Abro la puerta de un jardín de plata y otros poemas
Por Selva Casal
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Desde sus primeros libros, Selva Casal (Montevideo, 1927-Solymar, 2020) dio cuenta de un universo muy personal. En ellos palpita el sentido trágico de la existencia entreverada con la sorpresa de estar viva desde una mirada confesional, doliente, lúcida y futurista. Dotada de una gran imaginación, su poesía hace referencia al ser humano atravesando temporalidades y espacios.
En este libro hemos decidido, de acuerdo con sus hijos Pablo y Virginia, publicar los tres últimos libros editados en Montevideo: En este lugar maravilloso vive la tristeza (2011), Biografía de un Arcángel (2012) y Abro la puerta de un jardín de plata (2016). Los títulos son bastante elocuentes acerca de dónde apunta esta poesía sagrada, entendiendo por sagrado aquello que no se puede corromper con nada, ni siquiera con el tiempo.
Se incluyen los textos de las contratapas de cada uno de los poemarios de Marosa di Giorgio, Alfredo Fressia, Ricardo Pallarés y Andrés Echevarría.
La suya es una de las voces más originales de la poesía hispanoamericana.
Concha García
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Abro la puerta de un jardín de plata y otros poemas - Selva Casal
introducción
Abro la puerta de un jardín de plata
por concha garcía
Selva Casal nació en Montevideo (Uruguay) el 11 de enero de 1927. Murió en Solymar, Departamento de Canelones, a los 93 años en casa de su hija Rosalía el 27 de noviembre de 2020.
Tuve la suerte de conocerla personalmente y de hablar con ella poco antes de que una enfermedad le impidiese comunicarse por el habla. Sin embargo, recuerdo que en su casa de Montevideo tenía varios cuadernos con poemas así como pinturas. Su faceta de pintora es quizás menos conocida, nunca dejó de crear.
Hija de María Concepción Muñoz Ximénez y del conocido poeta vanguardista de ascendencia gallega Julio J. Casal creador de la revista Casa America Galicia, luego llamada Alfar, conjuntamente con Rafael Barradas. Obra que vio su luz en Galicia, cuando se desempeñaba como Cónsul del Uruguay, tierra donde nacieron sus primeros cuatro hijos, Josefa, Marynès, Julio y Rafael Casal Muñoz.
Selva Casal fue abogada en lo penal, profesora de Derecho y Sociología, en el Instituto Normal; docente en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales en la Cátedra de Práctica Forense; Secretaria Letrada del Juzgado letrado de Primera Instancia en lo Civil, cargos que ocupó hasta ser destituida en el año 1976 por la dictadura militar a causa de la publicación del poemario, No vivimos en vano.
La poesía de Selva Casal es un grito susurrado que implora y atestigua. Cada verso respira tomando aire de su percepción, en varias ocasiones afirmaba que se valía de las palabras pero después tiraba las palabras.
Todo es presente atomizándose en instantes desordenados, transmiten misterio y conocimiento, intuición y reflexión. La lírica se evapora del poema para instalarse en la memoria y no puedes dejar de percibir, como letanías, cada uno de los versos que en su totalidad dan cuenta de una voz desgajada del personaje poético. Como ella mismo dijo en una entrevista: Nuestra voz es acaso nuestra si rompe las barreras del yo y se interna en ese bosque sin límites que es la humanidad.
Desde sus primeros libros, Selva Casal dio cuenta de un universo muy personal. En ellos palpita el sentido trágico de la existencia entreverada con la sorpresa de estar viva desde una mirada confesional, doliente, lúcida y futurista. Dotada de una gran imaginación, su poesía hace referencia al ser humano, atravesando temporalidades y espacios.
Cada verso late como parte de una oración interminable donde atestigua la infinita capacidad de destrucción del ser humano en una vivencia paralela entre el sueño y la vida cotidiana y se alcanza a vislumbrar una realidad pautada con nuevos conocimientos a través de la presencia de Dios. La sustancia de su poesía se afirma en aquellos tiempos ya idos, como si cada vez que se nombran nacieran de nuevo y rotan en un infinito reguero de infancias.
En su escritura sobrevuelan cosmos, genes, ángeles, días y noches, la muerte y la niñez. Inclasificable y única, cada libro merodea alrededor de los mismos temas: amenazas a causa de la globalización, el cambio climático, duelo por la pérdida de seres queridos, tentativas de regreso a la niñez. Como ella misma dice: El poeta no escribe para endulzar, ni para solucionar, escribe porque la poesía es. El tiempo de desamparo es probable que se ahonde incluso en la poesía porque somos partícipes de todo el acontecer del universo. Pertenecemos al mundo, por eso la indiferencia es una mala palabra. No podemos ser indiferentes ni aún frente a la indiferencia.
