Hablando de Volar
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... así que siempre me imaginé acabando un libro, el preciso momento en el que alguien abriese la primera página de mi creación, de mí, y cuando pasase la última... pero de momento eso no ocurrirá. O no una historia como la imaginas. Sino que he sido capaz de empezar y acabar historias en apenas una líneas, para que conozcas a todos mis personajes, todos los acontecimientos que les rodean, todos los lugares y todos los mundos que quería enseñarte. Para que puedas volar más de una vez.
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Hablando de Volar - Ainoa Ruiz Velasco
Prólogo
Siempre estaba hablando de volar. No realmente, claro, tú y yo sabemos que es imposible volar, sino hacerlo de una forma más metafórica, menos literal y más romántica. Volar con las palabras, con la escritura en general… así que siempre me imaginé acabando un libro, el preciso momento en el que alguien abriese la primera página de mi creación, de mí, y cuando pasase la última… pero de momento eso no ocurrirá. O no una historia como la imaginas. Sino que he sido capaz de empezar y acabar historias en apenas una líneas, para que conozcas a todos mis personajes, todos los acontecimientos que les rodean, todos los lugares y todos los mundos que quería enseñarte. Para que puedas volar más de una vez.
A mi madre,
Por ser lo que es
Y lo que me ha hecho ser.
Ángel caído
Nací en el corazón del cielo, mis únicos hermanos eran las nubes y el viento que allí habitaba, la luz me vigilaba y advertía así como guiaba en el largo camino que se abría ante mí, y el sol guiaba mis pasos con firmeza hacia un nuevo mundo donde los seres alados gobernaban los cielos con sabiduría.
Cansado de escuchar el silencio, me siento tras los muros de piedra a esperar mi sentencia, a que sus vientos sequen mis lágrimas y sus palabras cierren mis ojos. Pero mi fin no llega ahora, sino una condena que debo cumplir en el mundo Menor, sin alas, sin esencia, sin vida, sin nada.
Me dispongo a cumplir el castigo del exilio, de la marginación. Caigo del cielo con dolor de libertad, cierro los ojos y digo adiós a lo conocido, para dar paso a lo extraño y confuso. Para ver de cerca lo que tanto habla el viento, para ver a los seres de corazón helado y pensamientos fríos, al mundo en el que se llaman salvadores y actúan como asesinos, a los que el cielo castigó sin apenas aire, con tan solo la tierra. A los llamados humanos.
Mientras desciendo, me estremezco al pensar en mi futuro, incierto, borroso como la más espesa de las nieblas de invierno y en la imagen de mi cuerpo hecho pedazos contra el suelo, en mis alas rotas y mis manos atadas a la espalda, como prisionero del destino. Mas cuando pienso que todo ha acabado, que el vacío y el olvido ya son parte de mi corta existencia… una muchacha de ojos negros me acuna en sus brazos, delgados y cálidos con el amor de una madre y la pasión de un amante. Siento sus labios en mi frente y su canto en mis entrañas pero aun sintiendo esa hermosa y suave melodía, pierdo el sentido y la oscuridad y el silencio se apoderan de mi cuerpo.
Al despertar pensé que todo aquello era una pesadilla pues seguía en el mundo Menor, pero al levantar la vista del frío y húmedo suelo, le vi a ella, a la muchacha que se convirtió en mi cielo, en mi aire, y en mi libertad eterna. En aquel entonces tan solo un pensamiento osaba colarse en mi mente: Puede que después de todo lo sucedido, haya, junto a estos nuevos seres, una esperanza para un ángel caído del cielo…
La noche es para las bestias
Mi destino llegó sin apenas ruido, silencioso tras de mí se acercaba con pasos de gigante a mi espalda con un propósito claro: clavar sus afilados dientes en mi cuello, impregnando de oscuridad mi alma y con ella, mi cuerpo. Aquel mordisco me arrebató la humanidad que guardaba escondida dentro de mi corazón, protegida por la máscara de porcelana que todos y cada uno de los seres nos ponemos para defender lo que en unos