RAZON ES DE ESTADO
De manera formal, se dice que los crímenes de Estado: “[…] son aquellos delitos cometidos por los agentes estatales, o por particulares (como los grupos paramilitares) que actúan en complicidad o por tolerancia (omisión) del Estado. Algunos de estos crímenes son el asesinato, el exterminio, la esclavitud, la desaparición forzada, el desplazamiento forzado, la deportación o las persecuciones contra cualquier población civil por motivos sociales, políticos, económicos, raciales, religiosos o culturales.” Durante el siglo XX, el gobierno mexicano cometió actos de esta categoría en contra de su propia población. Algunos de los casos más célebres–que no todos–, se mencionan a continuación.
INTRODUCCIÓN
Cualquier sistema de gobierno, ya sea de régimen democrático, monárquico o aristocrático, según la clasificación de Thomas Hobbes, deberá contar con instrumentos capaces de asegurar el bienestar de sus individuos y de hacer preservar las leyes que le dan fundamento. Sin embargo, cuando éstos se corrompen o se vuelven ineficaces, el contrato social inicia su disolución. En ese momento, los órganos que deberían idealmente conservar la justicia–jueces, policías, ejército–, se convierten en instrumentos de represión. El infame Leviatán del poder entonces comienza a devorar a sus otrora protegidos, y en ese momento se comienza a escuchar la frase que pareciera ser excusa para los más terribles crímenes: “Por razones de Estado”.
LA MATANZA DE HUITZILAC
En 1927, una enmienda constitucional permitió al general Álvaro Obregón presentarse como candidato presidencial por el Partido Nacional Revolucionario (antecesor del Partido Revolucionario Institucional), a pesar de que ya anteriormente había ostentado la primera magistratura. Ante lo anterior, Francisco Serrano, antiguo general revolucionario, lanzó su candidatura.
Arnulfo R.Gómez, otro militar, hizo lo propio y ambos opositores basaron su campaña en criticar ácidamente la gestión de Obregón, señalándolo además como el autor de varios asesinatos y despojos. Durante los meses siguientes, la campaña llegó a tal animosidad que comenzó a esparcirse el rumor de que Serrano y sus simpatizantes planeaban unirse con Gómez para perpetrar un cuartelazo y así tomar el poder. El 2 de octubre de 1927, Francisco Serrano y
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