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Yo Deserté a la Guardia Nacional
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Libro electrónico217 páginas2 horas

Yo Deserté a la Guardia Nacional

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Cuando en Octubre de 1977 José Antonio Robleto Siles arrojó sus armas y se negó a seguir combatiendo contra el pueblo de Nicaragua, iniciando un largo y penoso exilio que lo llevaría a ser perseguido por sus antiguos compañeros de la Guardia Nacional de Nicaragua, el motivo de su desercion lo originó la repulsión y el asombro por los crímenes cometidos por el somocismo en las montañas y ciudades de Nicaragua, particularmente en Pancasán y Zinica. De su experiencia nació este testimmonio, crudo y directo, hasta ahora desconocido y que revela con la precisición de una memoria asombrosa detalles, escenas y responsabilidades sobre el desarollo guerrillero del F.S.L.N. y de la represión gubernamental. 

José Antonio Robleto Siles (Nicaragua, 1952) alcanzó el grado de Teniente de Infantería de la G.N., se asiló en la Embajada de Costa Rica, huyó posteriormente a este país y pudo así escribir este relato como una contribución al conocimiento de la historia moderna centroamericana. En la redacción editorial de la obra particpó directamente el escritor nicaraguense  Lizandro Chávez Alfaro, quien pasó en limpio las notas del testimonio. Lo que el lector encontrará a continuación, en un relato que no permite abandonar las páginas, es el más sorprendente de los documentos actuales del movimiento revolucionario de Nicaragua. La historia del F.S.L.N. está aquí retratada, desde la perspectiva analítica de quien conoció en vivo la trama de la rebelión y de la represión en Nicaragua. 

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento19 dic 2023
ISBN9798223496472
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    Yo Deserté a la Guardia Nacional - J.A. Robleto Siles

    Dedicado a todos los campesinos nicaragüenses y a todos los que sufren represiones en el mundo...

    Introducción

    Yo Deserte a la Guardia Nacional de Nicaragua

    Es un libro donde trato de exponer la realidad nicaragüense, ya que tuve la oportunidad de convivir durante nueve años con los protagonistas de este libro. Todos los relatos están ajustados a la verdad, algunos hechos que me tocó vivir y otros narrados por compañeros militares que estuvieron involucrados.

    Con ellos he tratado que el nicaragüense y los hermanos latinoamericanos, tomen consciencia de cómo este pobre país ha sido administrado durante cuarenta años sombríos.

    El hecho de no querer revelar los nombres, es un compromiso con mi conciencia; si yo revelo nombres, a cuantas familias nicaragüenses les quedaría el apellido manchado durante varias generaciones.

    A través de la lectura van a comprender que tengo razón, sería querer involucrar a un ejército, los que tienen conciencia todavía están a tiempo de reivindicar con sus hermanos nicaragüenses.

    Ha sido duro para mi conciencia tener que remover recuerdos donde por una u otra razón he tenido que participar.

    La sencillez con la que he escrito el libro, sin estilo literario y con pasajes desorientados, es debido a mi falta de experiencia.

    La inspiración de este libro nació en la clase campesina, al darme cuenta y experimentar como se les asesinaba fríamente.

    Por otro lado están involucrados la clase obrera, todo un pueblo que sufrió la miseria, explotación de una dictadura.

    Creo haber cumplido con la obligación de nicaragüense, de soldado, de condenar todo lo que viví y me di cuenta. 

    Aún más me queda el compromiso de exponer toda una vida militar completa, para revelar el porqué del comportamiento de los militares.

    Guerillas en Pancasán

    En 1964 la dirección del Frente Sandinista de Liberación Nacional decide iniciar la guerra de guerrillas en Nicaragua. Selecciona la región montañosa del norte del país como la más propicia para el desarrollo de sus actividades: topografía quebrada, estación lluviosa con duración de nueve a diez meses al año, población de campesinos en condiciones de vida parecida a la época primitiva del estado superior, condición primordial para la sobrevivencia de las guerrillas y progreso de las mismas.

    Era el primer grupo de jóvenes guerrilleros que incursionaba en las montañas del norte. Iban a realizar el primer experimento en este tipo de guerra. Deciden operar en las estribaciones de Guabule, formada por una cadena de cerros de buena elevación, a una distancia de cincuenta kilómetros de la ciudad de Matagalpa, región completamente montañosa con propiedades cafetaleras y ganaderas. 

    Instalan su campamento general o Puesto de Comando en el cerro de Pancasán, y comienzan a desarrollar su política de adoctrinamiento en el campesinado, a moverse en el terreno para conocerlo y desplazarse por toda la zona con facilidad y seguridad.

