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Somos para la oscuridad
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Libro electrónico100 páginas1 hora

Somos para la oscuridad

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Información de este libro electrónico

doce relatos de terror protagonizados en su mayoría por mujeres jóvenes o niñas reflejan una profunda insatisfacción con la realidad que habitan, historias pobladas por recuerdos y son narradas desde voces que evocan infancias rotas, quebrantadas por distintos tipos de violencia, un caleidoscopio de miradas sobre sucesos sobrenaturales que forman parte de mundos similares al nuestro.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento18 abr 2024
ISBN9786078819478
Somos para la oscuridad
Autor

Daniela Villarreal Grave

Es columnista en Chicago Tribune en Español. Becaria FONCA en Novela (2021-2022). Licenciada en Medios Audiovisuales por la UABC. Su cuento La casa de Amalia, se publicó en la antología: Afuera de esta compuerta el abismo me acecha (Ediciones del olvido). Ha publicado su primera novela de ciencia ficción, por entregas: Otro mundo está viendo, en Chicago Tribune en Español. Sus cuentos y poemas han sido publicados en revistas como: Espejo Humeante, Penumbria, Gramanimia, Juguete Rabioso, Revista Literaria Monolito, El perro #19 y Revista Autarquía #5. Becaria en Literatura durante el Festival Cultural Interfaz; Culiacán, Sinaloa, México (2017).

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    Somos para la oscuridad - Daniela Villarreal Grave

    Portada

    Colección de narrativa breve

    No. 27

    Somos para la oscuridad

    Colección: La nave insólita, número 27

    Primera edición, octubre 2023

    Primera edición digital febrero 2024

    Ciudad de México

    Edición: Anaïs Blues y Luis Flores Ramos

    Diseño de colección: Víctor Mendoza

    D.R.© Daniela Villarreal Grave

    D.R.© La Tinta del Silencio, 2024

    latintadelsilencio@gmail.com

    www.latintadelsilencio.com

    ISBN: 978–607–8819–47–8

    Se puede difundir de manera parcial esta obra sin fines de lucro, con el consentimiento de su autora y/o editores.

    A mis padres: Luz y Luis,

    que con su resplandor han iluminado mi camino.

    Índice

    Presentación: Contemplar la negrura

    El alumbramiento

    Las flores que habitan la neblina

    La noche del crucificado

    El idioma de los peces dorados

    El fuego camina conmigo

    Las partículas que jamás se tocan

    Somos para la oscuridad

    Ríos de tierra roja

    ¡Que te habite el infierno!

    Donde alumbran las luciérnagas

    Pata de cabra

    Todos los tipos de estruendo

    Rapaces nocturnas

    Semblanza

    Contemplar la negrura

    La publicación de un libro de cuentos siempre será una alegría. Cuando estas historias pertenecen, además, a la literatura de género, es una doble celebración. Entre los muchos motivos para lo anterior, los principales son la amplia tradición cuentística en nuestro país explotada sobre todo desde el siglo pasado; otra razón es que la literatura de género, tan vilipendiada desde sus inicios, ha ganado el lugar que le corresponde entre las letras y va ganando cada vez más espacios y lectores.

    Con este preámbulo, me dispongo a abordar el libro en cuestión: Somos para la oscuridad, de mi querida amiga y colega Daniela Villarreal Grave. Estos doce relatos protagonizados en su mayoría por mujeres jóvenes o niñas reflejan una profunda insatisfacción con la realidad que habitan. Estas historias están pobladas por recuerdos y son narradas desde voces que evocan infancias rotas, quebrantadas por distintos tipos de violencia. Son un caleidoscopio de miradas sobre sucesos sobrenaturales que forman parte de mundos similares al nuestro.

    Vasos comunicantes ligan a los distintos personajes, entre los que destacan las figuras que representan al arquetipo de la bruja y las mujeres que encarnan diversas y complejas maternidades. Entre las temáticas están el anhelo, la pérdida, el duelo, las metamorfosis, la magia.

    El alumbramiento, primer cuento de este libro, es una bienvenida espléndida al mundo ficcional de la autora: la protagonista busca, a toda costa y por todos los medios posibles, concebir a una niña, pues su cuerpo rechaza todo lo masculino.

    El idioma de los peces dorados narra la historia de una mujer que recuerda su infancia y las primeras experiencias al tener visiones en su mayoría catastróficas y cómo, al querer evitarlas, algo peor sucede. Finalmente acepta su don a pesar de las consecuencias: al contrario de querer huir o evitar ese nuevo sentimiento, lo abracé, como quien se arroja a arder en una oscuridad que mastica y florece.

