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El Reencuentro: Los designios de un Mago
El Reencuentro: Los designios de un Mago
El Reencuentro: Los designios de un Mago
Libro electrónico324 páginas8 horas

El Reencuentro: Los designios de un Mago

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Información de este libro electrónico

Antiguamente 4 reinos se habían forjado por linaje y derecho ocasionando ciertas diferencias y peleas entre las 4 legiones: humanos, vampiros, elfos y magos. Los vampiros rompieron todo pacto y comenzaron a matar gente tomando el territorio a la fuerza. Entre toda esta maldad nacieron ocho magos, los cuales enfrentarían al ser sobrenatural que lideraba esta devastación, llamado Nerfiax Naicren. Tal destrucción llevo a nuestros valientes héroes a enfrentarse a este monstruo, sacrificándose por la humanidad, Naicren quedó sellado en la montaña de Mirah y los magos desaparición. Casi un siglo más tarde, 8 jóvenes deberán tomar el lugar de estos magos como sus reencarnaciones para defender lo que una vez protegieron estos magos a costa de su vida. Ahora comienza todo, el principio del fin…
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento17 dic 2021
ISBN9788418571961
El Reencuentro: Los designios de un Mago
Autor

Elena Reys Godoy

Elena Reyes Godoy (seudónimo Elena Reys). Nacida en Iquique (Chile) el 4 de enero de 1992. Actualmente vive en la región metropolitana. Escribe desde los 14 años, es madre de una niña y es una mujer apasionada por los libros y la escritura. Como una amante de la fantasía y las criaturas mágicas, se inició escribiendo con este, su primer libro: El reencuentro: Los designios de un Mago. Se considera una fan de autores como J. K. Rowling, J. R. R. Tolkien, Stephen King y todo autor que le de vida a historias tan sorprendentes y que te dejen sin aliento. Hoy en día se encuentra escribiendo nuevas historias que anhela compartir con el mundo.

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    El Reencuentro - Elena Reys Godoy

    El Reencuentro:

    Los designios de un Mago

    Elena Reys Godoy

    El Reencuentro: Los designios de un Mago

    Elena Reys Godoy

    Esta obra ha sido publicada por su autor a través del servicio de autopublicación de EDITORIAL PLANETA, S.A.U. para su distribución y puesta a disposición del público bajo la marca editorial Universo de Letras por lo que el autor asume toda la responsabilidad por los contenidos incluidos en la misma.

    No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del autor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal).

    © Elena Reys Godoy, 2021

    Diseño de la cubierta: Equipo de diseño de Universo de Letras

    Imagen de cubierta: ©Shutterstock.com

    www.universodeletras.com

    Primera edición: 2021

    ISBN: 9788418674037

    ISBN eBook: 9788418571961

    Dedicado a mi hija Maite, a mi Madre Janet, a mis hermanos Fabián y Sebastián, ellos son mi mundo, agradecida de Dios por permitirme cumplir un sueño.

    «1880», fecha marcada con sangre, tristeza y dolor, linajes rotos por el odio de la causa, decisiones que se toman y después llega tarde o temprano el arrepentimiento.

    Antiguamente, cuatro reinos se habían forjado por linaje y derecho ocasionando ciertas diferencias y peleas entre las cuatro legiones, el primer reino era el de los mortales, simples humanos que a su criterio tuvieron que compartir su mundo por supervivencia, a pesar de que no eran inmortales y su razonamiento era diferente a los demás, eran los guardianes o, como los llamaban, protectores del mundo como se recuerda. El segundo reino era el de los vampiros, criaturas inmortales, disfuncionales con distintas maneras de vivir y de creer. El tercer reino era el de los elfos, magníficas criaturas, con la misma particularidad de los vampiros, eran seres casi inmortales, pero su criterio era diferente y su vida era plenamente ayudar al prójimo, seres de luz y humildad. El cuarto reino y no menos importante era el de los akuarts, personas con magia llamados magos, hechiceros magníficos, no obstante, nadie conoce su verdadera historia ya que en ellos se escondía un gran secreto. Tras la ambición del segundo reino comenzó la guerra para todas las personas y criaturas de este mundo, los vampiros rompieron todo pacto y comenzaron a matar gente tomando el territorio a la fuerza, los elfos se unieron a los humanos y lucharon contra ellos para defender las naciones, una tregua que perduró al paso de los años. Entre toda esta maldad nacieron ocho magos, los cuales enfrentarían al ser sobrenatural que lideraba esta devastación llamado Nerfiax Naicren, el ser más perverso y cruel de aquel lugar…

    La particularidad de cada mago era especial, su magia se basaba en influenciar los elementos, como le decían los grandes maestros «elementos legendarios», fuego, agua, viento, psíquica, tierra, hierba y trueno, no obstante, el último mago era una mujer llamada Esmeralda, la cual manejaba todos los elementos, por ese motivo los maestros la bautizaron como Akua.

