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Mis andanzas por el camino portugués
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Libro electrónico249 páginas3 horas

Mis andanzas por el camino portugués

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Información de este libro electrónico

La ruta más antigua y concurrida del Viejo Continente es el Camino de Santiago de Compostela, que comenzó con el rey de Asturias Alfonso II, el Casto, quien realizó su primer recorrido desde Oviedo a Iria Flavia en el año 813 para conocer el sepulcro recién descubierto del apóstol Santiago. Desde entonces, innumerables peregrinos de todo el mund

IdiomaEspañol
Editorialibukku, LLC
Fecha de lanzamiento26 dic 2023
ISBN9781685745974
Mis andanzas por el camino portugués

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    Mis andanzas por el camino portugués - Vicente Cabán

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    MIS ANDANZAS

    Por el Camino Portugués

    Vicente Cabán

    Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.

    El contenido de esta obra es responsabilidad del autor y no refleja necesariamente las opiniones de la casa editora. Todos los textos e imágenes fueron proporcionados por el autor, quien es el único responsable por los derechos de los mismos.

    Publicado por Ibukku, LLC

    www.ibukku.com

    Diseño de portada: Ángel Flores Guerra B.

    Diseño y maquetación: Diana Patricia González Juárez

    Copyright © 2023 Vicente Cabán

    ISBN Paperback: 978-1-68574-596-7

    ISBN Hardcover: 978-1-68574-598-1

    ISBN eBook: 978-1-68574-597-4

    Índice

    Dedicatoria

    Agradecimientos

    Capítulo 1: El Camino de Santiago de Compostela

    Capítulo 2: Entrenamiento-primera fase

    Capítulo 3: Entrenamiento-segunda fase 

    Capítulo 4: Lisboa 

    Capítulo 5: Sintra 

    Capítulo 6: El bautismo

    Capítulo 7: De Alberca do Ribatejo a Azambuja

    Capítulo 8: De Azambuja a Tomar

    Capítulo 9: De Tomar a Coímbra

    Capítulo 10: De Coímbra a Águeda

    Capítulo 11: De Águeda a São João da Madeira

    Capítulo 12: De São João da Madeira a Oporto

    Capítulo 13: De Oporto a Apúlia

    Capítulo 14: De Apúlia a Caminha

    Capítulo 15: De Caminha a Baiona

    Capítulo 16: De Baiona a Redondela

    Capítulo 17: De Redondela a Angueira de Suso

    Capítulo 18: De Angueira de Suso a Santiago de Compostela 

    Capítulo 19: De nuevo en el Camino 

    Capítulo 20: De Betanzos a Santiago de Compostela 

    Mapa de caminos recorridos

    Dedicatoria

    Dedico este trabajo a Rufina Rodríguez Ramos , la heroína de los caminantes en Puerto Rico y ejemplo a emular por TODOS los peregrinos que hemos cruzado las calzadas de Santiago de Compostela y otras partes del mundo. A sus noventa y cinco años, Rufi sigue siendo mi estrella, al igual que la de muchos en la vía. La legendaria gigante de las paletas sigue dejando grandes huellas en el camino que servirán de Campus Stellae para que venideros peregrinos se guíen.

    También quiero dedicar este libro a nuestro Raúl Lima, el siempre recordado «peregrino de la bota con vino». Humildemente, este viandante, con su ejemplo, ha sido modelo de lo que es ser un respetable caminante. Gracias, amigo, por dejar huellas para que pudiera ser guiado.

    Agradecimientos

    Agradezco a mi esposa Mairy por su cooperación y apoyo para la realización de esta obra. Fueron muchas las horas que estuvo a mi lado y en vigilia pendiente para que el trabajo se diera en un ambiente favorable y de altura. Su sacrificio, colaboración y asistencia marcaron la diferencia.

    También agradezco al Dr. Francisco Del Río por animarme a escribir sobre «mis huellas del Camino». El amigo caminante estuvo muy pendiente de mis andanzas para que no perdiera el interés en plasmar mis memorias de la vía. El compañero Del Río siguió todos mis pasos por el Camino y se aseguró de que, de forma remota, tuviera el calorcito isleño y la compañía de mis amigos durante la larga jornada, para que me sirvieran de estímulo y no me faltara la inspiración. Sus provocaciones me tentaron para que pudiera visualizar al jíbaro de Cibuco haciendo cosas extraordinarias.

