Leyendas de ayer, hoy y siempre
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Leyendas de ayer, hoy y siempre - Margarita Jimenez Arreola
Contenido
Introducción
¿Qué es una leyenda?
Características de la leyenda:
PREHISPÁNICAS
La princesa Sac-Nicté
Leyendas del Tepozteco
El nacimiento del Tepozteco
El robo del teponaztli
La conversión del Tepozteco
Mintzita
Los chuleles
El malvado Ahuizotl
El Canancol
El murciélago
La X-TABAY
La leyenda de los volcanes
El símbolo del águila y la serpiente
DE LA COLONIA
El que no regresó
La Llorona
La Casa de los Azulejos
El voto del soldado
La Mulata de Córdoba
DE LAS CALLES DE MÉXICO
La calle de La Quemada
El cetro de Nezahualcóyotl
El Armado
Universidad Pontificia
El callejón del Muerto
RELIGIOSAS
El fantasma de la monja
El Cristo roto
Leyenda de la ermita del Santo Cristo del Amparo
El Santo Cristo de las Alhajas
Rosario de Amozoc
La azucena de Carmelitas
El tesoro de San Francisco y los Insurgentes
El tesoro del obispado
El puente del clérigo
LEYENDAS DE OTROS PAÍSES
Píramo y Tisbe
El rey Arturo
El Resucitado
El alacrán de fray Gómez
La figura de la liebre en la luna
La mujer de nieve
La historia de O-Tei
Cómo fueron destruidos los bogatirs en la Santa Rusia (1941)
La ninfa Eco
La preferida
El hombre lobo
El Comegente
Atenodoro
BIBLIOGRAFÍA
Introducción
México es un país lleno de innumerables leyendas. En cada región, ciudad, pueblo, serranía e incluso en cada calle, siempre habrá algo maravilloso y enigmático que contar.
No es difícil encontrar grandes historias que relatan episodios de añejos amores, del hallazgo de algún tesoro o de la aparición de personas ya fallecidas; narraciones con las que nuestros abuelos acostumbraban amenizar una tarde familiar, o servían tal vez para atemorizar a algún joven insolente y trasnochador o, por qué no, también para dormir al pequeño nieto que gustara soñar con lo maravilloso de la magia de las leyendas.
¿Quién de nosotros no atesoró en su mente alguna leyenda contada por el abuelo, la abuela o nuestros padres? ¿Y quién no recuerda los ratos tan amenos y llenos de asombro que pasaron?
Pero hoy, las prisas de la vida moderna nos han ido alejando de esa bella costumbre, y ya no es común oír o leer alguna de esas maravillosas leyendas. Nos refugiamos en la televisión, en la Internet y en los juegos modernos que nos alejan de la magia de viajar con la mente.
¿No sería más gratificante de vez en cuando sentarnos a leer o a escuchar alguna leyenda como la de los Volcanes, o la de La Llorona, El Cristo roto, La princesa Sac-Nicté, La Casa de los Azulejos o el hombre lobo? Y conservar esa bella tradición para que nuestras leyendas de ayer, sigan siendo las leyendas de hoy y siempre.
La presente obra es una recopilación de leyendas tomada de diferentes autores y fuentes, por lo que, seguramente, su contenido variará de un autor o de un libro a otro.
¿Qué es una leyenda?
Es una narración fantástica que refiere hechos que se desconoce si fueron verídicos o creados por la imaginación de quienes lo transmitieron en forma oral. Por lo general, la leyenda pertenece a una tradición anónima, que en la mayoría de los casos es transmitida de manera familiar.
La leyenda puede presentarse en verso o en prosa. En la Edad Media con el término leyenda
se designaban las vidas de santos, más o menos fantaseadas, que debían ser leídas en los conventos.
Características de la leyenda:
¹
• Hace divino a lo humano, o sobrenatural.
• Es un relato popular que proviene de la tradición oral.
• La narración está en tercera persona, es una creación colectiva que se va recreando con el transcurso del tiempo.
• Una misma leyenda —en pueblos diferentes— cambia de ambiente, de circunstancias y de personajes, según sus condiciones etnográficas y sociales.
• Las leyendas históricas y sus héroes actúan como enlace de identidad y de orgullo nacional, al ser partes integrantes de la comunidad; por ello las figuras históricas, al paso de generaciones, se convierten en seres fantásticos.