    Según los informes que obtuve, el movimiento guerrillero se desarrolló durante tres meses sin ningún contratiempo, hasta que el Servicio de Inteligencia de la Guardia Nacional recibió informes de que grupos de gente sospechosa se movía por los cerros aledaños a Pancasán, lo que fue confirmado por las autoridades de las montañas: campesinos investidos como jueces de mesta, capitanes de cañada, etc. Con los informes recopilados y analizados por el Servicio de Inteligencia, supo el General Anastasio Somoza Debayle que un grupo de guerrilleros, compuesto aproximadamente por cuarenta personas armadas de fusiles, pistolas, vistiendo ropa verde-olivo, botas de combate, cargando mochilas, habían sido vistas por campesinos de la región  mencionada. Esto fue confirmado más tarde por algunas comunidades rurales que, disfrazadas de cazadores, se enviaron a hacer un reconocimiento. Fueron detenidos por un grupo de ocho hombres armados, con ropa similar a la que usan en el ejército. Se sospechaba que algunos eran de nacionalidad cubana.

    El ejército se movilizó y envió dos Compañías de infantería transportadas en camiones. Fueron dejadas quince kilómetros adelante de la ciudad de Matagalpa, en el Pueblo de San Ramón.

    La tropa comenzó a avanzar hacia la zona indicada, desplazándose con todas las medidas tácticas de seguridad. Las dos compañías fueron  divididas en ocho pelotones, cada uno al mando de un capitán, auxiliado por cuatro subtenientes o tenientes, con la misión de establecer el Puesto de Comando diez kilómetros antes de llegar a la zona de Pancasán e iniciar la operación de búsqueda y destrucción en toda el área.

    La compañía de fusileros está compuesta por ciento sesenta hombres, dividida en cuatro pelotones. Cada pelotón tiene cuarenta hombres. El pelotón se subdivide en cuatro escuadras compuestas por diez hombres. El pelotón es comandado por un capitán y cada escuadra por un teniente o subteniente.

    La compañía es comandada por un mayor o coronel con su Estado Mayor y tiene tres pelotones de fusileros y un pelotón de armas automáticas: ametralladora, armas anti-tanques, morteros. Las organizaciones de unidades de combate en los ejércitos americanos son iguales, con pequeñas variaciones de un país a otro. Algunos países pueden tener menos soldados en la unidad, pero esto lo compensan con armas.

    Al mismo tiempo que las guerrillas en el norte, se desarrollaba un movimiento guerrillero urbano, tratando de cumplir con los principios tácticos de este tipo de lucha: coordinación entre las guerrillas rurales y urbanas, reclutamiento de elementos guerrilleros para ser enviados a la montaña, abastecimiento desde la ciudad en medicinas, alimentos, vestuario, dinero, armas y municiones.

    En Managua, la capital, se produjeron una serie de asaltos a bancos, bien coordinados en su mayoría , casi todos con éxito. Perdieron la vida elementos valiosos del F.S.L.N. Algunos cayeron en poder del ejército. Falló un secuestro en la persona del potentado Alfredo Pellas, cabeza de la segunda familia capitalista de Nicaragua, después de los Somoza.

    Las fuerzas del ejército que operaban en Pancasán establecieron el puesto de comando en una hacienda cercana. Destacaron varias patrullas integradas por treinta soldados, con guías campesinos conocedores de la zona. Después de varios días de búsqueda, un día como a la una de la tarde fue detectado un grupo de guerrilleros por el olor a tabaco. Esto puso en alerta a los miembros de la patrulla. A los minutos oyeron algunas voces, y orientados por ellas se acercaron con el mayor sigilo. En un clarito de la montaña, debajo de unos árboles de cacao, se encontraban sentados en círculos seis individuos  con sus armas sobre los muslos. Fueron vistos por el guía que a  rastras se acercó donde se encontraban. El teniente desplazó a los dos soldados que portaban armas automáticas: dos Browning calibre 30. Un grupo de la patrulla se acercó a los guerrilleros. El teniente iba a hacer el primer disparo para que el fuego comenzara. Se oyeron detonaciones durante unos veinte segundos. Gritando fuertemente el teniente repetía alto el fuego, y el soldado que iba oyendo pasaba la voz. Hubo silencio y dos cuerpos se retorcían junto a los cadáveres de sus cuatro compañeros. Gritaban que estaban heridos, que no siguieran disparando. El teniente les gritó que se arrastraran a lo limpio para poder verlos mejor. El herido se arrastró con dificultad, el otro había muerto. Alzó la mano y la movió varias veces. Algunos soldados avanzaron sigilosamente hasta acercarse al herido. Rodearon a los cadáveres, todos de rostros jóvenes. No habían tenido tiempo de empuñar su arma, por no adoptar todas las medidas de seguridad que se requieren en patrullas de combate para evitar la sorpresa del enemigo. El herido fue trasladado al Puesto de Comando. Presentaba dos heridas de bala en el muslo derecho. Inmediatamente el oficial de inteligencia procedió a interrogarlo, prometiéndole que si decía todo lo que sabía sobre la guerrilla iba a ser enviado al hospital.

