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Crónicas De Un Destierro
Crónicas De Un Destierro
Crónicas De Un Destierro
Libro electrónico520 páginas7 horas

Crónicas De Un Destierro

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Información de este libro electrónico

La muerte de Carlos, un humilde vecino de Sevilla, la aparición de una pluma y un extraño libro, llevara a Julia una prometedora arqueóloga a descubrir un pasado en Carlos que hará cuestionarse hasta el futuro de la humanidad y el verdadero propósito en el universo. Una incesante lucha ancestral entre el bien y el mal y un viaje plagados de peligros hará a Julia descubrir el origen tanto del mal como del amor en mayúscula, un pasado que definirá su futuro.Cambiara nuestra forma de ver el amor en el mundo actual, nos llevará a plantearnos que es lo importante, Cuantas cosas nos estamos perdiendo por no saber la verdad, la esencia de la humanidad por no mirar con el alma y cuanta más por no mirar a nuestro alrededor con los ojos del corazón.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento25 feb 2017
ISBN9781370315505
Crónicas De Un Destierro
Autor

Julio Maestre Real

Nací en un pequeño barrio de sevilla, desde temprana edad tenía demasiada curiosidad por cualquier tema científico , desde artesanía con madera , hasta hacer inventos y aparato de energía renovable, con dieciséis años comencé mis andadas en la construcción de instrumentos de música cursando estudio en organería y restauración de piano en la escuela taller jorge bosh, estudié guitarreria en la escuela taller antonio torres jurado, posteriormente cursé estudio en la prestigiosa escuela de luthier ipiall de cremona terminando estudio como maestro luthier,siempre tenía como apoyo moral y educativo a un prestigioso maestro luthier alemán, mi cabeza nunca se ha cansado de estudiar y la curiosidad siempre ha ido en aumento. estudiando desde astronomía, energía renovable, electrónica y desarrollando inventos caseros, siempre me pedía a mi mismo más. nunca me saciaba y creo que nunca lo haré. las lecturas de libros y el estudio de lo paranormal iba creciendo, para desarrollar mi novela estudié las escrituras como las otras religiones no cristiana, también investigé las religiones proveniente de áfrica como la santería, palo mayombe, vudu haitiano, siempre buscando los tres piés al gato para descubrir la realidad sobre las religiones, de ahí surgió la curiosidad por escribir esta novela. en la actualidad soy maestro luthier, construyó instrumentos de música y ahora como un infante ilusionado dedicando mi tiempo libre al noble arte de la escritura de ficción.

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    Crónicas De Un Destierro - Julio Maestre Real

    CAPÍTULO I

    El día transcurría con normalidad en un humilde barrio sevillano, el olor a azahar quedaba impregnado por sus calles.

    La humedad fluía por las paredes, el viento resoplaba y no dejaba ninguna hoja por la acera.

    En un tétrico rincón se encontraba hurgando, en un contenedor de basura de color verde oscuro, un transeúnte con piel clara y cabello plateado.

    Recogía las sobras de frutas que tiraban los comercios cercanos, había plátanos ya maduros, peras con pequeños golpes y alguna que otra hortaliza. Le quitaba las primeras capas hasta que observaba que no tenían mala presencia.

    El cielo se cerró y cesó el piar de los pájaros. Una inminente descarga de agua empezó a sentirse en la piel.

    Aquel extraño, con una calma templada, acabó de recoger los alimentos y se puso el chubasquero con algunas roturas visibles en el costado.

    Se lo colocó como niño chico estrenando zapatos nuevos, una sonrisa se le cruzaba de lado a lado de la cara.

    Las primeras gotas que caían comenzaron a golpear las chapas de los tejados que había en los balcones.

    Cuando la lluvia ya se hizo persistente, se llenaron las aceras de agua debido al atasco que producían las hojas en los husillos, se crearon pequeños y plateados charcos.

    El hombre cruzó la vía con un firme vigor que no se podía reflejar en las demás personas, porque éstas corrían como si el agua estuviera compuesta por ácido clorhídrico.

    Aquel hombre disfrutaba de la lluvia y escuchaba el golpeteo de las gotas de agua en el chubasquero, aminoraba el paso para sentir el ambiente como una técnica de relajación.

    Cada vez que se acercaba a un charco, lo atravesaba de forma especial, como si pudiera andar por las aguas.

    Llegó a un portal con cerraduras antiguas y puerta verde carruaje.

    Le costó trabajo abrirla, se adentró en el ascensor con un silbido dulce y de buen humor.

    Cuando entró en su apartamento percibió, reflejado en la mesa, un haz de luz.

    Se acercó a la ventana y observó que las nubes ya se habían alejado levemente.

    Por encima de la azotea cruzaba por toda la vecindad un arcoíris, brillaba con tal ímpetu que cualquiera que lo viera creería que el cielo fuese rasgado por aquel reluciente espectro.

    Abrió la ventana para adentrarse en el balcón y así poder ver con detalles aquel efecto óptico, no pudo contenerse y algunas palabras se le escaparon de la boca.

