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Ayotzinapa Mentira histórica • Estado de impunidad, impunidad de estado
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Libro electrónico495 páginas20 horas

Ayotzinapa Mentira histórica • Estado de impunidad, impunidad de estado

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“Este libro tratará de iluminar el camino para que el lector pueda transitar por una indagación extremadamente compleja, enfrentada a reportes contradictorios, pistas falsas, manipulaciones evidentes, líneas rojas y fuerzas intocables, y con numerosos personajes. La versión que el gobierno mexicano quiso imponer como “verdad histórica” se reveló ya
IdiomaEspañol
EditorialProceso
Fecha de lanzamiento14 sept 2022
ISBN9786077876441
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    Vista previa del libro

    Ayotzinapa Mentira histórica • Estado de impunidad, impunidad de estado - Témoris Grecko

    Índice de contenido

    Portada

    Portadilla

    Página legal

    Dedicatoria

    Introducción

    Mapas

    Primera parte Tour por el pentágono de la amapola. Capítulo I Ruta de tierra caliente: tráfico, secuestro y extorsión

    Capítulo 2 Folleto explicativo I El pentágono de la amapola: juego de cárteles

    Capítulo 3 Ruta de Costa Grande: Guerra criminal y guerra sucia

    Capítulo 4 Folleto explicativo II. El pentágono de la amapola: generales y coroneles

    Capítulo 5 Ruta del Centro: Ayotzinapa, Amapoleros, los Rubén Figueroa

    Capítulo 6 Folleto explicativo III. El pentágono de la Amapola y Guerrero: 10 mil millones de dólares de heroína

    Capítulo 7 Ruta de Iguala: capital de la amapola, fortaleza de la impunidad

    Segunda parte: Los crímenes, las omisiones, las complicidades y la colaboración Capítulo 8 La noche de Iguala: seis momentos y las dudas apremiantes

    Tercera parte: La investigación falsificada, las líneas rojas, la campaña sucia Capítulo 9 Ruta de la mentíra histórica

    Capítulo 10 La investigación más grande: torturas, contradicciones y falsificaciones

    Capítulo 11 La investigación más grande: La pira fantástica y el teatro de Zerón

    Capítulo 12 Líneas rojas: el Ejército intocable

    Capítulo 13 El general de la noche de Iguala, recompensado con el poder

    Capítulo 14 Líneas rojas: Huitzuco, el quinto autobús, la policía federal y la multimillonaria industria de la heroína

    Capítulo 15 En guerra vs. el GIEI

    Epílogo. Para entender la atrocidad. Las elecciones de 2018

    Bibliografía

    Agradecimientos

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    AYOTZINAPA

    25389.png25390.png

    Estado de impunidad,

    impunidad de Estado

    Témoris Grecko

    Ayotzinapa. Mentira histórica. Estado de impunidad, impunidad de Estado

    Primera edición: septiembre, 2016

    D.R. © 2016, Comunicación e Información, S.A. de C.V.

    Fresas 13, colonia Del Valle, delegación Benito Juárez,

    C.P. 03100, Ciudad de México

    D.R. © Témoris Grecko Berumen Alegre.

    Foto portada: Rusell Chan

    Diseño portada: Alejandro Valdés Kuri

    Diseño y formación: Fernando Cisneros Larios

    Coordinación editorial: Alejandro Pérez Utrera

    Edición: Hugo Martínez Téllez

    Corrección tipográfica: Daniel González

    edicionesproceso@proceso.com.mx

    Queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía, el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares de la misma mediante alquiler o préstamo públicos.

    ISBN: 978-607-7876-40-3

    Impreso en México / Printed in Mexico.

    A los desaparecidos de México y el mundo,

    y a sus familias y amigos que no dejan de buscarlos.

    A Martín, Carlos y Pita Berumen, que juntos

    se llevaron la fiesta a otro lado,

    donde habremos de seguirla.

    A Jim Foley, Rubén Espinosa, Moisés Sánchez,

    Regina Martínez y mis compañeros secuestrados

    y asesinados en México, Siria y el mundo.

