La carta extraviada. Y otros 6 relatos eróticos de temática gay
Por Marcos Sanz
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Este volumen incluye los siguientes relatos eróticos de temática gay del escritor Marcos Sanz:
Yo sólo soy un hombre que te desea
Mi profe de Ciencias Sociales en la Universidad decidió saltarse a la torera los convencionalismos en las relaciones sexual-erótico-afectivas entre profe y alumno cuando se coló de mí como un p... adolescente.
La carta extraviada
Juan Pablo recibe veinticuatro años después una carta de amor que le escribió Xuso, un compañero de clase, y que se extravió en correos. Asediado por la sensación de que las cosas podrían haber sido muy diferentes Juan Pablo decidirá ir en busca de Xuso para hacerle saber que nunca recibió el mensaje.
Algo serio
Anselm intenta desesperadamente encontrar novio a través de varias apps de contactos pero parece que nadie en el mundo está buscando lo mismo que él. Su amigo Joan, un semental dueño de un sex shop, le dará las claves para atraer al hombre adecuado... valiéndose de una vil mentira.
¿Se puede tener todo en esta vida?
Los dos protagonistas de este relato piensan que sí, siempre que estés dispuesto a mantener ciertas mentiras.
La casta de los peludos
Un viajero de mundos alternos visita una Tierra paralela en la cual no hay mujeres y los hombres son separados en amos y siervos según la abundancia o ausencia de vello corporal.
Mientras duermes
Este es el relato de aquella vez que me volví loco en mis tiempos de universidad y me aproveché de mi compañero de habitación hetero mientras el tío dormía a pierna suelta.
Calentón en el podcast
Estás a punto de averiguar por qué "Precumeros" es el podcast más caliente de la red. No te vas a creer de qué son capaces sus presentadores para hacer crecer la... audiencia.
Sobre el autor: Marcos Sanz es un escritor (y un tío simpático y bastante bear) de relatos eróticos de temática gay. Si estás buscando leer relatos eróticos gays para hombres escritos por un hombre, has llegado al lugar indicado.
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La carta extraviada. Y otros 6 relatos eróticos de temática gay - Marcos Sanz
Yo sólo soy un hombre que te desea
Nuestra historia de amor profe alumno fue un poco distinta a como suelen darse estas cosas. Por lo general el joven universitario, a cuya casta pertenezco, mucho más impresionable e impulsivo dada su corta edad y sus muchas ganas, se cuela del profesor maduro al que hace insinuaciones hasta que todo termina o muy mal o muy bien, sin términos medios. En nuestro caso fue Armando, mi profe de Ciencias Sociales, quien se coló por mí como un puto adolescente. Y tampoco llegamos a entender muy bien cómo acabamos juntos si ni a él ni a mí nos gustaban los hombres. Pero pasó. Misterios de la vida.
Todo empezó cuando Armando tuvo que ausentarse dos semanas y buscó a alguien que pudiera cubrirle las clases. Y como yo era su alumno más aventajado me convenció para que las diera yo. Se tomó el trabajazo de prepararme los powers de las seis clases que tendría que dar y de dejarlo todo extra súper planificado. Me ahorró un montón de quebraderos de cabeza previendo hasta al más mínimo detalle cualquier imprevisto que se pudiera dar.
—Si te formulan preguntas que no sabes o no te atreves a contestar reformula la misma pregunta para que sea otro alumno el que intente encontrar la respuesta —me aconsejó.
—¿Es lo que tú haces?
—Lo que hacía. Después de veinte años en esto ya no quedan preguntas que no sepa cómo contestar. Además, los alumnos cada vez se cuestionan menos las cosas. Y cada vez es más difícil encontrar a alguien que se salga del tiesto. Tú eres el único que lo ha hecho este año. Es algo preocupante.
Me dijo que durante las ponencias en el congreso llevaría el móvil en silencio pero que me contestaría en cuanto pudiera a cualquier duda que le enviara por wasap. Ese fue nuestro medio de comunicación durante casi dos semanas, si exceptuamos la noche de la gran pelea. Y no os imagináis lo que llega a dar de sí el wasap. Pero qué digo. Seguro que lo sabéis perfectamente.
Los primeros días nos mantuvimos fieles al guión. Yo le mandaba algún mensaje para que supiera que todo iba bien y que no tenía problemas para dar sus clases y él contestaba con cortos mensajes de agradecimiento. Pero un día, sin saber muy bien cómo o por qué, se produjo un cambio y la conversación pasó al plano personal. Ah, ya me acuerdo. Me envió una foto del desayuno que le habían puesto en el hotel. Y yo le mandé una foto del bollo con cacao que me estaba zampando. Y empezamos a hablar de comida, creo. Y a mandarnos fotos de cualquier cosa que nos hiciera gracia. O que no nos hiciera gracia. Una vez que abrió la puerta a las fotos fue imposible volver al plano educativo. Sobre todo porque se hizo como cuarenta fotos con diferentes combinaciones de chaqueta, camisa y corbata para que le dijera cual le quedaba mejor para una cena con gente importante que tenía.
—¿Pero cuánta ropa te has llevado, loco?
—Toda la que me ha metido mi mujer.
Al final de aquel día éramos amigos. Ya no parecía mi profe. Parecía un colega igual de tarado que yo. Tampoco parecía llevarme veinticinco años. Las cosas que nos interesaban a ambos parecían estar en un mismo nivel. Pese a que él fuera padre y yo aún viviera con los míos teníamos muchísimo en común. Sobre todo... éramos unos cafres.
A las tres de la mañana me despertaron como siete wasaps a intervalos de un minuto. Eran de él.
Ha terminado la cena. Estoy muy borracho. Me vuelvo al hotel.
No me acuerdo de cómo se llega al hotel. Creo que cogeré un taxi.
No hay ni un puto taxi a estas horas en esta maldita ciudad.
Hotel localizado. Estaba a la vuelta de la esquina. Se ve que me despisté
.
He meado en las plantas de la entrada y el recepcionista me ha visto el pito. Qué vergüenza
.
Una foto del interior del ascensor.
Una foto del interior de la habitación.
Estoy cachondo. Creo que me haré una paja antes de dormir. Buenas noches
.
Hablo de memoria pero fue más o menos así.
Al día siguiente me mandó como otros siete wasaps pidiéndome perdón muy abochornado. Yo le mandé un hahaha y le deseé que hubiera disfrutado de su paja solitaria en el hotel. Me mandó una foto de su oreja.
¿Y eso?
—Le pregunté.
Me has hecho ruborizarme. Cuando me ruborizo las orejas se me ponen muy colorás
.
A partir de entonces intentaba ruborizarle soltando todo el día burradas por el wasap y él me enviaba fotos de los diferentes estados del rubor de sus orejas. Fue muy divertido.
La noche de la gran pelea me envió un mensaje a las once de la noche.
Estás muy callado. Te echo de menos. ¿Ha pasado algo?
Lo siento. No quería fastidiarte la noche.
¿Qué te pasa? ¿Qué ha pasado?
Me he peleado con mi novia.
Lo siento. ¿Tiene solución?
No lo sé. Nos hemos dicho cosas horribles. Me siento fatal.
Llámala.
Lo tiene apagado.
Seguro que lo arreglaréis. Mañana verás las cosas con más perspectiva. Intenta dormir.
No creo que pueda
.
A las dos