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El Salvador 1550-1973
El Salvador 1550-1973
El Salvador 1550-1973
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El Salvador 1550-1973

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El Salvador es el país más pequeño de la tierra continental americana con 8.259 millas cuadradas; el más densamente pobla¬do, (se estima que alcanzará los 4 millones en 1975); el único país al norte del Ecuador que carece de costas en el Atlántico; y, por último, es también excepcional en el hecho de que todos los in¬dios han sido casi por completo asimilados y no existen minorías raciales ni étnicas. Tendríamos que ir hasta Uruguay para encon¬trar otro país tan homogéneo en raza y cultura.
La densa población es un resultado de la geografía. El país cubre solamente las estribaciones sobre el lado del Pacífico de la cadena montañosa de Centroamérica; las laderas más altas y la divisoria continental se encuentran por entero al norte, en Hondu¬ras.
Por otro lado, sólo una pequeña parte del territorio salvadore¬ño, menos de un quinto, es llanura costera calurosa y propensa a la malaria, especialmente antes de los recientes avances médicos. Esto se compara con una proporción mucho mayor de tales áreas insalubres en países vecinos con sus bajas y húmedas llanuras costeras en el Atlántico.
La mayor parte de El Salvador se encuentra ubicado más o menos cómodamente, ni al nivel del mar ni sobre las mesetas improductivas de la cadena montañosa. La densa población puede mantenerse a base del maíz, el cultivo básico de toda la zona desde que se inició allí la agricultura hace más de dos mil años. Es muy posible que el maíz haya sido originalmente desarrollado en esta área, independiente de cualquier otro centro agrícola.
La geografía también ha jugado un papel importante en la asimilación de todas las tribus indígenas a la cultura hispanoamericana: no había regiones lo suficientemente remotas o desagradables para vivir como para desanimar a los españoles a ir hasta ellas.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento30 nov 2018
ISBN9780463465547
El Salvador 1550-1973
Autor

Alastair White

Historiador estadounidense especializado en la cultura de los países centroamericanos.

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    El Salvador 1550-1973 - Alastair White

    El Salvador (1550-1973)

    Alastair White

    ISBN: 9780463465547

    Smashwords Inc

    El Salvador

    Prefacio

    Antecedentes históricos: la colonia española

    Antecedentes históricos de 1800 a 1871

    Antecedentes históricos: los últimos cien años

    La estructura económica

    La posición internacional de El Salvador

    El Salvador en Centroamérica

    El proceso político

    Desarrollo económico y social: políticas y realidades

    Perspectivas

    Guerras en que ha participado el ejército salvadoreño, desde la independencia de España en 1821

    Bibliografía

    Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida ni en todo ni en sus partes, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio sea mecánico, foto-químico, electrónico, magnético, electro-óptico, por reprografía, fotocopia, video, audio, o por cualquier otro medio sin el permiso previo por escrito otorgado por la editorial.

    Prefacio

    Por haber hecho posible mi residencia en El Salvador durante tres períodos (de junio a septiembre de 1965, de febrero de 1966 a enero de 1967, y de octubre de 1970 a enero de 1971) me encuentro en deuda con varias instituciones, incluyendo a las universidades de Cambridge, Texas y Stirling, a la Fundación Nuffield y al Carnegie Trust para las universidades de Escocia.

    Tengo una gran deuda con cientos de personas en El Salvador quienes han respondido a mis preguntas, y con varias docenas de ellas que han hecho mucho más; sería imposible nombrarlas a todas, aun sólo a éstas últimas. Mis agradecimientos particulares se dirigen especialmente a Francisca Valle de Hernández y su esposo Pablo Hernández; a Anthony Gregg y a su padre Robert Gregg, a Cristina Palacios, Uriel Valencia, Rafael Menjívar, David Luna de Sola, Julio César Castro Belloso y al compañero Roque Dalton.

    También estoy en deuda con mi esposa Liliana, quien ha contribuido a la formación de las ideas contenidas aquí, quien me acompañó en las dos primeras visitas a El Salvador, ayudándome en la recolección de información, y quien ha mostrado una gran paciencia y comprensión respecto del tiempo que he tenido que dedicar a la preparación de este libro; y con mi padre, H. Stanley While, quien ha colaborado con la investigación en archivos de Londres.

    A.T.W. Stirling, enero 1973.

    Capítulo 1

    Antecedentes históricos: La colonia española

    El Salvador se parece a Gales tanto en tamaño como en población.¹ Pero allí termina el parecido, puesto que la alta densidad demográfica en El Salvador se debe a la fertilidad del suelo y a la ausencia de montañas y no al desarrollo de la minería o industria a gran escala en ninguna región del país. La densa población se distribuye de un modo bastante uniforme en todo el territorio.

