El 5 de abril de 1722, una expedición de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales, capitaneada por Jacob Roggeveen, divisó en el horizonte del Pacífico una isla ignorada por la cartografía europea. Era Domingo de Pascua de Resurrección, y por ese motivo, Roggeveen la bautizó como Paasch Eyland (isla de Pascua). Rapa Nui es una de las casi veinticinco mil islas (la mayor parte situadas al sur del ecuador) distribuidas por la inmensidad del océano que ocupa un tercio de la superficie del planeta. Señala el vértice suroriental de la Polinesia, que está delimitada igualmente al norte por Hawái y al suroeste por Nueva Zelanda. El “triángulo polinésico” abarca unos treinta millones de kilómetros cuadrados, que incluyen Samoa, Tonga, las islas Cook o las posesiones francesas. Rapa Nui está a más de dos mil kilómetros de distancia de Pitcairn (la isla habitada más próxima, famosa por el motín del Bounty en 1789), que pertenece al Reino Unido, mientras que 4.100 kilómetros la separan de Tahití y 3.760 de la angosta franja litoral chilena.
Fue poblada por migraciones originarias de la Polinesia llegadas en grandes canoas a partir del año 800 d. C., y fue principalmente en los siglos