Emigración de la Navarra atlántica a América (1840-1874)
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Identificados más de 4.000 emigrantes navarros.
En un siglo XIX convulso en el que se sucedieron las guerras, al menos 4.000 navarros decidieron poner rumbo a América. Esos emigrantes, recogidos en este libro con nombre y apellidos, nos han dejado anécdotas e historias con las que se ha trazado todo el recorrido que hicieron, desde que abandonaron sus casas hasta que llegaron a destino: los trámites previos al viaje, el precio de los pasajes, los puertos de salida, los destinos principales y los barcos en que cruzaron el océano Atlántico, incluido el menú que se ofrecía a bordo. Los navieros y los comisionados tuvieron un papel destacado en este fenómeno, y no pocas veces provocaron el rechazo de gobiernos y periodistas. Ya en América o a su vuelta a España, los emigrantes mantuvieron relación con el otro lado del océano. Se esforzaron por conservar vivo el recuerdo de su tierra en América, mientras en Navarra se ocuparon de garantizar la administración de su casa, la educación de sus hijos, o de vender sus negocios americanos, incluidos los esclavos.
Raquel Idoate Ancín
Raquel Idoate Ancín (Pamplona, 1984) es licenciada en Humanidades en la Universidad de Navarra, máster en Estudios Avanzados de Historia, Espacio y Patrimonio en la Universidad Pública de Navarra y doctora por este mismo centro en Patrimonio, Sociedades y Espacios de Frontera, con la tesis doctoral que motivó este libro, defendida en enero de 2020. Ha trabajado en empresas de gestión cultural y archivística, ha presentado comunicaciones en congresos científicos y es autora de artículos de temática local.
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Emigración de la Navarra atlántica a América (1840-1874) - Raquel Idoate Ancín
Agradecimientos
Este libro es fruto de la tesis doctoral que defendí en la Universidad Pública de Navarra en enero de 2020. De alguna manera, cuando empecé la investigación, al igual que hicieran miles de navarros en el siglo xix, también emprendí un viaje en el que he contado con muchas personas a las que quiero dar las gracias:
A mi director, Ángel García-Sanz Marcotegui, sin cuya paciencia, confianza y dedicación no hubiera llegado a buen puerto. Al tribunal y revisores de la tesis, los profesores Jesús Oliva, José María Imízcoz, José Javier Azanza, y a Iñaki Iriarte, a quienes agradezco las sugerencias y los comentarios, todos muy valiosos.
Al personal del Archivo Real y General de Navarra, del Archivo Diocesano de Pamplona y de la Universidad Pública de Navarra, por su amabilidad, diligencia y profesionalidad. A las personas de otros archivos e instituciones a las que he acudido y siempre me han atendido bien.
A todos aquellos que me han ayudado con sus consejos y optimismo: Luis Javier Fortún, Mercedes Chocarro, Juan Carrasco, Isabel Ostolaza, Ricardo Fernández, Eloísa Ramírez, Íñigo Mugueta, Félix Segura, Diego Val, Miriam Etxeberria, Teresa Alzugaray y Juncal Campo. Vuestra amabilidad y generosidad con vuestro tiempo y conocimiento han sido claves para esta investigación. A Isabel Olave y Patxi Pérez, por su compromiso e ilusión.
A las familias Erviti, Gortari, Osácar, Tornaría y Urrutia, y a todos los descendientes de emigrantes que han querido acompañarme en este viaje.
A mis amigas, amigos y a mi familia. A mis padres, Carlos y Raquel, y a mi hermana, Paula, por siempre tener una palabra de ánimo. A Dante, por su compañía.
A los emigrantes, mis compañeros de otros tiempos, sin cuyas vidas esto no hubiera tenido sentido. Sirva este libro como un pequeño homenaje a su recuerdo.
