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La tentación del fruto prohibido
La tentación del fruto prohibido
La tentación del fruto prohibido
Libro electrónico141 páginas1 hora

La tentación del fruto prohibido

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Este es el libro #2 y la conclusión de la serie Vision Valley. La historia que comenzó en el libro #1 sigue en este libro. Deberías leer el libro #1, para disfrutar la serie completamente. 

Silva nació y creció en las lejanías del desierto Australiano, con costumbres y personas únicas, rodeada por un paisaje que susurraba amor y romance en su alma desde su inmenso terreno.
Silva Latham es una joven de fuerte voluntad que ha amado a Declan Callahan toda su vida. Después de años separados, ambos vuelven a casa, en una pequeña ciudad del desierto Australiano llamada Glen Arbor. Silva acaba de volver de la escuela en Francia y ya no es ni siquiera la sombra de la molestosa niña con cabello de zanahoria que Declan recordaba.
Declan queda impactado por la bella y deseable mujer en la que Silva se ha convertido. Aunque solo la recuerda como la molestosa hermana pequeña de su mejor amigo, Adam.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento20 mar 2018
ISBN9781547518807
La tentación del fruto prohibido

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    La tentación del fruto prohibido - Crystal Mary Lindsey

    La tentación del fruto prohibido

    Romance Cristiano

    Serie #2 de Vision Valley

    Crystal Mary Lindsey

    Derechos de autor 2017 Crystal Mary Lindsey

    Todos los derechos reservados.

    Este libro corresponde a un trabajo de ficción y todos los nombres, personajes, lugares e incidencias son solo ficticios. Cualquier similitud con personas, vivas o muertas, eventos o localidades, es totalmente una coincidencia.

    Las citas de las Escrituras tomadas de New King James Version (NKJV) Derechos de autor 1979, 1980, 1982 por Thomas Nelson, Inc. Fueron usadas con el debido permiso. Derechos reservados.

    Ebook puesto en formato por www.ebooklaunch.com

    Nota: Este es el libro #2 y la conclusión de la serie Vision Valley. La historia que comenzó en el libro #1 sigue en este libro. Deberías leer el libro #1, para disfrutar la serie completamente.

    Proclamación de la Palabra de Dios

    2 Corintios 11:3

    Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo.

    (No se dejen engañar, mas permanezcan cerca de Jesús y sus enseñanzas)

    Contenidos

    Capítulo 1

    Capítulo 2

    Capítulo 3

    Capítulo 4

    Capítulo 5

    Capítulo 6

    Capítulo 7

    Capítulo 8

    Capítulo 9

    Capítulo 10

    Capítulo 11

    Capítulo 12

    Capítulo 13

    Capítulo 14

    Capítulo 15

    Epílogo

    Nota del autor

    Sobre el autor

    Otros libros del autor

    Capítulo 1

    Silva Latham se sentó en secreto, en lo alto de una pequeña colina cubierta por el largo pasto apoyándose en un árbol viejo y gastado. Sabía que su camuflaje funcionaba ya que lo había planeado todo cuidadosamente. Con un gran sombrero café que cubría su cabello rojizo y con un abrigo del mismo color que odiaba, su camuflaje desde debajo de la colina era completo.

    La casa de los Callaghan se encontraba en el otro lado del valle. Sean, el viejo y fallecido abuelo – un sabio hombre Irlandés – había construido una enorme casa lo suficientemente alto en el borde de la colina como para estar a salvo de las inundaciones.

    El hermoso río Cox, mostraba su abundancia por todo el suelo del valle. Hoy brilla con el sol del atardecer – calmado, pacífico e inocente. Aunque es difícil imaginar lo inclemente que se vuelve su torrente en época de inundaciones,

    El hijo de Sean, Rory amaba contar la historia de cómo su padre vivía en una pocilga antes de obtener el dinero suficiente para construir la casa familiar. Tan pronto como pudo mandó a buscar a su amada Mauve a Irlanda, para que viniese a vivir con él a Australia. Se habían casado con permiso antes de que ella se fuera, como la ley lo exigía, ya que una mujer soltera jamás debía viajar sola. Cuando llegó a las nuevas tierras en 1898, tomó tierras y terrenos salvajes con la alegría de poder ayudar a su amado. Eran una maravillosa pareja que amaba a Dios sobre todas las cosas. Rory nació dos años más tarde.

    Silva pasó su mirada por sobre la enorme estancia hasta un pequeño cementerio enmarcado por una pequeña reja de fierro. Era ahí – cerca de su muy amada casa familiar – que Sean, Mauve y su pequeña hija Chevonne ahora descansaban en paz.

    El último hijo de Rory, Declan, estaba al fin de vuelta en casa desde ayer. Sus cinco años de estudios en leyes en la Universidad de Melbourne se hicieron eternos. Siempre hacía visitas cortas a la estancia pero nunca cuando Silva también estaba ahí, así que parecía una eternidad desde la última vez que lo había visto.

    Sabía que su gusto por el venía de muchos años atrás, al igual que su costumbre de quererlo todo para ayer, así que no quería esperar otro día más para verlo. ¿Era la misma persona que la había hostigado implacablemente? Ella era una niña desgarbada de 14 años cuando la vio por última vez. Para él, que en ese tiempo tenía 19 años ella era solamente una niña e incluso una peste que revoloteaba alrededor de su hermano, Adam y que escuchaba sus conversaciones.

