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Noche de misterio
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Libro electrónico141 páginas1 hora

Noche de misterio

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El programa de radio "Noche de misterio" arranca una edición más con una colección de psicofonías y la observación del cometa Apofis, que realizará un acercamiento próximo a la tierra. Nadie sospecha la llegada del fin del mundo.
La población de Albarracín trata de sobrevivir mientras las locutoras de "Noche de misterio" narran el apocalipsis en directo.

IdiomaEspañol
EditorialEllorian
Fecha de lanzamiento18 jun 2024
ISBN9798224862245

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    Noche de misterio - Ellorian

    Noche de misterio

    Ellorian

    Copyright © 2023 Ellorian

    Registro de Propiedad Intelectual de Safe Creative:

    2309035221977

    Esta novela la guionicé hace 8 años entre violentas palpitaciones de ansiedad. Angustia, devastación. De todo lo malo debe nacer algo bueno, de lo atroz debe surgir algo bello.

    A mi amigo Cornelius. Es verdad, debemos reunir el valor para hacer lo que deseamos. A esa conversación en el pantano, anodina y al mismo tiempo motivadora, inspiradora de un frenesí alocado de palabras.

    Contents

    Title Page

    Copyright

    Dedication

    1. The hum

    2. Apofis

    3. El niño muerto

    4. El regreso

    5. El cementerio

    6. Noche diabólica

    7. El parto

    8. El escuadrón de la muerte

    9. El escuadrón de la muerte 2

    10. Nosotros somos la muerte

    11. El enemigo

    12. Pesadilla

    13. Muerte y locos

    14. Yermo

    15. Programa especial

    About The Author

    Apofis La hora final

    Books By This Author

    1. The hum

    Albarracín. Día del hum. 22:00h

    –¿S e mueve? –preguntó Raquel colocando suavemente su mano sobre el vientre de Susana. Su voz sonaba alentadora y cariñosa, pero tras su sonrisa había algo más; un sutil sentimiento de incredulidad.

    «A Susana no le pegaba un bebé, tampoco un embarazo, siempre con esos vestidos caleidoscópicos e imposibles; la marca blanca de Ágata Ruiz de la Prada; sus zapatos de tacón de aguja, sus gafas de sol y su pelo impecable, o sus monos de raso, sugerentes y evanescentes y su siempre excesivo maquillaje, haciendo ver a todas luces que era una mujer independiente, que hacía lo que quería con su vida, que podía ser una devorahombres, una experta jugadora o una misteriosa espía, según se levantara cada día, y no que estaba casada, sin embargo, con Julián el albañil, parado de profesión y asiduo a la barra de bar; que vivía en un pequeño pueblo de Aragón y que trabajaba en la minúscula emisora de radio del ayuntamiento por un pequeño salario que apenas le daba para malvivir.

    «No, no le pegaba el embarazo, y menos aún a sus treinta y ocho años de edad.  Ni siquiera le pegaba mantener relaciones sexuales con el bueno de Julián. Le despreciaba a la vista de todos, y nunca dejó de especularse sobre el momento en que le pondría de patitas en la calle. Sin embargo, allí estaba, embarazada ante el micro, en mitad de una parada publicitaria, fulminando a Carlos, el técnico de sonido, con la mirada, que desde el otro lado de la mesa la miraba compungido por haberla pisado con la primera cuña.

    –Aún no, creo que es demasiado pronto –respondió ella llevando instintivamente su mano a su vientre, junto a la mano de Raquel. Por un momento su mirada pareció perderse, volverse hacia adentro, para visualizar una vez más cómo se alejaba su sueño de abandonar aquel lugar para siempre e ir a trabajar a una de las grandes emisoras de Madrid, ir al teatro los fines de semana y codearse con la clase más chic de la ciudad.

    «Su mirada se enfocó finalmente sobre los ojillos de ratón de Raquel, alegres y curiosos, como siempre. Qué desastre de chica, pensó, nunca serás grande con esa forma tan descuidada de vestir.

    Carlos hizo un gesto con la mano tras el cristal. Susana volvió rápidamente sobre el micrófono, se colocó los auriculares y esperó la señal acústica.

    –Escuchan Albarracín Radio, nuestra radio. A continuación, en Noche de misterio, les invitaremos a escuchar la psicofonía más terrible que se haya obtenido jamás –su voz, pausada, sonaba aterciopelada, atractiva. –La llamada psicofonía del infierno, obtenida por el profesor Gemán de Argumosa, que es según dicen, directamente responsable de la muerte de un hombre. Después concluiremos este programa especial, desde el punto escogido por la organización de nuestro consistorio para la visualización del cometa Apofis, que como ustedes saben podrá verse en el cielo nocturno a las tres de la madrugada.

    «Pero antes, aconsejamos a las almas sensibles que apaguen sus transistores. Lo que van a escuchar a continuación puede alterar su juicio para siempre. Apenas vamos a escuchar un minuto de la psicofonía más larga de la historia, dado que el resto del metraje está prohibido. Sí, han oído bien. La psicofonía de unos diez minutos de duración, reconocida como la más larga y misteriosa de la historia, tiene prohibida su emisión completa.

    «Todo ocurrió en 1985, en el sótano de un chalet de las afueras de Madrid, en el que un grupo de intelectuales que solían reunirse en largas tertulias que solían acabar a altas horas de la madrugada, derivaron su charla hacia lo sobrenatural.

