Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

La guardia nocturna
La guardia nocturna
La guardia nocturna
Libro electrónico178 páginas2 horas

La guardia nocturna

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

La segunda entrega de la trilogía de la Sangre Roja de Wanita May, en donde Kallie debe decidirse por uno de sus dos pretendientes vampiros.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento13 ene 2017
ISBN9781507168936
La guardia nocturna

Relacionado con La guardia nocturna

Libros electrónicos relacionados

Romance paranormal para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para La guardia nocturna

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    La guardia nocturna - W.J. May

    Prólogo

    La escena enfrente de ella era casi demasiado. Kallie miró a su padre, que yacía inconsciente. Su discusión con Liam no llegó a ningún lado. Parecía que los Sangre Roja y los Sangre Azul no tenían control sobre su deseo natural de matarse entre ellos. Suspiró levemente mientras el miedo la envolvía. ¿Estaba su padre convirtiéndose en una bestia sin control como el resto de su clan de vampiros?

    Miró a Caleb y dijo con un gruñido

    -¿Por qué te importaría si yo vivía o moría aquella noche?

    No lo conocía lo suficiente para considerarlo amigo o enemigo, pero si de algo estaba segura, es de que había estado ahí la noche del accidente. Él había estado ahí. Liam estuvo ahí pero, ¿cuál de ellos causó el accidente? ¿Quién convirtió a su padre y por qué no habían hecho lo mismo con ella? ¿Qué rayos pasó esa noche?

    No es que quisiera la maldición, pero las preguntas se estaban volviendo demasiado grandes.

    -Me importa. – Los ojos de Caleb brillaban casi rojos, la pasión de su voz la atravesaba. –Más de lo que nunca sabrás.

    Dio la vuelta para caminar hacia Liam, quien se había desplomado contra el gran roble que se encontraba destrozado a su alrededor. El golpe que recibió habría matado a un humano, pero él estaba lejos de serlo. Había venido a ayudarla, a protegerla de la mejor manera posible, y lo había hecho a costa de su propio bienestar.

    -¡No! No, Caleb. Déjalo solo. Él no es el villano aquí. - Se acercó cojeando a Caleb mientras él la miraba duramente. Su tobillo le reclamó el movimiento mientras que el viento ganó fuerza y casi la derribó. ¿Estaban los cielos conscientes de todo lo que tierra sostenía? Levantó la mirada y vio una gran tormenta formándose.

    - Entonces, ¿quién, Kallie? Es un Sangre Azul. Están decididos a destruirnos porque no somos más que bestias salvajes. Yo soy un Sangre Roja, como tu padre. ¿Quién es el villano? Dímelo.-Su voz había sido fuerte y en tono acusador pero se había suavizado mientras la miraba.

    Algo se movió detrás de él, Liam. Kallie sostuvo la mirada de Caleb. Necesitaba darle una oportunidad de escapar a su bien parecido policía. Él no había hecho nada malo excepto recibir el ataque de su padre.

    -No lo sé. Estoy confundida. Todo lo que sé es que no vas a extinguirlo.

    -Sí, lo haré.

    Liam se detuvo en el lindero del bosque, y Kallie desvió la mirada hacia él accidentalmente. Quiso gritarle para que corriera, pero las palabras no dejaron su garganta. Ella sabía que estuvo ahí la noche del accidente. Todos lo estuvieron. Su padre gimió y lo miró mientras se acomodaba sobre su costado y vomitaba sangre.

    -Por favor, no. – masculló Kallie y corrió a su lado. Se golpeó las rodillas y sofocó un grito de dolor mientras su tobillo le reclamaba como un pinchazo a través de su pierna. Malditas escaleras.

    -Quédate con tu padre, yo tengo que... - La voz de Caleb se apagó. Kallie levantó la mirada mientras el joven rubio se internaba en el bosque. Liam no estaba a la vista, pero sin lugar a dudas, Caleb podría rastrearlo. ¿Qué tan herido se encontraba?

    -Caleb. Por favor. Sólo esta vez. Necesito averiguar la verdad antes de que le hagas daño a la única persona que ha estado ayudándome. – Frotó la espalda de su padre y lo giró sobre su espalda. Luego sobre su otro lado. –Ayúdame a llevarlo adentro.

    Sus manos fuertes presionaron sus hombros mientras la levantaba. Él se agachó y la levantó, con su antebrazo debajo de sus piernas. –Te llevaré a la casa, pero iré tras él. No me importa quién crees que es Liam, Kallie. No es uno de nosotros y por lo tanto es el enemigo. Debemos protegernos a nosotros mismos y que lo hayas traído fue tonto.