    1. Territorio: El Salvador 8.260 millas cuadradas (21.393 Km²) Gales y Mon. 8.006 millas cuadradas Población: El Salvador 2.510.984 (censo de 1961); 3.685.000 (estimado 1972) Gales y Mon. 2.641.000 (censo de 1961); 2.750.000 (estimado 1972)

    El Salvador es el país más pequeño de la tierra continental americana con 8.259 millas cuadradas; el más densamente poblado, (se estima que alcanzará los 4 millones en 1975); el único país al norte del Ecuador que carece de costas en el Atlántico; y, por último, es también excepcional en el hecho de que todos los indios han sido casi por completo asimilados y no existen minorías raciales ni étnicas. Tendríamos que ir hasta Uruguay para encontrar otro país tan homogéneo en raza y cultura.

    La densa población es un resultado de la geografía. El país cubre solamente las estribaciones sobre el lado del Pacífico de la cadena montañosa de Centroamérica; las laderas más altas y la divisoria continental se encuentran por entero al norte, en Honduras.

    Por otro lado, sólo una pequeña parte del territorio salvadoreño, menos de un quinto, es llanura costera calurosa y propensa a la malaria, especialmente antes de los recientes avances médicos. Esto se compara con una proporción mucho mayor de tales áreas insalubres en países vecinos con sus bajas y húmedas llanuras costeras en el Atlántico.

    La mayor parte de El Salvador se encuentra ubicado más o menos cómodamente, ni al nivel del mar ni sobre las mesetas improductivas de la cadena montañosa. La densa población puede mantenerse a base del maíz, el cultivo básico de toda la zona desde que se inició allí la agricultura hace más de dos mil años. Es muy posible que el maíz haya sido originalmente desarrollado en esta área, independiente de cualquier otro centro agrícola.

    La geografía también ha jugado un papel importante en la asimilación de todas las tribus indígenas a la cultura hispanoamericana: no había regiones lo suficientemente remotas o desagradables para vivir como para desanimar a los españoles a ir hasta ellas.

    El país localizado a lo largo de una falla de la corteza terrestre donde, de acuerdo a la ahora generalmente aceptada teoría de las placas, se juntan dos placas de la corteza, y donde la placa del oeste, Pacífico Este, se mueve lenta pero inexorablemente hacia el sud-oeste, siendo sometida por la placa del Sur del Caribe.

    La conjunción de estos dos enormes pedazos de corteza es, sin duda, el origen de la existencia misma del istmo centroamericano que une a Norte y Sur América, y por lo tanto, del territorio de El Salvador. Pero a los habitantes esto les parece una maldición, ya que significa frecuentes y violentos temblores de tierra, así como actividad volcánica.

    Todo va bien en tanto las cortezas puedan moverse hacia los lados en relación la una con la otra, sin obstáculos y en forma gradual a lo largo de la falla, pero siempre que encuentran un obstáculo y el movimiento es detenido por algunos años o décadas, entonces, cuando la fuerza se torna lo suficientemente grande como para salvar dicho obstáculo, se produce un terremoto similar al que destruyó San Francisco (que está sobre una extensión de la misma falla) en 1905 y que sacudió San Salvador en 1575, 1594, 1671, 1719, 1798, 1806, 1815, 1839, 1854, 1873, 1917 y el más reciente el 3 de mayo de 1965.* También dio a El Salvador en el siglo XVIII, una de las montañas más jóvenes del mundo, el volcán de Izalco.²

    * Nota de 1988: Otro terremoto importante ocurrió el 10 de octubre de 1986.

    2. La fecha sobre la aparición del volcán de Izalco es incierta y discutida, probablemente porque creció en forma gradual durante el siglo XVIII, desde aproximadamente 1722 hasta 1790. Esta es la conclusión que se saca del estudio de Jorge Lardé, El Volcán de Izalco (1923), en Obras completas (San Salvador: Min. de Cultura, 1960), 219 ff.

    Así como la posición de El Salvador es periférica a dos placas de la corteza terrestre, históricamente también ha resultado hallarse, de algún modo, en la periferia, primero, de las grandes civilizaciones pre-colombinas y luego del imperio español. Fuera del estrecho contexto de Centroamérica, todavía podría decirse que el país está en la periferia.

    Civilización pre-colombina

    En la parte oeste del territorio de El Salvador existen pirámides que datan del florecimiento de la civilización maya, de mil quinientos a quinientos años antes de la llegada de los españoles. Pero son pequeñas comparadas con las de los centros de esa civilización, las cuales estaban en las tierras altas de Guatemala y más allá de la actual frontera, en territorio hondureño.

    El centro de la cultura maya se trasladó posteriormente más hacia el norte, a la península de Yucatán, y antes de la llegada de los españoles los mayas habían sido casi completamente reemplazados en la parte oeste de El Salvador por gente de habla náhuatl —aztecas-provenientes de las montañas de México, más allá de Guatemala.

    Estos, cuyo nombre local era el de pipiles, fueron los indios que los conquistadores españoles encontraron en el oeste del país, y son los que más se recuerdan ahora. Poseían centros urbanos de dimensiones considerables, tal vez con poblaciones hasta de 10,000 habitantes, de las cuales, Cuscatlán, estaba ubicado cerca de la capital actual o en una parte de ésta. Resistieron a la invasión española, y el presunto líder de la resistencia Atlacatl, es ahora más rememorado que el líder español Pedro de Alvarado, del mismo modo, aunque no en el mismo grado, que en México se prefiere a Cuauhtémoc respecto a Cortés.