    Aldeas y pueblos fueron devastados y destruidos por causa de la maldad de ese ser tan despreciable, llegando incluso a la destrucción del cuarto reino, tal adversidad llevó a nuestros valientes héroes a enfrentarse a este monstruo, sacrificándose por bien de la humanidad, Naicren quedó sellado en la montaña de Mirah y los magos desaparecieron.

    Por fin, la paz volvió a ese lugar, las personas pudieron regresar a los restos de sus hogares, de sus creencias, tratando de comenzar de nuevo, pero jamás estos héroes se olvidaron y menos el monstruo que ocasionó tanta destrucción, ya que nunca se comprobó si murió, solo su alma se selló junto a su maldad.

    Akua y sus magos aún son recordados y los ancianos de las aldeas dentro de los alrededores relatan esta historia como una leyenda que ha pasado de generación en generación por casi cien años, todos aguardan y esperan que los magos renazcan de sus cenizas y terminen lo que empezaron…

    Ahora comienza todo, el principio del fin…

    Llegó un momento de paz a Laifercia, los alumnos disfrutaban de torneos para liberarse de toda preocupación escolar, pero en el colegio únicamente se hablaba de ellos…

    Daniel Gales, a pesar de ser el mejor de su clase, es demasiado engreído y orgulloso, ninguna chica es suficiente para él, es realmente un misterio…

    Thomas Osorio tiene demasiados problemas con Safira Godoy para preocuparse de otras cosas, Emma Crawford pone más atención a sus libros que a su novio Bairon Torres y, hablando de él, por su singular carácter, mejor que le dedique el tiempo a sus libros, será una gran escritora, Jeff Aldrich y Kattiha Yamett son los únicos que no acostumbran a meterse en problemas y no frecuentan lugares con demasiada gente, todos ellos ocultan el más grande secreto guardado con recelo, la vida en Laifercia es como una escuela normal, sin embargo, no todo es tranquilidad, ya que un rumor alertó a todos los profesores y aldeanos del mundo de la magia, Nerfiax Naicren tuvo una hija a pesar de que el tiempo haya pasado, él podría tener descendencia, existiendo el temor que hubieran personas que podrían ser iguales o más perversos que él…

    Pero esto comienza en otro lugar muy lejano, con una joven, una chica normal que desesperadamente quería y anhelaba ser más de lo que era…

    Sueños

    Cómo poder expresar con palabras lo que sentí en ese momento, recuerdo que ya era más de media noche aunque mentiría si precisara con exactitud la hora, ya que no lo recuerdo muy bien, pronto iniciaría mi segundo año en la carrera que había escogido, la que me seguiría el resto de mi vida, jamás pude entender el motivo de mi gran interés por las cosas inexistentes, cosas que la mayoría de la gente no tomaría en serio, vampiros, magos, bueno, en realidad, todas esas criaturas que hacen que el corazón salte del pecho al ver una de esas películas caseras en un día sábado por la noche o, en realidad, esas que nuestros abuelos veían en blanco y negro, lo teatral me llamaba mucho la atención. Lo que más quería y deseaba era algo que demostrara que yo valía algo, mi cumpleaños sería en pocas semanas y la época de fiestas había llegado, otro año que se iba, como siempre, una de esas cenas comunes en que la familia se acuerda de que existes solo en esos días festivos; cómo olvidar a mi abuelo y a mi padre preparar el asador, mi madre en la cocina preparaba las ensaladas tan cuidadosamente, la recuerdo muy bien, no faltaba ningún aliño, mis hermanos corriendo por la casa libres sin ese vacío, una sensación que a mí siempre me incomodó, atormentándome desde muy pequeña, el pensar que siempre me sentí fuera de lugar, todo era lo mismo, en el fondo, sentía que me faltaba algo, agradecía que ellos compartieran dicha felicidad y poder tenerlos cerca, pero era inevitable sentirme así, por fuera era la chica que había crecido y madurado al paso del tiempo, la que se interesaba por temas conceptuales de adultos, temas conforme a mi edad, «todo era más fácil cuando era menor».

