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Voces en rebelión: Puebla 1964
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Voces en rebelión: Puebla 1964
Libro electrónico244 páginas3 horas

Voces en rebelión: Puebla 1964

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Las convulsiones de los años sesenta en el siglo XX parecen
ser una constante, la ebullición social que pudiera haber
alcanzado algún tipo de clímax durante la década anterior,
no llegó a representarse luego de la efervescencia sindical
de los maestros, ferrocarrileros o telegrafistas
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento6 oct 2021
ISBN9786075257372
Voces en rebelión: Puebla 1964
Autor

Fritz Glockner

Nació en Puebla, en 1961. Estudió Historia en la Universidad Autónoma de Puebla. Escritor, historiador, periodista y editor. Ha sido librero, conferencista y promotor de la lectura y de la novela policiaca en Gijón, España, durante la Semana Negra. Investigador y catedrático en la Universidad Iberoamericana, Puebla y en el Dartmouth College. Director de Educal a partir de 2019. Ha colaborado para Abaco, Dissidences, entre otras. Finalista del X Premio Rodolfo Walsh 1997 por Veinte de cobre. Becario del FONCA 2010. Mario Hernández dirigió la versión cinematográfica de Cementerio de papel. Parte de su obra ha sido traducida al inglés.

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    Voces en rebelión - Fritz Glockner

    mirada inicial

    Los papeles traen encima las sombras del tiempo transcurrido, a pesar de ello siguen resguardando la memoria, el recuerdo, el reporte, la consigna, la información, el llamado, la intención, los sentimientos; ¿cuántas historias no guardan cada uno de ellos? Los informes de la extinta Dirección Federal de Seguridad registran movimientos, declaraciones, fechas, guiños, consignas, mensajes, nombres, perfiles, convocatorias, poco escapa a su inspección: olores, pensamientos, gustos, anhelos, ideas, no hay suspiro que no pretendan atrapar. Por su parte, los volantes del calendario de 1964 convertidos en la expresión de la rebeldía, desean ofrecer la versión, la interpretación, las pasiones que han pretendido ser arrebatadas a través de la represión. Los diarios de la época rebelan ahora la evidencia de sus intenciones informativas, el paso de las efemérides permite descifrar su juego dirigido al beneplácito de ciertos intereses, sin embargo, sus titulares continúan siendo un pulso de los acontecimientos del pasado.

    Despejar las telarañas de los distintos impresos y articular las versiones confrontadas de un mismo evento, permite capturar la acción que cada actor histórico ha desempeñado, dejando plasmadas, incluso, sus intenciones más obscuras; así se trate del estudiante agredido, o del policía cuya orden fue disuadir a toda costa la expresión de inconformidad, o la del funcionario instalado en el poder omnipresente sin aterrizar a tierra, del periodista con el deseo por retratar con sus palabras el momento, o del agente de la dfs procurando atinar a que los actos de los propios ángeles poblanos queden en su registro.

    Las convulsiones de los años sesenta en el siglo XX parecen ser una constante, la ebullición social que pudiera haber alcanzado algún tipo de clímax durante la década anterior, no llegó a representarse luego de la efervescencia sindical de los maestros, ferrocarrileros o telegrafistas entre otros, ya que sus demandas y grado de indignación no lograron permear dentro de la simpatía popular.