• Los personajes son seres extraordinarios y, por lo general, están enmarcados con fastuosos acontecimientos y lugares: grandes desiertos, montañas maravillosas, selvas inaccesibles, ríos majestuosos, espacios de ensueño, cielos e infiernos, etcétera.
• La leyenda, muchas veces, es la base de la historia de todas las naciones, y ocasionalmente, es difícil definir en un relato, qué hay de leyenda y qué de la historia auténtica.
• La leyenda, en síntesis, además de contener una cierta dosis de verdad histórica, recoge las tradiciones y creencias de un pueblo.
Notas
1 Tomado del libro de Emilio Rojas, Mitos, leyendas, cuentos, fábulas, apólogos y parábolas. Tomos I y II. México, 1997 y 1998.
PREHISPÁNICAS
La princesa Sac-Nicté
(Leyenda maya)
En el Mayab, cuando Chichén-Itzá, Uxmal y Mayapán se encontraban en su plenitud, nacieron en estas ciudades: Sac-Nicté o Blanca Flor, princesa de Mayapán e hija del rey Hunac-Ceel; Ulil, príncipe de Uxmal; y Canek, o Serpiente Negra, príncipe de Chichén-Itzá.
Cuando Sac-Nicté tenía cinco años dio de beber a un caminante y de pronto brotó de la jícara una flor. Luego, cuando cumplió dos veces cinco iba caminando por un maizal y una paloma se posó en su hombro, le dio unos granos de maíz, la besó en el pico y luego la soltó para que volara libre. Cuando cumplió tres veces cinco años conoció a Canek y se enamoró de él.
Por su parte, cuando Canek cumplió siete años, atrapó una mariposa y la deshizo con sus manos; esa noche soñó que se convertía en gusano.
Cuando cumplió dos veces siete, encontró un venado en una trampa de cazador y con su cuchillo sacrificó al animal, le extrajo el corazón y lo ofreció a los dioses negros que ayudaban a los
brujos. Esa noche soñó que era un tigre sediento. Pero cuando cumplió tres veces siete años, lo nombraron señor de los itzaes, y ese mismo día conoció a Sac-Nicté. Esta noche no durmió, sino que lloró de tristeza hasta el amanecer, porque se había enamorado de la princesa de Mayapán.
Ese fue el momento de la desilusión de Canek, pues sabía que Sac-Nicté estaba comprometida con Ulil, príncipe de Uxmal; y 37 días a partir de la fecha en que Canek tomara posesión del mando se llevaría a cabo la boda. Y así empezaron a llegar los mensajeros de Mayapán y Uxmal, para invitar al señor de los itzaes a festejar la boda y consolidar la alianza.
Una noche, cuando Canek pensaba en su problema, apareció de pronto un viejecillo y le dijo en voz baja:
—La Flor Blanca está esperando entre las hojas frescas ¿has de dejar que otro la arranque para él?
Y terminando de decir eso, desapareció sin que nadie supiera lo ocurrido. Pronto, las piedras esculpidas que conmemorarían la boda se hicieron, poniendo las figuras de los futuros esposos, y en la parte de abajo escribieron: De éstos vendrá la grandeza del Mayab, y en ellos se asentará la paz y la abundancia de la tierra
.
En Uxmal se preparó todo para la fiesta. De Mayapán salió la comitiva guiada por Hunac-Ceel, señor de los cocomes, y su hija Sac-Nicté, quienes fueron recibidos desde el camino de Uxmal a Mayapán por el mismo señor de Uxmal. La fiesta se inició y por tres días llegaron convidados de muchas partes, portadores de bellos regalos, arribaron de Kibilbá, Chacnohuathlán, Copán, Nachancaán, Yaax-Chilan, Zac-quí y otros muchos pueblos cercanos y distantes; pero Canek, el señor de los itzaes, no llegaba.
El tercer día, después de seguir esperándolo, decidieron dar comienzo a la ceremonia. Mas de pronto, Canek, al frente de 60 guerreros principales, irrumpió como un relámpago en el altar del templo mayor, donde se efectuaba la boda, arrebatando a Sac-Nicté de su padre y Ulil sin que nadie pudiera hacer nada.
En la ciudad de Uxmal había confusión, tanto por la fiesta como por el rapto, y para cuando Ulil reunió un grupo de guerreros para perseguir a Canek, ya era demasiado tarde.