    El nombre de Cuscatlán aún designada como Antiguo Cuscatlán, a un pequeño pueblo* que ahora se encuentra en parte de la ciudad anterior, tal vez su centro; también se usa como nombre oficial de uno de los 14 departamentos de la división administrativa del país, y como un nombre cariñoso para el país entero; y los salvadoreños se refieren a sí mismos como cuscatlecos. La herencia indígena es en general apreciada y enfatizada, particularmente en las escuelas, pero no se insiste en ella con fanatismo.

    *Nota de 1988: Entre 1973, la fecha del texto original inglés, y 1988 Antiguo Cuscatlán ha dejado de ser pueblo separado para convertirse en una zona residencial de la capital actual.

    Sin embargo, la rama pipil de la civilización azteca no se extendió a todo el territorio de El Salvador actual. Únicamente llegó hacia el este, hasta el río Lempa, el río más grande de país. Más allá de este río el grupo lingüístico más importante fue el lenca, emparentado con los mayas, pero sin su avanzada civilización ni monumentos.

    Parece que mientras el centro pipil en Cuscatlán, dominaba un área considerable, los lencas no tuvieron tales mini-estados, sino que se componían de un gran número de grupos locales autónomos. Probablemente ocurrió lo mismo con los otros cuatro grupos indígenas que ocuparon partes de lo que actualmente es el territorio salvadoreño, aunque sus principales áreas de asentamientos estaban en Guatemala, Honduras o Nicaragua. Estos eran los jinca, pokomam, chortí y matagalpa.

    Todos estos indígenas vivían principalmente de la agricultura basada en el maíz, la cual podía mantener a una numerosa población sin el empleo de avances tecnológicos tales como el arado, la rueda o animales de tiro. Otras plantas cultivadas en el área fueron el frijol, el chile, las calabazas, el cacao, el tabaco y el algodón; también se producía miel y cera de abejas. Había un sistema de mercado que utilizaba la semilla de cacao como moneda.³

    ³. Los granos de cacao todavía eran usados como alternativa a las monedas en el área rural en la década de 1880. En aquella época las monedas eran escasas debido en parte a que la forma usual de ahorrar dinero era enterrándolo debajo de la casa. Alejandro D. Marroquín, Panchimalco, investigación sociológica. San Salvador: Ed. Universitaria, 1959, 140-1.

    No se sabe con certeza hasta qué punto la autoridad estuvo centralizada entre los pipiles. Ciertamente tenían una jerarquía de funcionarios religiosos quienes ejercían una influencia considerable, la cual reforzaban presidiendo ceremonias con sacrificios humanos.

    4. Los sacrificios humanos, tal como se practicaron en México, arrancando el corazón, se decía tenían lugar en varios festivales anuales relacionados con la época de la siembra, matando a un muchacho en cada uno de ellos y en acción de gracias por una victoria militar, dando muerte a 15 enemigos capturados, uno cada día, si la ceremonia era al dios Quetzalcoatl, solamente a 5 si era a la diosa Itzqueye.

    Oidor Diego García del palacio, Carta dirigida al rey de España (1576), en Colección de documentos importantes relativos a la República de El Salvador: San Salvador 1921. Existe un relato en Fuentes y Guzmán, Recordación Florida, una historia de Guatemala del siglo XVII, que afirma que los pipiles se habían rebelado en contra de los "indios conquistadores de México para no aceptar la imposición de los sacrificios humanos. Sin embargo, probablemente el relato es falso, obedeciendo quizás al deseo de los indios salvadoreños de justificar una rebelión anterior contra sus conquistadores españoles, a quienes se sabía disgustaban las rebeliones, pero condenaban aún más los sacrificios humanos.

    O por lo menos esto lo afirma y describe el alto funcionario español García del Palacio en sus cartas al rey Felipe II en 1576. Podemos quizás sospechar que éste compartía un prejuicio español en contra de los sacerdotes paganos. Existían también jefes laicos y capitanes.

    Estos probablemente eran más que simples líderes de guerra, a quienes se obedecía en forma voluntaria en tiempo de crisis, ya que García del Palacio dice que aquellos que no eran aptos para la guerra, cultivaban las tierras de los jefes y de los sacerdotes, y que a los jefes, a su muerte, se les sucedió un hijo o hija, y a falta de éstos, un hermano u otro pariente.

    Podemos asumir que las familias se agrupaban en clanes, calpulli, aunque no sabemos cuan importantes eran éstos en los centros urbanos, ni tampoco si en verdad había muchas personas en tales centros, que no se dedicaran a la agricultura en las tierras circundantes.

    El calpulli tenía su cabecilla, pero su autoridad probablemente dependía de la aceptación voluntaria y no de la fuerza, lo cual probablemente sucedía también en el caso de todos los cabecillas de los lencas y de otras tribus.

