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Jesus y Compañía Primera parte
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Libro electrónico206 páginas3 horas

Jesus y Compañía Primera parte

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Jesus y Compañía Primera parte Don & Sondra Tipton
En español

IdiomaEspañol
EditorialDon Tipton
Fecha de lanzamiento8 jun 2015
ISBN9781311321442
Jesus y Compañía Primera parte
Autor

Don Tipton

Don and Sondra Tipton are the Founders and Directors of Friend Ships Unlimited.Friend Ships is a Christian humanitarian aid organization that has sailed ships throughout the world delivering relief supplies, carrying out disaster relief and conducting medical missions in North America, Central America, the Caribbean, Africa, Europe, the former Soviet Union and the Middle East. The organization and its team work in the aftermath of hurricanes, tornadoes, earthquakes and floods and in the course of wars, famines and extreme poverty. The organization has been in service since 1983.

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    Jesus y Compañía Primera parte - Don Tipton

    JESUS Y COMPAÑIA Primera parte

    Dedicación: Este libro esta dedicado a la imborrable memoria de Doug Ford y Vinicio Alvarez, dos hombres que dieron sus vidas en el servicio al Señor. El capellán del barco SPIRIT, Doug Ford y

    el oficial despensero Vinicio Alvarez, murieron de malaria cerebral contraída en las profundidades de Africa durante una misión del barco. Doug Ford murió el Viernes Santo y fue enterrado en el mar en el Domingo de Resurección. Le sobreviven

    su amorosa familia, su esposa Carla, su hijo Justin y su hija

    Melissa. Vinicio murió en la Costa Atlántica de Sur América dos semanas mas tarde.

    Jesús dijo: No hay amor mas grande que el que ofrenda su vida por los amigos. En sus jovenes vidas, estos dos afectuosos hombres brindaron sus vidas por sus amigos, por su prójimo, por aquellos que aún no conocían y por los que no pudieron conocer,

    tocando a miles de personas, expandiendo las Buenas Nuevas del

    Evangelio y llevando ayuda material a gente de las naciones del mundo.

    El trabajo de Friend Ships por siempre incluirá la memoria de estos dos hombres y el fundamento que ellos pusieron para el trabajo del ministerio al dar su todo por la causa de Cristo.

    PREFACIO

    Nosotros no venimos como ministros, teológos o expertos de ninguna clase. Venimos como testigos, a dar fé de la realidad del Libro de la Palabra de Dios y del amor y la fidelidad de Jesucristo, nuestro Señor.

    Este libro trata de personas corrientes en circumstancias inusuales con un Dios extraordinario. Es la anotación de milagros que ocurren diariamente, no de milagros ocasionales esparcidos aqui y alla, sino de milagros diarios, que sostienen poderosos barcos en la mar, al rededor del mundo, suministrando alimento a las masas hambrientas.

    PREFACIO DEL EDITOR

    La Sagrada Biblia comienza y termina con muestras del poder sobrenatural de Dios. Las Escrituras estan llenas de recuentos de las maravillas de Dios, tanto en la tierra como en las vidas de su pueblo. La mayoría de los cristianos leen y creen con certeza en los milagros bíblicos. También saben que Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y por siempre, sinembargo, son pocos los que esperan ver la intervención sobrenatural de Dios en sus vidas hoy en día. Muchos dicen Dios puede hacer lo imposible, pero personalmente no se adueñan de La Palabra del Señor al pie de la letra.

    Cuando Dios creó a los humanos, El les pidió su confianza, pero desde aquel tiempo solo unos pocos, muy pocos han tomado el paso de fé y han puesto a prueba las promesas del Señor. Dios jamás les ha fallado.

    Este libro, Jesús y Compañía, relata la historia de dos de estas personas que realmente se atrevieron a dar el paso de fé y creer en la habilidad milagrosa de Dios y su deseo de proveer para sus hijos. Los Tipton, una pareja voluntaria, pueden anotar en su libro, solo una pequeña fracción de todos los otros voluntarios que se unieron a ellos en este ministerio de fé.

    Los lectores no pueden despedirse de este libro, diciendo que es un relato maravilloso de un hombre y una mujer santos. No, este es un relato de cristianos comunes y corrientes que estan atreviéndose a dejar a un lado sus metas y sus comodidades temporales para poder servir a su Señor vivo y poderoso.

    El espacio permite que solo unas pocas de las respuestas milagrosas a las oraciones que han ocurrido en este joven ministerio sean escritas en esta edición de Jesús y Compañía. A medida que Dios provea tiempo y recursos, nosotros esperamos publicar mas volúmenes para alabanza y honor de nuestro maravilloso Señor.