    El guerrillero confesó el número de personas que formaban el grupo y sus propósitos. No podía dar la ubicación del campamento por desconocer la zona. Dijo que el guía que andaba con ellos había ido a buscar comida poco antes del tiroteo. El nombre del guía era Lucas, campesino que identificó un juez de mesta y más tarde fue capturado en su rancho. Después que se le interrogó, Lucas prometió guiar a las patrullas al campamento general. Dijo que cantidad de hombres había en él, que varios grupos salían y regresaban a los ocho o diez días , que algunos campesinos se habían hecho guerrilleros, que él tenía como cuatro meses de trabajar con las guerrillas, por lo que le daban medicinas y comida para sus hijos.

    La suerte del joven guerrillero (originario de León, estudiante de química) se decidió en Managua: de ahí llegó el mensaje confirmando que lo interrogaran más a fondo y después que le dieran muerte.

    La situación era clara. Según los informes del campesino Lucas, los guerrilleros tenían su campamento general en la parte media de un cerro. Estaba en una planicie de ochocientos metros, cubierta de vegetación alta y de suelo limpio, con rutas de escape laterales y hacia arriba de la montaña. Basándose en la ubicación que el campesino había señalado, el comandante de la operación de contra-guerrillas planeó con sus oficiales el asalto al campamento. Se organizaron tres patrullas con veinticinco hombres cada una; la primera iba a entrar por el frente, las otras dos por los lados. Una cuarta iba a entrar por detrás del cerro para cortarles toda retirada. Dos patrullas más fueron destinadas a poner emboscadas en puntos de probable pasada para los que lograran escapar. Otras patrullas tenían la misión de peinar las montañas aledañas para capturar los posibles rezagados o perdidos.

    Informado cada jefe de la misión que le corresponde dirigir, comenzaron a movilizarse hacia el objetivo. Caminarían toda la noche para estar cerca del campamento al amanecer, dándoles el debido tiempo de colocarse a las patrullas que iban a poner las emboscadas, lo mismo que a la que entraría por la parte trasera. Quedaron de acuerdo en que a las ocho de la mañana, a más tardar, cada patrulla estaría en su posición. Como a las nueve de la mañana se escucharon los primeros disparos. La patrulla que se acercaba por el lado derecho inició el contacto con uno de los puestos del campamento guerrillero. A los pocos minutos se generalizó el fuego. Los guerrilleros hicieron frente por buen rato, pero la superioridad numérica y el volumen de fuego los obligó a retirarse desordenadamente. Hubo silencio durante varios minutos, hasta que los primeros soldados entraron al campamento. Tomaron las medidas de seguridad requeridas y se apoderaron del terreno. Había cuatro carpas de campaña instaladas, en las que se encontró gran cantidad de alimentos, municiones, vestuario, medicinas,equipos quirúrgicos, dinero. Tenían varias manzanas sembradas de maíz, frijoles, hortalizas, un pequeño polígono, libros de primeras letras.

    Se encontraron tres cadáveres. Al parecer, en el momento del ataque, había en el campamento unos veinte guerrilleros; el resto andaba fuera. Se les comunicó a las patrullas cercanas que el grueso de los guerrilleros había escapado, por lo que debían permanecer alertas. A la medusa hora se escucharon disparos al otro lado del cerro. Tres guerrilleros se habían encontrado con la patrulla que avanzaba por detrás e hicieron contacto. Dos quedaron sin vida; el tercero había escapado.

    Las operaciones de contra-guerrilla se prolongaron por tres meses más. Hubo encuentros aislados. Por lo general, el ejército les causaba una o dos bajas a los guerrilleros que al parecer se desorganizan, perdieron contacto entre ellos mismos y poco a poco fueron saliendo a la ciudad.

    Corrieron muchas anécdotas. La más sobresaliente fue la de un capitán que un día decidió acampar en un rancho, y cuando un puesto le avisó que había visto como quince hombres armados a una distancia de ciento cincuenta metros, ordenó que no hicieran bulla, que posiblemente eran campesinos que venían de sus trabajos. El nombre de este capitán anduvo de boca en boca dentro del ejército, por no haber ordenado la persecución. 