Índice
Agradecimientos 9
Indicaciones previas 15
Abreviaturas 15
Idioma 16
Introducción 17
El marco histórico 19
La sociedad y la economía 22
El marco geográfico 24
Fuentes 27
¿Por qué emigraron? 31
Factores de expulsión 33
La estructura de la propiedad de la tierra y el sistema de herencia 33
Las quintas 34
Las consecuencias de las guerras y la inestabilidad política 38
La crisis agraria y económica 41
La presión demográfica 47
La progresiva regulación legal de las salidas 48
Factores de atracción de América 58
La política migratoria y la legislación de las repúblicas americanas 58
«Mejora de la fortuna» y efecto llamada de los familiares 66
¿Quiénes eran? El perfil del emigrante 75
Nombres y apellidos 76
Edad 80
Sexo y estado civil 83
Profesión 85
Idioma 89
Rasgos físicos 93
El origen geográfico 97
Emprender el viaje 107
La publicidad de las compañías navieras 107
Tipología de los documentos de viaje 109
Consentimiento y licencia para embarcar 110
Convenios y obligación 114
Fianza 116
Los trámites de la documentación 120
La estructura empresarial alrededor de la emigración 123
Una familia de comisionados: los Fort 131
La familia Brie 144
La familia Dravasa 149
Zubillaga y Urdiáin y Samaniego 154
Minondo Hermanos 157
Registro de compañías y comisionados 158
Las relaciones entre los comisionados 169
El rechazo a la emigración 177
Las condiciones para el viaje 187
El precio del pasaje y la forma de pago 189
Los puertos de salida 199
La travesía 204
Los barcos 209
La alimentación a bordo 222
La atención sanitaria durante el viaje 228
El destino 230
El vínculo con la tierra natal. Las huellas de la emigración 245
La documentación generada después del viaje 258
Las cartas de pago 258
Los poderes 260
Los testamentos y los inventarios de bienes 268
El comercio de esclavos 276
Los legados 283
El caso de la iglesia de Sunbilla 283
Las traídas de agua 284
El legado de Miguel Tomás de Arístegui Ciganda 288
La familia Osácar 289
Fuentes y bibliografía 293
Archivos, bibliotecas y museos 293
Bibliografía 294
Hemeroteca 305
Fuentes complementarias 307
Relación de emigrantes 309
Indicaciones previas
Abreviaturas
AGN: Archivo Real y General de Navarra.
ADP: Archivo Diocesano de Pamplona.
AHPG: Archivo Histórico de Protocolos de Gipuzkoa.
AGG: Archivo General de Gipuzkoa.
AMD: Archivo Municipal de Donostia (San Sebastián).
AHDSS: Archivo Histórico Diocesano de San Sebastián.
AGI: Archivo General de Indias.
AHN: Archivo Histórico Nacional.
ADPA: Archivos Departamentales de Pirineos Atlánticos.
AAG: Archivo de la Alta Garona.
MMV: Museo Marítimo Vasco.
Idioma
Las palabras que aparecen en euskera se han respetado tal y como están escritas en los documentos originales. Es posible que algunas hayan modificado su grafía a lo largo del tiempo. Ejemplo de ello son los nombres de varias de las casas estudiadas: Arrechea, Ortiborroa (Elizondo, Lekaroz) y Aldacoechea (Erratzu, Baztan), en la actualidad se escriben Artxea, Ortiberroa y Aldakoetxea.
En cuanto a los apellidos, se suelen encontrar escritos de forma diferente, incluso en el mismo documento. Tal es el caso de Dualde y Duhalde o Iriart e Iriarte, por ejemplo. Se ha optado siempre por la opción más repetida en el documento.
Para los nombres de las localidades se ha respetado la toponimia oficial de Gobierno de Navarra.
Introducción
Este estudio abarca la emigración a América entre los años 1840 y 1874 en la parte septentrional del cuadrante noroccidental de Navarra, fronteriza con Francia, perteneciente al partido judicial o merindad de Pamplona.
La investigación viene a completar el trabajo de Carlos Idoate sobre la emigración del valle de Baztan en el siglo xix, prestando atención a otros valles de la Montaña navarra.¹
Navarra ha sido, al igual que el resto de España, tierra expulsora de población durante muchos siglos.² A ello contribuía que en su zona norte las condiciones físicas son muy duras: a la climatología y orografía adversas hay que añadir las guerras que se sucedieron desde finales del siglo xviii que, sin duda, tuvieron efecto en la población, que encontró en la emigración una salida a sus problemas.
Por otro lado, a partir de los años cuarenta del siglo xix las políticas migratorias de las nuevas repúblicas americanas fueron muy atractivas para los emigrantes, algo que, sin duda, supieron aprovechar las compañías, en su mayoría de origen francés, para atraer a los potenciales clientes prometiendo vidas mejores al otro lado del océano. Además, desde 1840, el Gobierno español autorizó la emigración.
La salida de navarros hacia el continente americano, que duró hasta mediados del siglo xx, supuso una pérdida importante de población en Navarra, pues la mayoría de los emigrantes no volvieron. Con todo, el fenómeno del retorno, aunque minoritario, propició una entrada de capitales, ya que algunos de los que se fueron reinvirtieron las fortunas que consiguieron en América en sus propios pueblos de origen, dejando obras y fundaciones tan relevantes que han llegado hasta nuestros días.
