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La comandante. La verdadera historia de Nestora Salgado
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Libro electrónico201 páginas2 horas

La comandante. La verdadera historia de Nestora Salgado

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Este libro describe la historia de Nestora Salgado García, La Comandante de la Policía Comunitaria de Olinalá (PCO), mujer que por la violencia que azotaba al pueblo de Olinalá, en la región de la Montaña de Guerrero, se levantó en armas. La Comandante (actual senadora de la República) al sentirse respaldada por la Ley y el pueblo, desafió al Estad
IdiomaEspañol
EditorialProceso
Fecha de lanzamiento14 sept 2022
ISBN9786078709304
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    La comandante. La verdadera historia de Nestora Salgado - Marco Antonio Mönge Arévalo

    Portadillacomandlegalcomand

    Introducción

    Tuve acceso a miles de fojas con declaraciones de medio centenar de testigos y afectados por la Policía Comunitaria de Olinalá (PCO). Entre ellas destaca la carpeta de investigación en la que el sobreviviente de un doble asesinato, Eduardo Guevara Rodríguez, acusa a Nestora Salgado García, La Comandante , de ser autora material del homicidio de su padre y de su hermano.

    ¡No lo dejen escapar, mátenlo! –presuntamente escuchó Eduardo gritar a Nestora, cuando él huía de los asesinos de sus familiares.

    Destacan también las declaraciones ministeriales de las madres de las niñas –entonces menores de edad– Betsabé, Sonia, Dulce y Yesenia; de los jóvenes Ramiro Santiago Martínez y Pedro Gil Apreza; de Eugenio Sánchez González; del síndico procurador del Ayuntamiento de Olinalá, Armando Patrón Jiménez, y las de sus dos acompañantes Donaciano Guevara Ayala y Carlos Bello Patrón, todos acusándola de secuestro; asimismo, la investigación de la privación de la libertad de miembros de la Policía Municipal de Olinalá y el robo de su armamento y equipo táctico.

    Evaluada por el Estado como rebelde y narcisista,¹ clasificada por autoridades carcelarias como muy peligrosa,² había leído la historia de Nestora Salgado, la mujer que por la violencia que azotaba a Olinalá, en la región de la Montaña de Guerrero, México, se levantó en armas –una causa razonable– y que estaba haciendo justicia por propia mano. Pero, pese a todo, Nestora acabó en prisión, y los detenidos por La Comandante de la PCO, en libertad; el Estado la señalaba como secuestradora, la inculpaba de crimen organizado y de asesinato.

    Me quedaban dudas respecto al caso: ¿Cómo alguien puede secuestrar a tantas personas y suponer que nada pasa? ¿Ordenar el asesinato de dos campiranos y nada pasa? O las leyendas urbanas que se contaban en torno a La Comandante respecto a que ella fue quien personalmente tocó las campanas de la iglesia y armó al pueblo –no fue así–, y relatos a favor de Nestora, respecto a que las cosas iban mejor en materia de seguridad a partir de que se conformó la PCO y que protegía a la población de los criminales. No me resultaba fácil entender a los dos polos.

    Según información dada a este autor por una fuente gubernamental, fue un ala de la Policía Comunitaria vinculada a la guerrilla la que persuadió a Salgado García de formar parte de esa organización, para ellos poder ampliar su territorio en Guerrero.

    Está claro que hay historias en esos documentos y en los testimonios recopilados por este autor. Desenlace que se cuenta páginas adelante…

    ***

    En 2015, un miércoles por la tarde platicaba con mi amigo Joaquín Morales Sánchez. Regularmente hablábamos entre semana, después de la oficina, en un bar de Chilpancingo, la capital de Guerrero. Bebíamos cerveza y me dispuse a explicarle lo que investigaba y por qué.

    –Quiero entrevistar a Nestora Salgado, estoy elaborando un trabajo que tiene que ver con la alternancia política en el estado. Necesito concretar una serie de entrevistas a políticos, luchadores sociales…

    En ese momento fui interrumpido por Morales, quien me prometió:

    –Yo te puedo contactar con su abogado.

    Nestora aún se encontraba presa en el Centro Femenil de Readaptación Social Tepepan, en Tlalpan. Interesado, platicamos largo. Pasó el tiempo y nunca me dio el contacto. Insistí en algunas ocasiones, pero fue en vano.