    Llegaron a Managua los informes del aniquilamiento de las guerrillas, y se recibió la orden de que toda la tropa se reconcentrara en la capital. Los héroes fueron acogidos jubilosamente. En su honor se hizo una parada militar en la Explanada de Tiscapa; se les llamó Buenos Hijos, Defensores de la Patria, Cumplidores del Deber, Ejemplos de Soldados.

    Había quedado abierta la brecha para que continuaran las guerrillas. La sangre de los veintidos jóvenes muertos y el asesinato de mas de trecientos campesinos, era el inicio del grito Patria Libre o Morir.

    Es probable que después de ese primer intento, los errores cometidos fueran analizados y sometidos a estudio por el F.S.L.N, para adiestrarse y organizarse mejor. Era de esperarse un resultado desfavorable. No se conocían las costumbres ni el tipo de política mas adecuado y aceptado por la población campesina. Nunca se pensó que el movimiento fuera detectado con prontitud, antes de que se afirmara. Al parecer, se calculó que cuando fuera detectado, ya estaría bien establecida la coordinación entre ciudad y campo, con todas las medidas de seguridad. Por otra parte, no hubo apoyo y entusiasmo de la población nicaragüense, puesto que el F.S.L.N. apenas empezaba a identificarse como organización . Tampoco se tenía el aparato de propaganda que requieren tales operaciones. El poder económico de la organización era demasiado débil para mantener las guerrillas por mucho tiempo.

    Además, el pueblo nicaragüense se encontraba bajo la anestesia del conformismo político, acostumbrado por mucho tiempo a la represión militar de Somoza y compañía, a los fraudes electorales, como el que pocos años después se cometió una vez más. Siendo candidatos a la Presidencia de la República General Somoza Debayle por el partido Liberal y el Dr. Fernando Aguero Rocha por el partido Conservador, las autoridades electorales dieron la victoria al General Somoza, gracias a un fraude ya que todo el pueblo nicaragüense estaba consciente de que el ochenta por ciento de los votos habían sido por el Dr. Aguero Rocha, dándole un rotundo triunfo.

    Ante semejante robo, el conservatismo citó al pueblo el 22 de enero de 1967 (conocido como el día de la Masacre Somocista) para darle a conocer el descarado fraude de que habían sido víctimas de nuevo. Alrededor de cien mil nicaragüenses se reunieron en la Plaza de la República de Managua. Encabezados por su líder, el Dr. Aguero, se dirigieron hacia la Casa Presidencial con el propósito de dialogar con el Estado Mayor del Ejército. Al informarse Somoza del propósito de los manifestantes, ordenó al Comandante de la Central de Política que no los dejara pasar, que detuviera a la multitud a punta de balas. Llegando los manifestantes cerca de la Central de Política , fueron detenidos por rafagas de ametralladoras y disparos desde tanques, causando una mortandad de no menos de seiscientas personas. Estos datos los obtuve de oficiales que participaron en la masacre, y fueron confirmados por quien hoy es un coronel y en aquel tiempo tenía el rango de capitán.

    Durante tres días consecutivos, miembros del ejército estuvieron lavando un mar de sangre derramada en la Avenida Roosevelt. Algunos cadáveres fueron recogidos en la morgue por sus familiares, y el resto fue incinerado en los hornos de ciertas fábricas.

    Por muchos oficiales es sabido que durante la masacre, Somoza se encontraba con su Estado Mayor en la base de la Fuerza Aérea, a quince kilómetros de Managua, dirigiendo las operaciones y listo para partir en cualquier momento.

    ¿Qué reclamo podía hacer el pueblo nicaragüense después de semejante trauma? Una vez más quedaba confirmado que la familia Somoza estaba dispuesta a mantenerse en el poder empleando el terror.

    Resurgimiento en la Región de Zinica

    Después de su fracaso en Pancasán, el Frente Sandinista de Liberación Nacional continuó con la guerrilla urbana: realizó algunos asaltos a bancos, tomó algunas radiodifusoras para pasar comunicados a la ciudadanía. Es propio de la organización del F.S.L.N. que durante sus operaciones urbanas nunca ha empleado el terrorismo; nunca ha perpetrado crimenes a sangre fria contra los miembros del ejercito, con excepcion de un sargento que trabajaba en la oficina de seguridad, y cuya ejecución debe haber tenido motivos especiales.

    El F.S.L.N. se fue robusteciendo y ganándose las simpatías del pueblo. Sus objetivos y finalidades fueron siendo compartidos por la clase marginada. Comenzó a prepararse el segundo intento por implantar las guerrillas en

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