La detección de los emigrantes navarros se ve dificultada, muchas veces, por confundirse con los vascongados, al utilizarse ocasionalmente el segundo término para referirse también a los primeros. Ocurría así porque la zona norte de Navarra es la que más se asemeja a su vecina Gipuzkoa, o porque fueron más los vascos que emigraron y se utilizó su nombre para los navarros con los que convivían.
Por otro lado, la emigración navarra se ha tratado en muchas ocasiones unida a la vasca. Está claro que la afinidad entre las gentes de las dos provincias facilitó los lazos y la colaboración, tanto en origen como en el destino. En América se relacionaron más fácilmente entre sí que con otros grupos de españoles.³ En muchas ocasiones, las fuentes no los diferencian, motivo por el cual la emigración navarra ha parecido siempre menor que la real. De cualquier modo, el objetivo de este trabajo es estudiar a los emigrantes navarros monográficamente como grupo diferenciado. En otro orden de cosas, se ha preferido mantener el concepto de «emigración» y huir de otros utilizados en los últimos tiempos, como «diáspora».
El marco histórico
El siglo xix fue convulso para España en todos los sentidos. Los enfrentamientos entre el Antiguo Régimen y las ideas liberales configuraron dos concepciones del país que acabaron creando un clima de inestabilidad.
La pugna, que tenía como origen un problema dinástico, cristalizó en la formación de dos bandos opuestos, hecho que tuvo consecuencias importantes para la sociedad española. Se sucedieron cuatro guerras civiles, la Realista (1821-1823), la primera guerra carlista (1833-1839), la guerra dels Matiners (1846-1849) y la segunda guerra carlista (1872-1876); y los cambios en el poder fueron numerosos durante los primeros y últimos años del siglo, manteniendo cierta estabilidad en los centrales.⁴ Además, el paso del Antiguo al Nuevo Régimen provocó importantes transformaciones en la sociedad del siglo xix, que registró la desaparición de los pecheros y otros grupos marginados, el nacimiento de una incipiente clase media y el desarrollo del movimiento obrero.
Así pues, Navarra fue escenario de todas las guerras de la época.⁵ Además, como no podía ser menos, los cambios políticos que se produjeron en España tuvieron gran impacto en Navarra. El Estatuto Real, promulgado en 1834 para reunir a las Cortes, afectó a Navarra en la medida en que no contenía ninguna mención a su régimen especial.⁶
De hecho, fue en ese momento cuando se fraguó el paso de Navarra de Reino a provincia, con la consecuente adaptación de sus antiguas leyes a los nuevos tiempos. Para conseguirlo, se puso en funcionamiento una estrategia para salvaguardar los fueros, de forma que fuesen conformes con una nueva constitución española, pues la de 1837 era incompatible con las instituciones políticas de Navarra. Así, la Diputación Provincial de Navarra, que entró en funcionamiento en 1840, se dedicó a la redacción de la Ley de Modificación de Fueros, que se aprobó en el Congreso y en el Senado el 16 de agosto de 1841. Mediante la adecuación de las viejas instituciones al nuevo sistema constitucional, aunque Navarra perdió su condición de reino y los tribunales o las aduanas, afianzó su autonomía financiera y administrativa.⁷
El régimen foral inaugurado con la Ley de 1841 se modificó con el convenio de Tejada Valdosera, que aumentó sensiblemente la contribución que Navarra debía realizar al Estado. Años después, en 1893, el ministro de Hacienda del Gobierno de Sagasta, Germán Gamazo, intentó anular la autonomía fiscal de Navarra, vigente por la denominada Ley Paccionada de 1841, pero no tuvo éxito.⁸
Fue, en general, un siglo que osciló entre dos mundos contrapuestos: entre el Antiguo Régimen y el Nuevo, entre España y América, entre la inestabilidad y la estabilidad política, entre las transformaciones y el desarrollo y el estancamiento, entre el crecimiento y los retrocesos. Fue también el siglo que vio surgir los partidos políticos, nuevas formas de gobierno y movimientos como el nacionalismo y el socialismo.