    Al leer estas páginas, no es suficiente el maravillarse acerca de la fuerza y la preocupación tierna de Dios, sino que debemos preguntarnos: ¿He caminado lo suficientemente con el Señor?

    1

    EN AGUAS SOVIETICAS

    A un día y medio afuera de las aguas soviéticas, los barcos cañoneros aparecieron en el horizonte, observándonos, para luego alejarse hacia estribor. Era Agosto de 1991, la atmosfera estaba densa y misteriosa. Los barcos cañoneros permanecían a varios metros de distancia, mientras que un barco patrullero aparecía en nuestra popa. Estudiamos a sus ocupantes con nuestros binoculares, descubriendo que ellos tambien tenían los suyos dirigidos hacia nosotros. De pronto otro barco militar apareció por nuestra proa. De sorpresa, un gran crucero

    se vislumbraba justo enfrente y luego desaparecía de nuestra vista. A travez de toda la tarde siguio apareciendo y desvaneciéndose. A medida que pasaba el día, los barcos militares nos rodeaban, uno a babor, otro a estribor, uno detras, además del barco que meriodaba la proa. Uno de nuestros tripulantes en son de broma dijo, Hace semanas que no escuchamos las noticias. Podría haber habido un golpe de estado militar aqui y nosotros sin enterarnos.

    Nuestra gente del barco en Alemania había prometido enviar un telex a las autoridades marítimas de la Unión Soviética, notificándoles nuestro tiempo estimado de llegada, pero aún no teníamos confirmación de que se hubiera hecho este contacto.

    El protocolo marítimo apropiado es el mostrar la bandera del país en cuyas aguas se está navegando, así que al entrar en las aguas soviéticas al aproximarnos al puerto de Riga, elevamos la bandera roja de la hoz y el martillo de la Unión Soviética. Como estas aguas habían sido Letonas antes de que la nación fuera tomada por el comunismo, elevamos la bandera letona de franjas color marrón y blanco bajo de la rusa. Nuestras estrellas y franjas americanas continuaron ondeando orgullosamente en la popa.

    Nuestras instrucciones de navegación escritas nos indicaban cual canal de radio usar para comunicarnos con los soviéticos. Intentamos repetidas veces pero no recibimos respuesta. Finalmente un operador regresó y nos mandó a que cambiáramos de frecuencia. Obedecimos emocionados. Una voz en inglés pero con acento eslávico bastante fuerte se escuchó por las ondas del aire: Identifíquense, Nuestro primer oficial respondió: Barco Spirit. La voz eslávica le pidió que lo repitiera. El oficial entonces deletreó el nombre del barco en fonética marítima: Barco Spirit, Sierra, Papa, India, Romeo, India, Tango. Hubo un largo silencio y se escuchó la petición de nuevo. Barco Spirit, repita, Barco Spirit. ¿Cuántas personas? ¿Cuánta carga? demandó la voz. Nosotros respondimos Somos el barco de misericordia, Spirit, un barco de bandera norteamericana, trayendo comida, ropa y medicinas para bendecir a su pueblo que esta necesitado. La radio se silenció.

    El domingo, 18 de Agosto hicimos nuestro acercamiento final a Riga. Eramos el primer barco americano en navegar a ese puerto Báltico desde hacía dieciseis años. El puerto de Riga era conocido como una fortaleza del poder militar, el cual albergaba una gran reserva de embarcaciones de la armada. Navegamos calladamente a lado de una base nuclear submarina con el barco cañonero aún siguiéndonos. Finalmente un remolcador soviético vino al lado de nuestro barco y nos llevó al puerto. Amarramos el Spirit y atamos nuestras sogas, mirándonos ferozmente mientras bajabamos el tablón que se extendía desde el barco a la pasarela. Los guardias de la KGB tomaron su posición en la base de la pasarela. Otros se estacionaron en nuestra proa y popa. Algunos vigilaban desde las torres a los lados del muelle , el cual se vizlumbraba por arriba del barco. Cuando enfoqué nuestra cámara de video en la dirección de los guardias en la pasarela, ellos movieron sus cabezas y enseñaron sus puños.

    Otro barco cañonero que nos había seguido al puerto, ancló a pocos metros de nosotros. Podíamos ver al personal militar en la cubierta, observándonos con binoculares. A medida que caía la noche, con poderosos reflectores escudriñaban el barco de un lado a otro, una rutina que continuaron cada noche.

    Por la mañana, tuvimos una reunión de oración seguida del desayuno y después nos preparamos para nuestro primer día de operaciones de descarga en la ominosa Unión Soviética. Como todos los arreglos de nuestra misión habían sido hechos con el gobierno de Gorbachev, con suficiente anticipación previa a nuestra llegada, estábamos confiados que nuestra tarea se llevaría a cabo sin obstáculos.