    En la mesa miraba mi plato detenidamente, aunque ni siquiera lo tocaba, corría de un lado a otro los granos del arroz con el tenedor mientras mi madre me miraba un tanto intrigada, moviendo la cabeza haciéndome señales de que comiera, aunque sea un poco, no obstante, el apetito se me había quitado. Un fuerte estruendo vino de la parte posterior de la casa, cuando fuimos a ver no había absolutamente nada, un par de cajas tiradas y unas botellas de vidrio quebradas, me pareció tan extraño, pero, en cambio, ellos lo tomaron con tanta normalidad, una inquietante tranquilidad. Cuando todos se disponían a entrar, vi perfectamente una silueta sobre el tejado mirándome detenidamente, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, sintiendo demasiado temor, quién diría que esa sería una señal, el despertar de un monstruo que ya me había localizado, el cual me observaba detenidamente casi analizándome y que, al encontrarme, todo comenzaría…

    El cansancio los venció a todos, no éramos una familia muy organizada, lo extraño fue recordar esa escena, fue uno de los tantos recuerdos que se le pasó por la mente a Helena al estar tan cerca de la muerte como dicen, cuando se está punto de morir uno ve su vida pasar, y fue la clave para descubrir la verdad de toda su vida, quién era y qué hacía en este mundo…

    24 horas antes

    Con el corazón acelerado, Helena nuevamente despertó, haciendo fruncir las cejas, deslizando su mano fría levemente sobre su frente, un profundo dolor acompañado por sentimientos de decepción la marcaban, se levantó de su cama, dirigiéndose al baño, un poco de agua fría contra su rostro la harían despertar, ya que lo último que quería en ese momento era seguir dormida, arrugó el ceño mientras se acercaba al espejo y se observaba detenidamente, mientras las gotas aún corrían por sus mejillas, volviendo a la habitación para ver que tan solo habían pasado dos horas desde que se recostó, era verdaderamente frustrante, se sentó sobre la fría cama pensando en esos interminables sueños que la atormentaban cada noche. Lo que resultaba más extraño era la aparición de un muchacho el cual no conocía, la manera de verse tan protegida, en un hermoso paisaje el cual se ennegrecía impidiendo la felicidad de ambos, luego sentir cómo la sumergían en el agua, su falta de oxígeno y los gritos de dolor de aquel muchacho, su rabia y desesperación, el sentir tan real y latente su sueño, junto con el temor de no poder despertar más. Aún estremecida solo al recordar ciertos por menores de sus pesadillas, aunque dentro de los límites sabía perfectamente que los sueños o más bien las pesadillas no le podrían hacer daño. El único consejo que recibió de una amiga al llamarla por teléfono al día siguiente fue que intentara olvidar, además, siempre al día siguiente no lograba recordar los rostros ni la ubicación con exactitud, además, Ariana sabía que Helena se desvelaba viendo películas o leyendo libros extraños. Sentada sobre la cama meditaba, no pudo dormir en toda la noche, al paso de las horas ya había amanecido, aún no abría las cortinas, su cuerpo se negaba a moverse, ya se iban a cumplir seis meses en los que se reiteraban estas imágenes en su cabeza, además esa noche era Año Nuevo.

    En la cocina su madre preparaba todo para la celebración, cada detalle de la gran velada, viéndola tan atareada prefirió no molestarla con sus locuras, tal vez debía dejar de pensar todas esas tonterías y escuchar las palabras de Ariana y tratar de pensar en su futuro, se distrajo por pocos segundos pensando una y otra vez en lo mismo mientras su madre la llamaba continuamente tratando de llamar su atención.

    —¡Helena! ¡Helena! —Miró a su madre muy desconcertada.

    —¡Lo lamento! ¿Me decías algo? —preguntó, mientras Helena se sacaba los audífonos, para escucharla mejor, su madre solo le pedía que subiera el volumen de la televisión.

    Helena se sentó en el sofá con un gran libro en sus piernas, el programa que veía su madre le causó curiosidad llamando toda su atención, un personaje hablaba de las vidas pasadas, presagios y sueños, lo cual le dio la idea de buscarlo dentro de la web, logrando encontrar una dirección cercana, donde recurrían normalmente a encargarse de eso. Con una llamada Ariana aceptó acompañarla, decidieron ir de inmediato ya que su madre le dio hasta cierto horario para salir, debido que comenzarían a llegar sus parientes durante la tarde.

    —¡Helena, eres bastante rara! —replicaba Ariana criticándola durante todo el trayecto—. No me hiciste caso de dejar este asunto.

