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Un Feliz Trío de Navidad: El Key Club
Un Feliz Trío de Navidad: El Key Club
Un Feliz Trío de Navidad: El Key Club
Libro electrónico66 páginas1 hora

Un Feliz Trío de Navidad: El Key Club

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La Dra. Kelsie Madison no recuerda la última vez que tuvo sexo sin compromiso y esa es una seña que ha estado trabajando muy duro. Es hora de relajarse en Key Club y permitirse un delicioso regalo de Navidad. Algo que nunca había experimentado: un tríoal rojo vivo.

Al doctor de emergencias Ryder Greene y su compañero de cuerto, el fisioterapeuta, Dixon Flyen les encanta compartir sus mujeres.  Han estado pedientes de la linda Dra. Kelsie Madison por mucho tiempo, pero ella es adicta al trabajo y nunca tiene tiempo para jugar.

Cuando se enteren de que ella estará en las festividades nocturnas del Trío de Santa Claus, se asegurarán de que sean ellos quienes besen a Kelsie debajo del muérdago. Y si obtinene su deseo, Kelsie los llevará a casa para Navidad.

Jan Springer en español

El Key Club Serie - Ménage, El Trío de Marley, Un Feliz Trío de Navidad, Un Trío como Bienvenida a Casa por Navidad 

Otros títulos de Jan Springer ~ Delicias Apetecibles, Vaqueros para navidad ~ Rancho Moose #1, Vaqueros en su bolsillo ~ Rancho Moose #2, Novio Multimillonario, El Motociclista y la Novia, Pongámonos para el Doctor, Ella está de regreso, Buena Chica Mala, Los Amantes Outlaw, La Bienvenida a Hero, La Escapada de un Hero, Los Besos de Hero, Se Busca un Heroe, Héroes Cautivos, En su cama (Forajidos 2), Sexy Y Sucia Cenicienta.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 feb 2019
ISBN9781386215165
Un Feliz Trío de Navidad: El Key Club

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    Un Feliz Trío de Navidad - Jan Springer

    Capítulo Uno

    La doctora Kelsie Madison miró por la ventana de la sala de Maternindad del segundo piso que estaba cubierta de escarcha y suspiró. El fuerte golpeteo de la nieve en los paneles de vdrio la ponía nerviosa y solo quería salir de ahí. Había estado nevando todo el día y hasta bien entrada la noche. Ahora enran las tres de la mañana y todos los autos en el estacionamiento, los pinos cercanos y el único camino hacía y desde el hospital estaban cubiertos con al menos dos pies de nieve. Qué no daría po estar allí dando un paseo, escuchando el relajante sonido de la nieve ceder baj us botas y sentor los húmedos copos de nieve cosquilleándole la cara.

    Cualquier lugar excepto aquí.

    Una mujer que yacía en una cama cerca dio un grito espeluznante que sacó a Kelsie de su momentánea paz.

    ─ Tranquila Finley.  Los bebés casi están aquí─, aseguró a su archienemiga. 

    Si Finley hubiera sido cualquier otro paciente, Kelsie habría tomado su mano en la de ella y la hubiera apretado suavemente en un esfuerzo por calmarla y consolarla. Pero Finley, con su largo cabello negro hecho un desastre sudoroso y enmarañado y sus ojos marrones lanzando puñales de odio, le dio un dedo medio a Kelsie.

    Maravilloso

    ─ ¡Quiero a otro doctor! ─, gimió.

    Aquí vamos de nuevo.

    ─ La tormenta no permite que alguien más venga. Soy todo lo que tienes. ─ 

    Kelsie miró por la ventana. A la libertad.

    ─ ¡Pero eres una asesina!  No quiero que una asesina asista el parto de mis bebés─, espetó Finley.

    Perra. Ahora no era el momento de recordar el pasado.

    Kelsie se movió por la ventana y agarro la tabla de Finley. La enfermera que estaba revisando el monitor fetal miró a Kelsie y le dio un encogimiento de hombros omstrandole comprensión.

    ─ No maté a tu hermano Fin. Lo sabes. ─

    ─ Si no hubieras terminado con él, no habría estado bebiendo. Lo dejaste subir al auto uando estaba borracho. Es tu culpa que esté muerto. Nadie más tiene a culpa. Solo tú. ─

    Lo dejaste subir al auto cuando estaba borracho. La fmiliar sensación de culpa la atravesó y se estremeció cuando los recuerdos se volvieron claros y crudos. Imágenes de Mark completamente borracho apareciendo en su fiesta de Acción de Gracias donde había estado esperando qe llegaran sus invitados. Había decidido llevarla a su auto y luego ir a algpun lado donde pudiern hablar sobre cómo volver a estar juntos. Pero ella se negó. Le había dicho que no quería tener nada que ver con él hasta que consiguiera ayuda para su adicción al alcohol.

    Después de que él había causado una escena tirando su ponchera en el piso, junto con la destrucción de casi todos los objetos rompibles en su apartamento, se había ido. Cuadno lo vio tropezando hacia su auto, llamó al 911 para pedir ayuda, pero la policía había llegado demasiado tarde para detenerlo. Había chocado u auto contra un arbol en la primera curva de la carretera. El había muerto instantáneamente. Finley aún culpaba a Kelsie por su muerte.

    ─ Su esposo llamó. Está nevando en el aeropuerto de Calgary. La comañia de alquieer de autos esta cerrada debido al clima y no puede estar aquí para los nacimientos─, susurró la enfermera.

    ─ Estoy en la habitación, saben. No hablen a mis espaldas─, dijo Finley. ─ Ahora cállense. ¡El dolor viene de nuevo! ─

    Finley gimió, sujetó sus brazos sobre el pecho y lanzó un grito. Su cara bañada en sudor estaba arrugada por el dolor y su cuerpo temblaba.

    Kelsie inhalo en su esfuerzo por calmarse y luchó por no decirle a su paciente que podía irse al infierno. ¿Por qué demonios tenía que ser la única disponible en el hospital para asistir el parto de los bebés de Finley? La mujer se asutaba cada vez que trataba de acercarse.

    ¿Por qué el esposo de Finley no podía estar aquí? Era el hombre más rico de la ciudad. Era dueño de aviones privados, por Dios, Podía haber encontrado la forma de estar aquí. Pero Kels sabía por qué no se apresuraba. Lo más probable era que los bebés de Finley que estaban a punto de nacer no fueran suyos, porque como Finley disfrutaba presumiendo ante quien quidiera escuchar, que tenían un matrimonio abierto.

    ─ ¿Cómo les está yendo? ─, una voz profunda y sexy estallo detras,

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