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Durante el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador México se ha convertido en el refugio de varios dirigentes del izquierdista partido Revolución Ciudadana de Ecuador, del exgobernante Rafael Correa, incluso de aquellos que enfrentan procesos penales y sentencias por casos de corrupción.
El mismo Correa tiene una sentencia de ocho años de cárcel en su país por un polémico caso de corrupción y está refugiado en Bélgica, pero viaja con frecuencia a México para reunirse con sus excolaboradores.
A ellos buscaba sumarse el exvicepresidente Jorge Glas, un político muy cercano a Correa que se había refugiado en la Embajada de México en Quito el 17 de diciembre pasado. El 5 de abril anterior, el gobierno mexicano le concedió asilo político y esa misma noche la policía ecuatoriana allanó, mediante un operativo armado, la sede diplomática para detener al político correísta, lo cual llevó a la ruptura de las relaciones diplomáticas bilaterales.
Para el expresidente Correa, quien gobernó Ecuador entre 2007 y 2017, Glas era una piedra en el zapato de su sucesor, Lenín Moreno, un excorreísta que desató una persecución contra varios de sus antiguos compañeros de partido y que involucró a la justicia en esa disputa política.
De acuerdo con el exmandatario, él y sus excolaboradores son víctimas de persecución con un