Teniendo en cuenta este panorama de tensiones y el escaso desarrollo económico de la mayor parte del país, no es de extrañar que muchos quisieran huir de situaciones complicadas y abandonaran España. Los primeros años cuarenta, así como los años cincuenta del siglo, después de las turbulencias de 1846-1849 y la víspera de la segunda guerra carlista, fueron los de mayor expulsión de la población hacia América. Es decir, durante el periodo isabelino (1843-1868), la sociedad estuvo inmersa en una fuerte crisis económica que acabó provocando el aumento de la emigración a América a partir de mediados de siglo.
En cuanto a las antiguas colonias americanas, la ruptura que se produjo entre España y América con los procesos de independencia en esta última se difuminó. Pronto los nuevos países comenzaron a desarrollar políticas migratorias conducentes a la atracción de población europea, a través de sus recién estrenadas constituciones o legislación específica para ese fin.⁹
La sociedad y la economía
La sociedad navarra del siglo xix experimentó importantes cambios desde principios de siglo hasta el fin de la centuria: a partir de la división jerárquica en los tres estamentos clásicos, propios del Antiguo Régimen —nobleza, clero y pueblo llano—, la sociedad llegó a la sociedad de clases.
En Navarra, parte de la nobleza estaba representada por hidalgos, particularmente numerosos en la merindad de Pamplona. El pueblo llano era muy diverso: se componía de vecinos propietarios, caseros o habitantes —maisterras—, pecheros, francos y un grupo de marginados, los agotes.¹⁰ Además, en la Montaña había una diferencia importante entre vecinos propietarios y habitantes, pues los primeros tenían tierras en propiedad y casa con derechos de vecindad, y los segundos trabajaban las tierras de los vecinos y carecían de esos derechos.¹¹
Al mismo tiempo, la burguesía, aunque minoritaria, impulsó los cambios que apostaban por el abandono de las formas tradicionales de mercado y promovían la propiedad privada frente a la comunal y unas instituciones diferentes a las tradicionales. Así, la transición de un modelo a otro de sociedad trajo consigo problemas durante las primeras décadas del siglo xix, aunque acabó triunfando el régimen liberal, del que se reflejaron peticiones en la Ley de Modificación de Fueros de 16 de agosto de 1841.
Estos cambios no implicaron el abandono del carácter agrario y tradicional que tuvo Navarra durante toda la centuria. La mayoría de la población dependía directamente del trabajo en el campo: la agricultura y la ganadería fueron las actividades principales durante todo el siglo. Debido a ello, las crisis agrarias afectaron enormemente a la población, en concreto, las dificultades alimentarias que siguieron como consecuencia de las malas cosechas de maíz, producto que formaba parte de la alimentación básica.¹² Tampoco había posibilidad de roturar más tierras, y la nueva tecnología no llegó al campo hasta, prácticamente, el siglo xx.
La industria navarra se desarrolló poco durante la mayor parte del siglo xix. Además, el mundo ferrón fue desapareciendo conforme avanzaba la centuria. El cierre de las ferrerías, que no pudieron competir con los altos hornos de otras provincias como Bizkaia, dejó a muchos habitantes de la Montaña sin su actividad profesional principal y sin otras alternativas de trabajo.¹³ No será hasta casi el siglo xx cuando industrias más avanzadas superen a las anteriores.¹⁴
Las tres desamortizaciones llevadas a cabo en el xix, alineadas con las ideas liberales, no cumplieron el objetivo que se esperaba para Navarra, especialmente en el norte, donde la mayor parte del terreno era comunal. Al contrario, no se crearon nuevos propietarios y la población quedó aún más endeudada.¹⁵ Los bienes que se pusieron en venta en la Montaña eran, en su mayoría, pequeñas industrias que estaban ya cerradas pero que contaban con ciertos derechos, del uso del agua, por ejemplo, que las hacían valiosas.
En cuanto a la educación, a pesar de los esfuerzos de las Cortes de Navarra de 1780-1781 y de 1828-1829, no hubo grandes resultados en la enseñanza primaria. Sin embargo, Navarra alcanzó un nivel de alfabetización superior al de la media española en la segunda mitad de la centuria. La atención sanitaria, en cambio, dependía casi en exclusiva de la beneficencia y de donaciones de particulares, ya que Navarra contaba con pocas instituciones asistenciales —casas de misericordia, hospitales o Casa Inclusa de Pamplona—.
Por otra parte, cabe destacar que la religiosidad tuvo un papel clave en la configuración de la sociedad. A través de sus párrocos en la Montaña, la Iglesia fue, a la vez, impulsora y freno de la emigración. Si bien el Obispado les ordenaba disuadir a los jóvenes de embarcarse hacia América, no fueron pocas las ocasiones en que, incluso, acompañaron a los navarros a los puertos.¹⁶
En definitiva, la sociedad navarra del siglo xix muestra una población que sobrevivía compaginando actividades, con una economía ajustada, endeudada y debilitada por las guerras y las crisis, con carencias en el desarrollo de la industria y con escasos servicios.
