PR GRINOS: Bordeando y conociendo La Perla de los Mares
Por Vicente Cabán
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En septiembre de 2023, un grupo de exploradores llamados los PR*Grinos se propone recorrer el litoral de Puerto Rico a pie. Su objetivo es conocer la verdadera esencia de la isla, su gente y sus rincones ocultos. Durante su viaje de 573 km, los PR*Grinos se adentran en lugares recónditos y descubren el verdadero Puerto Rico. El viaje, aunque lle
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PR GRINOS - Vicente Cabán
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El contenido de esta obra es responsabilidad del autor y no refleja necesariamente las opiniones de la casa editora. Todos los textos e imágenes fueron proporcionados por el autor, quien es el único responsable por los derechos de los mismos.
Publicado por Ibukku, LLC
www.ibukku.com
Diseño de portada: Ángel Flores Guerra B.
Diseño y maquetación: Diana Patricia González Juárez
Copyright © 2024 Vicente Cabán
ISBN Paperback: 978-1-68574-749-7
ISBN Hardcover: 978-1-68574-751-0
ISBN eBook: 978-1-68574-750-3
Índice
Dedicatoria
Agradecimiento
Capítulo 1: Perla sufrida
Capítulo 2: Que comience la fiesta (o la locura)
Capítulo 3: Rumbo al este
Capítulo 4: De Cariduros a Enchumbaos
Capítulo 5: 9-1-1
Capítulo 6: Desde el pueblo jueyero hasta La Esmeralda del Sur
Capítulo 7: Las liebres del faro
Capítulo 8: Delicias, pescadores y más delicias
Capítulo 9: Entre flamboyanes y café
Capítulo 10: Tristeza
Capítulo 11: Los extraterrestres
Capítulo 12: Una mirada a Desecheo
Capítulo 13: Mar, olas, arenas, piedras y gastritis
Capítulo 14: Las arenas doradas de piratas y náufragos
Capítulo 15: De la guarida del pirata a la Capital de la Industria Lechera
Capítulo 16: De la Villa del Capitán Correa al Melao Melao
Capítulo 17: En mi Viejo San Juan
Mapa del recorrido de la isla de Puerto Rico
Tabla de etapas, distancias y Rutas
Fotos, videos y comentarios del recorrido
y otras publicaciones del autor
Dedicatoria
Con mucho orgullo y amor, dedico este trabajo a mis tres queridos nietos: Alana Luna Robles Cabán, Leilani Sol Robles Cabán y Marco Andrés Cabán Ortiz. Ellos son motivo de inspiración y alegría en mi vida y su llegada a este mundo me ha convertido en una mejor persona. Gracias a ustedes por alumbrar mi vida y darle sentido a la misma.
También dedico este libro al amigo, hermano y tocayo caminante Vicente Merced. El compañero peregrino, muy en contra de su voluntad, ha tenido que tomar un receso en sus caminatas. Sin embargo, se mantiene muy activo tras talleres inculcando, ayudando, inspirando e incitando a caminantes pasados, presentes y futuros a hacer lo que a él más le gusta… caminar.
Finalmente, dedico esta obra al intrépido y valeroso amigo Robin Piacentini. El compañero y colaborador peregrino se vio imposibilitado de completar el recorrido a través de las costas de Puerto Rico. No obstante, siempre mantuvo su vínculo con el innovador proyecto de bordear la bella isla. Aunque no participó presencialmente en todas las caminatas, por razones ajenas a su voluntad, siempre estuvo ahí de forma presencial o remota, para apoyar, aconsejar y vitorear a sus compañeros caminantes.
Agradecimiento
Agradezco a mis amigos René Castelló, Mónica Casta, Víctor Aponte y Félix Pedraza por su cooperación y apoyo para la realización de este ejemplar. Fue mucha la colaboración de estos colegas; aportando en áreas de dirección, estrategia, cotejo, revisión, resumen y consejería para que el trabajo se diera en un ambiente de colaboración y entusiasmo. Por muchas horas estuvieron estos camaradas dándome apoyo para que el trabajo fuera de excelencia y de altura. El sacrificio, la colaboración y asistencia de estos colegas marcaron la diferencia.
