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Cayó la noche
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Cayó la noche
Libro electrónico86 páginas1 hora

Cayó la noche

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"Las páginas siguientes constituyen un homenaje a la hermana del autor, ahora que hubiera cumplido 50 años.

Se trata de una novela autobiográfica, sencilla y austera, en la que se narran esos años como una época de oscuridad total, que hoy en día se ha vuelto a dejar sentir en la persona del narrador, y de ahí la necesidad terapéutica de escribir y recordar.

Desde esa patología que ahora debe remontar, rememora con profundo amor, a esa hermana enferma, a la que el mundo se tragó sin piedad.

El amor, la compasión, la muerte, el dolor, el paso del tiempo, la felicidad y la tristeza son componentes por los que transita lo escrito, sin huir de pasajes duros que estremecerán y otros, tiernos y frágiles, como la protagonista ya desaparecida, que emocionarán".
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento12 feb 2018
ISBN9788468661698
Cayó la noche

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    Cayó la noche - Fernando Pamos de la Hoz

    2015.

    PRIMER CAPÍTULO

    Reconstrucción

    (no siempre los huesos aguantan el peso).

    Xoel López

    Hoy me apetece escribir. En nada, dos años, cumplo 50 y mi herida interna" se acrecienta. Lo pongo entre comillas porque es una herida que no tiene nombre y no se sacia. No supura ni cicatriza. No retrocede y sí avanza.

    No tiene que ver con la edad, como tal, en esas concretas cifras, y una supuesta crisis que fuera típica, por inmadura, de hombres que se fugan con mujeres operadas, de senos prietos y culo respingón. No es mi caso.

    A veces no quiero vivir. Cuando las mañanas empiezan y abro los ojos, como el maravilloso (dios, qué ser!) Jack Shephard de Lost, al principio y final de la serie, me golpea un viento de infortunio que considero una traición a los verdaderos perdedores de la historia (de hecho dios ha de existir sólo para poder resarcir a todos esos pobres desgraciados, con amagos de vida, que en la historia han existido. No hay otra razón).

    Es algo que nunca podré explicar. Por qué teniéndolo todo no tengo nada. Debe haber otra forma de vivir que está ahí. Lo sé y por eso lo aseguro. Detesto esos primeros momentos del despertar en los que aterrizo de un sueño que, y no es poco, me respeta ajeno a pesadillas. Ese dios del inconsciente debe pensar que mucho es darme doble ración de duelo y me protege el

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