    Con la mirada hacia al cielo exclamó algunas palabras en un idioma bastante extraño ya que le faltaban vocales.

    Por la mejilla les resbalaban unas lágrimas de dolor. Sus sentimientos de añoranza le hacía más frágil de lo que realmente aparenta.

    Un hombre fornido, ojos claros, pelo rizado y blanco como la cal.

    -¿Te acuerdas de la promesa? Yo sí.

    Parecía que hablaba con otra persona pero se encontraba a solas.

    Soltó las bolsas en la cocina y se lavó las manos, colocó el tapón en el lavabo, abrió el grifo de agua caliente, le aplicó unas gotas de lejías al agua, arrojó con suavidad las verduras y frutas en el fregadero.

    En ese mismo instante sonó el timbre con un ruido estridente mientras alguien golpeaba la puerta con energía.

    -¿Quién será?

    Comentó en voz baja al mismo tiempo que abría la puerta.

    -Laura ¿cómo tienes la rodilla hoy?

    -La gota me está matando- dijo la señora cojeando, ella entró en la vivienda sin ninguna invitación, como si aquella fuese su propia vivienda.

    -Otra vez te tengo que pedir que me ayudes.

    -¡Sí ya sé! que te traiga las compras del supermercado.

    Habló con una expresión irónica y burlona.

    -¡Joder Carlito, Eres adivino!

    De repente la expresión facial de este cambió drásticamente.

    -Laura, No me gusta que me hables así, no soporto esas palabras tan feas.

    -Perdón, perdóname cariño, pero esta maldita pierna me tiene loca perdida, te juro que haré lo posible para que no me escuches las palabrotas que no te gustan.

    En ese mismo instante Laura retrocede, golpeándose en la rodilla con el pico de la mesita y soltando tal palabrota que hasta Carlos tuvo que reír, con esas risas que hacen que se te escapen hasta las lágrimas.

    -Basta, basta que me meo encima.

    Carlos sé doblada por las punzadas en el abdomen, pasó un rato hasta llegar a calmarse.

    -Bueno ¿me harás el favor mi niño?

    - Como todos los días, a las cinco de la tarde te la llevo a tu casa.

    Ella le dio un beso en la mejilla como si fuese un pariente muy allegado.

    Se retiraba a su vivienda cojeando y desde la puerta le escuchaba blasfemando por los pasillos y rugiendo como león herido.

    Carlos cerró la suya y se echó a reír pensando en lo que había pasado con el golpe de Laura.

    Ella es una señora bajita, delgada, pelo cubierto de canas, ojos castaños y sus vestidos siempre son de suaves coloridos, una anciana alegre y con un acento andaluz cerrado.

    -Menudo personaje ésta hecha esta mujer, pero su corazón hay mucho brillo, algún día lo sabrá, algún día.

    Hablaba de ella para sí mismo, era perceptible lo bien que le caía esa mujer a él.

    Se asomó de nuevo a la ventana, ya estaba el cielo totalmente despejado.

    Preparó la comida y ajustó el horno colocando el temporizador.

    Se recostó en el sofá de color crema con mucho desgaste, se podía apreciar entre la tela deteriorada la madera del travesaño.

    En el piso era tal el silencio que solo se escuchaba el tictac del reloj de pared.

    Se echó una manta encima. Pegaba varias cabezadas hasta que se quedó totalmente dormido.

    Al sueño de Carlos parecía que algo lo estaba perturbando, su cuerpo se ponía rígido y le daban espasmos musculares, meneaba la cabeza como si quisiera llevarle la contraria a alguien.

    Se encontraba en un lugar desconocido, una especie de habitación con paredes altísimas y sin techo, unas ruinas antiguas parecía.

    Abrió una puerta ancha que le costó bastante esfuerzo, era de madera maciza y de unos treinta centímetros de grosor, con muchas imágenes de batallas talladas en relieve.

    Salió, lo primero que observó era un oscuro y largo pasillo que no se apreciaba el final.

    Cuando de repente una inmensa serpiente de color rojo fuego lo recorrió velozmente por sus pies, transformando la solería de aquel largo pasillo en la piel escamosa y rojiza de una serpiente de coral.

    Carlos intentaba asimilar aquellas imágenes, cuando no le dio tiempo a memorizar, se clareaba como un amanecer y lo que parecía la serpiente se convirtió en una inmensa muralla.

    -China y su fantástica cultura.

    Dijo entusiasmado y aliviado.

    Tacones sordos se escuchaban acercándose hacia él, Carlos buscaba en todas direcciones y no hallaba nada, cuando de repente como si de un espejismo se tratase, apareció una sombra con forma humana y cuanto más se acercaba, más se apreciaba la silueta.

    Un hombre al que le seguía una luz, como si un foco de iluminación le guiará a cada paso, al llegar a su altura se colocó frente a él.

    Su similitud en rasgos faciales era asombrosamente parecida, aunque la belleza del extraño era indescriptible, pelo plateado, el mismo semblante, como si un espejo se detuviera frente a Carlos.

    Este vestía con demasiada elegancia, traje blanco, zapatos rojos con la corbata de un rojo intenso, la camisa blanca con bordados más blancos que la misma.

