Homenaje de González Orozco a la medicina prehispánica
La visión cosmogónica de los antiguos mexicanos contemplaba cada 52 años su fin de siglo o “Atadura de Años”, como la posibilidad real, inminente, de que el mundo llegara a su fin, por lo que se preparaban con temor y reverencia a afrontar el refrendo cíclico de la permanencia del hombre sobre la Tierra, por concesión divina, de la misma manera que era potestad de los dioses conceder salud y bienestar o calamidades, padecimientos y muerte a las criaturas humanas.
Los Tlaciuhquis o adivinadores mexicanos procuraban sondear en lo insondable a través de algo tan casual como las repentinas voces o presencia de los más diversos animales, como un melancólico graznido cerca de un enfermo, lo cual era funesto, al grado que hasta la fecha la conciencia colectiva de nuestro pueblo recuerda que
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