La sexualidad es una faceta delicada. Por tanto, no es extraño que la mujer, durante el embarazo y los primeros meses del post-parto, no desee practicar el coito. Las razones son diversas: siente molestias, tiene miedo, percibe poca lubricación vaginal o se encuentra fatigada. Sin embargo, echa de menos otro tipo de relaciones sexuales, por ejemplo, la proximidad y el contacto con su pareja.
■ Puede suceder que tales deseos no coincidan con los del hombre, lo que acarrea conflictos que afectan a la relación, casi siempre por desconocer lo frecuente que es esto y no estar informados ni preparados de forma adecuada para afrontarlo.
■ Dicha situación puede facilitar la aparición de trastornos sexuales transitorios, tanto en la mujer como en el hombre, que si no son identificados en su origen ni tratados a tiempo, se hacen crónicos y persisten en el tiempo más allá de los primeros meses del post-parto. Cuando se consulta con un sexólogo, la información, junto a una breve terapia, suelen ser suficientes para prevenir estos problemas.
■ Si el embarazo transcurre con normalidad, sin hemorragias, amenaza de aborto o parto prematuro, no hay por qué evitar el coito. Los trastornos sexuales más frecuentes en esa época suelen ser problemas de deseo sexual (disminución o incluso falta en uno o en ambos miembros de la pareja), anorgasmia o incapacidad para que la mujer alcance el orgasmo a pesar de estar suficientemente excitada. Sin embargo, se dan casos de mujeres que llegan más fácil al orgasmo durante el segundo trimestre del embarazo, dada laEn cuanto al hombre, destacan la disfunción eréctil y la eyaculación precoz.