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Señora de la noche
Señora de la noche
Señora de la noche
Libro electrónico136 páginas1 hora

Señora de la noche

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Información de este libro electrónico

Señora de la noche transparenta la luminosidad del poder de la mujer. Osiris Gaona difumina en el mapamundi de sus relatos la injusticia infligida ante la que dice “¡Basta!”, la madurez
de la autosuficiencia reflexiva en el actuar de sus personajes,
la humildad ante el valor del entorno vivo aunque invisible
y silente para los humanos, la osadía
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento28 jul 2022
ISBN9786079989217
Señora de la noche
Autor

Osiris Gaona

Doctora en ciencias biológicas y especialista en murciélagos y microbiota de vida silvestre, Osiris Gaona creó y dirige Soluciones Ambientales Itzeni, asociación preocupada por la naturaleza y el medio ambiente. La oriunda del Distrito Federal, guerrerense por designio paterno, se congratula de que i969 fuera para ella "año maravilloso para nacer", pues el ser humano pisó por primera vez la luna. Su orgullo mayor son sus hijas, Fandilla e Itzayana.

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    Señora de la noche - Osiris Gaona

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    Señora de la noche

    Osiris Gaona

    Primera edición: 2022

    ISBN: 978-607-99892-1-7

    DR © HagoLibros.

    La Quebrada 207, Narvarte, Benito Juárez, 03023, CDMX.

    hagolibros@gmail.com | hagolibros.com

    Imagen de portada:

    Edel Álvarez Galbán, La Habana, Cuba, 1967. Reside actualmente en San Petersburgo, Florida, Estados Unidos. Doctor en medicina, estudió escultura en el Taller Poligráfico de Ciudad de La Habana y como pintor ha realizado numerosas exposiciones personales y colectivas en México y Estados Unidos de Norteamérica.

    Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio sin previa autorización de la autora.

    Conversión gestionada por:

    Sextil Online, S.A. de C.V./ Ink it® 2022.

    +52 (55) 52 54 38 52

    contacto@ink-it.ink

    www.ink-it.ink

    Page_3.jpg

    Ilustración: Itzayana Furlan Gaona

    Detente, sombra de mi bien esquivo,

    imagen del hechizo que más quiero,

    bella ilusión por quien alegre muero,

    dulce ficción por quien penosa vivo.

    Sor Juana Inés de la Cruz

    A mi estirpe femenina:

    Marías, Fandila, Carmina, Diana, Fátima,

    Fandilla-Marie, Itzayana, Cristinas,

    Luana, Alondra y Amaia

    A sus

    llantos, sueños,

    colores, olores,

    energía y amor

    que nos unen.

    Prólogo

    Osiris Gaona: tantear la noche en busca de historias y estrellas

    Desde que comenzó a escribir sus cuentos, Osiris no tuvo necesidad de parecerse a nadie. Apenas con el primero ya era ella. Ya estaba metida entera en las cristalinas oscuridades de los cenotes de la península de Yucatán, pero no solo para ir detrás de los murciélagos que estudia con dedicación científica, sino para inmiscuirse en esos reservorios de agua y de tiempo. Allí, en lo oscuro, la claridad adquiere un sentido, cuando ella, aprovechando los poquitos de luz que se filtran, saca de las sombras sus historias. Este libro, por tanto, es una manera de ahondar en un mundo que se insinúa en raíces y estalactitas, y en ella, en sus propios escalofríos, en sus imaginaciones y vivencias, en su infancia bordada por las manos de su abuela, o, incluso, en ese tintineo lejano con que gotean las palabras que salen del Chilam Balam de los mayas. Pareciera como si todo lo que es camino o sueño, saboreado con gusto en sus cuentos, estuviera signado por la impronta de su quehacer profesional.