    Ella se separó de golpe de él, casi cayendo al piso. Él se compuso y le gruñó, la hermosa expresión en su rostro era tenebrosa y penetrante. Era una visión majestuosa desde cerca, su piel perfecta, sus ojos llenos de luz.

    Se envolvió a sí misma con sus brazos y le resopló, lo que pareció ignorar, a excepción de la mueca en sus labios. –No soy una niña, así que no me trates como tal.

    -No, no lo eres. Eres una humana con escaso conocimiento de nuestra raza. Lo que hiciste fue por mera ignorancia. Tu padre pudo ser asesinado. Es mi trabajo protegerte, pero no puedo proteger a todos a tu alrededor y procurar tu bienestar al mismo tiempo.

    -Como sea. – Soltó ella entre dientes. La autoridad de su voz le estaba mellando los nervios. –Pedí su ayuda y nos la ofreció.

    Entraron a la casa y él se inclinó, dejándola en el sillón. La cercanía de su posición causó que su estómago se contrajera. Lo empujó y él sonrió.

    -A mí también me gustó. –Dio media vuelta y caminó hacia la puerta de atrás.

    -A mí no me gusta nada. Malinterpretas porque eres ignorante. –Se sonrió, orgullosa de su respuesta.

    -Continúa diciéndote eso, chica bonita. Cuando te convenzas avísame para ya no molestarte más. Se rio y ella se acomodó en el sillón, con su pierna levantada, odiando el hecho de que él estaba en lo correcto.

    La mano fría de Caleb presionó la inflamación de su pierna. –Estará mejor por la mañana. –Le besó el tobillo y le dedicó una sonrisa antes de desaparecer por la puerta.

    Kallie lo escuchó cargando a su padre al piso de abajo antes de que la puerta trasera se cerrara permanentemente.

    Ella no tenía ni idea de quién era el villano, pero de cualquier modo, uno de los dos hombres en su vida era culpable, y el otro era un protector. ¿En cuál de los dos podía confiar hasta que resolviera el acertijo? La respuesta es simple.

    En ninguno.

    Capítulo 1.

    El viento afuera sopló ferozmente. Era casi como si la madre naturaleza sintiera la furia de Kallie. Las ramas torcidas del árbol se retorcían y chocaban contra su ventana. Ella quería ser ese árbol, sacudiéndose furiosamente después de los eventos de la tarde. El hombre en quien confiaba le había abandonado. Pero, ya no era un hombre, ¿cierto?

    No, Liam es un vampiro

    Parecía que los vampiros la rodeaban últimamente, y ninguno de ellos actuaba de la manera en que lo hacían en películas, o en los libros que ella leía bajo las sábanas con una linterna cuando era más joven. No, no eran las criaturas románticas que había soñado. Pero tampoco eran los monstruos terroríficos de las películas en blanco y negro que sus abuelos habían crecido viendo. Kallie habría dado todo por un sensual y melancólico vampiro que quisiera ser entendido. Pero, eso era fantasía, no su realidad. Los vampiros eran más... calculados. No era simplemente chupar sangre para alimentarse. No, estos vampiros sabían lo que querían: buscar, reclamar y obligar a los inocentes a participar en su guerra.

    Al menos así es como todo parecía ahora.

    Todo el asunto se había vuelto un gran dolor de cabeza – más bien una migraña – y Kallie deseaba que pudiera apagar su cerebro tan fácil como resultaba apagar el televisor. Ya no quería ver imágenes de ojos rojos brillantes o su muy golpeado padre apareciendo en su cabeza cada vez que intentaba dormir. Ya ni siquiera podía disfrutar del recuerdo de los labios de Liam presionados contra los suyos, porque ahora mismo temía que Liam pudiera ser su verdadero enemigo.

    Debía serlo.

    Si él realmente quería mantenerla a salvo, como había dicho, no se habría ido. Entra el chico número dos. Kallie giró los ojos al escuchar esa voz en su cabeza. Ahora aparecía Caleb. El juró que estaba ahí para protegerla pero, ¿podía confiar en él? Kallie giró en su cama, deseando que el sueño la dominara. Conociendo su suerte, si de hecho lograra quedarse dormida, probablemente soñaría con vampiros. ¡Pesadillas, no sueños!

    Ambos chicos habían la habían básicamente encantado y después se habían marchado. Primero Liam, de un modo que sorprendió a Kallie. Nunca se lo imaginó del tipo de lo que huyen. Luego Caleb se fue en la noche de pelea como ahora la llamaba, con su estilo único. Excepto que dejó un montón de preguntas sin responder antes de irse. Quería matarlos a ambos, y al mismo tiempo enamorarse de ambos.