    -He vuelto y volveré tantas veces como sea necesario, para que comprendas que tu no perteneces a este mundo ni al otro que te despojaron de tu ser.

    El desconocido hablaba con una sonrisa, su mirada de odio y maldad se apreciaba mientras le miraba con desprecio.

    - Nunca apoyaré vuestras absurdas y oscuras empresas ¡nunca! Gritó con decisión.

    En ese mismo instante el desconocido le agarró con fuerza las muñecas y vociferó mirando al cielo.

    -Aquí tiene a unos de tus hijos ¿lo vas a recoger con amor o lo abandonarás a la muerte?

    De repente arrojó a Carlos por la muralla, pero este se despertó con el sonido del temporizador del horno.

    Se levantó sobresaltado y con sudores fríos en la piel.

    Se fue calmando un poco mientras sacaba la comida del horno.

    Aquella pesadilla le parecía tan real que todavía le temblaban las manos.

    -¿Cuándo pagaré mi traición?

    Preguntó en voz baja con lágrimas que le hizo brillar los ojos.

    Depositó los cubiertos, el pan y las servilletas en la bandeja de comida, levantó el plato de la comida con prisa mientras lo soplaba, la alta temperatura del mismo hizo que casi acaba en el suelo.

    Se sentó y entrelazó las manos, oró en voz baja, terminó e hizo una reverencia.

    Aunque tenía un pequeño y anticuado televisor, nunca lo encendía a la hora de comer, degustaba los alimentos como un buen crítico gastronómico.

    Lo recogió todo una vez que finalizó, pero ya con la alegría que siempre lo caracterizaba.

    17:00 horas

    Este hombre regreso del supermercado con dos bolsas llenas de comidas precocinadas y latas en conserva.

    Se dirigió al piso de su vecina, llamó a un timbre rústico a la derecha del portal.

    -Buenas tardes princesa.

    Le dijo con una sonrisa.

    -Hola cariño ¡entra mi amor! Ayúdame a dejar esto en la cocina.

    Mientras le ayudaba a colocar los alimentos en la despensa ella le miraba, lo notó serio, algo poco común en él.

    -¿Tienes que hacer algo esta noche?

    Dijo Laura con mucha decisión.

    - Estoy notando algo raro, como si estuviese incubando algo, iré a la biblioteca, cogeré prestado un libro y algunas películas, me daré un homenaje en el sofá, gracias por tu invitación.

    -Pero jod...

    En ese mismo instante se contuvo de decir el taco.

    - Joper ¿te gusta más esta palabra?

    Dijo ella con la sonrisa de una niña traviesa.

    -Bueno a lo mejor acepto tu invitación a cenar, pero para mañana.

    Dijo Carlos sonriendo por la actitud anterior.

    -¿Cómo sabias que te quería invitar a cenar?

    - Siempre que nos vemos me lo sugieres, hoy además me encuentro muy melancólico.

    -¿Tú? Que siempre tienes una sonrisa para todo.

    -Pues si mi niña, hoy estoy raro, mañana te preparare algo que te vas a chupar los dedos.

    -¡Vale! Eso me gusta más.

    Ella habló contenta y preocupada a la vez.

    Carlos se dirigió a la puerta y antes de cerrarla, le dio un beso muy suave en la frente.

    Aquella anciana se apartó muy seria y le dijo.

    - Me has preocupado amigo mío, nunca me has besado con ese sentimiento, lo he notado como si fuera una despedida.

    - No te preocupes, ya se me pasará, estoy algo nostálgico y quiero pasarlo lo más rápido posible.

    Ella cerró la puerta angustiada, como si presintiera lo que a nadie le gusta pensar.

    -Hasta mañana amigo.

    Dijo ella en voz baja.

    -Ojalá que esta sensación solo sea un mal presentimiento.

    Pero de repente dio un brinco y se dirigió corriendo hacia la puerta para interceptar a Carlos.

    -¡Espera Carlos!

    Se acercaba ella hacía él, se detuvo antes de llegar, insuflando aire del pequeño esfuerzo.

    -Tranquila no tienes que correr, un día de esto te dará el corazón un susto.

    -¡Quita quita! Yo tengo el corazón como el de una chavala de veinte años

    - Menos lobos compadre que ya no estás para subirte como un infante por las ramas.

    - A lo que iba cariño, te tengo que pedir un pequeño favor.

    -Pídeme lo que quiera bueno menos dinero.

    Dijo de broma.

    -La semana que viene llegará mi sobrina de Córdoba y quisiera que me acompañara a la estación, pasará una larga temporada aquí, estoy muy ilusionada.

    -¿Cuál, la Julia de la que tanto me hablas?

    Dijo él de cachondeo como si no supiera su vida.

    -Si mi Julia, la única sobrina que tengo miarma.

    Hablo ella con ironía y burla, él sonriendo le dijo.

    -Hace mucho tiempo que no sé de ella, desde que era una joven alocada.

    - Ella vendrá a iniciar un estudio de esos que son muy raros de explicar.

