SECRETOS SUMERGIDOS DEL ANTIGUO EGIPTO
No me cansaré de repetirlo, pero si hoy queda una frontera aún por traspasar de inacabables territorios inexplorados y llena de insondables misterios inundados, es la profundidad marina. El océano, en su avance y retroceso inexorable, ha sepultado gran parte de la información sobre el origen de nuestras culturas, y quién sabe si de otras que se perdieron de las crónicas históricas milenios atrás.
Cuando tuve la suerte de rodar la serie La Búsqueda de Diego Cortijo, emitida por Movistar+, era consciente de que la exploración subacuática tendría un papel fundamental en una serie de documentales que pretendían arrojar nuevos datos sobre algunas de las culturas más icónicas del planeta, y resultó que en la mitad de las aventuras en que me embarqué, acabé chupando aire bajo el agua. Durante la preproducción de uno de esos capítulos, en los que pretendíamos ahondar en la posibilidad de encontrar ciudades sumergidas a día de hoy, e incluso «Atlántidas », en nuestro guion teníamos delineado tratar de documentar algunos de los restos sumergidos más importantes hallados hasta la fecha: los de la antigua ciudad de Alejandría, en Egipto. La posibilidad de bucear entre partes de los templos originales e incluso de ver con nuestros propios ojos lo que quedaba de su emblemático faro, era una idea demasiado potente como para no incluirla en una travesía de arqueología subacuática.
Nuestro contacto en el país de los faraones se había movido rápido y pronto localizamos el que parecía el único.
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