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El Efecto Enjambre
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Libro electrónico183 páginas2 horas

El Efecto Enjambre

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La República Argentina. Una nación con una vocación autodestructiva de proporciones dramáticas. Casi 4 generaciones de cero educación, de ignorancia, de odio al trabajo, resaltando el valor de la miseria, de apego a la dadiva, de vivir de lo ajeno, de apropiarse derechos y endosar obligaciones.
Hicieron de todo para quedarse con la ciudad y lo lograron, la ciudad es de ustedes, pero también sera su tumba. Es un mausoleo enorme, monstruoso. Cosecharon exactamente lo que sembraron. Es justo. Un triple muro gigante encierra décadas de amarguras, de ladroneo por parte de políticos inmundos, de vagancia legislada, de depredación disfrazada de soberanía, de pillaje simulando justicia social.
Alguna vez hubo uno de lo tantos energúmenos que por desgracia dirigió el país que acuñó el lema alpargatas si, libros no. Jamás les importo absolutamente nada la miseria de los pobres. Por el contrario la exacerbaban, la enaltecían y en ese accionar contaban con la inestimable colaboración de la iglesia católica.
El razonamiento era muy astuto, si la gran masa de nuestros votos provienen de los mas pobres e ignorantes, hagamos que sigan siendo pobres y mas ignorantes. En definitiva solo eran la palanca para asaltar el poder. Inventaron millones de esclavos culturales.
Dios bendiga a la nueva Argentina.
IdiomaEspañol
EditorialOlivera
Fecha de lanzamiento29 abr 2021
ISBN9789878679457
El Efecto Enjambre
Autor

Julio Rolando Olivera

Julio Rolando Olivera (nacido en Mendoza, Argentina, el 30 de Marzo de 1955). Realizo el servicio mililtar en 1976, en la división aerotransportada, cuyas experiencias sirvieron de inspiración para escribir "El Efecto Enjambre", la cual es su primera novela. Actualmente vive en Cordoba, Argentina, con su esposa.

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    El Efecto Enjambre - Julio Rolando Olivera

    Olivera, Julio Rolando

    El efecto enjambre / Julio Rolando Olivera - la ed. - Cordoba: Julio Rolando Olivera, 2021

    Libro digital, EPUB

    Archivo Digital: descarga

    ISBN 978-987-86-7945-7

    1. Narrativa Argentina. 2. Novelas de Acción 3. Guerras Civiles. I.Titulo

    CDD A863

    © Julio Rolando Olivera

    DISEÑO DE TAPA: NICOLAS ZURIAGA

    ISBN: 978-987-86-7945-7

    Hecho el depósito que prevé la ley 11.723

    No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmisión o la transformación de este libros, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopia, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito autor/editor. Su infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446 de la República Argentina.

    A mi familia, en especial a mis hijos Florencia y Gonzalo; cuya colaboración fue vitál para la edición de esta obra

    Introducción

    El presente trabajo comenzó a tomar forma en mi mente a partir de un simple golpe de intuición, sin imaginar que luego podría llegar a convertirlo en una novela de ficción. No es mas que eso, una simple novela. Pura ficción sin pretensiones proféticas ni mucho menos. Esto es algo que ocurrió hace ya varios años.

    Durante la primera mitad de la década de los 90 comencé a percibir, a ser consciente de que había una exagerada sobre-actividad de los movimientos sociales contestatarios y reaccionarios; que desde el retorno de la democracia fueron siempre funcionales al peronismo.

    En la Argentina de ese momento gobernaba el presidente Carlos Menem, encasillado ideológicamente como neoliberal, pero Menem era un peronista como cualquier otro dirigente afiliado al PJ, cantaba la marchita y tenia en su oficina estatuillas y cuadros de Perón y Eva Duarte y tenia el discurso populista clásico del peronista promedio, desde luego fue victima de un movimiento recientemente creado y del que yo era totalmente ignorante de su existencia, el Foro de San Pablo, ONG fundada por Fidel Castro y Lula

    Da Silva para intentar salvar o reemplazar las ventajas que obtenían de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la gran perdedora de la guerra fría.