    Al igual que otros indios del continente norteamericano, fabricaban cerámica sin la ayuda del torno de alfarero y tejían tela, pero parece más probable que éstas eran tareas realizadas por el agricultor o por su mujer cuando no era necesario trabajar en la agricultura, más que ser un trabajo de especialistas.

    Los pipiles pueden haber contado con comerciantes así como contaban con sacerdotes especializados, asistentes de sacerdotes, y probablemente con una comitiva de soldados semi-permanentes alrededor del gobernante.

    Hasta qué grado existía una estratificación de comuneros, siervos, esclavos, y demás, como en la propia civilización azteca, no está claro; probablemente sólo había una posición a la cual un hombre podía descender, no ser miembro de un clan con plenos derechos.

    Aún, estos últimos tenían que contribuir a la manutención de los soldados con el producto de sus propios huertos, así como trabajar en grupo las tierras de los jefes y sacerdotes. Cuando García del Palacio menciona un festín ofrecido por el jefe, dice que los capitanes y los sacerdotes fueron invitados pero no menciona a los comuneros, de modo que, evidentemente los jefes y sacerdotes eran de alguna forma privilegiados.

    Parece que los pipiles estaban divididos políticamente en dos o tres mini-estados y en algunas unidades más pequeñas. Los territorios más grandes correspondían a Cuscatlán y Los Izalcos, cada uno de ellos con una extensión de 700 u 800 millas cuadradas, y los Nonualcos, con nexos probablemente menos estrechos, con aproximadamente 400 millas cuadradas. Las unidades menores cubrían de uno a tres poblados cada uno, con áreas no superiores a 50 millas cuadradas.

    5. Estas estimaciones no representan más que mi propia interpretación de la situación. Muchas autoridades otorgan una mayor hegemonía a Cuscatlán, pero esto parece poco probable en vista de la falta de evidencias, la ausencia de fuertes estados vecinos, y la situación del desarrollo técnico y social. Igualmente, las unidades políticas más grandes deberían haber tenido una población un poco menos de 100.000.

    Los Izalcos se estaban expandiendo hacia el norte, cerca de la actual frontera con Guatemala y desplazando o absorbiendo a grupos de habla pokomam (maya). Otros pipiles se estaban expandiendo hacia el este, al otro lado del río Lempa, y habían conquistado Chinameca, que está a 15 millas del río en territorio lenca.

    6.Había grupos lencas al oeste del Lempa así como también grupos pipiles al este de él. Más aún los grupos pipiles habían penetrado más hacia el este, hasta partes de lo que ahora son Honduras y Nicaragua.

    Esto significa que los pipiles controlaban aproximadamente tres cuartas partes del territorio de la república actual, una posición análoga a la de sus primos aztecas en México, aunque en una escala mucho menor.

    El hecho de que El Salvador comparte con México una herencia cultural similar, tanto por parte de los indígenas como por la de los españoles, es recordado cuando menos en El Salvador, y a veces se cree que genera un sentimiento de afinidad entre los dos países, el cual no es compartido con Guatemala con sus orígenes casi exclusivamente mayas. Sin embargo, debe señalarse de inmediato que este supuesto parentesco es eclipsado por la retórica de la unidad centroamericana, la cual excluye a México.

    Se cree que los pipiles vinieron de México a fundar Los Izalcos y Cuzcatlán en el año 1054, dirigidos por un príncipe tolteca, después de su derrota en una sangrienta disputa sobre sucesión dinástica.

    Cualquiera que sea el status histórico de la fecha y del relato,parece probable que la migración ocurrió en el siglo XI. Los grupos mayas que habrán conquistado pueden haber sido o no, descendientes directos de aquéllos que construyeron allí las pirámides, pero ya no tenían la fuerte autoridad central que sus antepasados o predecesores debieron haber tenido para construir las pirámides.

    7 Dada por el cronista Juan de Torquemada (1615).

    La guerra entre las diversas tribus y mini-estados era frecuente antes de la conquista española, se realizaba con arcos y flechas, lanzas y gruesas bandas de algodón para proteger el cuerpo.

    8. Las bandas de algodón eran tan gruesas que cuando caían al suelo tenían dificultades en levantarse. Pedro de Alvarado, 2a. Carta de Relación a Cortés (1524) (Edición publicada en Guatemala, Min. de Educación, Biblioteca de Cultura Popular, Vol. 4,1967, 115).

    Probablemente la tierra buena era ya algo escasa en términos de la agricultura de roza y quema que practicaban, en la cual cada porción de tierra usada por uno o dos años debe abandonarse durante seis o diez años para recuperar su fertilidad.

    9. No hay duda que el período exacto de uso y regeneración variaba, de acuerdo a la fertilidad potencial del suelo y si se tenía cuidado de arrancar en lugar de simplemente quemar la mala hierba. Hoy día la tierra más pobre, la de las laderas muy pronunciadas o el terreno rocoso, todavía se deja descansar excepto en aquellos lugares, donde debido a una escasez extrema de tierra, el agricultor se ve obligado a trabajar todos los años. En 1955, Adams, informó de un patrón general de uso de la tierra de uno a tres años, dejándola luego descansar de dos a siete años, el tiempo necesario para que la mala hierba alta creciera indicando que la fertilidad había sido restaurada. Richard N. Adams. Cultural Surveys of Panamá-Nicaragua-Guatemala-El Salvador-Honduras (Washington: Pan American Sanitary Bureau, 1957), 436.