    Hoy entiendo el porqué: Nestora, quien se perfilaba para posesionarse como alfil político de Luisa Ayala Mondragón³ para la alcaldía de Olinalá, había roto su relación con la entonces diputada local –su comadre–; Joaquín era en aquel tiempo el asesor parlamentario de Luisa. El tiempo nos rebasó, y a él cobardemente lo asesinaron.

    ***

    Quizá no resulta fácil escribir sobre Nestora, porque se puede pensar que casi todo sobre ella ya es público... victimizada por el periodismo militante y quemada en la hoguera por el periodismo de Estado.

    Con secundaria incompleta⁴ –hasta el día de su detención–, víctima de las circunstancias, logró cierta respetabilidad en algunos sectores políticos y activistas. El hecho de haber sido encarcelada le sumó fuerza a su mística: fue premiada con una candidatura plurinominal al Senado de la República por el partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Nominada con el dedo por el actual presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.

    Se victimizó aún más cuando la tocó el entonces candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI), José Antonio Meade Kuribreña, quien aseguró durante el segundo debate presidencial –en mayo de 2018– que Nestora era secuestradora.⁵ Fue lo mejor que le pudo haber pasado, porque la puso en el ojo público a nivel nacional. Todos se preguntaban: ¿Quién es Nestora?

    Este libro ofrece un relato histórico de la movilización de la población enardecida de Olinalá que culminó con la formación de la PCO, sus pactos, sus intereses, su violencia y el arresto de su comandante que puso en evidencia las incompetencias y complicidades de las autoridades.

    Describe detalles desconocidos, a partir de documentos, testimonios, registros periodísticos y los expedientes judiciales que olvidó el periodismo del día a día, el de lo espontáneo.

    Para comprender a Nestora, se explica la necesidad de La Comandante de controlar todo, con su carácter temerario, a partir de un análisis respecto a lo que los estudiosos denominan cuarto orden de gobierno, lo que pudo dar pauta a su empoderamiento.

    Por su parte el Estado sospechaba que grupos vinculados a la guerrilla se habían acercado a Nestora para aprovechar la fiebre de los grupos de autodefensas (que después se convertirían en policías comunitarias en Guerrero) y expandir sus territorios de influencia. Por ello la desactivó. El gobierno puede dejar operar al crimen, pero jamás que emerjan o se propaguen grupos guerrilleros, dijo en aquellos años a quien esto escribe una fuente encargada de la inteligencia en Guerrero.

    El desprecio a los derechos humanos de las personas aseguradas fue uno de los principales talones de Aquiles de la PCO. Se puede confirmar, a partir de las declaraciones de los personajes asegurados por esa organización, que hubo graves violaciones a sus derechos humanos. En los expedientes hay testimonios de las madres de las niñas respecto a que miembros de la PCO tocaron partes íntimas de sus hijas menores de edad, lo que también confirmó la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).

    El entonces gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero,⁶ y Nestora empezaron bien su relación política: Aguirre aplaudió el levantamiento armado y prometió ayuda a las autodefensas. Pero todo acabó mal: Nestora se habría acercado a un ala radical de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias-Policía Comunitaria (CRAC-PC), lo que la habría llevado a visualizar al gobierno como su enemigo y no como su aliado, como cuando empezaron. En esos pactos, el juego lo perdió Nestora.

    Y siguió la serie… Mientras La Comandante le contaba a la periodista Carmen Aristegui que Ángel Aguirre le ofreció 7 millones de pesos para que no se metiera en casos graves,⁷ la CNDH documentaba en su Recomendación No. 9/2016 que Nestora tuvo una conversación telefónica entre el 6 y el 8 de noviembre de 2012 con el gobernador Aguirre Rivero para avisarle y consultarle respecto a la conformación de la PCO. Este acercamiento no habría sido posible sin la intervención de la entonces diputada local Luisa Ayala, quien a su vez –según el testimonio de un personaje allegado al caso– quería que Nestora contendiera por la alcaldía de ese municipio, ya que Luisa no contaba con cartuchos para ocupar la Presidencia Municipal.

    Se revela cómo fue la detención de La Comandante y cómo en ese momento ella dijo ser mexicana, luego indígena para acomodarse a la Ley 701 y después estadounidense para señalar fallas en el debido proceso. Y luego volvió a ser mexicana para sentarse en el escaño del Senado. Inclusive en distintas entrevistas a la prensa, luego de su liberación, indicó que llevaba pasaporte americano, y les hice de su conocimiento que yo tenía la ciudadanía norteamericana y que quería la asistencia consular.