    A Andoni Lubaki y a Balint Szlanko,

    porque sobrevivimos y regresamos al trabajo.

    INTRODUCCIÓN

    ¡Su verdad histórica es una mentira histórica!

    Para los micrófonos fue difícil registrar sin distorsión la elevada voz de Blanca Luz Nava Vélez, madre del estudiante desaparecido Jorge Álvarez Nava. A casi un año de escuchar promesas de todo tipo de autoridades, los familiares recibieron, la mañana del 6 de septiembre de 2015, las evidencias detalladas, con respaldo científico y transparencia metodológica, de que desde un principio les mintieron y de que las pesquisas para encontrar a sus hijos son parte, en realidad, de una maniobra de encubrimiento. En conferencia de prensa en el auditorio del Centro Pro de Derechos Humanos, esa misma tarde, la indignación viajó en el grito rasposo de Blanca Luz Nava, así como en el reclamo –con rabia que se proyectó de forma clara y bien articulada– del padre de José Ángel, otro joven que falta: No es que no lo queramos aceptar, se insurreccionó Emiliano Navarrete ante la versión oficial del destino de los 43 muchachos, ¡es que jamás ha habido evidencias! ¡No podemos aceptar algo que no existe! ¡Son vidas humanas, son jóvenes inocentes, son nuestros hijos a los que les pisotearon su dignidad!. ¹

    En un Estado nacional ante cuya ley algunos son más iguales que otros y en el que la justicia es un privilegio de clase, la tragedia de la noche de Iguala es paradigmática en tanto que provee con abundancia ejemplos de lo que está podrido en sus sistemas fundamentales: a la manera de un compendio, resume la tragedia estructural de un país. Lo que les hicieron a los alumnos de Ayotzinapa y sus parientes se lo han hecho y se lo pueden hacer casi a cualquiera: ataques injustificados o criminalización de las víctimas, con la tajante negación de la verdad y la justicia. No les pasa a algunos para que no les ocurra a los demás: todo mexicano, residente o visitante en México puede hallarse de pronto hundido en esa locura.

    Este libro tratará de iluminar el camino para que el lector pueda transitar por una indagación extremadamente compleja, enfrentada a reportes contradictorios, pistas falsas, manipulaciones evidentes, líneas rojas y fuerzas intocables, y con numerosos personajes. La versión que el gobierno mexicano quiso imponer como verdad histórica se reveló ya como una mentira, pero no es suficiente con señalarlo: las evidencias están ahí y hace falta descubrirlas, reunirlas y ordenarlas para comprobar cómo es que lo que el presidente Enrique Peña Nieto presume como la investigación más profunda que se ha hecho,² en realidad es una mezcla de maldad y descuido, de torpezas y prevaricación.

    Pero hay mucho más: desde un contexto histórico y geográfico vital para entender cómo pudo ocurrir una atrocidad como ésta, hasta complicidades criminales, campañas sucias y una industria ilegal con valor de entre 12 mil y 17 mil millones de dólares que le da sentido a la operación masiva y coordinada de la noche del 26 de septiembre de 2014, y susurra respuestas para la gran pregunta: ¿qué esconden que es tan importante como para apostar, con determinación exasperada, los recursos, la credibilidad y el prestigio no sólo del grupo político en el poder, también los del Estado mexicano, e insistir en ello a pesar de perder cada jugada?

    La obra se divide en tres partes. Ante el intento de convertir esta telaraña de crímenes en un reducido asunto local, en el que sólo son responsables policías, delincuentes y políticos municipales, la primera es un tour por el Pentágono de la Amapola que coloca a Iguala, al estado de Guerrero y a sus corporaciones y personajes en el lugar que ocupan en el tiempo y en el espacio, y conduce al lector por un peligroso imperio delincuencial establecido bajo protección pública.

    La segunda parte reconstruye paso a paso los hechos confirmados de la noche de Iguala, identificando seis momentos clave y haciendo las preguntas y planteando las dudas apremiantes, para presentarle a usted no sólo los crímenes, sino lo que las acciones y las omisiones revelan: ocultamientos, complicidades, apoyo y colaboración institucional con los perpetradores.