El marco geográfico
Este trabajo se enfoca en una de las zonas que compone la Montaña navarra: la Navarra Húmeda del Noroeste.¹⁷ Ubicada en la merindad de Pamplona, ocupa el espacio más septentrional de la Comunidad Foral.
Se trata de una zona con valles cantábricos y mediterráneos, separados por la divisoria de aguas que va desde el macizo de Quinto Real hasta el río Leizarán. Aquellos que dan al mar Cantábrico son Baztan, Basaburua, Bertizarana, Santesteban y las Cinco Villas.¹⁸ El camino que lleva de Elizondo (Baztan) a Pamplona cambia a la vertiente mediterránea cuando supera el puerto de Belate. Así, al sur de la divisoria de aguas y pasadas las ventas de Arraitz, se alcanzan los valles de Ultzama, Anue, Atez, Odieta y Oláibar, que se consideran de transición, aunque conservan influencia oceánica.¹⁹
En el norte de Navarra encontramos dos formas de hábitat: un asentamiento de tipo disperso, con pequeños caseríos aislados y propiedades alejadas de los centros de población; y, por otro lado, entidades más grandes, que constituyen los núcleos urbanos de los valles.²⁰
En cuanto a la geografía física, la Navarra Húmeda del Noroeste presenta un clima oceánico, con temperaturas moderadas y precipitaciones abundantes y distribuidas de forma regular a lo largo del año. Gracias a esto, los ríos principales llevan agua constantemente en todas las estaciones.
Así, las precipitaciones, la humedad y las temperaturas conforman un paisaje siempre verde con prados que pueden utilizarse todo el año, permitiendo el desarrollo de la ganadería, una de las principales actividades económicas de la Montaña. En la Navarra Húmeda del Noroeste la agricultura se concentra en pequeñas parcelas en las que se da el policultivo con productos típicos de la zona, como alubias, tomates, nabos, patatas y maíz. Además, concentra la mayor superficie arbolada de la provincia, con hayas en cotas altas y robles en altitudes más bajas. Abundan los árboles frutales, como manzanos, avellanos, nogales o castaños, de los que se aprovecha el fruto y de algunos también la madera. Destacan los montes y terrenos comunales, propiedad de los ayuntamientos o concejos para el beneficio de los vecinos.²¹
Ilustración 1. Comunidad Foral de Navarra. Imagen tomada de IDENA.
La economía familiar en el siglo xix se basaba en la agricultura y la ganadería, actividades que se complementaban con el aprovechamiento del bosque y el trabajo en pequeñas industrias. Como se ha indicado, la explotación de los recursos que ofrecía el monte, como la madera, el agua y el mineral, contribuían al desarrollo de las poblaciones.²² Con ellos surgieron las ferrerías, que proporcionaron trabajo a buena parte de la población desde el siglo xiv hasta mediados del xix. En este sentido es importante destacar la industria maderera y la minería como generadoras de empleo, especialmente en Baztan, Lesaka y Goizueta, y más tarde el turismo, reflejado en el Balneario de Betelu.
Fuentes
Las fuentes para este estudio son numerosas y variadas. En Navarra, las fuentes documentales principales se encuentran en el Archivo Real y General de Navarra, que conserva toda la documentación generada por las instituciones del Reino desde sus orígenes hasta 1841 y las de la provincia a partir de esa fecha.²³
En primer lugar, se imponía indagar todo lo relativo a los emigrantes en los fondos de la Sección de Protocolos Notariales del AGN.²⁴ En concreto, se ha hecho un estudio completo de la documentación de todos los escribanos de la Navarra atlántica.²⁵ La información aquí obtenida se ha completado después con la proporcionada por otros archivos, tanto de Navarra como nacionales e internacionales.
En segundo lugar, se ha contado con un archivo particular muy valioso, con documentación importantísima pero desconocida hasta el momento. Se trata del fondo de los Fort, una familia de comisionados llegados de Francia e instalados en Elizondo. Su importancia se deriva de que se encargaron del traslado a América de casi la mitad de los emigrantes navarros que hubo entre 1840 y 1874. Además, esta documentación ha permitido conocer la emigración desde el punto de vista del empresario, con detalles de su negocio y de la familia.