    -¡ugh! –Exclamó mientras arrojaba sus piernas al lado de la cama y metía los pies en un par de esponjosas pantuflas rojas. Tomó su bata azul brillante y bajó las escaleras. Una merienda de media noche generalmente le ayudaba a calmarse. Solía bromear con su madre diciendo que las meriendas de media noche no tenían calorías... ¿Cómo sé que comí, siquiera? Quizás fue un sueño, decía ella. Su madre no estaba de acuerdo, pero se reía por la manera que tenía Kallie de ver al mundo. Sólo trata de comer algo saludable... ¿zanahorias, quizás?

    Bajó de puntas las escaleras y entró en la cocina, zanahorias eran definitivamente lo último que quería comer en este momento. Cuando encendió la luz, casi gritó. Su padre estaba sentado en la oscuridad, mirando por la ventana. -¡Papá! – Se agarró el corazón - ¡Me has metido un buen susto!

    -Perdón. –Suspiró –Hay suficiente a qué temerle ahí afuera. – Hizo un gesto que señalaba hacia afuera, a las ramas que se sacudían y al jardín desierto. –No necesito asustarte aquí adentro.

    -No me asustas. – Sentía que tenía que asegurarle constantemente a su padre desde su transición. Como Caleb, su padre era un vampiro Sangre Roja. –Pensé que estarías aquí abajo. –Parecía pasar todo su tiempo ahí ahora, nunca queriendo que ni ella ni su madre estuvieran en la habitación.

    -¿Quieres que vaya abajo? Puedo darte privacidad, si la necesitas. – Se levantó, pero Kallie le hizo una señal para que volviera a sentarse.

    -No seas ridículo, papá. – Se obligó a sonreír. –Es sólo que ha sido una semana intensa y una noche jodida.

    -Cuida esa boca. –Le advirtió su padre.

    -Perdón, se me resbaló. – Se recargó en el refrigerador, mirando al techo. –Mi mente no deja de pensar. Ya no sé qué creer. No puedo dejar de preguntarme qué es lo que va a pasar. Y todo lo que se me ocurre son las peores posibilidades.

    -Desde la noche del accidente, eso es todo en lo que yo puedo pensar también. Excepto que las peores posibilidades siguen empeorando. Por mucho que nos guste pretender que todo volverá a la normalidad, no va a pasar.

    Su padre se veía miserable, y le rompía el corazón a Kallie. El accidente de auto había sido hace dos años, pero él tenía razón. Lo había cambiado todo. Esa fue la noche en que fue convertido, la noche en que ella dejó de ser una niña y vio al mundo tras un cristal nuevo. Uno que le mostraba a las criaturas de la noche. Quería regresar el tiempo a una época en la el único vampiro en que pensaba era Drácula. Envidiaba a sus amigos y su ignorancia. Para ellos un vampiro era sólo un disfraz de día de brujas. Ella había sido como ellos una vez, y daría todo por volver a serlo. Hay libertad en no saber. Todo lo que verdad hace es sacudirte con todo el peso de la responsabilidad que conlleva.

    De manera automática, Kallie abrió la puerta del refrigerador y vio su contenido. Estaba buscando algo de chocolate... quizás mantequilla de maní.

    -¿Qué opinas de Caleb? – Preguntó su padre.

    Su pregunta le sorprendió, por lo que agradeció haber tenido su rostro dentro del refrigerador, lejos de la mirada de su padre. –Creo que no se ha ido definitivamente. – Tomó la mermelada y, dando la vuelta, cerró la puerta con su cadera.

    -¿Es eso lo que quieres? ¿Que se vaya definitivamente?

    La voz de su padre tenía un tono de desesperación, como si necesitara respuestas, y ella no tenía ninguna. Sólo podía hacerle un sándwich de crema de maní y jalea, pero también sabía que eso era lo último que él quería. Él quería algo tibio, y líquido. Se acercó a la canasta de pan y tomó una hogaza de pan de centeno, su intento más cercano de llegar a comer algo saludable esa noche. La quietud de la cocina era interrumpida solo por el zumbido de una mosca cerca del foco, y el sonido que hizo al tomar un cuchillo del cajón. Mientras embarraba su pan con la gruesa mantequilla de maní, comenzó a tararear.

    Su padre se rio entre dientes desde la mesa de la cocina.

    -¿Qué? – Le dirigió una mirada interrogadora mientras aplicaba la mermelada a la otra rebanada.

    -Nada. – Sonrió. –Sólo disfruto de ti teniendo un momento humano.

    Ella intentó devolverle la sonrisa pero las comisuras de sus labios la traicionaron y se volvieron hacia abajo. Deseaba que su padre hubiera tenido una opción. Una cosa era escoger una vida inmortal y sus reglas. Una muy diferente era ser forzado a ella.

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1