    —No quiero hablar de eso ahora—indicó Helena consternada.

    —¿Qué ocurre?, ¿ahora tienes sentido de persecución? —preguntó Ariana, notando que Helena miraba en varias direcciones, se sentía realmente observada—. Ni siquiera me estás escuchando, ¿no puedes salir y divertirte como la gente normal?

    —¡Aquí es! —exclamó Helena no poniendo atención a nada de lo que se le dijo en el autobús, ni el tren subterráneo, solo guardó el mapa que había impreso desde internet.

    —¡Para qué me esfuerzo! —balbuceó Ariana.

    —¿Entrarás conmigo? —preguntó Helena, no obstante, Ariana no estaba muy convencida, observó a su alrededor percatándose de unas tiendas donde vendían ropa e incluso una cafetería.

    —¡No, amiga!, prefiero hacer cosas de chicas normales. —Sus palabras hicieron que Helena se sonriera, cuando la vio alejarse, un frío viento se levantó elevando hojas y polvo. «Esmeralda», se escuchó una voz susurrante, que cada vez se escuchaba con más claridad, no era un simple ruido proveniente del viento, no era algo inventado por su imaginación. «Esmeralda», se volvió escuchar, guiando sus pasos en otra dirección, hacia un callejón, caminó sin detenerse, hasta que una tienda apareció ante sus ojos, un lugar pequeño que no despertaba el interés de la gente, antes de tocar la puerta, esta se abrió, no pudo evitar soltar una sonrisa.

    —Un cliché—susurró, observando el interior, estaba toda decorada artesanalmente y con mucho colorido, cortinas hechas con piedras de muchos tamaños, Helena se distrajo mirando unos adornos que colgaban del techo, fue cuando apareció una mujer vestida muy extravagante con una especie de turbante, Helena retrocedió a la defensiva, preparándose mentalmente para dar las explicaciones del porqué entró sin permiso.

    —¿Quieres saber tu futuro? —preguntó con una gran hospitalidad y misterio, pidiendo que se sentara, ya frente a frente la mujer le sujetó la mano preguntándole su nombre.

    —¡Helena! —respondió ella un poco titubeante.

    —Tu mano refleja otro nombre —indicó la mujer.

    —No entiendo… ¿a qué se refiere? —preguntó Helena bastante nerviosa—. ¿Quién es usted?

    —Mi nombre es Magín, puedo ver que hay algo que te atormenta y creo que yo podría ayudarte —indicó la mujer notando la expresión de sorpresa en Helena, sin dudarlo, ella comenzó a relatar su sueño y con la frecuencia con que lo soñaba, Magín la miraba muy intrigada, Helena temía que todo fuera una pérdida de tiempo.

    —¿Cómo me encontraste? —preguntó Magín.

    —¡No lo sé!, algo me trajo hasta aquí, puede sonar descabellado, pero me trajo el viento, me susurraba. —Las palabras de Helena no hicieron que Magín actuara diferente, al contrario, simplemente sonrió y sujetó la mano de Helena que temblaba, reconfortándola desde lo más profundo, cualquiera que la escuchara la creería una demente, sin embargo, Magín dijo con voz clara que el destino actuaba de maneras sorprendentes.

    —Existen las vidas pasadas, aunque no lo creas, cuando terminas de hacer todo en tu vida, esta se cierra y empieza otra…, pero cuando queda algo pendiente la vida nueva empieza encima de la otra impidiendo la tranquilidad —explicó Magín.

    Helena la escuchaba intentando comprender cada palabra, solo necesitaba ayuda para saber cómo terminar con todo, la solución, según Magín, era terminar lo pendiente y seguir la nueva vida, pero yendo al lugar donde empezó todo, pero… ¿Cómo? Si Helena, aunque tratara de recordar dónde se desenvolvía su sueño, no conseguía recordar nada, ni mucho menos lograba recordar el rostro de aquel muchacho, lo más peculiar fue que Magín en ningún momento habló de cobrar la visita, era como si hubiera estado esperándola. Helena observó un gran reloj sobre la pared, no podía creer que llevara tanto tiempo conversando con ella.

    —¡Tengo que irme! —indicó Helena y luego añadió—: Pero… dime qué debo hacer…

    —¡Solo tú lo sabes!, dentro de ti, cree en todo lo que te rodea y sigue las señales, sigue tu sueño, él te dará las pistas que necesitas, guiándote para encontrar la verdad, presta más atención, ¡suerte, muchacha! —dijo Magín con total preocupación.