Poeta dotada de una voz oracular, entre sus primeros y últimos poemarios hallamos una original circularidad tanto temática como rítmica. La poeta vive entre la fatalidad, el amor y la destrucción rompiendo las barreras del yo e integrándose en las voces imaginarias de la humanidad.
Sorprende su capacidad metafórica. En la poesía de Selva Casal el ritmo procede de una voz instalada en las regiones del tiempo, creando un discurso de secuencias breves que se enlazan en cada corte lo que provoca extrañamiento. Los versos se yuxtaponen para que los lectores construyan su torre más turbadora. El vuelo en el que nos columpia esta poesía no pregunta, responde con inquietantes interrogaciones. Como ha escrito el crítico Walter Rela, los aspectos formales de su estructura poética señalan una libertad radical resistente a toda retórica.
Los seres humanos aparecen expresados en la gama de todas las posibilidades, desde el ser concreto con nombre propio hasta el fantasma vivencial que desciende de los retratos y vaga en la penumbra. Esta originalidad la hace inconfundible entre otros poetas de su generación como Nancy Bacelo, Ida Vitale, Amanda Berenguer, Idea Vilariño, Circe Maia y Marosa di Giorgio.
Su palabra poética reitera las amenazas que sufre la humanidad a causa de la globalización por haber perdido lo sagrado en este mundo materialista y polarizado. Los temas o el tema
surgen entrelazados con versos de tono elegíaco, sin puntuación, significativo rasgo de su poesía. Dicho ritmo se adecua a los versos y sientes que el poema te ha colocado en otro lugar sin las interrupciones versales propias de la poesía escrita.
El duelo por la pérdida de seres queridos, tentativas de regresos a la niñez -el lugar imposible-, el amor infinito a su padre y madre, a sus hijos Pablo, Rosalia, Mauricio,(fallecido en el año 2011), y Virginia.
La certeza de que nada se puede retener y la muerte, siempre presente. En el fluir constante de la existencia, sentir el tiempo. En el pliegue (todo está adentro, todo está afuera) se esconde la angustia y desde ese no lugar la voz poética habla susurrante y certera.
En su escritura vuelan el cosmos, los genes, que son ecos de lo que Mircea Eliade llamó el eterno retorno. Somos parte de un todo que se manifiesta atomizado, a veces es posible ver en una cascada infinita un trozo de cielo junto a la imagen de su padre. Como ella misma dice, todo lo cotidiano sale desde adentro de las tazas. El tema gira alrededor de esa certeza y esa es la gran originalidad de esta poesía:
Primero fui en tu sangre
Apenas me asomaba a los días
Entonces no existían otros rostros
Yo corría por entre las constelaciones…
La poesía es un sitio y un tiempo, dice Selva Casal. Entonces, la escritura es ese tiempo y ese lugar es la palabra. Aunque si no existieran las palabras existiría la poesía. Las palabras están para traérnosla, para hacerla visible, la poesía se transmuta en palabra y la palabra en conocimiento de otra realidad donde la voz poética se desprende de su ser para observarse a sí misma en un juego de yoes multiplicados y asombrados.
La sustancia de su poesía se encuentra en aquello que coloreó su infancia. De aquellos paraísos perdidos la poeta no solo cuenta lo que sintió como pérdidas; en casi toda su obra es relevante el testimonio de la crueldad, del descontento, advertencias que conjuran los males de este mundo adviniendo en seres reales.
En estos tiempos donde una pandemia se ha instalado para hacernos pensar y sentir la fragilidad de nuestra existencia, sobrevivir es una cuestión de suerte, y que sobrevivan los más pobres, quienes cuentan con menos recursos, países o personas, sentimos que todo aquello que nos parecía que otorgaba seguridad, cae. Lo expresó muy bien ella en una entrevista: Ahora, en el desamparo, las cosas que han sucedido en la humanidad son terribles: la Inquisición, Cristo en la cruz…, muchas, muchas cosas. Ahora el peligro mayor es el adelanto técnico en el cual estamos abocados a la desaparición total.
Apartada de los círculos literarios uruguayos, en España es una gran desconocida, aunque en el año 2013 publiqué una antología personal bajo el título: "Y lo