    Declan en ese tiempo era un joven alto, con cabello negro y guapo con una hermosa y blanca dentadura que mostraba en cada una de sus sonrientes miradas, y sus ojos se mostraban como un fuego cada vez que discutía algo que para él era importante. Era un real enigma para Silva.

    Se llevaría una gran sorpresa al ver cómo ella había crecido. Silva esperaba que él notara su presencia, así como también esperaba que cayera rendido ante ella.

    Posiblemente, muchas otras chicas en Glen Arbor estarían dispuestas a conquistar su corazón. Esa sensación de lucha por su hombre la tenía por Phyllis Granger. Siendo un año mayor que Silva, Phyllis era hija única que tenía absolutamente todo lo que el dinero podría comprar. Los Granger vivían en una casa enorme a las afueras del pueblo – su padre era el único médico veterinario en el distrito, es por eso que su familia había prosperado de esa forma.

    Mientras pensaba en Phyllis, Silva se dio cuenta que había tenido mejor situación que ella ya que pudo pasar dos años en París, comparada con Phyllis que pasó el mismo tiempo en Sidney. La señora Granger, siempre pendiente de su hija, no soportó la idea de tener una inmensa masa de agua entre ellas.

    Por otro lado, la madrina de Silva, tía Jeanne, vivía en París, así que fue el lugar ideal para quedarse todo ese tiempo. Silva sonrió recordando las escapadas que ella y sus compañeras tenían. La tía Jeanne, siendo la famosa Madame Jeanne-Marie de la casa de modas Lanvin hubiese quedado mortificada de haber sabido sobre sus andanzas.

    Un movimiento en frente de la casona de los Callaghan trajo la mente de Silva al presente. Tomando sus binoculares y enfocando para ver más cerca, su corazón comenzó a latir más fuerte. Lo hubiese reconocido en cualquier lugar. Sus hombros parecían ser más anchos y su cara ahora estaba enmarcada por una barba de chivo y bigote haciéndolo lucir muy apuesto. Iba camino a los establos así que probablemente saldría a cabalgar. Absorbida mirando cada uno de sus movimientos, Silva olvidó ser invisible cuando de pronto un tábano la mordió fuertemente en el brazo. Saltando y gritando no se dio cuenta de cómo sus gritos habían hecho eco en las colinas.

    ¡Oh no! Tomando los binoculares de donde habían caído al lanzarlos, intentó buscar a Declan. ¿La habrá escuchado? No podía verlo y sin esperar encontrarlo, tomó sus cosas y corrió de vuelta a casa.

    El estrecho sendero de arbustos entraba y salía por entre la maleza y un gran eucalipto se movía más adelante. El sol se metía entre las hojas de los árboles, brillando en las piedras, el suelo y las hierbas secas, como una preciosa tierra de fantasía. Usualmente, Silva se detenía a admirar la belleza del camino, escuchando y mirando atentamente a los pájaros, lagartijas e insectos. Hoy, solamente quería llegar a casa y para eso aún quedaba una milla y media de camino.

    Llegó casi sin aliento a las afueras de su hogar. Con un fuerte dolor en el costado, hizo lo que pudo para arrastrarse por las escaleras aún apoyada en la baranda hasta llegar a la terraza del patio.

    Con una extrema sequedad en la boca y sintiendo que las piernas se le desvanecían, pudo llegar a la  terraza, justo antes de colapsar completamente. Se sentó y cerró sus ojos, agradecida de que nadie estuviese cerca para hacer preguntas. Podía perfectamente escuchar voces dentro de la casa y cómo estas voces se acercaban cada vez más. Quizá era hora del té, ya que se escuchaba a lo lejos el traqueteo de la porcelana sobre el carrito.

    Su madre apareció primero en la puerta, lista para tirar el carrito con la porcelana hacia afuera mientras Tía Ella, la media hermana de su madre, lo empujaba. Silva sintió el olor del pan recién horneado, lo cual era una señal de que su padre y su hermano Adam pronto llegarían con los refrescos. Todo se encontraba en su lugar, desde una enorme tetera hasta la vasija de leche fresca, azúcar y vajilla; había mucho para todos y algunos más. Lejos, por la puerta de entrada, apareció un hombre cabalgando. Silva supo inmediatamente quién era y sin decir una sola palabra, se puso de pie y corrió hacia la casa pasando por sobre su madre que miraba atónita. No había forma en que permitiera que la viese vestida con ese horrible vestuario.

    Rápidamente se cambió de ropa usando una blusa de muselina y una falda azul oscuro. El atuendo no era nuevo, pero la hacía lucir bien y sus ojos mostraban su color en todo su esplendor. Antes de salir de su habitación, Silva peinó su cabello, peinando cada lado por separado y luego uniéndolos por el centro. El resto del pelo caía por su espalda hasta su cintura. Se miró por última vez en el espejo de cuerpo entero que tenía en su habitación y contenta con su reflejo, caminó delicadamente apoyada en el borde de la escalera.

    Silva! exclamó su madre. Por el amor de Dios, ¿qué tienes niña? Todos los ojos apuntaron a Silva.

    "¿Por qué, sea lo que sea que te refieras, Madre? ¿Qué podría pasarme? Con ambos ojos bien abiertos, era la viva imagen de la inocencia y su madre sabía que debía controlarse debido a las visitas presentes.

    Declan se puso de pie desde donde estaba sentado. Sus ojos pasaron desde su cara, pasando por todo su cuerpo y de vuelta a su rostro nuevamente, era fácil poder notar lo impresionado que estaba.

    ¿Silva? ¿Tú eres la pequeña Silva?

    "Si, lo soy, pero

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