Ulil y Hunac-Ceel se aliaron contra el señor de los itzaes; pero cuando llegaron a Chichén-Itzá descubrieron que la ciudad estaba abandonada. Entonces, con furia, la incendiaron, saquearon y destruyeron; mientras, por la selva del sur de la península, Canek en compañía de Sac-Nicté guiaban a los itzaes rumbo a un nuevo destino: la isla de Tayasal, salvándose así los itzaes de la furia de sus antiguos aliados, y desde entonces quedó la ciudad de Chichén-Itzá abandonada, así como ahora la encontramos.
Leyendas del Tepozteco
El nacimiento del Tepozteco
Dicen que en el teocali construido en la cima de un enorme cerro cortado a pico (a 400 metros de altura sobre el nivel de la plaza y llamado en la actualidad Casa del Tepozteco
), había un grupo de doncellas encargadas de cuidar el fuego sagrado y hacer el aseo del templo del dios Ometochtli.
Una de las doncellas, al barrer el templo, encontró una semilla. Por curiosidad se la colocó en la boca y sin querer se la tragó. Al poco tiempo resultó embarazada, dio a luz un niño, y por vergüenza o para ocultar su deshonra fue a tirarlo a la barranca de Atongo (a la orilla oriental del pueblo). Al día siguiente dos ancianos fueron a la barranca con el objeto de lavar su ropa en el arroyo, y encontraron al pequeño todavía vivo. Lo recogieron en su choza, lo criaron con muchos cuidados y cariño y lo llamaron Tepozteco.
Cuando el niño tenía diez años, habitaba en Xochicalco un monstruo que se llamaba Xichicálcatl y que se alimentaba diariamente con un anciano del lugar. Llegó el momento en que le tocaba su turno al anciano que cuidó al Tepozteco y tenían que enviarlo a Xochicalco para evitar mayores daños con la furia del monstruo. Entonces el niño dijo:
—Yo iré en su lugar—.
Pero el ancianito le dijo que siendo tan tierno, el monstruo no se conformaría con tan poco alimento. El Tepozteco no se convenció con tal argumento y se dispuso a partir, advirtiendo antes que si por el Oriente salía una nube blanca, significaría que había logrado matar al monstruo, y si salía una nube negra, era señal de que él había muerto.
El niño partió rumbo a Xochicalco y los ancianos se quedaron muy tristes y preocupados. En el camino, el Tepozteco iba recogiendo trocitos de obsidiana que echaba en su morral. Al llegar frente al monstruo fue despreciado por éste, al ver tan insignificante el alimento que aquel día se le ofrecía. Como el niño no se movía de ese lugar, al fin se lo tragó de un bocado, sin masticarlo siquiera. Ya en el vientre del monstruo, el muchacho fue cortando con los trozos de obsidiana el intestino del animal hasta que le agujereó la piel del vientre y salió sano y salvo.
El monstruo había muerto, con lo cual se salvó el protector del niño y todo el pueblo.
El robo del teponaztli
Ya siendo rey el Tepozteco, fue invitado por el rey de Cuauhnac (Cuernavaca) a un banquete al que asistían los reyes de Yauhtepec, Oaxtepec y Tlayacapan con el objeto de tener una junta. Ya estaban todos los reyes y sus vasallos sentados a la mesa cuando se presentó el rey Tepozteco humildemente vestido. Nadie le hizo caso y no le permitieron ni siquiera sentarse a la mesa.
Abandonó aquel lugar y regresó elegantemente vestido. Era su traje tan suntuoso que maravilló a todos los asistentes al banquete.
Todos los reyes y vasallos se pusieron de pie, le ofrecieron el lugar de honor y le sirvieron mole y otros platillos. El Tepozteco, sin decir una palabra, comenzó a untarse la comida en el regio traje. La admiración de los monarcas fue convirtiéndose en indignación y le preguntaron a qué obedecía aquella burla de que los hacía víctimas. Él, con toda serenidad dijo:
—Cuando llegué humilde, me despreciaron y ahora que vuelvo elegante me reciben con honores; ustedes han honrado al traje y no a la persona, por eso le doy al traje lo que a mí no me corresponde.
Al recibir aquella dura lección, los vasallos de los distintos reyes allí presentes se abalanzaron contra el Tepozteco. En ese instante un formidable remolino invadió aquel lugar y todos cuidaron de su persona sin atender a los demás, pues casi todos rodaron por tierra, a causa de la fuerza del remolino. El Tepozteco, aprovechando la confusión que él mismo había provocado para salvarse, arrebató el teponaztli y