    —¡Adiós, Magín! —Helena se despidió agradecida ya que, aunque no sonara lógico, era la única que le había brindado un consejo después de todo lo pasado.

    —¡Adiós…! Esmeralda —dijo susurrando lo último, Magín la observó con gran inquietud mientras la veía salir por la puerta, posteriormente de una habitación apareció una persona cubierta completamente, las palabras de ella fueron muy claras—. ¡Tenías razón en todo! —indicó Magín sirviéndose una taza de té—. Pero… aún creo que te expusiste demasiado.

    —¡Lo sé!, sin embargo, seguir a los vampiros rastreadores fue lo único que se me ocurrió. —El muchacho realmente sonaba preocupado.

    —¡Debes dejar de escuchar tras la puerta! —sugirió Magín con desasosiego.

    —¿Entonces es quien creo? —preguntó el joven titubeante.

    —¡Ella es a quien buscas!, sin embargo, por lo que noté, no sabe absolutamente nada de quién es o más bien quién fue.

    —Eso la vuelve vulnerable —comentó el muchacho.

    —No la pierdas de vista, mi querido elfo. —Él tan solo mostró una sonrisa y se retiró a cumplir su misión.

    Más tarde, en su habitación, Helena meditó una y otra vez para tratar de encontrar respuestas, algo que la guiara a encontrar esa verdad. Su hermano Luis entró a la habitación, avisándola de que los invitados estaban llegando, verla recostada mirando el techo, aún sin arreglarse, le causó cierta extrañeza, ya que, aunque no le gustaba la época de fiestas, trataba de disimularlo muy bien.

    —¿Crees en las vidas pasadas? —preguntó sin despegar la mirada del techo, si bien Luis no creía en ello, le pareció rara la actitud de su hermana, ver la seriedad con la que preguntó algo tan absurdo, él meció la cabeza no sabiendo contestar, mientras lanzaba de arriba hacia abajo un balón de fútbol.

    Después de un rato ya estaba sentada frente a una hermosa decoración, sonriendo para simular que verdaderamente colocaba atención a lo que conversaban, era como estar atrapada escuchando elogios de familiares por sus logros, los cuales sabía perfectamente que no le importaban a nadie.

    Posteriormente de brindar el comienzo de un gran año, fue el inicio de todo en aquella noche, dieron las doce, un abrazo cariñoso y en pocos instantes ya estaban durmiendo todos en el sofá, como si les hubieran dado un fuerte golpe en la cabeza, siempre la primera en dormir era Helena, pero se tenía que reconocer que esa noche estaba inquieta, fue totalmente diferente, las horas pasaron y pronto en la casa no había nadie despierto. Los relojes de toda la casa se detuvieron, la tranquilidad y el silencio reinaba por cada habitación, Helena se sacó los audífonos, se levantó de la cama, no escuchaba absolutamente nada, como si todos hubieran salido de la casa, caminó por el pasillo entrando a la habitación de sus padres, estaban sus hermanos y primos durmiendo sobre la cama grande, bajó las escaleras y sus padres estaban sobre los sillones, sus tíos sobre la gruesa alfombra, miró a su madre de cerca, quien dormía plácidamente en el sofá, hasta que fue sorprendida por un ruido que se pronunció de la parte posterior de la casa. Helena no podía entender cómo solamente ella podía oír todo ese alboroto, estaban todos inconscientes, se dirigió a la puerta de la cocina que daba al patio trasero y sin pensarlo dos veces se asomó, no lograba ver nada, por primera vez en seis meses podía estar tranquila y tenía que ser sacada de su cama, pensando que podía ser su gato que se entretuvo jugando o comiendo de la basura. El cansancio se le quitó de golpe al ver la silueta de un hombre parado inmóvil, su corazón se aceleró, un profundo miedo atravesó su cuerpo, lo primero que se le vino a la mente es que fuera un ladrón, era la suposición más obvia, solo que no lograba diferenciarlo entre la oscuridad, dado que esa persona estaba cubierto de un traje completamente oscuro, no se distinguía quién era realmente, de entre sus ropas sacó una especie de papel que observó cuidadosamente, de pronto, su mirada se perdió en el cielo, esa noche fue una de las más insólitas que había podido presenciar, la luna estaba inmensa, brillaba de tal forma que solo al mirarla por algunos segundos, un agudo dolor quedaba en la vista, ella no podía comprender cómo en esa inmensa oscuridad, leía ese papel que tenía en sus manos, inesperadamente de su cuerpo, el sujeto desprendió una luz muy cálida como un especie de sol, como si ese hombre fuera un ángel que bajó del cielo buscando algo perdido.

