odría pensarse que el señalamiento de un culpable es, entre otras cosas, una expresión farmacológica. Después de todo, ante el trauma, evidenciar la culpabilidad y poner en vergüenza al culpable parece constituirse como un dispositivo que posibilita una forma de castigo y habilita el sosiego. Envuelto bajo la trama del espectáculo —vieja evocación inquisitorial—, el señalamiento—más como una suerte de fantasía ante el horror, en un adormecimiento frente a lo que nos parece incomprensible. Después de todo, ¿quién estaría dispuesto a compartir la mesa con un asesino y escucharlo con atención? El largometraje de la directora alemana Margarethe von Trotta, (2012), aborda esta cuestión.
HANNAH ARENDT Y LA BANALIDAD DEL MAL
Oct 31, 2022
2 minutos
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