CÓMO CAZABAN
LOS BALLENEROS VASCOS PATRULLABAN LAS AGUAS EN PEQUEÑOS BOTES LLAMADOS TXALUPAS, EN LOS CUALES IBAN UN PATRÓN, SEIS REMEROS Y UN ARPONERO. LOS PATRONES DE ESTAS EMBARCACIONES ORDENABAN A SUS HOMBRES QUE REMASEN VELOCES PERO CON SIGILO HACIA LOS GIGANTES QUE EMERGÍAN DEL MAR.
LOS PUEBLOS A ORILLAS DEL MAR CANTÁBRICO HAN DESTACADO POR SU DESTREZA MARINERA. El océano no se lo ponía nada fácil a los habitantes de sus orillas para quienes el saber navegar y maniobrar en aquellas agitadas aguas era una cuestión de mera supervivencia. Hubo dos animales marinos de distinto porte pero, curiosamente, mismo uso para los humanos, que determinaron la vida y costumbres de muchos hombres de mar. Nos referimos a las ballenas y al bacalao, de los cuales se extraían sendos aceites muy demandados en las sociedades de la Edad Media y el Antiguo Régimen creando una verdadera industria.
A LA CAZA DE BALLENAS
En el pasado los vascos centraron su economía en la caza de la ballena, en concreto, la ballena franca (Eubalaena glacialis). Era tal objeto de caza intensiva que fue denominada con el tiempo “ballena de los vascos”. La pesca de la ballena en las costas del Cantábrico pasaba por la instalación de una serie de atalayas en la playa desde las que un vigía observaba el paso de las ballenas. Este daba la señal de alarma y los arrantzales (pescadores) embarcaban en sus txalupas (botes). A partir de ahí se iniciaba la persecución de los cetáceos y cuando estaban los pescadores suficientemente cerca se le lanzaba un arpón. El primero que realizaba tal acción obtenía ciertos privilegios en la venta del animal. Las flotillas balleneras zarpaban en primavera siguiendo las emigraciones de las ballenas y cuando encontraban un lugar adecuado, como una bahía o ensenada, los balleneros montaban un campamento. En tal establecimiento permanecían las tripulaciones y se montaban almacenes y calderas para transformar los productos derivados de la ballena.
El comercio ballenero siguió en auge mientras hubo poblaciones de ballenas que, anualmente, regresaban a las playas del Cantábrico. La caza excesiva hizo que los vascos tuvieran que navegar hacia zonas más alejadas en busca de ballenas y, a finales de la Edad Media (siglos XIV-XV), incluso tuvieron que contratar a pilotos y tripulaciones bretonas y normandas; sus grandes rivales marítimos. Las flotas balleneras del Cantábrico conocían las costas de todos los archipiélagos del Atlántico Norte como las islas Feroe, y llegaron a las costas de Irlanda, la isla de Spitzbergen (archipiélago de las Svalbard) e Islandia.