    Además, quiero agradecer a mis compañeros caminantes, quienes, con mucho entusiasmo, frases enaltecedoras y vítores lograron que me mantuviera en vilo durante mi largo caminar. Ellos fueron el motor de mis sendas y la inspiración para seguir adelante.

    Finalmente, quiero agradecer a Xiomara Pernía de Márquez por su ayuda y colaboración en la creación de este libro. Su asistencia, consejos y correcciones en la producción de la obra facilitaron mis esfuerzos en la producción de esta. Sin su asistencia hubiera sido imposible la realización de este trabajo.

    Capítulo 1: El Camino de Santiago de Compostela

    El Camino de Santiago de Compostela es una red de caminos que utilizan peregrinos de todo el mundo para trasladarse a la gran catedral de Santiago de España, donde se cree que descansan los restos del apóstol Jacobo (mejor conocido como Santiago en España). Se estima que existen alrededor de doscientos caminos que terminan en el santuario donde se encuentran los restos del Apóstol. A la par, se piensa que existen otras rutas que conducen a Santiago que aún no se han descubierto.

    Aunque muchos caminos van a la gran catedral, hay solo un puñado de estos que son los más usados por peregrinos de todo el mundo. Entre los más notorios se encuentran: el Camino Francés, el Portugués, el Inglés, el Sanabrés, el Mozárabe, Vía de la Plata, el Primitivo, el Norte, el Salvador y el de Invierno, entre otros. A pesar de que estas son las vías más populares, algunos andantes recorren otros caminos menos conocidos, los que son considerados por peregrinos que los caminan de más reto, mejores paisajes, ideales para la meditación y el viaje de introspección que persiguen estos caminantes, y más en sintonía con la naturaleza en su estado natural. Los desafíos en estos caminos menos conocidos son muchos, pero la satisfacción de poder sentirse parte del medio ambiente compensa con creces los sacrificios emprendidos por los peregrinos.

    Uno de los grandes retos que enfrenta el peregrino de hoy, quien ha optado por escoger una vía poco conocida, es la pobre señalización que existe en áreas desconocidas. Hasta mediados de los años setenta, el Camino de Santiago de Compostela carecía de señalizaciones. No fue hasta el mil novecientos ochenta y cuatro que las flechas amarillas, proyecto iniciado por el párroco de O Cebreiro Elías Valiña Sampedro, comienzan a aparecer en el Camino Francés. O cura do Cebreiro se dio a la tarea de marcar, con flechas amarillas, el Camino Francés, desde Roncesvalles hasta Santiago de Compostela. Aunque la mayoría de los caminos más conocidos están muy bien señalizados con flechas amarillas, mojones, conchas de vieiras, carteles y montículos de piedra que indican la dirección hacia la catedral de Santiago, los recorridos menos conocidos carecen de señales, lo que dificulta a andantes de rutas menos populares llegar hasta su destino en Galicia, comunidad autónoma de España.

    Los peregrinos, que son caminantes de rutas poco transitadas o conocidas, tienen que valerse por otros medios para encontrar la calzada a la catedral. Al igual que lo hacían peregrinos medievales, los andantes de caminos oscuros se guían por las estrellas, siguiendo la ruta de la Vía Láctea, miliarios (piedra miliar romana; o columna cilíndrica; oval o rectangular, localizada al borde de las calzadas con el propósito de señalar las distancias de cada milla romana), la salida y puestas del sol, y la sombra de sus cuerpos, por las cuales podían deducir puntos cardinales en el camino. Aunque, en honor a la verdad, en la actualidad, algunos de estos peregrinos usan sistemas GPS como alternativa socorrista.