    Al inicio de la década es el estado de Guerrero el que da la señal de arranque a la agitación de las conciencias, el gobernador Raúl Caballero Aburto estrena los años sesenta con diversas convulsiones, primero la inconformidad, el trato, la explotación, las mentiras para con los productores agrícolas que provoca la formación de la Asociación Cívica Guerrerense liderada por el maestro normalista Genaro Vázquez Rojas, luego el sainete político con el Presidente Municipal de Acapulco Jorge Joseph Piedra, durante el cual el gobernador obtiene su destitución para el 20 de octubre, cavando una trinchera con los propios políticos del pri; sin alcanzar a saborear las aguas del triunfo, ahora son los universitarios quienes muestran su inconformidad con las prácticas impuestas por el rector, colocando las banderas rojinegras un día después del desalojo del palacio municipal, demandas a las que se suman las normales rurales y, es ahora el estudiante Lucio Cabañas quien coloca el emblema de huelga en la normal Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, las ínfulas de la rebeldía no van con la paciencia del General Caballero Aburto por lo que lanza al ejército y a la policía a pretender disuadir las protestas callejeras que ya han sido alimentadas por campesinos, obreros, burócratas, estudiantes, comerciantes, amas de casa incluso, la diputada priísta Macrina Rabadán hace suyas las voces disidentes y presenta ante la comisión permanente del Congreso de la Unión la iniciativa de desaparición de poderes en el estado, los enfrentamientos suben de tono, de las piedras se pasa a las balas, los detenidos aumentan la población carcelaria, en los municipios del estado la gente se rebela en contra de los presidentes municipales. El punto de ebullición sucede el 30 de diciembre, durante la manifestación popular en la Alameda Granados Maldonado, frente a la universidad, el trabajador de la Comisión Federal de Electricidad, Enrique Ramírez Miranda, cae desde la altura del poste desde el cual pretende desplegar la manta con su mensaje de rechazo al gobernador, luego de que la primera detonación termine con su existencia y la balacera comience a sembrar más cadáveres; al día siguiente las caravanas de los diez servicios funerarios de los caídos en la manifestación sobrepasa las expectativas propias de la represión, no hay policía o soldado que se atreva a intentar impedir las muestras de apoyo, la indignación contenida, la rabia, la desolación, pocos hogares brindan por el arribo del año nuevo de 1961.

    Los mensajes entre Bucareli, en la figura del entonces secretario de gobernación Gustavo Díaz Ordaz y Palacio Nacional, pretenden montar la escenografía para que el miércoles 4 de enero de 1961 sea el poder legislativo federal quien decrete la desaparición de poderes en el estado de Guerrero y, por lo tanto, sea destituido el general Raúl Caballero Aburto del poder ejecutivo, considerándose aquella victoria a la Asociación Cívica Guerrerense, a los estudiantes, al apoyo popular; la intención es calmar los ánimos, reducir los focos rojos, achatar la indignación, desarticular demandas sociales, es la figura de Arturo Martínez Adame el elegido para pretender visualizar que hay cambio sin que éste suceda en los hechos.

    En aquel año de 1961 pero ahora a 280 kilómetros de distancia de Chilpancingo, Guerrero, es la ciudad de Puebla la que comienza a dar luces de la conmoción social, una burbuja ha comenzado a inflarse demasiado, a pesar de que existe una sensación de ensueño, ya que en el estado siguen existiendo los resabios del cacicazgo avilacamachista, gracias al cual se han logrado contener los arrebatos liberadores de otros territorios, y donde personajes como William Jenkins y García Valseca han logrado amasar fortunas sin complicación alguna, la cruz ha defendido sus causas. Tal vez y pueda suponerse que la fama de conservadora con la que cuenta la ciudad de Puebla se deba a que se observa mejor su catedral que el aula de Filosofía; la vieja estructura del gobierno universitario se denota desgastado, los ímpetus de la juventud ya no permiten las reglas obsoletas, la disciplina, la estrechez del conocimiento y poco a poco comienzan a aparecer como hongos ciertas discrepancias, conflictos, protestas, inconformidades en contra de lo que pudiera considerarse como las buenas conciencias; en su intento por contener que las pasiones no se derramen, el rector Armando Guerra opta por decretar el cierre de las instalaciones universitarias el viernes 28 de abril, asumiéndose como niño asustado en el sentido de que si logra cerrar los ojos el peligro desaparecerá; luego del enfrentamiento que se suscita la tarde del lunes 24 de abril en pleno centro de la ciudad, entre los jóvenes simpatizantes con la revolución cubana, y quienes consideran aquella isla como el engendro de la maldad.