Además, agradezco a la Sra. Xiomara Pernía de Márquez por su ayuda, esmero, interés, y dedicación en la preparación de este libro. Su profesionalismo, ahínco y afán en aras de un mejor trabajo hicieron la diferencia. Sin su ayuda la realización de esta obra no hubiera sido posible.
Capítulo 1: Perla sufrida
La pequeña isla de Puerto Rico tiene forma casi rectangular y un área de unas 3435 millas cuadradas (8897 km²). Esta linda isla tropical es parte de las Antillas Menores y de las Islas de Sotavento, ubicadas al norte del Arco Antillano en el mar Caribe. Este hermoso terruño es bañado por el mar Caribe en el lado sur y por el océano Atlántico en el lado norte. Su posición geográfica ha sido históricamente de suma importancia para las potencias de España y Estados Unidos a lo largo de los años.
La isla fue invadida por los españoles en 1493 y sus habitantes taínos, descendientes de los arawak, que a su vez provenían de la cuenca del Orinoco en Venezuela, sufrieron el choque de los conquistadores europeos. A la llegada de los españoles, los nativos descendientes de arawak formaban la mayoría de los habitantes en la isla de Borikén (nombre que daban los taínos a Puerto Rico). Casi desde el principio, los nobles taínos fueron sometidos al yugo español y convertidos involuntariamente al catolicismo.
Una perla en el Caribe bañada por el océano Atlántico y el mar Caribe. (Foto cortesía de Robin Piacentini).
En 1508, el gobierno español fundó el primer asentamiento permanente en Puerto Rico, conocido como Caparra. Esto hizo que España solidificara su presencia en la isla. Dos años más tarde, llegaron los primeros esclavos a Puerto Rico, probablemente moros o blancos. Para 1513, España autorizó los primeros esclavos negros en sus colonias. En 1522, el ingenio azucarero de Aguada recibió a los primeros africanos para trabajar en la industria azucarera.
Eventualmente, la mezcolanza de las tres razas, blancos, negros e indios (amarillos), que habitaban la isla resultó en lo que es hoy la estirpe puertorriqueña. Como consecuencia de esta mezcla, junto con otros factores, se produjo la casi desaparición de los taínos en Puerto Rico. Un segundo factor para que disminuyera el número de nativos originales de la isla de Borikén fue la forma en que los españoles los utilizaban para laborar las tierras. Los borikeños no estaban acostumbrados al trabajo arduo de las siembras de caña y otros productos agrícolas, en los que los indios eran forzados a laborar. Esta forma de trabajo inhumano y obligado causó un sinnúmero de muertes de taínos, que se dedicaban a otros oficios menos arduos para ganarse la vida.
Otra razón para la casi exterminación de la raza taína en la isla fue la propagación de varias enfermedades extrañas a las poblaciones nativas. Los españoles, al igual que otros conquistadores europeos, fueron responsables de la importación de numerosas enfermedades, tales como la viruela, el sarampión, la difteria, el paludismo y la malaria, entre otras. Los conquistadores que llegaron a Puerto Rico, después de su descubrimiento, eran inmunes a estas enfermedades. Los habitantes nativos de Borikén fueron expuestos a estos males y eran propensos a ellos. Peor aún, se desconocía la cura para estas enfermedades. Como resultado, gran parte de la población nativa expuesta a estos males fue aniquilada.
Por otro lado, la población de peninsulares (nacidos en España) y criollos (descendientes de españoles) aumentó exponencialmente. Fueron ellos los que se adueñaron de la isla de Puerto Rico, que a lo largo de la historia se le llamó Borikén, Borinquén y San Juan, entre otros. Aunque España dio el nombre de Puerto Rico a la isla, tras la cesión a Estados Unidos en el 1898, este la llamó Porto Rico. Sin embargo, en el 1936 oficialmente, la isla recobró su antiguo nombre. José Martín Antonio Gautier Benítez, en su poema del mismo nombre, se refiere a la isla como La Perla de los Mares
; mientras que otros la conocen como La Isla del Encanto
. Bajo el imperio español, Puerto Rico se desarrolló y su presencia en el mar Caribe fue de gran importancia para la defensa de la flota española, dedicada a extraer y exportar oro del Nuevo Mundo, y para proporcionar a España el caudal extraído de las Américas.