    Fueron algunos de estos métodos antiguos los que usaron los peregrinos que hicieron el primer camino desde Oviedo hasta Iria Flavia, cerca de Padrón. El primer peregrino de la historia del Camino fue el rey Alfonso II El Casto de Asturias; después de que se descubriera la tumba del Apóstol en el año ochocientos trece por un ermitaño de nombre Pelayo, quien guiado por unas luminosas estrellas descubrió el sepulcro en el bosque de Libredón y notificó a Teodomiro, obispo de la localidad, su descubrimiento. El patriarca, luego de examinar y estudiar la tumba, determinó que se trataba del sepulcro y los restos del Apóstol. Después de autenticar la tumba del santo, el obispo avisó al rey Alfonso II sobre el hallazgo. El rey asturiano hizo el peregrinaje hasta la tumba de Santiago para corroborar su legitimidad. Luego de verificar el sepulcro del Venerable, el rey mandó construir un gran templo en la zona de campus stellae (camino de las estrellas), que sirvió como cimiento para lo que más tarde se conoció como la catedral de Santiago de Compostela. El soberano mandó a trasladar los restos del Apóstol y sus discípulos al nuevo templo. Es aquí donde se dice se encuentra la tumba del apóstol Santiago.

    De esta manera, el primer viaje del rey Alfonso II a Iria Flavia, hoy una aldea del municipio de Padrón en la provincia de La Coruña en España, marcó el comienzo de una peregrinación que más tarde se llamó el Camino de Santiago de Compostela. Simbólicamente, el rey de Asturias fue el primer peregrino de este camino. Otros caminantes comenzaron a recorrer las diferentes vías desde otras partes de España para visitar el sepulcro del Apóstol, estableciéndose así una red de rutas que culminan en la catedral de Santiago de Compostela. Hoy en día, muchos caminos surgen fuera de la península ibérica, pero todos culminan en la plaza del Obradoiro frente a la gran catedral, sede del sepulcro de Santiago.

    Uno de tantos caminos que componen el Camino de Santiago de Compostela.

    Asimismo, son muchos los peregrinos de diferentes partes del mundo que llegan a esta plaza actualmente. Por algunos años, el Camino estuvo casi paralizado debido a la pandemia del COVID-19. Durante ese tiempo, eran escasos los peregrinos que recorrían las distintas vías que llegaban a la gran plaza del Obradoiro. Peregrinos extranjeros fueron excluidos de hacer el Camino y solo a un puñado de ciudadanos locales se les permitió, por tiempo limitado, hacer parte del recorrido en algunos caminos.

    Después de la pandemia, sin embargo, se abrió el Camino a extranjeros y el flujo de peregrinos creció dramáticamente. Antes de la contagiosa enfermedad llegaban a la Plaza alrededor de mil quinientos peregrinos diarios. En la actualidad están llegando a la catedral más de dos mil quinientos caminantes diariamente. El número de personas que llega a la ciudad continúa en ascenso y al parecer esta tendencia va a continuar aceleradamente.

    Estas cifras no incluyen el Año Jacobeo, cuando más personas llegan a la catedral. Durante ese año, es posible que el número de personas que llegan a Santiago se multiplique. El Jacobeo es un período que es parte de los Años Santos Compostelanos. Estos años santos ocurren cada veinticinco de julio, cuando se celebra el festival de Santiago y cae en domingo. Esto sucede solamente catorce veces cada siglo. Durante este tiempo, al ser año Jacobeo y celebrarse el festival de Santiago, la iglesia abre sus puertas y tiene la potestad de ofrecer indulgencia absoluta a sus religiosos. Así, el creyente queda absuelto de sus pecados.

    La indulgencia, sin embargo, tiene ciertas condiciones, que el practicante debe cumplir para poder ser absuelto de pecados. Una de estas condiciones, impuestas a los creyentes es visitar la catedral de Santiago de Compostela. Son muchos los religiosos que visitan la iglesia de la ciudad para cumplir con esta condición durante el Año Jacobeo. Otro requisito impuesto a los católicos practicantes que buscan ser absueltos de pecados es pedir por las intenciones del Papa. Los fieles también deben recibir los sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía. En otras palabras, deben confesar y comulgar quince días antes o después de la visita a la catedral.

    Son muchos los peregrinos creyentes que llegan a Santiago durante el año especial buscando indulgencia para sus pecados. Sin embargo, los peregrinos a pie no son los únicos que llegan a la catedral buscando el perdón de sus faltas. Hay una gran cantidad que llega a Santiago por aire, en trenes, autobuses, automóviles, a caballo y en bicicleta. Normalmente, la estadía en Santiago de Compostela durante un Año Jacobeo es difícil en la ciudad. Las facilidades para pernoctar en la urbe se dificultan y los servicios a los visitantes a la localidad escasean. Teniendo en cuenta que el número de peregrinos a Santiago ha crecido exponencialmente, para el próximo año santo compostelano, en 2027, será un periodo difícil. Lo mismo ocurrirá para los años santos compostelanos en el futuro.