    Carlos se echó a reír.

    -Dirás que vendrá a una prospección arqueológica.

    -Sí, eso raro que me has dicho.

    Ella le hizo un ademán de no saber lo que significa dichas palabras.

    -Ella estudió arqueología y trabaja desde hace años para la facultad, es catedrática de arqueología y algo con las piedras, la investigación que no sé lo que realmente significa, la han trasladado a desarrollar un proyecto aquí, dice ella que se trata de un hallazgo en la ruina itálica, bueno ¿me vas a acompañar?

    -Será para mí un honor acompañarte, además poder dialogar con tu sobrina de historia.

    -Mi sobrina es muy buena sabe mucho, las aprobadas todas con buenas notas.

    -Tiene que ser muy inteligente, porque en las ruinas itálicas solo trabajan los mejores científicos de Europa.

    -¿Sí? A ella no le gusta mucho ya que la tiene que hacer con un grupo muy numeroso, sobre todo con un amiguito que no me cae muy bien que digamos, a ella le gusta investigar en solitario no quiere lastres ni ella le crea trabas a nadie.

    -A veces te hace falta un empujón de alguien para poder descubrir hallazgos de valor incalculable.

    -Jolín Carlos hijo.

    Dijo ella con acento andaluz.

    -Sabes de todo, eres un libro abierto, me dejas boquiabierta.

    -No digas eso Laurita, es que me gusta leer mucho como que también he viajado mucho.

    - Pues tendremos que viajar tú y yo, haber si se me pega tu inteligencia.

    - Ya sabe que ni hace falta estudiar para ser inteligente, la vida te forja para bien o para mal, te hace ser más inteligente o más fuerte mentalmente, bueno recuérdamelo días antes y me dices a qué hora vamos a recogerla.

    -Pues en eso quedamos, verás que hacéis buenas migas.

    Dijo Laura con alegría.

    -Pues ¡sí!, me gusta la cultura antigua, guarda muchas historias falsas y verdaderas sobre la vida.

    Carlos le comentó desviando la mirada.

    -Mens Sana in corpore san.

    -¿Qué me has dicho niño?

    Dijo Laura sorprendida.

    - Nada estaba hablando en latín.

    - Lo vez, eres de lo que no hay, culto y atractivo.

    -Para Laura que me vas a sonrojar.

    -Eres mi hombre ideal que lástima que no tuviera tu edad para tirarte los tejos.

    -Si tú supieras mi edad.

    Dijo él en voz baja.

    -¿Que qué?

    Habló Laura como si no se hubiese enterado de lo que había dicho.

    -Nada nada, es broma, hasta mañana a la misma hora te llevo las compras

    -¿Lo ves? eres mi héroe.

    Comentó Laura con gesto de admiración

    -Ahora soy yo mi niño, el que te da el beso.

    Al besarle Laura le dio un apretón a los mofletes, él el abrazo con la dulzura de un padre.

    -Gracias, me hacía falta un poco de cariño.

    Este se adentró a su hogar con una sonrisa plena y muecas en la cara de ternura.

    Sobre las ocho de la tarde, Carlos se dirigió a la biblioteca pública para coger algunos libros y algunas películas.

    Se fue directo a la estantería grande de la derecha, ojeó algunos libros por encima, un señor ya mayor lo entretuvo un rato preguntándole que si había leído algunos libros de los que tenía en las manos y de reojo vio que uno de ellos le era conocido.

    Esta novela es muy buena, se lo aconsejo.

    -Gracias, es usted muy amable.

    -Nada señor es un placer.

    Ya miró el reloj, observó la elevada hora, no le daba tiempo a rebuscar algunos libros de su gusto, soltó los libros que tenía en sus manos y se dirigió a la estantería de las películas.

    Se fijó muy detalladamente en la imagen de una carátula.

    -¿La verdad incomoda? La verdad te hace grande y libre.

    Siguió leyendo la parte trasera.

    - No tiene que ser mala, es un documental bastante extenso, todo el mundo sabe que el hombre está destruyendo la tierra a pasos agigantados.

    Comentó para sí mismo.

    -Pues eso nunca llegará, mis hermanos los detendrá.

    Hablo ya con tono elevado y meneando la cabeza, un señor que se encontraba al lado de él se apartó con gesto de desconfianza, pero a esas cosas él no le daba importancia.

    Volvió a repetir lo mismo pero ya en voz baja y con melancolía como si la llegada de sus hermanos le causara daño.

    Colocó la película en su lugar y siguió ojeando un rato.

    Cuando se fijó en una de las películas antiguas en la que Charlie Chaplin hacía de Adolf Hitler, jugaba con un globo terráqueo, le cayó en gracia, la cogió para solicitar su préstamo.

    -El gran dictador, tiene buena pinta, hoy se me apetece reír un poco.

    Comentó para sí mismo, se dirigió al mostrador, entregó el Carnet de socio, el bibliotecario escaneó el código de barra de la película y se la entregó.

    -Tienes que devolverla dentro de cinco días.

    -Muchas gracias.

