Cuauhtémoc
Por Salvador Toscano
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Cuauhtémoc - Salvador Toscano
morir.
I. EL NIDO DEL ÁGUILA QUE CAE
CON LOS datos conocidos de las fuentes históricas que han llegado hasta nosotros no es posible fijar, pues nadie nos lo ha comunicado con precisión, la fecha del nacimiento de Cuauhtémoc. Quienes como testigos presenciales del sitio de México lo conocieron —Cortés, Bernal Díaz y Aguilar—, o quienes como informantes se ocuparon de su edad —Ixtlilxóchitl, cuya noticia procede de una relación indígena contemporánea a la conquista, y Durán—, insisten en que durante su exaltación al señorío de México o a la caída de la ciudad era un mancebo
cuya edad oscilaba, según estas fuentes, entre los dieciocho y los veintiséis años.
Códice Mendocino
Presuntivamente, Cuauhtémoc debió de nacer entre 1495 y 1503. Sin embargo, un dato merece un análisis más severo: la excesiva juventud del héroe a la caída de Tenochtitlán. Según Cortés y Aguilar, tenía entonces diez y ocho años, lo que nos llevaría a 1503 como año del nacimiento de Cuauhtémoc, lo que parece poco probable si atendemos a que Ahuízotl, el padre del héroe, murió en 1502; Ixtlilxóchitl —informado por un documento contemporáneo de un Pedro Axayácatl— y Durán insisten en que era mozo mancebo de hasta diez y ocho años
al tiempo de su elevación al cargo de señor de México (1520), lo que nos llevaría al año de 1502 como fecha del nacimiento de Cuauhtémoc. Pero si esta fecha parece más probable, también es verdad que está en contradicción con un dato conocido por Unos anales históricos, de que cuatro años antes de la llegada de los españoles (1515), Cuauhtémoc ya era señor de Tlatelolco, y si aceptamos por lo mismo que naciera en 1502, para entonces sería un mozo de trece años; ya que, por otra parte, sabemos por el Códice Mendocino que sólo a los quince años de edad los jóvenes entraban en el colegio de la nobleza sacerdotal, al Calmécac, enviándoseles después a los campos de batalla para su ejercicio en la carrera militar y política.
Consecuentemente, Bernal Díaz del Castillo parece más próximo a la verdad cuando retrae la edad del héroe al tiempo de la conquista, pues si bien en el capítulo CLVI le atribuye veintiún años —aunque su duda se aprecia al haber tachado en el manuscrito las palabras veintitrés o veinticuatro—, en el capítulo CLIV dice que era obra de veinte y cinco o veinte y seis años
, es decir, que debió de nacer en 1495 o 1496, lo que nos permitiría aceptar que a los 15 años entrara en el Calmécac (1510 o 1511) y que 4 años antes de la llegada de los españoles fuera ya señor de Tlatelolco, el importante barrio de la ciudad azteca, en 1515, es decir, a la edad de 19 o 20 años.
Por lo mismo, tentativamente, en 1496, el 4 Técpatl del calendario indígena, debió de nacer en México-Tenochtitlán el héroe de la defensa de México. Hijo del último soberano de México, Ahuízotl, y de una princesa tlatelolca, Tiyacapantzin, Cuauhtémoc descendía por línea recta de la nobleza indígena del país: Netzahualcóyotl y Moquíuix por su madre, y Axayácatl, Izcóatl, Acamapichtli y otros reyes de México por su padre. Fue el último de los hijos del soberano Ahuízotl, uno de los fundadores de la grandeza imperial de México y de quien en el curso de los años se recordaba su nombre como sinónimo de el que azota
, el que persigue
; hermano menor de una numerosa familia según Ixtlilxóchitl, fue el último de los hijos de ese rey a tenor de los citados Unos anales históricos de la nación mexicana, texto indígena que significativamente le llama Quauhtemoctzin Tlacatecuhtli Xocóyotl, es decir, Cuauhtémoc-Tlacatecuhtli, el señor Cuauhtémoc, y xocoyote, el menor de la familia.
El esplendor de las ceremonias que debieron de seguir al real nacimiento podrá vislumbrarse recordando que por esos años Ahuízotl, el octavo rey de México, alcanzaba el apogeo de su carrera militar y política. Imaginamos, consecuentemente, el momento en que, junto a la noble cuna de esteras o petates, se colocaron simbólicamente las armas del padre, su escudo y dardos, signo del nacimiento de un varón cuyo destino era la guerra; y así junto a la sencilla cuna del recién nacido figuraron las armas terribles del gran conquistador que asolara y devastara regiones tan remotas como la tlapaneca (Guerrero), la mixteca y zapoteca (Oaxaca), y el istmo de Tehuantepec y Soconusco.
Imaginamos, igualmente, a la sacerdotisa-partera que con palabras ceremoniosas y con estilo suave y prolijo, que Sahagún ha recogido, pronunció las palabras de salutación al recién nacido en las que mencionaba los padecimientos y el amargo destino que la vida había deparado a la