Fue así como la isla pasó a ser un bastión del imperio español de gran jerarquía. Su posición geográfica resultó de mucha importancia como enlace entre Europa, África y las Américas. Como resultado, España se vio en la necesidad de construir un fuerte y amurallar la ciudad de San Juan para la defensa de la isla. Puerto Rico fue de vital importancia para las rutas navales y comerciales entre el Nuevo y el Viejo Mundo. Así fue como la isla amurallada de San Juan y su fuerte San Felipe del Morro pasaron a ser una clave importante en el desarrollo español de América.
Con la colonización y defensa de la isla, el comercio y la economía de la madre patria se desarrollaron marcadamente desde su conquista hasta el final del dominio español en Puerto Rico. Fue notable durante ese periodo la importancia de la caña de azúcar y el tabaco. Grandes plantaciones y la mano de obra barata de esclavos fueron en parte responsables de este desarrollo.
La fortificación de la isla de San Juan para la defensa de Puerto Rico comenzó en el año 1533 con la construcción del fuerte Santa Catalina (la Fortaleza). Eventualmente se añadieron los fuertes San Felipe del Morro, Castillo San Cristóbal, el Castillo San Gerónimo de Boquerón y el fortín San Juan de la Cruz (el Cañuelo), ubicado en isla de Cabras entre otros. (Foto cortesía de Heriberto Crespo).
Otro designio, tal vez inintencionado, fue la mezcla de razas y el nacimiento de una cultura nueva, diferente a las demás. La herencia importada de África y España, junto a la taína, se disolvió y se unió para formar una cultura autóctona con riqueza de la lengua, música, costumbres, gastronomía y tradiciones. Este, sin duda alguna, fue el nacimiento de la puertorriqueñidad. Esta herencia se vio afectada con la llegada de la guerra hispanoamericana de 1898. Como resultado de este conflicto, la isla fue cedida por España a los Estados Unidos de América.
Con el cambio, Puerto Rico tuvo una transformación. Estados Unidos luchó por asimilar a Puerto Rico y que este fuera parte integral de su cultura. No obstante, los puertorriqueños batallaron para mantener su puertorriqueñidad, pero a la larga apadrinaron y asimilaron parte de la cultura anglosajona, que fue adoptada por los estadounidenses de los pueblos germánicos de Europa. Como resultado de la fusión de culturas, la puertorriqueñidad floreció aún más y creó raíces indelebles. Esta isla del encanto luchó y ha mantenido su identidad, contra viento y marea, por más de quinientos años.
Bajo el yugo norteamericano, la isla ha progresado exponencialmente desde su patrocinio en el 1898; sin embargo, durante los primeros treinta años bajo el dominio estadounidense, el desarrollo de Puerto Rico fue muy lento y con grandes tropiezos para su adelanto y lucha para mantenerse a la par con otros países caribeños y sudamericanos. La economía de la isla en estas primeras décadas fue agrícola y el pequeño agricultor luchó para mantenerse a flote ante las grandes corporaciones agrarias, como las azucareras y las cafetaleras. En lugar de competir con grandes corporaciones agrícolas, el pequeño agricultor se vio obligado a ser agregado de importantes empresas rurales. Esto hacía que el progreso del pobre colono fuera mínimo o nulo.
Asimismo, la economía campesina de la isla se vio afectada adversamente por fenómenos atmosféricos durante los primeros años del siglo XX. El 13 de septiembre de 1928, la isla fue azotada por el temible huracán San Felipe, que causó la destrucción de cientos de frágiles viviendas en su paso por la isla. Por este fenómeno, que con sus vientos de 160 millas (257 km) por hora sembró el terror en Puerto Rico, hubo 300 muertos y cientos de heridos. El huracán destruyó gran parte de la agricultura en la isla y Puerto Rico no pudo levantarse del todo.
