Esta historia tuvo lugar allá por el mes de mayo de 1996, cuando María Jesús y Ernesto residían en la villa pontevedresa de Tuy, concretamente en un piso ubicado en la avenida de Portugal, a escasos trescientos metros del puente internacional sobre el río Miño que conecta Galicia con el territorio portugués.
Nada hacía presagiar que un inocente capricho de María Jesús desataría todo un cúmulo de desagradables sucesos, y daría al traste con la tranquila convivencia que hasta entonces venía disfrutando el joven matrimonio. En aquellas fechas Elvi ra, la madre de Ernesto, residía en su casona familiar de Entrimo, una acogedora parroquia situada al sur de la provincia de Ourense, no lejos de la línea fronteriza con Portugal.
La avanzada edad y el empeoramiento de su delicado estado de salud hicieron necesario el urgente internamiento de la anciana en un hospital de Vigo. Días después, Ernesto y María Jesús decidieron viajar hasta Entrimo para recoger algunos enseres personales de Elvira y comprobar, de paso, si todo estaba en orden en la casa. Mientras revisaban una tras otra las diversas estancias de la vieja vivienda, María Jesús se detuvo a contemplar la fascinante colección de muñecas de trapo