    Todo el territorio de El Salvador estaba habitado por agricultores, excepto las relativamente pequeñas áreas de manglares, algunos distritos muy bajos y las laderas más altas de las montañas. La concentración más densa al igual que hoy en día, estaba en la red de valles que forman, aproximadamente, una banda que atraviesa el país paralela a la costa, pero más alta que la planicie costera y separada de ella por colinas.¹⁰

    10. La distribución de las poblaciones indígenas en 1550 es mostrada en David Browning: El Salvador; Landscape and Society (Oxford 1971), p. 23. Traducción española El Salvador, la tierra y el hombre (San Salvador: Ministerio de Educación, 1975), p.58, mapa.

    Al norte de esa faja, el terreno tiende a volverse más quebrado por colinas y menos fértil, a medida que se aproxima a la frontera con Honduras.

    La conquista española

    Los primeros españoles que vieron territorio salvadoreño, en 1522, pertenecían a un grupo que se embarcó en la costa del Pacífico de Panamá con la intención de ir a las Islas de las Especias: desde el primer viaje de Colón, uno de los objetivos de los españoles era romper el monopolio portugués del comercio con estas islas indonesias, navegando directamente hasta ellas por el oeste, pero parece que no se dieron cuenta de cuán lejos estaban.

    El grupo en cuestión se encontró con sus barcos averiados, y decidió renunciar a la empresa, explorando en su lugar la costa sur de Centroamérica, en busca de oro y llegando hasta el Golfo de Fonseca que separa a El Salvador de Nicaragua. Le dieron al golfo el nombre de Fonseca en honor del obispo de Fonseca, presidente del Consejo de Indias en Madrid y protector del líder de esta expedición.¹¹

    11. La expedición fue dirigida por Gil González. El barco que llegó al Golfo de Fonseca era capitaneado por Andrés Niño. José Milla, Historia de la América Central, Tomo I, Cap. II (Guatemala: 1879; nueva ed.: Tipografía Nacional, 1973).

    Los expedicionarios no hicieron ningún intento por conquistar a los indios de los alrededores del golfo: ya habían encontrado dificultades al tratar de dominar a una tribu más hacia el este.

    Los siguientes españoles en llegar lo hicieron por tierra desde la otra dirección, de México y Guatemala, en 1524, y con todo el propósito de añadir la región a sus conquistas. Esto ocurrió solamente siete años después de la primera expedición de Francisco Hernández de Córdoba a la costa mexicana en 1517, cinco años después que Hernán Cortés pusiera el primer pie en suelo mexicano y tres años después de consumar el derrocamiento del imperio azteca.

    La rapidez se debió en parte a la búsqueda de un posible canal hacia el Pacífico, cuya inexistencia podía probarse solamente viajando por tierra por todo el istmo centroamericano; y a la competencia entre los conquistadores con base en México, bajo el mando de Cortés, y aquéllos con base en Panamá, bajo el mando de Pedrarias Dávila.¹²

    12. Pedrarias tenía ya 80 años en la época de su notable gobierno del istmo. Su nombre es una degeneración de Pedro Arias de Ávila, y curiosamente hoy día nuevamente la familia más influyente en Panamá en asuntos políticos lleva el apellido de Arias.

    Otra vez, El Salvador permaneció en la periferia, ya que antes de que Pedro de Alvarado y sus hombres, enviados por Cortés desde México, pudieran consolidar su conquista del territorio pipil al oeste del Lempa, una expedición por tierra, bajo la dirección de Martín de Estete, del campo de Pedrarias, se convirtió en la primera en conquistar la parte de El Salvador al este del Lempa, la provincia que se llegó a conocer como Chaparrastique, donde predominaban los lencas. El encuentro entre los dos grupos no fue amistoso.

    Así pues, la llegada de los españoles condujo inmediatamente a dos luchas paralelas; una, que duró de 15 a 25 años, entre los españoles y los indios que les ofrecieron resistencia, y la otra que duró 6 años, entre los dos grupos rivales de españoles.

    La primera fue peleada con armas, los españoles disfrutaron de las ventajas de un armamento muy superior; caballos, armas de fuego y de la alianza con las tribus vencidas en México y Guatemala, de modo que no hubo ocasión en la que no tuvieran un buen número de indios de su parte, así como en su contra.

    Las ventajas de los indios de El Salvador consistían en su superioridad numérica y su conocimiento del terreno; y podían tener la esperanza de ganar por lo menos a algunos de los indios auxiliares de los españoles, especialmente si su causa parecía tener probabilidades de éxito.