El fondo es significativo, no solo por su contenido, sino por su singularidad, porque, hoy por hoy, no se conoce otro de características similares en Navarra, por lo que puede considerarse una documentación única.
Con el fin de obtener una visión de conjunto del proceso migratorio, se han revisado otras fuentes escritas, como la prensa histórica. Los periódicos muestran, por ejemplo, los anuncios de las compañías navieras de los próximos viajes a América, así como referencias de navarros que tuvieron especial relevancia o que se dedicaron al comercio o al transporte de pasajeros y mercancías a aquel continente.²⁶
En cuanto a la bibliografía sobre emigración navarra a América, no es muy abundante y, además, está sumamente dispersa cronológica y temáticamente. Si bien hay numerosas obras que tratan la emigración de forma parcial, no había a la fecha un estudio general del fenómeno.
A las obras de la historiografía tradicional, que comprende las publicaciones desde el siglo xix hasta los años ochenta del xx, se sumaron los estudios realizados a partir de los años noventa, especialmente, alrededor del año 1992, con motivo de la conmemoración del descubrimiento y conquista de América.²⁷ A partir del año 2000 han sido varios los trabajos que se han añadido a los anteriores.
Es necesario recalcar que algunos de los temas relacionados con la emigración ya fueron apuntados por Caro Baroja en su magistral obra La hora navarra del xviii, que, aunque referida a la centuria anterior, ya vislumbraba el devenir de Navarra en el siglo posterior. Fue pionero en detectar las causas de la emigración, entre las que destacan las redes familiares y el efecto llamada, y otros aspectos como el retorno y sus consecuencias.
Además de todo esto, se visitaron varias localidades de Navarra para comprobar la huella del retorno de sus paisanos en las casas, edificios públicos, fuentes o iglesias.
¹ Idoate Ezquieta, C. (1989), Emigración navarra del valle de Baztan a América en el siglo xix, Pamplona, Gobierno de Navarra.
² Fernández de Pinedo, E. (1992), La emigración vasca a América, siglos xix y xx, colección Cruzar el Charco, Asturias, Fundación Archivo de Indianos, pp. 17-18.
³ Vázquez de Prada, V. (1991), «Algunas consideraciones en torno a la emigración de navarros al Nuevo Mundo», Segundo Congreso de Historia de Navarra, Príncipe de Viana, anejo 13, pp. 31-40.
⁴ Anaut-Bravo, S., y García Quiroga, M. B. (coord.). (2013), La colectividad de origen navarro en Argentina. Los centros navarros como espacios de encuentro, Pamplona, Universidad Pública de Navarra, p. 42.
⁵ García-Sanz Marcotegui, Á. (1988), «El estado de la cuestión demográfica en Navarra desde el siglo xvi hasta el presente», en Pérez Moreda, V., y Reher, D., Demografía histórica de España, Ed. El Arquero, p. 330.
⁶ Del Burgo, J. (1978), Historia de Navarra. La lucha por la libertad, Madrid, Ediciones Giner, p. 603.
⁷ Mina Apat, M. C. (1981), Fueros y revolución liberal en Navarra, Madrid, Alianza Editorial; Salinas Quijada, F. (1978), Estudios de historia del derecho foral de Navarra, Pamplona, Diputación Foral de Navarra, p. 371. Rodríguez Garraza, R. (2013), Navarra de reino a provincia (1828-1841), Pamplona, Editorial Pamiela, pp. 260, 356-369.
⁸ De los sucesos queda en pie el monumento a los fueros. Larraza Micheltorena, M. M. (1995), «La Gamazada en el contexto de la política navarra de fin de siglo», Príncipe de Viana, 204 (1995), pp. 183-191. García-Sanz Marcotegui, Á (1988), «La insurrección fuerista en 1893. Foralismo oficial versus foralismo popular durante la Gamazada», Príncipe de Viana, pp. 659-708. García-Sanz Marcotegui, Á (2010), «¿Gamazada o Gamazadas? (1893-1894): el contexto de un episodio clave de afirmación navarrista», en Esteban de Vega, M., y De la Calle Velasco, M. D. (coord.), Procesos de nacionalización en la España contemporánea, Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, pp. 149-172.
⁹ Halperin Donghi, T. (2017), Historia contemporánea de América Latina, Madrid, Alianza Editorial, pp. 48-86.
¹⁰ Martín Duque, Á. J. (1986). Gran atlas de Navarra. Tomo ii. Historia, Navarra, Caja de Ahorros de Navarra, p. 164.