    El último apartado desmenuza las maniobras del montaje: errores, ausencias, manipulaciones, fabricación; examina las líneas rojas y señala a los intocables, deteniéndose especialmente a revisar el papel del Ejército mexicano, a partir de los hechos y de lo que revela sin querer el secretario de la Defensa Nacional, con una pausa para destacar las recompensas otorgadas al general de la noche de Iguala; relata la campaña sucia contra los expertos internacionales que vinieron a asistir las pesquisas, y la venganza gubernamental sobre la Comisión Interamericana de Derechos Humanos; y en el epílogo, explica los conjuntos de factores que permiten entender lo ocurrido entre septiembre de 2014 y mayo de 2016, detallando además cuáles son las investigaciones que hacen falta y de las que no se quiere saber, porque van más allá del destino de los 43 estudiantes y golpearían el corazón mismo de la corrupción mexicana y trasnacional.

    1 Video Ayotzinapa, un año después, de Ojos de Perro vs. la Impunidad, 24/sep/2015. https://www.youtube.com/watch?v=Wwd-jWgtpEM

    2 Quien se mueve sí sale en la foto: EPN. Entrevista de Pascal Beltrán del Río en Excélsior, 7/mar/2016. http://www.excelsior.com.mx/nacional/2016/03/07/1079292

    MAPAS

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    PRIMERA PARTE

    TOUR POR EL PENTÁGONO DE LA AMAPOLA

    Descubra por qué Iguala era especialmente propicia para que se cometieran crímenes como los del 26 de septiembre de 2014. Acompáñenos en este recorrido por la extensa región del país que produce 42% de la amapola nacional, que el Estado mexicano renunció a gobernar, que las bandas criminales se disputan y controlan expulsando a la población y en cuyos accesos están estratégicamente ubicados los cuarteles militares que vigilan lo que entra, lo que sale y quién lo lleva.

    CAPÍTULO 1

    RUTA DE TIERRA CALIENTE:

    TRÁFICO, SECUESTRO Y EXTORSIÓN

    PRESENTE. ESTATUA DE VICENTE GUERRERO.

    IGUALA. DICIEMBRE DE 2014.

    La Carretera Federal 51, a lo largo de los 182 kilómetros que hay entre las ciudades de Iguala y Altamirano, representa el límite norte del Pentágono de la Amapola. Es una frontera virtual, sin muros ni torretas, pero con vigilancia: son muchos ojos los que registran qué se mueve por aquí.

    Estamos saliendo de Iguala con rumbo al poniente, por la glorieta donde una estatua del héroe de la Independencia Vicente Guerrero (de quien el Estado toma el nombre) recuerda su lema histórico: La patria es primero. A mil 900 metros, a la izquierda, vea usted Loma de Coyotes, un sitio clave en la hipótesis que la Procuraduría General de la República presenta como verdad histórica. Otro día regresaremos aquí. Por ahora tenemos que preocuparnos por el retén que hay 50 metros adelante. Quienes lo ocupan son soldados del 27 Batallón de Infantería. Recordar este dato es importante: el 27 juega un rol central en esta historia, pues los ataques a balazos y las persecuciones de la Noche de Iguala tuvieron lugar siempre en los alrededores de su cuartel principal, y fueron sus agentes de inteligencia los que atestiguaron los hechos e informaron sobre ellos. Juan Veledíaz, un periodista especializado en temas del Ejército y autor del libro El general sin memoria, nos ha dicho que se trata de la unidad militar que carga con las mayores responsabilidades por crímenes de lesa humanidad. Nada menos que medio siglo de violaciones de los derechos humanos, desde abusos contra civiles hasta tortura, asesinatos, desapariciones forzadas y vuelos de la muerte.