    Nació así un nuevo orden mundial y comenzó la globalizacion, bien recibida por unos y denostada por otros.

    Con el correr del tiempo esa sobre-actividad se incrementó, las grandes ciudades ya comenzaban a tornarse complejas para su transitabilidad.

    Irrumpieron en escena una variedad novedosa de protestadores profesionales alquilados con dinero de los contribuyentes, y vale la pena decirlo, llamados informalmente y con total cinismo: subsidio a la pobreza. Recibían un sueldo por no hacer nada: los piqueteros, e impusieron su costumbre de los cortes sorpresivos de calles, quema de neumáticos, encapuchados, siempre usando como escudos humanos a mujeres, la mayoría embarazadas y/o con niños en sus brazos y colgados de sus polleras. Ellos armados con garrotes, la policía no se les podía ni acercar, mucho menos reprimirlos.

    Lejos estaba yo de saber o imaginar siquiera que esto era un plan orquestado, planeado y estaba siendo ejecutado con presicion, de alguna manera lo intuía; tanto es así que alguna vez le comenté a mi mujer ―parece que fuera una conspiración― por que siempre son los mismos tipos y siempre cantando las mismas consignas, siempre cometiendo los mismos delitos, se manejaban con un patrón preestablecido y una coreografía muy bien coordinada.

    Al final mi intuición no falló, era una enorme conspiración a nivel mundial, pero era mas exacerbada y mas fácil de aplicar en América Latina en donde las instituciones son mas permeables a la corrupción y la venalidad. Premonitoriamente traería consigo consecuencias desconocidas.

    Esa ONG aglutinaba en su seno a dictadores de izquierda, terroristas y narcotraficantes devenidos en políticos que intentaban desesperadamente sobreponerse y sobrevivir a la desaparición de la URSS que fue quien les dio apoyo logístico, económico e ideológico desde el fin de segunda guerra mundial.

    Infiltró a todos los estratos sociales de la nación y uno muy particular ocurrió en los claustros académicos del derecho. De la nada surgieron gurues delirantes o santones eruditos con gran prestigio internacional y muchos pergaminos que abjuraban del código penal y su aplicación ―es demasiado riguroso decían unos, no se puede; criminalizar al que no tiene fortuna, gritaban otros; hay que democratizar el sistema carcelario ―mentían por otro lado.

    Comenzaron por exigir la reducción o eliminación de las penas, para luego pedir su modificación o directamente su abolición. A partir de su ideario el delincuente no era mas delincuente, era solo una victima que con la venia de un falso progresismo, el victimario por resolución divina, se convertía en una frágil y pobre victima.

    En Argentina contaban con el beneplácito del peronismo, las organizaciones de derechos humanos, nacidas al calor de la dictadura militar, pero que tenían una orientación estrictamente ideológica de izquierda, defensores a ultranza del castrismo cubano, y de cuanta dictadura comunista existiese sobre el planeta.

    En Argentina lograron conseguir muchos adherentes integrantes del progresismo nativo con todos sus matices, sobornaron y compraron a las organizaciones de defensa de los derechos humanos, a las que convirtieron en simples y corrientes sindicatos de ladrones y asesinos.

    Desgraciadamente su violencia callejera no fue neutralizada a tiempo. Los responsables de esa inacción fue una dirigencia política culposa y cobarde que no quiso o no tuvo las agallas para aplicar el correctivo justo en el momento apropiado, por temor a ser tildados de represores. Alguna vez leí en una red social un concepto muy curioso y a la vez nunca tan apropiado sobre el peronismo, el tipo decía que el peronismo actuó desde sus comienzos como un ejercito de ocupación, hoy pienso que ese comentarista tenia razón y tal vez esa condición es la que llevo a que durante 80 años el peronismo fue un sufrimiento y no un sentimiento como ellos han pretendido venderlo.