    En la oscuridad no se ve. De ahí que su narración postule, en ese mirar para adentro, el acto de imaginar. Es decir, cuenta la emoción que en ella se asoma cuando comunica su experiencia de extrañamiento, de lo que, como no se explica, hay que darle sentido con la imaginación. Es la poética de sus cuentos, una búsqueda que se afinca no solo en lo que se oculta, abajo, en los corales, sino también arriba, en la noche del cosmos. No hay que olvidar que vivimos en un tiempo en que, buscando los orígenes del universo en los agujeros negros, descubrimos singularidades que alteran la magia de los sucederes. Nada escapa. A su negrura nada escapa, ni la luz. Pienso que algo así debió ocurrirle a Osiris con su libro de cuentos Señora de la noche: buscándose a sí misma descubrió claridades que, desde los tiempos del meteorito que acabó con los dinosaurios, se las había tragado la tierra. Tal vez, porque, por ser mexicana, bióloga, especialista en darle sentido a todo lo que vive en lo oculto, gusta de servirnos en el mismo plato la noche con sus estrellas. Así son sus cuentos. Porque ella misma también es así: maga, bruja, atrevida. Inventa con sus pasos el camino. Y lo mejor, nos lleva, nos pone, junto con ella, a perpetrar, en lo oscuro de nosotros mismos, la luz que no veíamos. Esa es su manera. Con ella el susto de lo hermoso se vuelve inolvidable.

    Froilán Escobar

    Tiza negra

    Presa en esta celda. Nubes salobres danzan en mi cerebro. El capitán fue enfático en castigar al que me maltratara. Crecí con Rosales. Nuestras madres murieron siendo esclavas. Valían más tres caballos que ellas juntas. Las salvaron sus muslos firmes, dientes brillantes y pechos altivos. Su destino fue Veracruz en los campos de tabaco. María y Evangelina pasaron muchos años en silencio, incluso al ser violadas. Nos unía la sangre del patrón, el odio de nuestras madres. La piel oscura engendró a dos mestizos de gran belleza. El parecido era extraordinario. Nunca pronuncié la palabra hermano, él menos. Pronto lo retiraron de las barracas húmedas donde vivíamos, fue un alivio para María. En cambio, a mi madre el infierno le crecía. Veía en sus ojos ese odio, aunque asomaba tímidamente la piedad en sus pupilas.

    Me llevó a los potreros. La luna era menguante. Llenó mis manos de hierbas y señaló adonde crecían los murciélagos y sus cuevas, los nidos del chupamirto.

    Sonrisas escondidas, cuando el patrón dejó de pasearse por las barracas. Dicen que no había un espacio limpio en su cuerpo. La carne se le desprendía. La tarde que se llevaron a mi madre olía a cerdos quemados, hubo un gran silencio. Ni en la hoguera pronunció palabra. Esa noche soñé con ella. Me dejó en la mano un carbón negro y un conjuro.

    La celda oscura huele a guano. Metano puro. Huesos de golondrinas y cucarachas vivas y muertas pueblan el piso. Anulo el pensamiento de verme en la hoguera. Sueño con bañarme en las aguas cálidas del Golfo.

    —Mulata, acércate, dame tu mano.

    Un guante blanco me entrega una tiza negra.

    —Sálvate.

    La voz se desvanece. Brisa marina inunda la celda, renovando el olor a estiércol y humedad. Una bandera blanca está atada al mástil. Las gaviotas planean.

    En la pared de la celda, dibujado, un barco…

    Bruja frusTrada

    Los de mi gremio me alucinan. Siempre he sido una bruja poco ortodoxa. Me obligan a hacer encantamientos que cambian el rumbo de lo humano. Está mal. Pero son tan idiotas, quieren modificar el destino. A ver, por qué diablos querrá alguien el amor a la fuerza. Claro que me he graduado con honores en sortilegios. Soy la primera en mi clase de herbolaria. Me fascina hacer en mi caldero diversas pócimas y embrujos. Los que prefiero son los de amor. Obvio, cuando alguno de los involucrados no se ha dado cuenta que tiene enfrente al amor de su vida. Qué ciegos son los humanos. Siento piedad por ellos, nunca están contentos con nada. Su espíritu descontento busca, busca y nunca encuentra. A veces la felicidad ha estado delante de sus ojos, por años, nunca la ven. El otro día me pasó algo curioso con unos vecinos: desde niños vivieron uno enfrente del otro, eran grandes amigos. Ella le llevaba a él sólo dos años, él la miraba a través de la luz tenue de su cuarto: veía cómo ella se desnudaba, dejaba al descubierto sus pezones pueriles, él

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