¹¹ La presión demográfica hizo evidente la falta de tierra suficiente para todos y se buscaron medidas contra el crecimiento de la población (García-Sanz Marcotegui, Á. [1983], «Conflictos sociales entre vecinos propietarios y caseros o inquilinos de la Barranca de Navarra en la crisis final del Antiguo Régimen», Noveno Congreso de Estudios Vascos, Bilbao, pp. 415-419).
¹² Martín Duque, Á. J. (1986), op. cit., pp. 155-158; Arizcun Cela, A. (1988), Economía y sociedad en un valle pirenaico del Antiguo Régimen. Baztan, 1600-1841, Pamplona, Gobierno de Navarra, pp. 253-257.
¹³ Arizcun Cela, A. (1988), op. cit., pp. 296-302.
¹⁴ De la Torre, J. (ed.) (1994), Navarra, siglo xix, Pamplona, Gobierno de Navarra, p. 173.
¹⁵ Gómez Chaparro, R. (1967), La desamortización civil en Navarra, Pamplona, EUNSA, Institución Príncipe de Viana, pp. 175-206.
¹⁶ Martín Duque, Á. J. (1986), op. cit., p. 218.
¹⁷ Las otras zonas son el valle de Baztan, los valles pirenaicos y las cuencas prepirenaicas.
¹⁸ Floristán Samanes, A. (1986), Gran atlas de Navarra. Tomo i. Geografía, Navarra, Caja de Ahorros de Navarra, p. 51.
¹⁹ Donézar Díez de Ulzurrun, J. M. (1991), Navarra y la desamortización de Mendizábal, 1836-1851, Pamplona, Gobierno de Navarra, p. 108.
²⁰ Urabayen, L. (1959), Una geografía de Navarra, Pamplona, Editorial Libre, pp. 114-118, 174-175. Floristán Samanes, A. (1986), op. cit., p. 189.
²¹ De Torres, M. P. (1971), La Navarra Húmeda del Noroeste. Madrid, Instituto de Geografía Aplicada del Patronato Alonso de Herrera, CSIC, pp. 15-22; Floristán Samanes, A. (1986), op. cit., pp. 75-83, 156-181; De Sollube, I. (1969), Geografía del País Vasco. Tomo i, San Sebastián, Editorial Auñamendi, pp. 175-177.
²² Urabayen, L. (1959), op. cit., pp. 60, 122-132.
²³ En adelante, también, AGN.
²⁴ Idoate Ezquieta, C., y Segura Moneo, J. (1985), Inventario del Archivo Histórico de Protocolos Notariales de Navarra, Pamplona, Gobierno de Navarra. p. 10.
²⁵ Notarías de Bera, Etxalar, Goizueta, Ihaben, Leitza, Lekunberri, Lesaka, Lizaso y Santesteban. También se han revisado las de Etxarri-Aranatz, Pamplona, Uharte-Arakil y Villava. La notaría de Burguete se ha consultado para verificar si la cercanía de esta localidad a Francia propició que hubiera más emigrantes.
²⁶ Se han consultado varios periódicos y revistas del siglo xix: El Eco de Navarra (1876-1913), El Arga (1879-1881), El Tradicionalista (1886-1893), El Liberal Navarro (1886-1893), La Lealtad Navarra (1888-1897), El Aralar (1894-1897), Heraldo de Navarra (1897-1898), Diario de Navarra (1903- ). Imbuluzqueta Alcasena, G. (1993), Periódicos navarros en el siglo xix, Pamplona, Gobierno de Navarra, pp. 170-171.
²⁷ Azcona Pastor, J. M. (2011), El ámbito historiográfico y metodológico de la emigración vasca y navarra hacia América, Vitoria, Gobierno Vasco. Se celebró el Segundo Congreso General de Historia de Navarra, dedicado a América, el estudio «Navarra y América», publicado por la Fundación Mapfre y la obra del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, con el trabajo de García-Sanz Marcotegui. Miranda Rubio, F. (1992), «La emigración de Navarra a América en el siglo xix: las condiciones generales», Navarra y América, Madrid, Fundación Mapfre, pp. 293-319; Imízcoz Beunza, J. M. (1992), «Los navarros y América: motivos de ida, efectos de vuelta», Navarra y América, Madrid, Fundación Mapfre, pp. 321-398; García-Sanz Marcotegui, A. (1992), «La emigración navarra a América a través de la publicística (1877-1915)», en Vives, P. A., Vega, P., y Oyamburu, J., Historia general de la emigración española a Iberoamérica, vol. 1 y 2, Madrid, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, pp. 409-441.