    En esta novela de ficción tenemos dos protagonistas: los Coroneles Norton, padre e hijo, uno en un futuro muy cercano y el hijo en un futuro lejano totalmente desconocido e inasible y nos narrarán lo que estaría ocurriendo en un presunto destino post apocalíptico de la República Argentina y yo les iré relatando el marco general en el cual, presuntamente se fue gestando, se fue cocinando y como nos embistió ese porvenir trágico y dramático.

    J. R. Olivera

    Capítulo 1

    Es de noche.

    En algún lugar de una zona ubicada en el antiguo barrio de Mataderos.

    Cinco hombres vestidos con uniformes militares de color negro, con las cabezas cubiertas por cascos equipados con cámaras digitales. Sus caras cubiertas con pintura de camuflaje.

    Era una pequeña patrulla equipada con fusiles de asalto AR 15 calibre 5.56 x 54, subsónicas y con silenciador, miras láser, sistemas de visión nocturna, pistolas Glock calibre 40 y cuchillos de ataque táctico. Uno de ellos llevaba un fusil Rémington calibre 300, equipado con una mira telescópica Leupold de visión nocturna, de aproximadamente 12x35, para disparo a larga distancia: un especialista francotirador.

    Son fuerzas especiales? Son mercenarios? Una cosa es segura, no son simples cazadores y no son civiles; están bien entrenados, son profesionales; casi no hacen ruido, sus movimientos están totalmente coordinados; se mueve uno y los otros inmóviles lo cubren; su desplazamiento es muy eficiente y prácticamente invisible.

    Sigilosamente se descuelgan en rapel por el costado de una extraña construcción de hormigón, que asemeja a un embudo.

    Bajan uno a uno; luego de recorrer una distancia de aproximadamente de 1 kilómetro, se dirigen corriendo en cubierta contra las paredes de un largo y derruido monoblock de 4 pisos.

    Uno a uno suben hasta la azotea por distintos lugares, la idea es tratar de dispersar la visión de un presunto vigía y una vez agrupados en el techo, corren hasta el otro extremo y desplazándose cuerpo a tierra, se asoman al borde del edificio.

    De fondo se escucha una melodía a todo volumen, la denominada cumbia. Antiguamente se la llamó de forma despectiva: cumbia villera.

    A su vez se escucha el bullicio generado por mucha gente.

    Abajo, en la vereda de enfrente del edificio, había una explanada bastante ancha y llena de escombros; era una antigua avenida totalmente cubierta por malezas y vehículos quemados y oxidados. Se podía ver con mucha claridad un galpón con techo de chapa, una edificación que aparentemente en otros tiempos pudo haber sido la sede de un club de barrio o algún tipo de industria y en ese lugar, supuestamente debió haber funcionado un playón de carga o deposito o de estacionamiento.

    El francotirador apunta con su fusil y por medio de la mira telescópica calcula la distancia de los blancos; se da vuelta y les hace una seña con el dedo índice, significa 30 metros, distancia apropiada para toda la gama de armas que portaban.

    Uno de los cazadores observa con un par de binoculares de luz residual en busca de blancos específicos; buscando presas.

    En la pista o playón habrían unas 600/800 personas, todos jóvenes de entre 30 y 40 años. Todos, sin excepción, tenían puesto o una camisa o un pantalón de color naranja.

    Los chicos bailaban de manera enloquecida al compás de la cumbia; el desenfreno era total.

    En rincones no tan apartados muchos estaban drogándose y bebiendo alcohol sin ningún tipo de límites.

    En un costado y a la vista de todos una mujer y tres hombres ponían en escena una sesión de sexo explícito y salvaje sin ningún tipo de inhibiciones, rodeados de otros chicos que aplaudían y festejaban la obra de teatro.

    En otro sector 5 tipos estaban golpeando con extrema ferocidad a un solo chico que ni siquiera atinaba a defenderse: le pisaron la cara, lo patearon en la cabeza, en la espalda, en el estomago, en el pecho una y otra vez, quedó inconsciente. Los cinco atacantes al mismo tiempo orinan encima de la victima.