    Ellos también hicieron uso de las alianzas, aunque resultaron ser más difíciles debido a antiguas enemistades y probablemente también a la pobreza de las comunicaciones y, tal vez, a la división étnica básica entre los indios de habla maya y náhuatl. En Guatemala se logró una vez una alianza más efectiva, la cual ayudó a los indios de El Salvador, obligando a los españoles a retirar todas sus fuerzas en 1526; pero éstos no sufrieron una derrota total en Guatemala, siendo capaces de volver dos años más tarde a El Salvador.

    Otra alianza más efectiva fue formada más tarde, en 1537-1539, bajo el mando del jefe Lempira en Higueras, parte de lo que ahora es Honduras. Esto facilitó un levantamiento en la provincia de Chaparrastique, el cual redujo por un tiempo a los españoles a su único baluarte en San Miguel y casi logró su eliminación total.¹³

    13. Las consecuencias para la provincia de Chaparrastique de la resistencia de Lempira son discutidas por Robert S. Chamberlain: The Early Years of San Miguel de la Frontera, en Hispanic American Historical Review, Vol. 27 (1947), 623-46, esp. 628-33. De acuerdo a Chamberlain partes de San Salvador, el área al oeste del Lempa, también estuvieron involucradas en la insurrección. El fracaso de los indígenas en sacar a los españoles de San Miguel parece debido en gran parte a la llegada casual de un grupo de españoles que habían salido de Guatemala para embarcarse hacia el Perú en el Golfo de Fonseca.

    En la primera fase de la conquista del territorio salvadoreño, los indios pipiles presentaron batalla abierta en la planicie, siendo completamente vencidos en dos ocasiones, y muertos en gran número. Pero esta fase duró solamente una semana; después sus tácticas, y también las de los lencas se adaptaron mejor a las circunstancias, adquiriendo algunas de las características de la guerra de guerrillas.

    Así, después de sus dos victorias, cerca de Acajutla y de Sonsonate, Pedro de Alvarado y su destacamento de aproximadamente 100 jinetes, 150 infantes españoles y de 5 o 6 mil indios aliados, pudieron seguir hasta la capital de Cuzcatlán sin encontrar ninguna resistencia abierta, puesto que los soldados pipiles se habían retirado a las montañas.¹⁴

    14. Pedro de Alvarado, op. cit. Para una discusión y explicación ampliada sobre lo conocido acerca de los sucesos de la conquista desde Guatemala, véase Rodolfo Barón Castro, Reseña histórica de la Villa de San Salvador (Madrid; Ediciones Cultura Hispánica, 1950), un libro que trata únicamente de los años 1524-1548.

    Los españoles permanecieron en Cuzcatlán durante 17 días; entonces Alvarado decidió regresar por el momento a Guatemala, y volver en la estación seca, que era menos favorable para el tipo de guerra de guerrillas que los indios habían adoptado. Años después, Alvarado fue acusado de provocar oposición innecesaria por exceso de crueldad y destrucción y por tomar como esclavos aun a aquellos indios que lo habían recibido en paz.

    Respondió que únicamente usó los métodos justos y necesarios para poner el territorio bajo la corona española. Con eso quería decir que los únicos hombres esclavizados fueron aquellos que se pudo capturar después de que se habían retirado a las montañas, y por lo tanto, se habían convertido en rebeldes.¹⁵

    15. Proceso de residencia contra don Pedro de Alvarado, Anales de la Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala, Año 5, Tomo 7, N. 1 (Sep. 1930), 115ff.

    Sin embargo, la expedición de 1524, no tuvo éxito en poner a Los Izalcos y a Cuzcatlán bajo el dominio español. Al año siguiente Pedro de Alvarado envió otra expedición, probablemente bajo el mando de uno de sus cinco hermanos o primos que se hallaban con él, Gonzalo de Alvarado, quien fue el primero en establecer un asentamiento español en el territorio salvadoreño, llamado San Salvador.

    No se ha conservado ningún informe sobre esta expedición, no se sabe con exactitud cuándo salió, que oposición encontró, o adonde fue fundado el asentamiento exactamente. Tal vez los indios simplemente evitaron el contacto con los intrusos, o tal vez fueron pacificados. Como quiera que haya sido, Pedro de Alvarado pudo hacer un viaje a Choluteca, Honduras, atravesando El Salvador, en 1526, sin enfrentar oposición alguna.

    Sin embargo, a su regreso encontró a los indios levantados en armas y tuvo que luchar en varias ocasiones. Esta resistencia fue alentada por la rebelión encabezada por indios Cakchiqueles en Guatemala. Ello obligó a la retirada de todos los españoles de San Salvador y a su concentración en su base de Guatemala.

    La tercera y última tentativa exitosa por colonizar Cuzcatlán desde Guatemala, tuvo lugar en los primeros meses de 1528 y parece ser que fue dirigida por Diego de Alvarado. Después del restablecimiento de San Salvador, se asignaron pueblos indígenas a los soldados españoles, con tal que los pacificaran.

    Al principio no hubo ninguna restricción respecto a lo que podían hacer en estos pueblos. La pacificación parece haber sido realizada individualmente por españoles con la ayuda de grupos de indios aliados que habían sido traídos de México. Durante todo el tiempo posterior, parece que cerca de la mitad de los efectivos españoles estuvieron concentrados en San Salvador —o en San Miguel dentro de su provincia—, mientras que la otra mitad estuvo dispersa por el campo.