¿Por qué emigraron?
Las causas que motivaron la salida hacia América han sido estudiadas desde que se inició el fenómeno y entre los investigadores no hay discrepancias de calado al respecto.²⁸
Por un lado, los llamados factores de «expulsión», que fueron decisivos para que miles de españoles abandonaran su tierra y emprendieran el viaje hacia América. Entre ellos, en el caso de Navarra, destacan las guerras que asolaron el territorio, con todas sus consecuencias, como epidemias, enfermedades, pobreza o miseria, además de la inestabilidad política registrada en los periodos entre estos conflictos.²⁹ El sistema de quintas también provocó el éxodo de jóvenes, que huían de prestar el servicio militar, así como el sistema de herencia vigente en gran parte de Navarra. A esto hay que añadir los cambios en la legislación a lo largo del siglo xix que facilitaron la salida hacia el Nuevo Mundo.
Por otro lado, importan los factores de «atracción», que influyeron en la elección de uno u otro destino. En este sentido, se debe poner el énfasis en la legislación y las políticas migratorias que fueron estableciendo las repúblicas americanas para atraer emigrantes, así como las posibilidades de «mejorar fortuna» y el efecto llamada de los familiares y amigos que ya se encontraban en América, que acabaron conformando las conocidas cadenas migratorias.³⁰
En 1866 la prensa refería habitualmente dos causas como motivadoras de la emigración: la pobreza y el espíritu aventurero.³¹ Esta última, también llamada «impulso atávico», fue destacada por otros autores como factor de expulsión de vascos y navarros, aspecto que se enmarca en un contexto decimonónico romántico en el que se exaltaba a los emigrantes como aventureros y héroes. Como se dirá más adelante, con las fuentes disponibles para la realización de este estudio no es posible contrastar esa apreciación.³²
A estos factores habrá que añadir la historia personal de cada emigrante, que sería fundamental a la hora de tomar la decisión de emigrar.
Factores de expulsión
La estructura de la propiedad de la tierra y el sistema de herencia
El sistema de herencia imperante en la zona norte y gran parte de la Media de Navarra dejaba todos los bienes de la familia al hijo mayor o a aquel que se escogiera como heredero.³³ Los demás hijos quedaban, de alguna manera, desprotegidos al no contar con un techo bajo el que vivir y sin un medio de vida claro, ya que generalmente la casa se heredaba junto a la explotación que tuviera la familia. En esta zona de Navarra, además, era muy difícil ampliar los terrenos cultivables, por lo que se prefería no dividir las propiedades.
Esta forma de herencia se ha trasladado a los testamentos durante siglos.³⁴ En ellos se observa cómo el padre escogía un heredero, el que fuera de su elección, dejando a los demás hijos la legítima.³⁵ Para estos últimos, quedaban otros destinos: el matrimonio con una mujer que heredase una casa, el sacerdocio, la administración, el ejército o la salida a América u otras provincias limítrofes, que ofrecieran, quizás, más posibilidades de estabilidad económica.³⁶ De cualquier forma, y mientras no cambiasen su estado civil, por lo general podían vivir en la casa de la familia. Para las mujeres la salida más común era la de contraer matrimonio y pasar a la casa de su nueva familia.
Vázquez de Prada ya apuntaba esta como una de las causas importantes de salida de población navarra hacia América. Seguía a Julio Caro Baroja, quien hablaba de la «severa legislación familiar»:
[…] vigente en el territorio vasco-navarro, en virtud del cual el patrimonio debía permanecer indivisible, de manera que recayera en un único heredero elegido por los padres. […] La estructura familiar, basada en la casa vecinal con su hacienda, inseparables e indivisibles, restringía el aumento de la población, que no era posible sino mediante la construcción de una nueva casa que conllevara el apreciado derecho de «vecindad».³⁷
Las quintas
La Ley de Modificación de Fueros de 1841, la denominada Paccionada, confirmó la obligatoriedad de prestar el servicio militar en Navarra, al igual que en las demás provincias de España.³⁸
Siendo obligación de todos los españoles defender la Patria con las armas en la mano cuando fueren llamados por la Ley, Navarra, como todas las provincias del Reino, está obligada, en los casos de quintas o reemplazos ordinarios o extraordinarios del Ejército, a presentar el cupo de hombres que le corresponda, quedando al arbitrio de su Diputación los medios de llenar este