Antes de que la agricultura comenzara a despuntar en la pequeña isla, otro huracán de categoría 3 azotó a Puerto Rico causando estragos en la población. El paso del ciclón San Ciprián por la isla en 1932, con vientos sostenidos de 120 millas (193 km) por hora, con 272 muertos y otros cientos de heridos fue devastador para la economía del país. Al igual que San Felipe, el fenómeno destruyó gran parte de la agricultura en Puerto Rico y se estima que la pérdida fue de unos 35 millones de dólares.
Para colmo, Estados Unidos estaba enfrentando la peor caída económica en su historia. Los Estados de la nación sufrían el colapso económico de 1929 y la subsiguiente depresión que trajo este síncope financiero. Siendo Puerto Rico un territorio de los Estados Unidos de América, sin la misma paridad económica de los Estados, la situación en la isla se tornó calamitosa. Tanto fue así que Puerto Rico se conoció como la casa pobre del Caribe
. Muchos puertorriqueños se vieron obligados a dejar la isla en busca de un mejor futuro. Varios fueron a trabajar en fincas agrícolas de los Estados Unidos. Un puñado de ellos migraron a la República Dominicana. Para principios de la década de los cuarenta, algunos tuvieron alivio económico alistándose en los rangos de las fuerzas armadas, después de que Estados Unidos entró en la Segunda Guerra Mundial. Para ese entonces, se comenzó a ver alguna mejoría en la economía del país.
La situación en la isla mejoró después de que Puerto Rico fuera incluido, bajo uno de los programas del presidente Franklin D. Roosevelt, para recibir ayuda económica. Con la creación de la Administración de Reconstrucción de Puerto Rico (PRRA, por sus siglas en inglés), los isleños comenzaron a recibir algún alivio económico. Poco a poco, con la ayuda de Estados Unidos, la isla empezó a salir del agujero en que estaba sumida. Pero era muy importante que Puerto Rico se levantara por sus propios méritos.
El 24 de noviembre de 1965 se inauguró la Operación Manos a la Obra, estrategia del gobernador Luis Muñoz Marín para desarrollar y modernizar a Puerto Rico. La operación fue liderada por el político y amigo del gobernador José Teodoro Moscoso Mora. El proyecto tuvo un éxito rotundo y la isla experimentó un cambio económico milagroso. Con la implementación del plan, la economía de Puerto Rico dio un giro favorable y se transformó de ser agraria a una manufacturera. El nivel de vida del puertorriqueño promedio también fue afectado positivamente.
Quizás uno de los resultados de este orgullo patrio fue el desarrollo y la construcción de un sinnúmero de carreteras en la isla. De estas, la que más pretendió dar a conocer el verdadero Puerto Rico fue la Ruta Panorámica Luis Muñoz Marín, que empieza en el pueblo de Maunabo, en el sureste y bordea la Cordillera Central, hasta llegar a la ciudad de Mayagüez, en el oeste. En total, la ruta tiene una extensión de 167 millas (268 km) y recorre unos 19 pueblos. La ruta es una de las predilectas de muchos puertorriqueños que, en los fines de semana, salen en sus automóviles, con sus familias para conocer la isla
como comúnmente se les conoce a los pueblos fuera del área metropolitana. La ruta es sumamente escénica, con muchos merenderos y lugares históricos e interesantes para visitar y conocer la verdadera esencia de la isla.
Algunos isleños piensan que el recorrido por la Ruta Panorámica y otros lugares de la isla es mejor hacerlo a pie para conocer el verdadero Puerto Rico. Quizás por eso han surgido en Borinquén (otro de los nombres con que se conoce la isla) varios grupos de caminantes que incansablemente se dedican a recorrer los innumerables recovecos de Puerto Rico. Cada grupo es único y sus caminatas se basan en el interés que