    El lunes 1 de mayo el desfile de los trabajadores se realiza con la normalidad acostumbrada, los contingentes obreros saludan con entusiasmo artificial la tarima en la que se encuentra ubicado el gobernador del estado, Fausto M. Ortega junto con sus colaboradores, de pronto la noticia aterriza en la oreja de Rodolfo Pacheco Pulido, secretario del gobernador, los estudiantes han tomado el Carolino, la incertidumbre se dibuja en su rostro, ¿nombres?, el de su hermano menor resuena; ¿cómo informarle al jefe que su hermano está dentro de los alborotadores? Minutos antes, el joven de primer año de medicina, Ramón Beltrán toca a la puerta del edificio Carolino, sabe que cuenta con la confianza de Donaciano Sánchez, el prefecto de la universidad, bajo el argumento de que le han corrido de su casa y que no tiene a dónde acudir, don Chanito como se le conoce en el ámbito estudiantil, accede y abre aquel portón del antiguo colegio jesuita, de inmediato una docena de jóvenes escondidos detrás de la iglesia de la Compañía irrumpen, entran al edificio, lo toman como rehén, se apoderan de las instalaciones para comenzar el famoso movimiento de reforma universitaria, la polarización de los ánimos, las conciencias y las ideologías entran en un punto de ebullición en el aparente apaciguado sueño de la sociedad poblana.

    Años atrás, incluso antes de que se alcanzara la autonomía universitaria en noviembre de 1956, un grupo clandestino viene tramando sus redes para salvar a México; para el jesuita Manuel Figueroa Luna cada vez se acerca más a nuestro territorio aquel fantasma, el que según decreto en el siglo xix Carlos Marx estaba recorriendo Europa, por lo que a principios de la década de los años cincuenta se dedica a organizar a los jóvenes para enfrentar al comunismo, motivo por el cual les convoca alrededor de los llamados Tecos, desde el Instituto de Ciencias en Guadalajara. Los disturbios y enfrentamientos que provoca llevan al Provincial de la Compañía de Jesús la determinación de que es mejor trasladar al cura Figueroa a la ciudad de Puebla, como rector del Instituto Oriente. Aún y cuando la deportación de la llamada Perla Tapatía pudiera ser visualizada como un tipo de destierro, él se considera llamado a continuar su travesía en contra de los rojos desde cualquier trinchera. Es así como de nueva cuenta se da a la tarea de emplazar a través de la llamada acción social, a aquellos estudiantes provenientes de familias con alto nivel económico y que han demostrado su devoción religiosa, bautizando su adiestramiento como Congregación Mariana, para lograr erigir luego de un adoctrinamiento la sociedad clandestina denominada como Yunque con su organización dispuesta para actuar como: Frente Universitario Anticomunista con los jóvenes fundadores: Manuel Díaz Cid, José Antonio Quintana Fernández, José Luis Hernández Núñez, Teodoro Terés Reina, los hermanos Herberto y Manuel Rodríguez Concha, Klaus Feldman Petersen, y Ramón Plata Moreno, toda actividad de éste grupo consensada, avalada y respaldada por el arzobispo Octaviano Márquez y Toriz. Llegado el momento optan por abandonar la secrecía el martes 19 de abril de 1955 con un desplegado en el que sentencian que: ...ahora se encuentra ante su propia y monstruosa creación, el comunismo, que echando por tierra todo lo que la civilización cristiana sostiene como fundamental: la Religión, la Familia y la Propiedad; ha colocado al hombre en la posición, aparente, de decidir su destino dentro de los campos antagónicos del espiritualismo y el materialismo extremos. Traen la angustia de la marea roja, detectan la posibilidad de que la juventud mexicana se vea hipnotizada, adormecida, catequizada por aquellos indeseables de Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Mao y más recientemente Castro y Guevara en América Latina y, según ellos toda ésta oleada con el beneplácito, complicidad y simpatía de autoridades y dirigentes políticos, por lo que plantean como objetivo primordial frenar la inundación comunista y luchar organizadamente para: 1) Orientar al pueblo de México. 2) Propugnar una auténtica justicia social. 3) Desterrar de la universidad al comunismo. 4) Formar ideológica y prácticamente a una generación de jóvenes leales a los intereses de México. 5) Elaboración de una doctrina nacional. 6) El estudio de los problemas sociales y crear la armonía entre capital y trabajo. Para ello declaran: Invitamos a todos los estudiantes universitarios poblanos a afiliarse para luchar por un México sin odios, sin lucha de clases, libre y en donde cada mexicano sepa que trabaja por el bien de la patria, en donde no haya cabida para traidores al servicio de sistemas materialistas internacionales. POR UNA UNIVERSIDAD MEXICANA, 19 de abril de 1955; el lema que adoptan para ese año reza: La fuerza de nuestro enemigo es nuestra cobardía.