    El patrón de resistencia fue entonces obvio. Los pipiles o lencas caerían súbitamente sobre un español y sus indios aliados o aquellos que permanecieran leales a él en su pueblo; si estos ataques podían ser concertados y por sorpresa, entonces toda la provincia se levantaría en forma simultánea, y atacaría la guarnición del pueblo español.

    Esto es ni más ni menos lo que pasó en San Miguel en 1537, pero en otras ocasiones no fue tan efectivo. Poco tiempo después del restablecimiento de San Salvador en 1528, solamente un español fue muerto como preludio a un ataque sobre San Salvador, el cual fue rechazado.

    Entonces, como en otras oportunidades, los indios se retiraron a los pueblos fortificados de los cerros, los cuales les habían sido muy útiles durante las guerras entre tribus. Podían defenderse de los ataques tirando flechas y rodando piedras y rocas.

    Pero los peñoles, como se llamaban estos pueblos, no podían hacer frente a las armas españolas, aunque el relato de lo sucedido en esta ocasión demuestra que las diferencias entre los antagonistas en efectividad militar, bajo estas condiciones, no eran significativas.

    Un buen número de los indios rechazados en su ataque sobre San Salvador se refugiaron en el peñol de Cinacantlán, el cual fue atacado y sitiado por los españoles. Al principio los defensores tuvieron éxito en repeler el ataque, hasta que, basados en la inspiración de un soldado español, se construyó una torre móvil de madera que protegía a los arqueros españoles contra las flechas de sus enemigos a la vez que permitía dispararles a una altura similar. Esto asustó tanto a los indios que propusieron conversaciones de paz.

    Un jefe español negoció entonces con el de los indios, permitiéndosele al primero y a otros cinco soldados españoles subir desarmados al peñol para más pláticas sobre una tregua. Pero estos 6 españoles llevaban armas escondidas y cuando llegaron a la cima atacaron a los indios de acuerdo a un plan preparado con anticipación, de modo que sus compañeros pronto pudieron seguirlos. Así la victoria se consiguió por el engaño. Ellos alegaron después que los indios estaban tramando una traición y que pretendían matarlos.¹⁶

    ¹⁶. Barón Castro, op. cit.. Parte IV.

    Los indios aparentemente carecían de la coordinación necesaria para una verdadera guerra de guerrillas y parece que no hubo una política de hostigamiento continuo a los españoles, aunque existe una leyenda que afirma que Atlacatl dirigió una resistencia ininterrumpida desde las montañas durante 8 años.¹⁷

    17. David Luna. Manual de historia económica de El Salvador (San Salvador: Ed. Univ, 1971), 67.

    Como quiera que haya sido, parece que la amenaza de severas represalias punitivas mantuvo a los indios dóciles la mayor parte del tiempo y llevó a los españoles rápidamente después de 1528 a una posición bastante segura, finalmente interrumpida por la más importante revuelta centrada en Higueras en 1537-1539.

    El hecho de que la resistencia haya continuado por más tiempo en las áreas donde los indígenas estaban menos avanzados es comprensible: para los españoles fue relativamente fácil dominar a una población agrícola sedentaria, ya acostumbrada al gobierno desde fuera del pueblo.

    En la otra lucha, entre los dos grupos conquistadores, nunca hubo una batalla, pero la superioridad numérica, y por lo tanto, el poderío militar del grupo panameño les dio la ventaja durante un tiempo. La disputa sobre el territorio salvadoreño no era sino una pequeña parte de una disputa mayor sobre Honduras, que junto con Higueras era estimado como un premio superior.

    En 1523, Hernán Cortés al enterarse, en México, que Pedrarias iba a enviar una expedición a Honduras, él por su parte decidió enviar 2 expediciones: una por mar, al mando de Cristóbal Olid, y la otra por tierra, al mando de Pedro de Alvarado. Esta última expedición, en 1524, es la que se encontró en dificultades por haber avanzado demasiado en Cuzcatlán. Mientras tanto, Olid arribó a la costa norte de Honduras, pero al llegar se declaró independiente de la autoridad de Cortés.

    Para castigarlo, Cortés envió primero otra expedición por mar, pero, creyendo equivocadamente que ésa había fracasado al llegarle una noticia de su naufragio en la costa, decidió ir él mismo por tierra, por una nueva ruta hacia el norte que resultó ser pantanosa y muy difícil.

    Llegó después de una marcha que duró más de un año y se preparó para conquistar Honduras, pero poco después de su arribo recibió noticias de una rebelión en contra de su autoridad en la propia ciudad de México, alentada por el rumor de que él había perecido.

    Antes de regresar a México, para sofocar el levantamiento, envió una carta a Alvarado en Guatemala indicándole que fuera a reunirse con él en la costa norte de Honduras antes de su partida. Esa fue la razón por la cual Alvarado marchó a través de El Salvador en 1526. Cuando llegó a Choluteca, en el sur de Honduras, encontró dos grupos de españoles: el más grande era leal a Cortés, quienes le dijeron que éste ya se había embarcado a México; el grupo más pequeño era el de Pedrarias.