    Un poco mas alejado un hombre corpulento, que tenia puesto en su cabeza una kufiya o pañuelo palestino; golpeaba brutalmente a una joven y escuálida mujer a la cual después le arranco la ropa, la desnudó completamente y la violo sin compasión repetidas veces; la chica gritaba desesperada, pero a nadie parecía importarle; nadie la escuchaba, había otras mujeres en las cercanías que miraban el accionar del violador, pero ninguna hizo nada, solo festejaban, bailando, saltando y riendo sin sentido aparente alguno.

    Uno de los cazadores que vio esa escena con sus binoculares, miró al resto e hizo una seña pasando la mano derecha y en forma plana sobre el cuello: el violador acababa de recibir su sentencia de muerte.

    En el centro de la pista habían armado un gran fogón; donde arrojaban libros, sillones, escritorios, mesas y todo tipo de cosas que iban retirando de los inmuebles abandonados y bailaban alrededor, gritando y festejando, totalmente perdidos por los efectos de la droga.

    Las personas del baile lejos estaban de adivinar siquiera lo que les estaba por ocurrir.

    En la azotea el francotirador iluminó con su mira láser la cabeza del violador que tenia puesto la kufiya; efectúa el disparo y este dio en el blanco con una exactitud milimétrica. La munición con punta expansiva, del tipo RIP al penetrar en un blanco duro como lo es un cráneo humano, se partió en los ocho pedazos que la componen mas el núcleo, haciendo que la cabeza del violador estallara en una explosión sanguinolenta. Huesos y pedazos de masa encefálica por todas partes, el cuerpo del tipo se desmoronó hacia el piso como si fuera un muñeco de trapo.

    En ese instante comenzaron a disparar los otros cazadores; se podía distinguir con suma claridad y totalmente separados los sonidos de la detonación en sordina de la munición y el chasquido de la corredera retrocediendo y expulsando el cartucho servido y avanzando y levantando el nuevo proyectil en la recámara.

    El aparente jefe hace una seña con su mano indicando modo automático y directamente todos se ponen de pie y con ráfagas de cuatro o cinco disparos matan a decenas de personas; algunos caen pesadamente; otros intentan huir. En la estampida pisotean y pasan por encima al resto de los caídos, muertos o malheridos y lo peor de todo es que esos chicos están tan mal de la cabeza que corren en dirección hacia sus cazadores; no tienen la capacidad mental o intuitiva necesaria para reconocer el lugar de donde viene el ataque y los cazadores están apostados frente a la única vía de escape abierta que tenia el viejo y abandonado lugar.

    Después del tipo de la kufiya los siguientes en caer fueron los matones que golpearon y orinaron a su victima, continuando con los que estaban drogándose. Todos cayeron sin saber que los golpeó.

    Los cazadores filman todo con las cámaras de video instaladas en sus cascos de protección y se retiran con la misma velocidad y sigilo con el que llegaron.

    Treparon el embudo de cemento con una velocidad increíble y corrieron hasta un descampado en donde los esperaba un helicóptero del tipo fantasma que los recoge y huyen en total silencio en dirección al este, hacia el rio de la Plata.

    Córdoba, República Argentina; año 2060.

    ―Soy el Cnel Jorge Norton, tengo 45 años, pertenezco al Ejercito Argentino y voy a contarles lo que está ocurriendo en la República Argentina, ahora, pleno año 2060. Esto es algo que no debió haber sucedido nunca, pero en la Argentina nada es imposible, por inaudito que suene.

    "La República Argentina siempre fue un país extraño, raro, tragicamente raro, difícil, y hasta inclasificable.

    "Compuesto por individuos fácilmente corruptibles o corruptos por definición, cínicos, soberbios, afeminados, acostumbrados a lloriquear por cualquier estupidez y a la vez amigo y solidario con el malvado. Ocupado en proteger siempre al peor en desmedro del que se esfuerza en ser mejor, antiguamente a esa patética costumbre se la llamo con una hipocresía manifiesta y decadente: corrección política.

    "Desde luego que me estoy

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