Breve Historia de México: Para gente ocupada
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Sería muy fácil distinguir a México desde el espacio. De hecho, tiene una de las formas más discernibles. A los niños mexicanos se les enseña en la escuela que su país es el Cuerno de la Abundancia. Con su península de Yucatán proyectada hacia el norte (uno de los pocos casos del mundo) y del otro lado la península de Baja California hacia el sur, México presenta una imagen de equilibrio y orden, al menos geográficamente hablando.
Sin embargo, la historia de México ha sido todo menos orden y equilibrio. Como en su bandera, donde se representa una lucha cósmica entre el cielo y la tierra, el país se ha visto desgarrado en su historia por guerras, episodios gloriosos y gestas heroicas contra fuerzas externas, pero sobre todo, contra sí mismo, en busca de ese anhelado equilibro.
"¿Por qué México, mi país, es tan extraño que está formado, a mitad y mitad, de una fuente inagotable de ternura y de un pozo profundo de bestialidad?", escribió en alguna ocasión Benito Juárez, uno de sus más recordados presidentes. La historia del país es una de encuentro y conflicto, de triunfos que se han convertido en fracasos cuando muestran sus limitaciones para resolver las necesidades de una sociedad nacida precisamente de uno de esos encuentros, uno violento, entre Moctezuma y Cortés.
En 1810, la independencia llevada por los padres Hidalgo y Morelos dio origen a un país que se habituó a resolver sus asuntos por las armas y las proclamas; el ardor de los liberales del siglo XIX por crear una sociedad igualitaria los llevó a excesos que provocaron una reacción igualmente enconada que terminó en una trágica monarquía. La Revolución social de 1910 que luchó por la reforma agraria y la justicia social terminó siendo autoritaria y anticlerical, engendrando primero la guerra cristera y después el malestar social de los años 1960. Por ello, el México de hoy, un país independiente de 200 años de edad, pero con raíces milenarias, sigue buscando ese encuentro definitivo.
"México es un hermoso país, uno de los más hermosos de la Tierra", escribió el intelectual Jesús Silva-Herzog, "pero está todavía en construcción y lo que importa es terminar la obra y cuanto antes mejor". Con este primer libro de nuestra serie Para gente ocupada, descubrirás, quizá por vez primera, que la Historia de México es también la historia más apasionante del mundo.
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Breve Historia de México - Libros de México Editores
COLECCIÓN: PARA GENTE OCUPADA
Libros de México Editores
I. LOS ORÍGENES Y LOS IMPERIOS
Sería muy fácil distinguir a México desde el espacio. Tiene una de las formas más reconocibles. A los niños mexicanos les enseñan en la escuela que la forma de su país es como Cuerno de la Abundancia. Con su península de Yucatán proyectada hacia el norte (uno de los pocos casos en el mundo) y del otro lado la península de Baja California hacia el sur, México presenta una imagen de equilibrio y orden, al menos geográficamente hablando.
Otra de las cosas más notables de México es su bandera, aunque de lejos no tiene mucho de especial respecto a otras, con las que comparte los colores: verde, blanco y rojo. Sin embargo, el escudo de México, lleno de animales, plantas y agua, cuenta toda una historia basada en la mitología mexica. Esa narrativa en acción es lo que hace tan especial la bandera de México. El lábaro muestra en el centro la imagen de un águila parada sobre un nopal. Como pocas banderas del mundo, que en su mayoría tienen objetos celestiales o colores que representan ideales, la de México muestra una escena terrestre, dos animales —un águila y una serpiente— y un momento histórico, o que se cree es histórico: el momento en que un grupo de emigrantes llamados los mexitin llegaron a la cuenca de México, un sitio lleno de lagos y volcanes nevados, donde vieron en el centro del agua la imagen de la gran ave. En ese mismo sitio se fundó la ciudad de Tenochtitlán, hoy Ciudad de México.
La mayor parte de las banderas del mundo tienen astros. La de Estados Unidos tiene cincuenta estrellas, la de Japón y la de Argentina tienen el sol, la de Algeria la luna, y la de Brasil constelaciones. También son muchas las banderas que tienen animales, especialmente aves. Los más comunes son el león, símbolo de poder y autoridad, y especialmente las águilas, símbolo de libertad y altas aspiraciones, aunque cada país les da un significado propio. La bandera de Bolivia tiene un cóndor en lugar de un águila. Los animales están ahí para demostrar rasgos positivos como fuerza, liderazgo, inteligencia y majestad.
Sólo la bandera de México tiene una serpiente en su bandera, lo cual puede parecer contraintuitivo. La serpiente es, desde tiempos antiguos, un símbolo que significa maldad y maldición, astucia, traición y chapucería. Caso único también en el mundo, la bandera de México muestra en su escudo una narrativa, una batalla mitológica en curso. A la derecha, junto a la serpiente, se halla un águila real en mortal lucha contra el reptil. El ave, que se muestra ligeramente más arriba que la serpiente, parece tener superioridad sobre su enemigo, pero desde luego la batalla está en proceso y lejos de hallarse resuelta. La serpiente no está muerta. Está a punto de dar una feroz mordida. ¿Tendrá éxito? Esta escena —el más poderoso reptil contra la más poderosa ave— es la única batalla en curso que existe en una bandera, con la posible excepción de la de Malta, que tiene una miniatura de San Jorge y el dragón.
