No había duda alguna: cualquiera que pudiera leer sus pensamientos diría que era supersticioso. No era así. Había escuchado que algunas personas relacionan ciertos hechos de sus vidas con los números. Tomó la decisión que el 525 era como cualquier número, no tenía ninguna relación con él. Por fin, ahí estaba la habitación 525.

    Aunque por muchos años se había preparado para este regreso, jamás imaginó que sería tan difícil. Sentía los pies pesados, le costaba respirar. Era mucho para él volver a su ciudad. Y para colmo de males no podía abrir la puerta. Sentía que caía en un abismo. Quería gritar y no podía, veía a Esteban burlándose de él…

    —¡Orlando, despierta! —le gritó Esteban—, se nos hace tarde para irnos a la escuela. Levántate. Mamá quiere que te bañes de prisa. ¡Te esperamos abajo!

    —Tenía mucho sueño, como si no hubiera dormido nada—. ¡Orlando! ¿Todavía estas acostado?

    —¡Esteban! ¿Estás… seguro? Nunca me baño por las mañanas.

    —Deja de quejarte tanto y date prisa que se nos hace tarde. Te esperamos abajo, ya… muévete.

    —¡Esteban! Llama a mamá.

    Tenía que entrar en la habitación, quería estar solo para dar rienda suelta a los recuerdos. Consiguió abrir la puerta. No reparó en los detalles de la habitación. Lo importante era estar de nuevo solo. Ahora sí podía entrar en sus recuerdos. Se acostó sobre la cama y recordó todo lo que había estudiado en psicología sobre la memoria.

    El cerebro humano típico contiene 100.000 millones de neuronas y 100 billones de interconexiones entre esas neuronas; como dato curioso, nadie sabe a ciencia cierta la capacidad de la memoria en nuestro cerebro. Me gustaría usar el ejemplo que usó el científico Carl Sagan: «tenemos la capacidad de almacenar en nuestra mente información como a 10 billones de páginas de enciclopedia». Nuestra memoria tiene la capacidad para almacenar, retener y recordar información. No existe un único lugar físico para la memoria en nuestro cerebro.

    Ahora bien, para llegar hasta el fondo de su pasado tenía que hacer uso de su memoria. Su memoria era el factor fundamental en el que basaría su investigación. Para hacerlo lo mejor posible necesitaba entender cómo trabajaba la memoria.

    El almacenamiento de los conocimientos en la memoria se puede diferenciar por fases:

    Registro o codificación: procesamos, retenemos y combinamos la información recibida.

    Almacenamiento: creamos un registro permanente de la información recibida.

    Recuperación, recuerdos o recolección: recordamos la información almacenada en respuesta a una señal para su uso en una actividad.

    Memoria sensorial: es la que registra las sensaciones percibidas a través de los sentidos.

    La memoria a corto plazo o la memoria operativa es la que no retiene el mensaje sensorial, sino la interpretación de dicha imagen. Retiene la información de una manera consciente, pero a muy corto tiempo (pocos minutos, lo mismo que su capacidad). Manejamos la información cuando estamos interactuando con el ambiente.

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