ANA OBREGÓN «Mi hijo me enseñó a querer y cómo querer»
«Entra, bienvenida a mi casa», dice Ana Obregón (Madrid, 1955). Me recibe con una sonrisa que forma parte de su vitalidad, su delicadeza y su generosidad, del carácter de una mujer cuyo semblante nunca deja de transmitir esperanza. De camino a una zona contigua al salón, nos detenemos delante de una fotografía tamaño cuadro de su hijo, Aless -lo acompaña Luna, su perra-, que preside la pared de la entrada principal. «Hasta hace muy poco no podía mirarla. Fíjate en sus ojos: da igual donde te coloques, siempre te observan con ese brillo», asegura. Su guerrero, alegre y lleno de talento, capaz de conquistar los corazones de quienes lo conocieron y de iluminar su camino, falleció el 13 de mayo de 2020, después de dos años con cáncer, a los 27. «Cuando decidió montar la empresa de publicidad y digital Polar Marketing, me pidió instalarse en el garaje. Empezaron dos, luego llegaron a ocho y terminaron siendo una compañía con 30 empleados y de referencia en el sector. Fue un emprendedor cargado de creatividad, revolucionó el mercado. Incluso estando enfermo siguió atendiendo las llamadas de sus clientes. Lo vi trabajar sin descanso en el hospital y durante las quimios. Ser testigo de la entereza y la fortaleza de mi hijo me emocionaba». La actriz y presentadora necesita tiempo, y, paulatinamente, ha ido dándose la oportunidad-el programa especial que emite La 1 en Nochebuena-, junto a Boris Izaguirre, y dará las campanadas con Anne Igartiburu. «El cáncer es una enfermedad cruel, y el ejemplo de Aless hace que yo luche a diario para encontrar un motivo por el que volver a vivir sin él».
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