La existencia de exvotos está documentada en las antiguas culturas egipcias y mesopotámicas y se extiende a otros lugares como la península ibérica, por ejemplo, donde se conservan exvotos incluso del siglo III a.C. Los hay de distintos tipos, desde figuritas hasta objetos de cera que representan órganos del cuerpo, ropa, muletas, prótesis, ruedas de coche o cualquier pieza que ayude a enmarcar el hecho milagroso del que se quiere dejar constancia y por el que se quiere dar gracias.
Los exvotos se depositan en los santuarios marianos, principalmente, y en las iglesias correspondientes a las advocaciones que hayan socorrido supuestamente a los fieles. Aunque, cada vez más, este tipo de manifestaciones religiosas es ocultada a los ojos del público en general, todavía es posible observar estos exvotos en lugares como el santuario de la Virgen de Regla, en Chipiona, o la basílica de la Virgen de Fátima, en Portugal, donde incluso muchos de los puestos ambulantes que hay en los alrededores del recinto mariano venden exvotos de cera, y hay una zona especial de la basílica destinada a recoger estos objetos de alto contenido sentimental para los fieles.
LOS SINGULARES EXVOTOS MEXICANOS
Sin embargo, en México, los exvotos son totalmente diferentes, únicos en su género y con gran desarrollo artístico. Los mexicanos llevan cinco siglos consolidando este arte hecho por el pueblo donde se expresan sucesos milagrosos a través de pinturas que representan lo ocurrido y que llevan en la parte inferior una leyenda explicativa con datos fidedignos de la persona que habría experimentado el milagro. Son pinturas realizadas por artistas anónimos (y, en algunos casos, por los propios testigos), llenas de color y de magia, que nacen de la devoción de la gente sencilla. Nos cuentan historias que, de no aparecer en estas tablillas metálicas, posiblemente se habrían perdido para siempre.