    Cuando se dio la vuelta para salir del centro cívico se topó con una señora de edad avanzada, esta le miraba con desprecio y odio.

    Pero seguía hacia la salida, cuando ya estaba abriendo la puerta la voz de la anciana le hizo parar.

    -No te olvides de lo que hablamos.

    Carlos se giró para interceptar y poder aclarar qué se habría equivocado de persona, cuando la anciana no se encontraba en la sala, buscó por todas las estanterías y por último le preguntó al funcionario, éste le negó como si la señora nunca hubiese entrado en aquella estancia.

    El corazón le latía a tal velocidad como si dicho músculo le desgarraba la piel, una sensación con un sabor a rancio.

    -Estoy condenado sin ti, tal como estoy me encuentro indefenso sin ustedes.

    Suplicaba perdón, cuando llegó a su casa ya dieron las nueve, ya la noche cayó sobre la ciudad, se reflejaba las luces de las farolas y los neos en los charcos de agua.

    Preparó los platos en la mesa, poco después se sentó a cenar, el mismo ritual de siempre cruzabas las manos y oraba.

    Comió copiosamente, recogió la mesa y limpió los platos.

    Se quitó el mandil y se dirigió silbando al baño, abrió el grifo de agua caliente, preparó su ropa y la toalla.

    Tarareando se metió en la bañera, un pequeño resbalón le hizo agarrarse en la cortina de la bañera.

    -Mecachis en la mar, hoy me siento más torpe que un guarda aguja.

    Después de ducharse y vestirse se acercó a la mesita que tiene cerca del televisor, extrajo del estuche el DVD de la biblioteca.

    La introdujo en el lector, encendió el televisor, se acomodó en el sofá con un cuenco lleno de frutos secos.

    Vio los tráilers y toda la película como un cinéfilo empedernido, lo que más le llamó la atención y le dejó preocupado, fue el discurso final de Chaplin.

    ...Lo siento...:

    ...pero yo no quiero ser emperador. Ese no es mi oficio, no quiero gobernar ni conquistar a nadie, sino ayudar a todos si fuera posible. Judíos y gentiles, blancos o negros... Tenemos que ayudarnos unos a otros; los seres humanos somos así. Queremos hacer felices a los demás, no hacerlos desgraciados.

    No queremos odiar ni despreciar a nadie. En este mundo hay sitio para todos, la buena tierra es rica y puede alimentar a todos los seres. El camino de la vida puede ser libre y hermoso, pero lo hemos perdido. La codicia ha envenenado las almas, ha levantado barreras de odio, nos ha empujado hacia las miserias y las matanzas...

    ...hemos progresado muy deprisa, pero nos hemos encarcelado a nosotros. El maquinismo que crea abundancia, nos deja en la necesidad. Nuestro conocimiento nos ha hecho cínicos. Nuestra inteligencia, duros y secos. Pensamos demasiado, y sentimos muy poco...

    ...más que máquinas necesitamos humanidad. Más que inteligencia, tener bondad y dulzura...

    ...sin estas cualidades la vida será violenta, se perderá todo. Los aviones y la radio nos hacen sentirnos más cercanos. La verdadera naturaleza de estos inventos exige bondad humana, exige la hermandad universal que nos une a todos nosotros...

    ...ahora mismo mi voz llega a millones de seres en todo el mundo, millones de hombres desesperados, mujeres y niños, víctimas de un sistema que hace torturar a los hombres y encarcelar a gente inocente. A los que puedan oírme, les digo: no desesperéis. La desdicha que padecemos no es más que la pasajera codicia y la amargura de hombres que temen seguir el camino del progreso humano...

    ...el odio de los hombres pasará y caerán los dictadores, y el poder que se le quitó al pueblo se le reintegrará al pueblo, y así mientras el Hombre exista, la Libertad no perecerá...

    ¡Soldados!

    ...no os rindáis a esos que en realidad os desprecian, os esclavizan, reglamentan vuestras vidas y os dicen lo qué tenéis que hacer, pensar qué sentir...

    ...¡os barren el cerebro, os ceban, os tratan como a ganado y como carne de cañón. No os entreguéis a estos individuos inhumanos, hombres máquinas, con cerebros y corazones de máquinas...!

    ¡Vosotros no sois máquinas, no sois ganados, sois Hombres. Lleváis el amor de la Humanidad en vuestros corazones, no el odio!¡Sólo los que no aman odian, los que no aman y los inhumanos...!

    Soldados...

    ...no luchéis por la esclavitud, sino por la libertad. En el capítulo 17 de San Lucas se lee: El Reino de Dios está dentro del hombre, no de un hombre ni de un grupo de hombres, sino de todos los hombres... en Vosotros, vosotros el pueblo tenéis. El poder de crear máquinas, el poder de crear felicidad, vosotros el pueblo tenéis el poder, de hacer esta vida libre y hermosa de convertirla en una maravillosa aventura...