    «El investigador y ocultista Germán de Argumosa les sugirió la posibilidad de intentar grabar una psicofonía para mostrarles cómo el fenómero era real y demostrable. Así que bajaron al sótano, dejaron la grabadora funcionando y se marcharon para volver diez minutos después y escuchar con estupor la que ha sido considerada como la más aterradora de todas las psicofonías.

    «Ha sido emitida tan solo una vez en una pequeña emisora de Madrid y provocó un gran revuelo. Meses después, Juan, uno de los presentes en la grabación fallecía ahogado. Precisamente en la psicofonía podemos oir la voz agonizante de un hombre que pide agua. Instantes después una voz profunda y aterradora anuncia ¡ya te tengo Juan, te mataré!

    Susana mantuvo un breve y medido silencio. Sabía manejar muy bien las pausas en los momentos en que sus narraciones alcanzaban el máximo dramatismo.

    «Pero en la psicofonía hay más. Mucho más.

    «La han llamado la psicofonía del infierno porque verdaderamente parece una grabación tomada allí, como una muestra que se nos ha ofrecido para que podamos anticipar el horror más terrible que nadie pueda imaginar.

    «La psicofonía… solo pondremos un breve fragmento. Yo no he podido recuperar la grabación completa, puede… puede que el propio German se la llevara consigo al más allá... Escucharemos unas voces desgarradas que nos evocarán las torturas más terribles y después un sonido metálico y siniestro que recuerda al golpeteo de un martillo sobre un yunke o algo similar. Parece que este tintineo divide la psicofonía en secuencias a través de las cuales percibimos distintos pasajes o distintos aspectos de una misma cosa.

    «En fin, Raquel, –añadió suspirando y dando paso a su compañera– te recomiendo que dejes de escuchar cuando empiece.

    –Sí Susana, ya sabes que las historias de miedo no me gustan y menos cuando parecen tan reales. Aún no sé qué hago en tu programa –añadió riendo, tratando de aligerar un ambiente que tal vez se había densificado en exceso.

    Susana alzó su dedo índice y se escuchó lo que recordaba a un lúgubre tañido de campanas o un pausado martillear sobre un yunque, tal y como había anunciado momentos atrás. A continuación, el sonido de mil bestias agonizantes empezó a elevarse hasta dominar la escena y llenarlo todo.

    Raquel apartó los auriculares, horrorizada, recordando el informe de los veterinarios a los que habían mostrado aquel fragmento, en el que afirmaban que aquellos aullidos monstruosos no pertenecían a ningún animal conocido. Susana, sin embargo, parecía deleitarse con la audición, con la mirada perdida en el vacío y sus manos apretando los auriculares sobre sus oídos como queriendo captar nuevos matices de aquella aberración. Sin duda se sentía como una periodista de verdad.

    Palabras como protégeme y muerte se dejaban escuchar en medio de una cacofonía de lamentos que recordaban a una cámara de torturas. La mente de Susana volaba perdida entre sus propias conjeturas. ¿Sería posible que de alguna manera estuvieran escuchando un momento del pasado tan trágico que quedara grabado a fuego en el tejido de la realidad? Pero si esto fuera así, ¿cómo sería posible que la grabación anunciara la muerte de uno de los presentes?

    La campana volvió a teñir y una voz aguda, desgarrada y profundamente desagradable repitió te mataré por tres veces. Golpes secos, quejidos de un hombre y de nuevo aquel sonido de metal contra metal, fuera lo que fuera.

    ¡Me ahogo!, a lo que siguió el sonido de una agonía, una garganta quebrada, incapaz ya de articular palabra, exhalando con fuerza los últimos hálitos de aire a través de desgarradores quejidos.

    Raquel miraba el vientre abultado de Susana, imaginando el aberrante sonido alcanzando al bebé a través del esquema neuronal de la madre. El bebé estaría estremeciéndose de puro terror dentro de sus entrañas.

    Contra la pared, puta, puta, puta de nuevo la desagradable voz cobraba protagonismo, a lo que siguió un agudo grito femenino, un llanto y  unas pisadas que se alejaban escaleras arriba.

    Y en ese momento quedaba registrado en la grabación el retorno de Fernán de Argumosa y sus camaradas, que recuperaron aquel viejo magnetofón para horrorizarse ante lo que había captado. Un vestigio horrible de otra realidad, un acto abominable del pasado o la representación de algún ente invisible que ahora les observaba burlón disfrutando de cada uno de los matices del terror que había provocado.

    Lo cierto era que la psicofonía había empezado con un ya te tengo Juan y tan solo tres meses después uno de los presentes llamado Juan murió por asfixia.

    –Carlos, coge el equipo móvil y márchate inmediatamente, ¿qué haces aún aquí? –estalló sin previo aviso Susana, que de pronto había caído en la cuenta de que debían emitir una conexión especial en exteriores.

    –Pero… –trató de protestar él, perezoso, al otro lado de la mesa, con los auriculares colgando del cuello y con aquella expresión de bobo que tanto despreciaba ella.

    –¡Largo! –repitió fría y lentamente, cerrando definitivamente cualquier posibilidad de protesta, fulminándole con una mirada que observaba como quien contempla a un insignificante insecto, a un bicho.

    –Pero… ¿Quién hará mi trabajo? –volvió tímida y titubeantemente, a penas con un hilo de voz.

    –¡Carlos! –Se impacientó Susana– Raquel lo hará –y bajando el tono de voz, aunque no lo suficiente, añadió– cualquier idiota podría hacerlo.

    Carlos salió a toda velocidad imaginando el monumental enfado de ella si no

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