    El tablero ha sido colocado en el ánimo de la sociedad poblana, la conformación de los dos grupos antagónicos ideológicamente ha surgido, tal vez no tan espontáneamente; a final de cuentas la llamada guerra fría ha polarizado en dos canchas las creencias humanas y, en Puebla continúan existiendo los resabios de la rivalidad entre conservadores y liberales del siglo xix, de ahí que no exista sorpresa de que los fuas, emulando a los primeros, aparezcan en defensa de mantener la existencia del ya agotado Consejo de Honor, así como la injerencia oculta del poder estatal y de la iglesia dentro del recinto universitario; en contraparte los llamados carolinos, donde coinciden liberales, masones, intelectuales, académicos, y personajes de izquierda, plantean la renovación de las instancias del gobierno universitario, la libertad de cátedra y el despojo de filosofías retrógradas en los salones de clase, entre otras demandas, recogiendo el espíritu de la reforma universitaria de la ciudad de Córdoba, Argentina de 1918, los carolinos adoptan la pasión por constituir la Universidad Autónoma de Puebla que en su seno existan los principios de convertirse en un centro educativo que promulgue además de la educación laica, demandan que sea Crítica, Democrática y Popular, azotando con ello a los ángeles y encontrando la oposición de los fuas, quienes para el 28 de mayo de 1961 lanzan ya su ataque frontal; según ellos los rojos están cerca de los fuertes de Loreto y Guadalupe, promulgando la idea de que: Ayer Cuba, Hoy Puebla; obteniendo el apoyo de los pequeños comerciantes, la iglesia, el ala conservadora poblana, los empresarios y los colegios católicos, quienes además de simpatizar, financian la causa conservadora como una opción para manipular la fe, concentrando una gran carga de fanatismo y ceguera racional, habría que atacar al enemigo rojo en cualquier esquina, por medio de una moral disfrazada, por ello acuñan la frase de: Cristianismo si, Comunismo no, así como también las consignas y propuestas de: Una universidad comunista no es universidad mexicana Comunistas vende patrias Puebla no nació traidora. Puebla ha sostenido con la sangre de sus hijos su libertad y creencias. Puebla tiene un modo de vivir, de sentir, fundado en su mexicanidad. Puebla tiene una bandera: libertad; y una creencia: Dios. Por el progreso de Puebla actuar ahora. Despierta Puebla, el comunismo avanza y se lanzan a la calle en defensa de los ángeles de la catedral, por la custodia de la moral, alzándose como los llamados a evitar injerencias extranjeras en el aprendizaje, maldades coloridas de rojo, ideologías que puedan perturbar el sueño de querubines.

    ficha primera

    Son como sombras que se permutan en todo tipo de oficios, profesiones, roles y actuaciones, son los agentes de la Dirección Federal de Seguridad, cuya labor es detectar todo lo que se mueve, lo que se dice, se opina, se confabule en contra del poder establecido o del orden institucional, cualquier rincón de las ciudades mexicanas parece estar ocupado por un oído, un ojo que registra, graba, fotografía, es el pulso del estado mexicano que no desea que alguna alteración desarticule el equilibrio impuesto, es por ello que en sus informes se reflejan todos: sindicatos, agrupaciones estudiantiles, organizaciones empresariales, partidos políticos, medios de comunicación, campesinos, todo aquel que pudiera visualizarse como enemigo, e incluso aquel que finge de amigo.

    Un cuarto del Hotel Royalty es durante muchos años el centro de operaciones de la Dirección Federal de Seguridad, hasta ahí llegaban todo tipo de informes, comentarios, chismes, reportes, grabaciones, notas, papeles, conversaciones, los más grandes secretos que cualquiera hubiera podido suponer que existían ocultos, son revelados y expuestos en aquella habitación. Dentro de los diferentes coordinadores con los que contó la dfs en el estado de Puebla en los años sesenta destaca: Héctor Santillán Ortega, a quién le tocara dejar el reconocimiento del movimiento estudiantil de 1961, junto con los diversos agentes: Ángel Naranjo Aragón, Tomas Morlet Borges, Abelardo Montaño, Manuel Ramírez Carreto, Daniel Palma Chacón, éste último encargado de registrar todo lo sucedido durante el año de 1964, al lado de otro de nombre Miguel Ángel; un caso singular dentro de la historia de la dfs es el de Gabriel Guarneros, quién a partir de su llegada a Puebla el 13 de enero de 1964, enviado por el entonces sub secretario de Gobernación Luis Echeverría Álvarez, no vuelve a existir otro delegado de la dfs en el estado hasta la extinción del organismo político-policiaco el 4 de agosto de 1985, fundado por Miguel Alemán en el año de 1947, situación que no se repite en ningún otro espacio del territorio nacional.