    Por otra parte, los peregrinos que llegan a Santiago en periodos que no son Años Santos Compostelanos tienen diferentes motivos para hacer el Camino. Para estos peregrinos, llegar a Santiago muchas veces no es lo más importante. Las andanzas en el camino son de mucha jerarquía, a veces más importantes que la culminación del viaje. Se estima que solo un treinta por ciento de los peregrinos hacen el Camino por motivos religiosos. Estos son los fervientes caminantes que inmutablemente se apegan a todas las normas, ritos y ordenanzas de la religión católica. Su afecto por la tradición y creencias de la iglesia es notable durante todas las etapas del Camino. Visitan templos, van a misa, comulgan, rezan por diferentes personas o razones, etc. Sin embargo, la culminación y celebración máxima de estos religiosos es, por supuesto, llegar a la catedral para poder abrazar al Santo.

    El abrazo al Santo representa el fin del Camino. Es costumbre que los peregrinos que llegan a la catedral abracen una estatua de más de ochocientos años situada tras el altar mayor. El abrazo tal vez represente el encuentro con Dios, con uno mismo o con su fe; es el momento de agradecer al Santo por la ayuda recibida en el Camino y poder haber cumplido con el peregrinaje.

    Hay otros creyentes que no son tan devotos, pero que tienen el mismo objetivo de llegar a la meta para abrazar al Santo y cumplir así con sus mandatos de la peregrinación. De estos se estima que hay una mayoría de católicos no practicantes que siguen las reglas y normas de la Iglesia.

    Por otra parte, un buen número de personas que no están afiliados a la Iglesia católica hacen el Camino por diferentes razones. De estos podríamos mencionar a los espirituales, pero no religiosos, quienes aprovechan la energía del Camino para meditar, encontrarse y conocerse en un ambiente sobrenatural. Otros peregrinan por razones históricas, ya que el Camino es un libro abierto sobre la historia europea que comprende datos, anécdotas, leyendas y cuentos de siglos de historia medieval y contemporánea. Algunos viandantes hacen el Camino simplemente por curiosidad. No obstante, cualquiera que sea la razón para caminar cientos de kilómetros y llegar a la catedral, el viaje principal es hacia uno mismo. Tal vez sin intención, o quizás adrede, el peregrino encuentra en el Camino el vehículo perfecto y las condiciones para meditar, ponderar, recapacitar, pensar sobre su vida y la relación de esta en su entorno.

    Al final, quizás esta armonía con la naturaleza es la que atrapa a la persona para que tenga que volver al Camino repetidas veces. Cuando el peregrino es enganchado al Camino, es difícil soltarse de él. No sé cómo, dónde, ni cuándo, pero de alguna forma el Camino me agarró y hasta ahora no he podido soltarme de él. Es por ello por lo que por décima vez he regresado a recorrer campos diferentes y experimentar nuevas aventuras.

    Esta vez, el destino escogido es un camino poco transitado por peregrinos cotidianos. Aunque la información sobre el Camino es escasa y de poca credibilidad, contra todos los pronósticos escogí caminar los seiscientos treinta kilómetros del Camino Portugués desde su comienzo en Lisboa hasta la catedral de Santiago. Sabía que el recorrido iba a ser contra viento y marea, puesto que debido a la pandemia no había hecho ninguno de los caminos de Santiago de Compostela en más de cinco años. Como si todo esto fuera poco, ya había cumplido setenta y siete años y algunos escépticos pensaban que no era sabio emprender una odisea de esta magnitud teniendo ya algunos añitos. No obstante, pensaba que, si había logrado hazañas semejantes anteriormente, ¿por qué no podía hacer lo mismo en esta ocasión? La mente es muy poderosa, pensaba yo, y todo lo puede.

    Capítulo 2: Entrenamiento-primera fase

    Aunque la mente lo puede todo, era necesario una preparación física extraordinaria para un camino excepcional. Mi rutina diaria consistía en caminatas de once kilómetros por carreteras sumamente llanas sin mucho o ningún esfuerzo. Debía añadir una práctica de caminatas por áreas que fueran semejantes a las que me proponía caminar. Lamentablemente, no hay muchos lugares en Puerto Rico que tengan una temperatura similar

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