    ...en nombre de la democracia, utilicemos ese poder actuando todos unidos... luchemos por un mundo nuevo, digno y noble que garantice a los hombres trabajo, y de a la juventud un futuro y a la vejez seguridad. Con las promesas de esas cosas, las fieras alcanzaron el poder. Pero mintieron; no han cumplido sus promesas ni nunca las cumplirán. Los dictadores son libres sólo ellos, pero esclavizan al pueblo. Luchemos ahora para hacer nosotros realidad lo prometido. Todos a luchar para libertar al mundo. Para derribar barreras nacionales, para eliminar la ambición, el odio y la intolerancia... luchemos por el mundo de la razón...un mundo donde la ciencia, donde progreso, nos conduzca a todos a la felicidad...

    Soldados...:

    En nombre de la democracia, debemos unirnos ¡todos!

    Charles Chaplin 1940 El gran dictador

    - Otro discurso más para que él frió hombre siga su evolución hacia la destrucción, nunca cambiaran, sus frías corazas les impiden alimentarse espiritualmente.

    Ya no pudo contener las lágrimas y llorando dijo

    -¡Padre! mi amor ¿cuándo llegará tu día, ¿cuando mi hermano alzará la espada contra el pueblo de Satanás? me he convertido en unos de ellos? Padre por todo el sufrimiento que te he causado aquí te ofrezco mi vida.

    Siguió llorando como si hubiese perdido a un ser querido, se acercó a una vitrina y extrajo un libro recubierto con plumas blanca como la cal, con una estilográfica de metal y con un tintero de cristal escribía lo que pudiera parecerse a un diario.

    -Nunca debí apartarme de ti.

    Hablaba mientras con la manga del pijama se limpiaba las lágrimas.

    Pasó solo unos minutos escribiendo, se encontraba agotado, dejó el libro en la misma estantería del que lo saco, se volvió a sentar en el sofá leyendo la Biblia hasta quedarse dormido.

    A medianoche se levantó para seguir durmiendo en la cama, observó un haz de luz blanca y celeste cristal que cubría toda la habitación, la paz le inundó todo su cuerpo, antes de poder articular palabra, cayó inerte al suelo.

    Su cuerpo aunque frío y muerto daba la sensación de que estaba dormido pues esa sonrisa le inundaba todo su rostro.

    La luz se fue disipando hasta volver a convertirse en la oscuridad, esa noche transcurrió con total normalidad a pesar de que nunca hubo tanta calma a esas horas de la madrugada.

    Las seis y media de la tarde.

    -Qué raro, son más de las seis y este hombre sin llegar, es la persona más puntual que conozco.

    Hablaba Laura para sí misma con rostro de temor.

    -Se estará entreteniendo con algún vagabundo, como siempre ayudando a todas las personas que se encuentre en la calle requiriendo su apoyo incondicional.

    Intentando convencerse ella misma de que no le ha ocurrido nada.

    Agarró la regadera de plástico de color rosa y la llenó de agua, se dirigió al balcón y se entretuvo regando las plantas, empezando por los claveles blancos hasta acabar por las rosas amarillas.

    El balcón estaba repleto de incontables flores de todas las clases y colores, con olores que se puede disfrutar desde la acera colindante.

    Cuando Laura observó que la terraza del vecino tenía el cierre media abierta y un bulto obstaculiza la puerta.

    A Laura se le vino a la cabeza la imagen de Carlos, gritando desesperadamente

    -¡Carlos, Dios mío!

    Se fue corriendo hacia la puerta de su vecino, golpeaba la puerta con demasiada histeria, es tal el ruido y los golpes que varios inquilinos acudieron a su ayuda.

    -¿Le pasa algo vecina?

    -¡Si, es mi amigo que no contesta y creo que lo he visto tirado en el suelo del comedor!

    Un hombre se dirigió al balcón de Laura para divisar algo y exactamente vio la silueta del hombre en el suelo.

    El señor le gritó.

    ¡Señora apártese!

    Con un golpe contundente y seco, reventó la cerradura, dos vecinos entraron rápidamente a socorrerlo, pero no pudieron hacer nada, ya estaba cadáver.

    Evitaron por todos los medios que ella entrase en la estancia donde el cuerpo se hallaba, llamaron a la ambulancia y a los agentes de la ley.

    - Laura, lo siento pero no podemos hacer nada por él.

    Ella gritó con todas sus fuerzas y con angustia, quería entrar, tuvieron que sostenerla entre tres hombres fornidos.

    Al cabo de varios minutos sonaron las alarmas de la ambulancia junto a un coche patrulla.

    La calle se llenó de vecinos cotillas que intentaban saber que sucede en la casa, para ellos, un vecino desconocido.

    EL médico entró y solo pudo certificar su muerte.

    -Hay que esperar a que venga el forense para levantar el cadáver.

    - Lo siento mucho señora.

    Unos de los enfermeros de la ambulancia trató de dar ánimos a Laura, pero lo que notaba era que estaba en estado shock, tuvieron que sedarla para que no se hiciera daño.

    Ella ya agotada por el elevado esfuerzo se recostó en la escalinata, no paraba de llorar, de recordar las cosas buenas que hicieron juntos.

    Ya cuando llegaron los expertos metieron el cuerpo en una caja fría de metal.