    Habíamos recibido todo el permiso necesario para descargar las cuatro mil toneladas de ayuda humanitaria para ser distribuidas por iglesias a travez de toda la Unión Soviética. Los soviéticos también habían garantizado que no nos cobrarían nada.

    A las nueve de la mañana, Boris Iofis, un abogado que había estado completando todo nuestro papeleo, llegó al barco trayendo malas noticias. Me hizo a un lado para decirme calladamente que Mikhail Gorbachev, el Presidente de la Unión Soviética, había sido secuestrado y talvez incluso asesinado. Todas las noticias internacionales así como la televisión libre habían sido censuradas o apagadas.

    Las calles de Riga pronto se llenaron de tanques soviéticos con gente armada. El puerto de Riga estaba cerrado, la carretera a Leningrado barricada y las telecomunicaciones cortadas. Ahora reinaba la ley marcial. Los miembros de las fuerzas de asesinos de la élite, los temidos Gorras Negras, patrullaban las calles, suprimiendo cualquier posible rebelión Letona. Las leyes de los estados Bálticos y todas las otras repúblicas fueron anuladas y sus parlamentos desmantelados. Ahora solamente la ley soviética estaba en efecto. Si, aunque fuera difícil de creer, la Unión Soviética estaba bajo un golpe de estado comunista.

    Aturdido, me excusé de Boris y me fui al puente de mando del barco para pensar que podía hacer. El mundo estaba tambaleante a causa de lo que acababa de ocurrir, y yo también lo estaba.

    Setenta y cinco hombres, mujeres y niños, una embarcación de varios millones y una carga con valor de ocho millones de dólares bajo mi liderazgo estaban repentina e inesperadamente atados en un puerto muy hostil. Yo había dirigido a esos voluntarios fieles e inocentes a reconstruir este viejo barco, cargarlo con provisiones y a navegar a miles de millas a travez de dos océanos para entregar el amor de Jesus en la forma de Biblias, comida, ropa y provisiones médicas a nuestros hermanos y hermanas soviéticas que estaban habrientos y en necesidad. He traído a personas que no sospechaban nada, que simplemente confiaron en la misión de Dios, directo a los brazos de una toma de poder de los comunistas radicales en la temida y despiadada Unión Soviética. De pie, allí en el puente, empezé a recordar la cómoda vida que mi esposa y yo habíamos vivido hacía solo unos cortos años como dueños del Club de Polo y Cacería de Park West en Beberly Hills, y entonces pensé, Señor, ¿Cómo es que llegamos aqui? Mentalmente, empezé a ver mi vida hasta este punto, mientras estaba allí, mirando a este puerto hostil tan lejos de California.

    2

    UN CAMBIO DE DIRECCION

    Habiendo crecido en Newhall, California, mamá se aseguró que con regularidad asistiéramos a la iglesia. A los trece años invité a Jesucristo a mi corazón. Fué una experiencia profunda, una que nunca olvidaré, por tanto, a travez de los años, siempre me consideré cristiano. Dios me cuidó fielmente, trayendo y llevando a Su gente a mi vida, pero mi manera de vivir era una existencia tibia, cuasi cristiana, con una base de gelatina. Nada firme en mi compromiso. La palabra irreal sería la que mejor la describiría.

    Veintiseis años mas tarde, mi objetivo principal era manejar un rancho de caballos cazadores y saltadores, en Brentwood, California y la posesión de un club de polo equestre, exclusivo, en Pacific Palisades. Para ese tiempo, mi verdadero interés en Cristo se había desvanecido casi por completo. Jesús ya no era una parte conciente de mi vida.

    Un día de verano, una joven llamada Sondra, visitó el club de polo. Esa fué la primera vez que nos vimos y enseguida fuimos atraídos el uno hacia el otro. A medida que nuestra amistad se desarrollaba, yo vi que Sondra estaba buscando desesperadamente una relación con Dios. Ella se sentía como una rata atrapada. Ella había determinado que la libertad no estaba en terapias, acción social, meditación o física y seguramente no se encontraba tampoco en las estrellas. A pesar de que yo no estaba siguiendo a Jesús, cuando yo ví a Sondra clamar por paz y significado para su vida, no pude evitar el contarle lo que yo sabía. Le conté como el hijo de Dios había muerto para pagar por nuestros pecados, y como ella podía invitarlo a venir a su vida.

    Cuando yo hablaba, ella escuchaba, a veces aburrida, a veces enojada, a veces cortés, pero nunca realmente interesada. Durante una de estas conversaciones aparentemente sin fruto yo dije, "El hablarle a Dios es como el enviar ondas de radio, y el único canal que alcanza al Padre es el Hijo. Si realmente quieres contactar a Dios, háblale a El a travez de su Hijo Jesús.