    El día de su detención, en una llamada a Radio Universidad se escuchaba relajada, hasta risueña; al aire, el periodista Víctor Wences Martínez le preguntó: ¿Qué documentos trae?, en su respuesta jamás menciona que porta su pasaporte estadounidense. Ni siquiera menciona los documentos básicos de su camioneta. Evadió la pregunta al contestar: La camioneta no tiene ningún problema.

    –Eh… Señora Nestora Salgado, ¿qué documentos porta usted? ¿Cómo acredita la propiedad de la camioneta? –le preguntó el periodista.

    –Este… la propiedad de la camio… o sea… sí, la camioneta no tiene ningún problema.

    –¿Tiene usted documentos? Es legal y…

    –Sí, sí, todo está legal. O sea… no ten… no hay ningún problema con la camioneta, y eso se lo puedo garantizar.¹⁰

    El supuesto robo de una vaca tiene un papel significativo en toda la trama. Aparentemente robado por tres integrantes de una familia de apellido Guevara, el animal sufriría después otro presunto intento de rapto por parte del síndico procurador de Olinalá, Armando Patrón Jiménez, acción que Nestora frustró, lo que dio pauta al aseguramiento del representante del Ayuntamiento y su pandilla por parte de la PCO.

    Sin la existencia del caso de la vaca nunca se hubieran desencadenado sucesos que permitieron victimizar a La Comandante. Por ello, en este libro se desarrolla un capítulo especial sobre ese tema. Se podría decir que por ese animal es que Nestora llegó al Senado, ya que en torno a esa bestia se encuentra un encadenamiento de sucesos enlazados entre sí: el asesinato de los Guevara, el aseguramiento del síndico y por ende el viacrucis de Nestora hasta llegar a ser senadora.

    El asesinato de los Guevara (los supuestos robavacas del pueblo) –de cuya autoría material los familiares de los asesinados culpan a Nestora– nunca fue explorado por la prensa. A los medios no les importó, sólo emitieron reportes dos días después, sin más señalamientos y datos que los que les proporcionaba la líder de la PCO. En el presente texto se desarrolla la trama.

    Pero el Estado también fue omiso y tuvo culpa en el desarrollo de las actuaciones de Nestora. El gobernador Ángel Aguirre cometió un error de cálculo no sólo por permitir el agrupamiento de la PCO, sino por haberla incluso patrocinado y ensalzado el día en que el pueblo se levantó en armas, cuando aún era un grupo de autodefensa. De ello hay registro público.

    En este volumen también se expone cómo la lucha de clases y de poder aún queda de manifiesto en nuestros días, cuando el entonces alcalde priista de Olinalá, Eusebio González Rodríguez, junto con parte de su cabildo, le dice al gobierno estatal que ellos no son indígenas porque no se rigen por usos y costumbres y le solicitan el retiro de lo que denominaron Policía Ciudadana Olinalteca.

    Se observa que el Estado pudo haber incitado las declaraciones de quienes acusaban a Nestora de secuestro y de asesinato, como parte de una estrategia para detenerla y reunir elementos para consignarla –ella, sin pruebas, así lo ha denunciado públicamente; sin embargo, a partir de la lectura y relectura de los expedientes, se puede suponer tal versión–. El Estado pudo haberse aprovechado de las deficiencias del anterior Sistema de Justicia Penal –vigente cuando detuvieron a Nestora–, en el que sólo se necesitaba el simple señalamiento de secuestro para que el acusado fuera remitido a un centro penitenciario hasta que demostrase su inocencia. Entonces la idea habría sido detenerla de manera apremiante y lanzar el mensaje de que nadie podía estar por encima del Estado.

    Respecto al Caso Nestora, en la prensa hay verdades a medias, tanto en los medios de comunicación que colaboran para el Estado como en los que comparten la ideología de La Comandante. Nadie exploró y nadie quiso contar lo que contienen exactamente las miles de páginas de los expedientes del caso. Todo se explica en el presente libro.

    El Sur escribió sobre Nestora al día siguiente de su detención: "El secretario de la Policía Comunitaria de Olinalá, Miguel Zapoteco Vergara, aseguró que el Ejército y la Marina ‘se coordinaron’ para la detención de la coordinadora Nestora Salgado García, a quien abordaron

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