    -Es un hombre de lo más sano y fuerte ¿Cómo ha podido morir mi Carlos? mi niño.

    - Señora no sabemos con exactitud su muerte pero creo que ha sido debido a un paro cardíaco.

    De repente apareció un señor elegante y atractivo.

    - ¿Cuándo podremos darle sepulcro?

    - ¿Es usted familiar?

    Le preguntó un agente que se encontraba a su derecha.

    - Soy su hermano

    Laura se levantó y se dirigió a este desconocido, le abrazo, el beso que este señor le dio en la frente dejó a Laura en una calma y alivio que ella misma sintió de repente, ella se lo achacaba a las drogas.

    -Tendrá que venir usted en cuanto pueda para identificarlo.

    -Ya está descansando en paz.

    Comentó el hermano con tristeza, se le apreciaba una mueca de alivio hacia el difunto.

    Todos lo que estaban a su lado lo mirando con rareza, la mayoría se pensaron que ¿como un señor que dice ser su familiar más próximo está con esa calma, sobre todo como se ha enterado de la noticia y ha acudido casi más rápido que la misma ambulancia?

    Le incitó con ademán al desconocido para que acudiera lo antes posible a reconocerlo.

    Este hombre se giró, con ternura miró a la señora y le dijo,

    -Querida Laura ¿serías tan amable de acompañarme? mi hermano y usted estabais muy unidos.

    Con una mirada de amor le sonrió, Laura no pudo negarse, ya que se le parecía a su mejor amigo.

    Colocó en los hombros de la señora el abrigo con suavidad y delicadeza.

    Bajaron la escalera hablando acerca de Carlos, la anciana parecía que estuviera hablando con su amigo.

    Los mismos gestos, la misma educación y el mismo amor al prójimo, era ejemplar.

    En el cementerio de san Fernando en la capital hispalense. Que es como un museo lleno de estatuas y panteones de mármol, de pizarra y de piedra caliza.

    Estaba lleno de familias de todas las etnias, judíos, cristianos y

    Musulmanes, esperando para darle santa sepultura.

    Su tumba era muy simple solo un agujero y una piedra de poca dimensión donde solo tiene grabado su nombre y apellidos.

    El pariente dio un discurso sobre cómo era Carlos, cómo ha ayudado a todas las personas, multitudes de personas no cesaban de llorar su muerte.

    Cuando terminó se acercó a Laura y le ofreció una flor blanca para que la arrojara al hueco donde depositaron el ataúd, Laura con lágrimas la recibió.

    Querido amigo mi corazón me dice que estás ya en tu lugar.

    Arrojó la flor, en seguida las personas presentes se colocaron en cola para hacer el mismo ritual.

    El señor saludó a algunos conocidos y después de presentarle rápidamente a un hombre con el nombre de Tomás, apartó a Laura a un lugar más tranquilo.

    -Laura querida ¿puedo hablar a solas con usted?

    -Sí ¿cómo no?

    Se alejaron, ella se quedó frente a una estatua de la imagen de un Cristo clavado en la cruz, está elaborada en bronce, en medio de una glorieta, Antonio Susillo era el artífice de tal escultura

    El hombre miró a aquella estatua y con gesto de burla dejó de verlo.

    -Perdona que te moleste pero has hecho usted el mismo gesto que Carlos cuando vinimos al entierro de una amiga, ¿es que no os gusta la escultura?

    -No es eso, pero sería un poco largo de explicar ¿Carlos no te ha hablado de él?

    Dijo señalando al Cristo

    -Pues no, ¿pero tengo que saber algo de Antonio Susillo?

    Este sonrió y apoyando sus manos sobre sus hombros

    -No señora, de la imagen

    -Mis hermanos y yo no soportamos la forma de humillarlo, ya que hay religiones que tienen a Jesucristo como un ser indefenso en un pesebre o un débil hombre humillado y crucificado sin entender que es el ser más poderoso de este universo.

    -Mi Carlito me hablaba algo, pero como la religión no me gusta, no le echaba mucha cuenta.

    -Bueno, no tengo mucho tiempo y tengo que dejarlo todo preparado para partir de inmediato, querida Laura dentro de un corto tiempo se presentará un abogado para darte algunos documentos.

    -¿Qué documento niño?

    Dijo ella un poco extrañada.

    -Es que Carlos y yo pensamos que si a él le pasara algo, usted se quedaría con toda sus pertenencias.

    -¿Cómo puede decir eso si él es más joven que yo?

    -Porque las cosas para él se ponían difíciles.

    -¿Por favor no me diga que sabías que algo malo le iba a pasar y él no me dijo nada?

    -No es eso Laura, pero es una posibilidad que tenemos.

    -¡No, yo no quiero nada que no es mío!

    Hablaba ella negando con un meneo brusco de cabeza.

    -Pero escúchame esa era su voluntad, le tenía mucho cariño a usted , él sabía que usted le daría provecho a las pocas cosa que él tenía, tienes una preciosa sobrina que algún día le hará falta , confía en él.

    Ella le miró extrañada y con dulzura por las palabras que le tranquilizaba.