La imagen del águila sobre el nopal, además de ser un momento de la historia del territorio, y a la vez un símbolo que llama profundamente a la psique de todo mexicano, es también un recordatorio de que antes de que existiera el país independiente llamado México, en sus valles, selvas y lagos —efectivamente, encima del agua— existieron grandes ciudades e imperios. En muy pocos lugares del planeta surgió una civilización originaria, pueblos que en aislamiento de otras civilizaciones crearon sistemas numéricos, escritura y cultura de manera autónoma y distinta. El territorio de México fue uno de esos sitios. Antes de llamarse México, el territorio que hoy forman sus 32 estados, estuvo habitado por antiguas civilizaciones, imperios y reinos de guerreros, astrónomos, sacerdotes, sacrificios humanos y, sorprendentemente, algunas de las ciudades más grandes del mundo de su época. Se estima que la ciudad sagrada de Chichén Itzá, en la península de Yucatán, era más grande en su momento de esplendor que París en la misma época.
Mucho tiempo antes del surgimiento de grandes imperios en la antigüedad en México, los primeros humanos llegaron del norte descendiendo a lo largo de la costa occidental de América y navegando a lo largo de la costa hacia el sur aproximadamente hace 8 mil años. Los primeros pobladores de México seguramente llegaron en grupos pequeños intermitentes y se asentaron en su mayor parte en la región conocida como Mesoamérica, en el sur de México y parte de Centroamérica. Se estima que entonces se llevaron a cabo los primeros cultivos, en especial la calabaza.
Los olmecas
La primera gran civilización del continente americano surgió en México al mismo tiempo que los babilonios en Asia, los llamados olmecas, en lo son hoy los estados del sur de México. Los olmecas tenían su propia escritura y calendario. Poco se sabe, sin embargo, de la primera gran civilización de México, incluyendo qué nombre se daban a sí mismos. La palabra olmeca es de origen posterior y significa habitante del país del hule
. La zona de México donde floreció esta cultura —los estados de Veracruz y Tabasco—, extremadamente húmedos, disolvieron los restos humanos de estos antiguos habitantes, por lo que tampoco se sabe qué aspecto físico tenían. Famosamente, esta civilización dejó, entre otras cosas, las gigantescas cabezas olmecas que durante siglos estuvieron ocultas en la selva, hasta que comenzaron a ser descubiertas en el siglo XIX. El aspecto de estas cabezas, que presumiblemente representarían a este pueblo, llamó y sigue llamando la atención de los antropólogos por sus evidentes rasgos negroides, con labios gruesos, cabeza redonda, ojos oblicuos, nariz corta y ancha y labios gruesos. La propuesta de que se trataba de migrantes del África subsahariana, o que cuando menos la cultura tuvo contacto con antiguos marinos del llamado continente negro, aunque a algunos parece fantasiosa, no ha sido desechada del todo. Los olmecas, que formaron varias ciudades, se dispersaron por la selva alrededor del año 100 AC y terminaron por asimilarse a otros grupos.
Dos imperios
Con el cambio de era, al mismo tiempo que comenzaba el cristianismo en Asia, el centro de México empezó a florecer sus primeras ciudades y los aspectos que acompañan al nacimiento de la civilización, con su escritura jeroglífica, palacios, mercados, ejércitos y un sistema político.
La ciudad de Teotihuacán, la primera gran ciudad de América del Norte, palabra que significa el lugar donde moran los dioses
, cuyas impresionantes pirámides se conservan hoy en día en las cercanías de la Ciudad de México, se fundó en el año 300 AC y su pueblo permaneció hasta el siglo IX de nuestra era. De acuerdo a una leyenda que conservaron los aztecas, en Teotihuacán se reunieron los dioses para crear la luna, el sol y los demás cuerpos celestiales. En su momento de mayor esplendor, la ciudad llegó a tener más de cien mil habitantes, es decir, una cantidad menor, pero similar, a la de grandes urbes de su época como Alejandría, Éfeso,Cartago y Antioquía, convirtiéndola en una de las diez ciudades más pobladas del mundo. Seguramente en esas otras ciudades de Asia y África, en ese momento centros boyantes del cristianismo, se hubieran horrorizado de ver los rituales públicos que, alrededor de las grandes pirámides del sol y de la luna, se llevaban a cabo en forma de sacrificios humanos y otras ceremonias para dioses que perduraron durante muchos siglos.
Teotihuacán dominó el centro de México sin rivales, con sacerdotes, guerreros, comerciantes y artesanos como la base de su poder. Todas sus casas tenían drenaje y un patio central.
La cultura de Teotihuacán fue transmitida con tal fuerza a posteriores civilizaciones, que incluso siglos después de que la ciudad de Teotihuacán estaba abandonada, todavía los habitantes del México antiguo hacían peregrinaciones buscando el favor de dioses como Tláloc (el dios del agua), y sobre todo Quetzalcóatl, el dios del viento y del aire (como yahvé para los antiguos hebreos, el dios de la tormenta), representado por una serpiente emplumada. Quetzalcóatl, cuyo primer registro de adoración proviene del siglo I en Teotihuacán, curiosamente, adquirió con el tiempo características mesiánicas —el dios que regresaría en el fin del mundo— y que fue relacionado por los conquistadores españoles con la figura de Jesucristo, o con la del apóstol Tomás.
Quetzalcóatl, dios del viento, de la estrella de la mañana (Venus), la deidad que robaba el maíz para darlo a los hombres, que rociaba los huesos del reino de los muertos con sangre para dar vida a seres humanos, era también hombre con una historia real, posiblemente un personaje histórico cuya historia se fundó con la del dios. Su nombre