    Donde alumbran las luciérnagas describe una estirpe de mujeres sabías y poderosas, sanadoras que son discriminadas y rechazadas a pesar de dedicarse a curar a otros.

    Lo onírico, lo fantástico, lo místico, el folclore, las leyendas y una creatividad propositiva dan forma a este libro. Daniela, en estas primeras historias breves, forja un estilo propio, sombrío, que refleja sus obsesiones e intereses y cómo logra entretejerlos en atmósferas ominosas para ofrecer, así, un terror renovado que pertenece, sin duda, al ya denominado gótico mexicano.

    Lola Ancira

    Realmente, el mundo está poblado de brujas;

    unas más benignas,

    otras más implacables;

    pero el reino no sólo de la fantasía,

    sino el de la realidad evidente

    pertenece a las brujas.

    Reinaldo Arenas

    El alumbramiento

    Los mundos se hicieron llenos de monstruos y demonios

    Anaïs Nin

    I

    Escuchas el silbido del viento crear un eco en las piedras del cerro. El crepitar de las ramas secas de la escasa vegetación, te recuerda a la marea y el rugir del mar.

    Es martes de luna llena. La señora Cleo —o como la llaman todos: la Señora del Bosque— te ha dicho que esperaras a esa fecha para dormir en las faldas del Cerro Prieto, envuelta en un manto de muerte.

    Cerro Prieto es un volcán dormido que ha partido la tierra en sismos, pero no hay humanos vivos que lo hayan visto florecer. Para muchos, es un simple cráter en el que los niños juegan a trepar y las mujeres desesperadas le ofrecen sacrificios como a un dios.

    Te preguntas qué tan difícil puede ser dormir en un monte plagado de niebla y desierto. Pero el instinto también te obliga a preguntarte si la sangre de ese pobre animal que se ha sacrificado —al que no te atreviste a matar— encima de tu vientre y de tus pechos, logrará ese embarazo que, por años, has buscado; el mismo que hará que tu esposo Roberto por fin deje de huir de la casa los fines de semana y te deje en un trance de vacío, con atracones de comida en el refrigerador.

    Tú culpas al ginecólogo, el doctor Suárez —impuesto por Roberto a petición de tu suegra, debido a que sus dos hijos fueron traídos al mundo bajo su cuidado— por su sugerencia de aumentar de peso.

    Es verdad que ahora tu cuerpo no es el mismo, los múltiples embarazos te han dejado mutilada; sabes que a Roberto ya no le encanta mirarte cuando, por costumbre o norma, intenta cumplir su trabajo como germinador. Piensas que Roberto es desagradecido contigo y con tu vientre, que se prepara para darle vida al hijo de los dos. Pero el doctor Suárez le ha metido en la cabeza que es tu culpa no lograr el nacimiento, porque según su criterio, tu cuerpo no es un ambiente seguro para un feto, debido a tu bajo porcentaje de grasa corporal.

    II

    El dolor punzante te recorre la espalda como el mordisco de un animal carroñero. No ves el momento de llegar a la lámpara, pero Roberto, otra vez, la desconectó porque dice que le estorba para dormir, aunque a ti te sirve con tus lecturas nocturnas. Lo hizo, aun cuando le dijiste que hasta después del primer trimestre te asusta dormir con la luz apagada.

    Te parece tan egoísta, con su rostro sumergido en sueños, con aquella pesadez que a ti se te antoja para un homicidio. Después de todo, no sería el primero que deja de existir a los pies de tu cama, en total oscuridad, mientras te sabes indefensa e incapaz de protegerlo y reconoces tu cuerpo como un intruso dentro de ti.

    Sientes las piernas mojadas, pero ya van varias noches que el sueño traicionero de un baño y beber demasiada agua te obligan a cambiar las sábanas por la mañana: humedad, miedo, líquido amarillento, y vuelve la tranquilidad.

    Sabes que esta vez es distinto porque tú lo sientes venir. El dolor que rasga dentro de tu útero como si se aferrara a perpetuar su existencia, te debilita.

    En medio de ese temor, recuerdas cuando tu madre dijo que antes de tu nacimiento, y previo a los dolores, estaba lista para que murieras; quería regresar el tiempo, que su vientre desapareciera porque que el vago sueño de criar a un hijo le quemaba los pechos. Pensaste que por eso no te alimentó, porque temía perder su forma de juventud. Siempre sentiste que te lanzó al mundo desprotegida, en aquel silencio donde

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