    Con Guarneros la sede de la dfs deja de ser el hotel Royalty y se traslada a una habitación del hotel Palace, aún que hay testimonios que insisten en el sentido de que para el caso específico del estado de Puebla, la información secreta que recababa la dfs siempre fue compartida con la sección de inteligencia del ejército mexicano, departamento que estuvo durante muchos años en Puebla a cargo del Teniente Coronel Felipe Flores Narro, siendo así como los informes de ambas dependencias de inteligencia coincidían en todos sus aspectos, sin que existieran contradicciones, ya que ambos organismos de vigilancia se retroalimentaban, lo que uno no supiera, el otro lo advertía y así las fichas y los informes eran escrupulosamente detallistas sobre las actividades de todos los objetivos a espiar y vigilar.

    Nada se les escapaba: nombres, acontecimientos, hechos, rumores, dichos, actos subversivos, las pretensiones de los hombres del dinero, incluso las aspiraciones de los políticos; el viento traía para ellos todo tipo de revelación, lo conocían todo y a todos, sabían en qué momento, a qué hora, en qué lugar, cuándo sería, cómo y dónde, decenas de informantes les llevaban la apreciada averiguación.

    Dentro de la importancia que Puebla tiene dentro del territorio nacional, ya sea por su estratégica situación geográfica, por su capacidad económica, por la efervescencia estudiantil, también se cuenta la anécdota de que una de las primeras misiones de importancia que realizara el famoso Capitán Fernando Gutiérrez Barrios, fuera precisamente en territorio poblano, se dice que Fernando recordaba a Puebla con mucho cariño por haber tenido un servicio muy importante que desempeñar en sus primeros años dentro de la dfs, que había sido algo así como su bautizo dentro de las hazañas de investigación, por lo que se puede suponer que esto sucede durante los conflictos estudiantiles de 1961, por que en años anteriores se antoja poco promisorio algún otro apremio que provocara la visita de agentes de la dfs desde la ciudad de México, aún que también hubiera podido ser algún tipo de negociación durante la visita por Puebla del candidato a la Presidencia de la República Gustavo Díaz Ordaz, o en los días previos a la caída del General Nava Castillo durante el año de 1964, aunque de esto no existe referencia alguna.

    Por órdenes e instrucción de los jefes de la dfs, y sobre todo como lema de Gutiérrez Barrios, todos los delegados de la Dirección en los estados repetían la frase célebre del Capitán, destacando que la información que ellos recogían, o todos los datos de los que tuvieran conocimiento no les pertenecían; que su único dueño era el Estado mexicano, y que por lo tanto tenían que usarla para la defensa del mismo y nunca en beneficio personal o de un grupo, aunque años después esta consigna comenzó a pervertirse estrepitosamente al quedar al frente Miguel Nazar Haro y el último director José Antonio Zorrilla.

    En la heroica Puebla de Zaragoza llegaron a actuar entre quince y treinta agentes de la dfs, dependiendo de los tiempos, de los conflictos, de la actividad política; se dice que llegaron a desplazarse un mayor número de oficiales; mientras que el número de informantes llegó a oscilar entre cincuenta y setenta: orejas, espías, infiltrados en el Consejo Universitario, los periódicos y radiodifusoras, los sindicatos y grupos empresariales, en la iglesia, barrios, escuelas, organismos estudiantiles, restaurantes, correos, teléfonos de México y telégrafos. Los disfraces y formas de penetrar algún grupo para conocer sus actividades o sus planes era lo de menos, el objetivo era obtener la información necesaria, agotar hasta sus últimas consecuencias todos los por qué. La idea que regía a la dfs consistía en resolver hasta el postrero origen de posibles voces rebeldes, cuando éste llegara a su término se podría dar

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