    -Bueno eso ya veremos si acepto o no.

    El señor se echó a reír.

    -¿De qué te ríes? ¿De mi?

    -Dios me libre señora, es que Carlos siempre me dijo que es usted muy cabezota, pero nobleza no le falta.

    - Es verdad y usted me recuerda a mi amigo.

    Se echaron a reír, volvieron a la tumba y siguieron la charla con algunas personas que no quisieron dejar el ataúd sólo.

    En el coloquio participaron muchas gentes, nadie pudo decir nada malo del ausente.

    Ya se fueron retirando poco a poco hasta quedar Laura, Tomás y el familiar.

    -Perdone pero hemos estado hablando y todavía no sé cuál es tu nombre

    - Es muy difícil de vocalizar mi nombre real, pero aquí me llaman Alejandro

    -¿Cuándo nos veremos?

    - La verdad es que ni siquiera yo lo sé, porque tengo encomendadas otras misiones.

    Ella con gesto de ignorancia subió los hombros.

    -Laura mucho gusto de haberte conocido, tengo que retirarme.

    Le besó en la frente y se marchó.

    Laura se quedó petrificada porque el beso en la mejilla tenía la misma textura sentimental que cuando su amigo le besaba, al cual a ella le vino todas las emociones y vivencia con Carlos, dejándola inmóvil durante un rato, pero cuando quiso reaccionar no pudo dar con la presencia de Alejandro, pasó rato buscándolo en la salida y por el cementerio.

    -¿Cómo ha podido desaparecer con tanta rapidez? Ese beso es el mismo.

    Guardó silencio, persiste la búsqueda, el día transcurrió con normalidad a pesar de que nadie le hubiese recogido la compra como su amigo.

    Las semanas pasaron con tristeza en aquel barrio, ya nada parecía igual.

    Muchas personas que atravesaba por esa calle se adentraron al pasillo de la vivienda, depositaban flores en homenaje.

    Un señor de traje oscuro con corbata extravagante y coderas en la chaqueta, llamó a la puerta de Laura.

    -¿Si, quien es?

    -¿Laura Ávila Garrido?

    -Sí ¿Quién es?

    - Yo soy Víctor Manuel, soy el procurador de la notaría Visaptre, traigo algunos documentos.

    -Ya le abro la puerta.

    -Gracias.

    Se adentró en el rellano, dejó una rosa en la puerta de Carlos.

    -Querido Carlos aquí estoy como os prometí.

    Laura abrió la puerta y le sorprendió dejando una rosa.

    -Todo el mundo que lo ha conocido, le ha clavado fuerte en el corazón

    -Si señora, nos ha dejado una cicatriz incurable, era un hombre ejemplar.

    -Pase señor, está en su casa.

    -Es usted muy amable.

    -¿Quieres un café o un té?

    -Un té se lo agradecería.

    Mientras Laura se adentraba en la cocina ella le hablaba.

    -¿Qué le ha traído a usted por aquí?

    -Como ya le comentó mi cliente, el hermano de Carlos, que usted es la heredera absoluta de sus bienes.

    En ese instante se escuchaba las cerraduras de la puerta abrirse, entró una mujer morena de cabellos largos con tirabuzones, el pelo negro carbón, ojos claros como una implosión de una galaxia, alta y de figura esbelta, Laura se asomó para ver que era ese traqueteo.

    -¡Mi Julia!

    -Dijo Laura muy contenta.

    La muchacha la abrazó y le dio dos besos.

    -Perdóname que no haya llegado antes es que he estado muy liada en el trabajo y me quedé a dormir en casa de Elisabeth.

    -¿De esa canija?

    - Tita esa canija es mi mejor amiga, es como una hermana.

    Dijo ella con una sonrisa.

    -Cariño este señor ha venido por el tema de Carlos

    Julia se acercó al señor, este se levantó y le estrechó la mano

    -Mucho gusto señorita.

    Julia se adentró a la cocina, en voz baja le dijo a su pariente

    -Tita ¿Qué es lo que quiere?

    -Pues, cuando murió mi amigo me dejó una herencia.

    En voz baja y con cuidado de que no se enterase.

    -Ten cuidado pues en la herencia no todo es de color rosa, te pueden dejar algunas que otras deudas.

    -Pues nada, para eso te tengo a ti ahora.

    Se sentaron todo alrededor de la mesa y sirvieron el té, el procurador sacó unos documentos y se las entregó a la señora, Laura que los cedió a Julia para que lo leyera, después de leerla le dijo a Laura.

    -Aquí dice que te deja el piso junto con todos los bienes que se encuentran en él.

    -No quiero lo que no es mío.

    -Señora con todos mis respetos, cuando Carlos dictó en el testamento yo estaba presente y me dijo que usted era la única persona al que pondría su entera confianza, por eso le dejó la herencia, él le tuvo siempre en muy buena estima.

    -¿Tanto les hablaba de mi Carlos?

    - Es lo más correcto, cuando vives pared con pared muchísimos años

    -Vale , donde tengo que firma.

    El señor le puso una x con

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