    —¿Qué haces ahí?, ¿te quedarás parada toda la noche en ese sitio? —Aquel hombre aparentaba estar tan tranquilo, pero… ¿cómo la pudo ver?, si ni siquiera volteó para saber que ella estaba ahí, ni ruido había hecho. Se acercó a él, puesto que no sentía miedo, más bien curiosidad, bastante preparada estaba después de leer libros y ver películas de terror. Los minutos pasaban y él todavía no pronunciaba palabras, Helena empezó a desesperarse y miraba a cada momento las ventanas temiendo que alguien despertara y preguntaran por ella, cualquiera en su lugar hubiera llamado a la policía, un extraño en su casa y ella permitía que el hombre se tomara su tiempo, era una total locura.

    —¡Descuida!, hice un hechizo del sueño —comentó el sujeto.

    —¡Espera…! ¿Qué? —preguntó Helena desconcertada.

    —¡Nadie se va a percatar que no estás dentro de la casa! —volvió a decir.

    —¡Me estoy volviendo loca! —se dijo a sí misma y preguntó—; ¿Quién eres? y… ¿qué haces aquí? —El sujeto la miró detenidamente, aunque por su vestimenta no podía visualizar su rostro. Él mostró una leve sonrisa.

    —¡Soy Derfeck! —Ella lo miró intrigada, con su nombre no le respondía nada y añadió—: Soy un elfo.

    Ella rio irónicamente, no podía creerle, o estaba burlándose de ella o la creía tan estúpida como para creer tal infamia, además, sabía perfectamente que esa clase de criaturas solo son un mito, era demasiado ilógico tan solo de pensarlo, inmediatamente supo que estaba jugando con ella, aunque la seriedad del supuesto elfo la desconcertaba.

    —¿Eres un elfo? —preguntó Helena con sarcasmo, él asintió, no tenía nada que ocultar, mucho más sabiendo que ella creía en toda clase de criaturas—. ¿Estás ebrio?

    —¡No! —respondió sin titubear, no obstante, Helena necesitaba pruebas, un poco temblorosa caminó en círculos rodeándolo.

    —¿De verdad piensas que creeré eso? —preguntó cuestionando toda veracidad de sus palabras.

    —¿Por qué?, tú crees en todo tipo de criaturas, ¿o no? —inquirió Derfeck.

    —¿Eres amigo de Ariana?, ¿esto es una broma de ella? —preguntó bastante irritada añadiendo—: ¿Están confabulados?

    —Primero que nada, ¿quién es Ariana? —preguntó realmente confundido—, y segundo, ¿no eres tú la que ha pedido respuestas desde hace seis meses?

    —¿Cómo sabes…? ¡Espera! ¿En serio eres un elfo? —volvió a preguntar vociferada, tenía miedo, él lo intuía, posiblemente ya creía en él, solo necesitaba un poco más de tiempo, volviendo a preguntar—: ¿Puedes quitarte el capuchón?

    El elfo decidió hacerlo antes de que se terminara desmayando, al retirárselo a simple vista era un muchacho de tan solo dieciocho o diecinueve años no más que eso, volvió a desprender la misma luz, sus orejas eran puntiagudas iguales a los dibujos donde hacían referencia a los duendes, jamás en su vida había visto a alguien como él.

    —¡Son reales! —exclamó temblorosa, totalmente maravillada.

    Ella le tocó su rostro suavemente, él cerró sus ojos, por un momento pudo sentir su calor, naturalmente, sonrió, ya que veía la expresión de sorpresa y esperanza en su rostro, ambos se sentaron sobre el césped, ya había un poco más de confianza, él advirtió que su visita era rápida, que no podía esperar más, necesitaba explicarle el propósito de su visita, relatando una antigua historia que podría aclarar en ciertas formas sus dudas.

    —Hace más de cien años atrás, apareció la primera mujer pirata —Derfeck narró la historia de Esmeralda «La piedra del mar», así se hacía llamar, una de las más fuertes y valientes filibusteras del ancho mar, ella era mestiza, proveniente de un elfo y un mago, algo totalmente prohibido, en esos tiempos casi una aberración, pero aun con las diferencias fue eso posible. En un tiempo de caos y ruina, llegó la hambruna a los lugares más recónditos del mundo de la magia, su responsabilidad de ayudar a las personas la hicieron robar y contrabandear. En una de sus expediciones llegó al mar oriental en busca de riquezas y

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