    Por alguna razón, aquella simple ilustración quedó grabada en su mente. Semanas mas tarde, ella me pidió que le dijera una vez más como sintonizar aquella onda de radio llamada Jesús. Yo accedí renuentemente, sabiendo que nuestra vida juntos jamás sería igual. Nunca me imaginé lo crucial que este cambio sería.

    Aquella noche, Sondra dió su corazón a Jesús y pronto el gran cambio evidente en su vida me trajo de nuevo a los amorosos brazos del Señor. Al poco tiempo fuimos bautizados y pocos meses después, nos convertimos en marido y mujer.

    Las responsabilidades de los negocios tomaban nuestros fines de semana, asi que no teníamos mucha oportunidad de asistir regularmente a una iglesia o de relacionarnos con amigos cristianos, pero si estudiamos la Biblia por nuestra propia cuenta con gran intensidad y con una sed insaciable. Cuando buscábamos las Escrituras, sentíamos hambre de estar más involucrados con el Espíritu Santo y empezamos a comprender un poco más, lo que es el corazón de Dios.

    Leímos las páginas que nos contaban cuanto El nos amaba, cuanto amaba a nuestros hermanos y hermanas, y como El deseaba que sus hijos ayudaran a las viudas, a los huérfanos y a los pobres. Nos dimos cuenta de que cuando El miraba hacia abajo a la tierra, El no veía ni límites ni fronteras ni líneas divisorias entre ciudades y condados. El solamente miraba a su pueblo, el pueblo que El amaba.

    Leímos las Escrituras y simplemente las creímos. Nadie estaba alli para descartar las Escritura con explicaciones, para decirnos que los versículos no significaban lo que decían o que significaban alguna otra cosa. Nosotros leímos y creímos con simpleza.

    Antes de nuestro compromiso de realmente conocer al Señor, habíamos estado atrapados en nuestro propio mundo de fiestas lujosas, champagne, e invitados sociales. Era nuestro negocio, pero ahora mirábamos las noticias con corazones nuevos. Por primera vez realmente vimos los reportajes de la horrible hambre en Etiopía. Vimos a los niños africanos hambrientos y muriendo por cientos. Nuestros corazones se rompían ante las escenas de madres dejando los cuerpos sin vida de sus hijos al lado del camino. Madres demasiado exhaustas para llevarlos a casa y enterrarlos.

    Vivíamos en una tierra de abundancia,y mientras que los africanos y otros niños en el mundo morían de hambre, los graneros aqui en casa estaban tan llenos, que grandes cantidades de trigo, eran amontonados a lado de las carreteras. Increiblemente billones de libras de papas y maíz eran enterrados en los campos cada año para mantener altos nuestros precios de mercado.

    Tuvimos un pensamiento sencillo, realmente sin entender que el Espíritu Santo a veces pone pensamientos en nuestras mentes. Que pasaría si tomásemos de esta tierra de abundancia lo que ella no quiere, lo que le ocasiona gastos de millones de dolares cada año para quemar y enterrar? Que pasaría si tomásemos migajas de las mesas de los ricos y las compartiéramos con nuestros hermanos y con los niños pobres y hambrientos? Si realmente hay una necesidad, y nosotros sabemos que la hay, si nosotros somos los guardianes de nuestros hermanos y es nuestro deber ayudar a los pobres, a las viudas, a los huerfanos y a aquellos en necesidadsi El Señor es el Gran Proveedor y si estamos dispuestos y decimos, aqui estamos Señor, envíanos,¿Proveería El realmente? Si alguien estuviera dispuesto a amar a estos niños necesitados, si alguien lo hiciera por la gloria de Dios, ¿Apartaría el Señor su rostro de ellos?

    Unos meses antes de dar nuestras vidas a Jesús, Sondra y yo estábamos trabajando con la Alianza de Juegos de Nevada. Este grupo consistía en las cabezas de algunos de los casinos mas grandes, incluyendo Caesar's Palace y Harrah's.

    La Alianza nos llevaba en avión a Nevada, cuatro días por semana, donde nos recogían en limosina o nos daban un Lincoln nuevo para conducir. Vivíamos en los casinos, y además de los grandes salarios que nos daban, nuestros habitaciones,la comida y las bebidas alcohólicas que quisiéramos consumir eran provistos gratis para nosotros y para nuestros invitados. Nuestro trabajo consistía en enfocar los días del año con menor afluencia a los casinos y planear actividades especiales que atrajeran a la gente a la ciudad y por ende a las mesas de juego.

    Producíamos conciertos de rock, shows de country and western, espectáculos de halado de camiones y

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