    Se entablaron negociaciones sobre las esferas de autoridad, y de acuerdo a Bernal Díaz del Castillo, uno de los hombres de Cortes testigo de los hechos, quien en su vejez escribió una historia de la conquista, incluso se llegó a mencionar una alianza matrimonial, supuestamente entre las familias de Alvarado y Pedrarias.¹⁸

    18. El relato es de Milla (op. cit.. Tomo I, Cap. III-VIII) y Prescott, History of the Conquest of México (1843, con enmiendas posteriores), Libro VII, cap. 3-4.

    Sin embargo, no se pudo llegar a ningún acuerdo, los dos grupos de hombres fieles a Cortés se marcharon juntos de regreso a Guatemala, dejando el sur de Honduras por el momento en la esfera de facto de Panamá. Nuevas autoridades entraron en la escena de la contienda, en la forma de un nuevo gobernador de Honduras enviado desde Santo Domingo y un nuevo gobernador de Panamá enviado directamente desde España. Cortés y Alvarado, también tenían serias dificultades en México, ya que la corona procuraba ejercer un control más directo.

    Sin embargo, por el momento Pedrarias emergió como gobernador de Nicaragua, mientras que Alvarado pudo regresar como gobernador a Guatemala. Todavía se necesitaban conquistadores de su índole, ya que estos territorios aún no habían sido totalmente pacificados. A fines de 1529 o principios de 1530, antes de que Alvarado fuera reestablecido en Guatemala, Pedrarias envió a su capitán Martín de Estete a San Salvador para reclamar toda la provincia como parte de Nicaragua.¹⁹

    19. Existe un documento de 1539 que sugiere que Pedrarias había hecho un intento anterior por conquistar Chaparrastique, aproximadamente en 1524. Esta incursión pudo, en realidad, haber conducido a la primera fundación de San Miguel por 60 españoles bajo el mando de Gil González, líder de la expedición de 1522. El reclamo es hecho por el gobernador de Honduras en 1539, y es posible que haya sido un reclamo falso para justificar la incorporación de Chaparrastique a Honduras. El documento está citado por Santiago Barberena, Historia de El Salvador (San Salvador, 1914, nueva ed. Min. de Educación, 1969), Vol. U, 316. El informe de la expedición de Estete es de Milla (op. cit., cap. IX-XI) y Barón Castro, op. cit.

    Estete llevaba 90 jinetes y 110 infantes; el teniente-gobernador de San Salvador fue a su encuentro con sólo un puñado de españoles a los que Estete pronto hizo prisioneros.

    Estete, entonces, siguió a San Salvador y trató de persuadir a los españoles que estaban allí para que se unieran a él, pero ellos se negaron, de modo que fundó una capital rival a aproximadamente 10 ó 15 millas de distancia, llamada Ciudad de los Caballeros.

    Después de unas pocas semanas, sin embargo, la posición de Estete se volvió insostenible porque sus propios hombres, sabiendo que el reclamo sobre territorios para Nicaragua más allá del golfo de Fonseca era ilegal según los términos de los acuerdos hechos, y temerosos de un enfrentamiento con fuerzas enviadas desde Guatemala, se volvieron renuentes a obedecer sus órdenes. Eventualmente el mismo Estele huyó de regreso a Nicaragua, mientras la mayor parte de sus hombres se unió a un pequeño ejército enviado desde Guatemala.

    Cuando Pedro de Alvarado llegó a Guatemala en abril de 1530, decidió fundar una segunda ciudad española en territorio salvadoreño, en la provincia de Chaparrastique, en donde aún se necesitaba un centro de operaciones contra los lencas, así como también una ciudad fronteriza contra futuras incursiones desde Nicaragua. Esta ciudad se llamó, por esta última razón, San Miguel de la Frontera. Parece que no hubo más problemas desde allí, aunque los gobernadores de Honduras continuaron reclamando a San Miguel y a su provincia.

    Capitalismo mercantil militar individual

    La razón por la cual los conquistadores estaban tan ansiosos por incorporar nuevos territorios a sus esferas de autoridad, a pesar de que esta autoridad era delegada sólo temporalmente por la corona, estaba relacionada con el financiamiento de la conquista, una operación que podría llamarse capitalismo mercantil militar individual.

    La era de las compañías mercantiles que operaban directamente en los imperios de ultramar no había llegado aún; la corona española adoptó una política que maximizó su control directo sobre sus nuevos dominios dentro de las limitaciones impuestas por la necesidad de mantener la lealtad y motivación de los soldados y aquéllas impuestas por las malas comunicaciones; mientras minimizaba su propio costo en inversiones financieras. Los ingresos recibidos por la corona consistían en una quinta parte de todo el oro o plata obtenido, el tributo de un porcentaje de los pueblos puestos bajo el dominio español y regalos de los capitanes españoles que andaban en busca de favores.

    El método general para la conquista inicial y pacificación de una nueva

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