    Pero no se preocupe demasiado. Hasta hace tres meses, quienes se hacían cargo de revisar los vehículos que pasaban y de verificar la identidad de los viajeros; y de hecho, quienes aterrorizaban a la población porque en éste y en los otros dos accesos a la ciudad robaban y se llevaban a personas –hombres, mujeres y a veces familias completas– que no volvían a ser vistas, eran integrantes de la Policía Municipal de Iguala. Cruzar estos puntos de control representaba un riesgo mortal, pero no había alternativa si se quería entrar o salir de la ciudad. Era muy distinto, sin embargo, para ciertos transportes, a los que según declaraciones ministeriales, que más adelante revisaremos, se concedía derecho expedito de paso. Es menos peligroso ahora. Sobre todo porque se supone que en estos días se comportan de manera ejemplar: antes de los crímenes del 26-27 de septiembre, el gobierno federal no hablaba mucho sobre lo que sucede en esta región, pero ahora sí dice estar preocupado por la forma en que la delincuencia organizada se apoderó de autoridades locales, tanto de los cuerpos de policía como de los ayuntamientos, y anunció el Operativo Especial de Seguridad Tierra Caliente,¹ mediante el cual unidades del Ejército, la Marina y la Policía Federal asumieron las tareas de vigilancia en varios municipios: de 16, a partir del 28 de octubre, y desde hace apenas unos días, el 4 de diciembre, de un total de 36, de los que 22 son de Guerrero (los otros son de Michoacán, el Estado de México y Morelos).

    Los militares revisan el automóvil. Aunque son amables, muestran curiosidad porque la matrícula no corresponde a la zona. ¿Qué andan haciendo tan lejos? Las credenciales de prensa ayudan a despejar sus dudas. Tal vez ahora tienen otras, pero no lo muestran. Nos dejan ir. Es tan reciente este nuevo plan gubernamental, que uno espera que efectivamente estén empezando a imponer la ley y la seguridad en la zona. Han anunciado el envío de 2 mil efectivos de las Fuerzas Armadas. No se ven muchos vehículos del Ejército, pero los de la Policía Federal sí recorren la carretera 51 en camionetas pick-up con elementos a pie, las armas listas para disparar. Y la Marina, según se dice, es más confiable que los verdes. Con esta presencia, la 51 debería dejar de ser la ruta de transporte de heroína y otros opiáceos más importante del Pentágono de la Amapola, por donde transitan los narcóticos que bajan de las tierras altas de los más grandes productores, los municipios de Coyuca de Catalán, Ajuchitlán, San Miguel Totolapan y parte de Heliodoro Castillo, en la vertiente norte de la Sierra Madre del Sur, con rumbo a Iguala.

    Ley, seguridad, fin del tráfico… Eso es lo que se promete. Por lo pronto, usted no lo nota. Pasamos por la desviación al pueblo de Cocula, un sitio todavía más importante para la verdad histórica que Loma de Coyotes, al que también iremos más tarde. Después, continuamos rumbo al pueblo de Teloloapan. Son sólo 60 kilómetros desde Iguala. Pero en algún punto, que probablemente ahora está tranquilo por la presencia militar, cruzamos la línea del frente que separa los territorios del grupo criminal Guerreros Unidos, allá atrás, y aquí ya estamos en los de otra banda, más grande, con mayor tradición, tanto más conocida como temida: La Familia Michoacana. Su jefe de región es Juan Hurtado Olascoaga,² conocido como Johnny, El Mojarro, El Pez y El Pescado, originario de Arcelia (pronto vamos a pasar por ahí) y con bases fuertes en esa población y en una del vecino Estado de México, Almoloya de Juárez, que además es la sede de una de las prisiones de máxima seguridad del país, la del Alti­plano. Además del tráfico de drogas y la extorsión, El Pescado, un tipo moreno de 1.84 de estatura y 40 años de edad, es un especialista del secuestro masivo: sus hombres entran lo mismo en rancherías que en escuelas, se llevan a albañiles que a ingenieros de la Comisión Federal de Electricidad, interceptan las camionetas Nissan Urvan de transporte público que autobuses de línea, y jalan parejo para reunir cuarentenas y cincuentenas de personas que retienen en cuevas o en campamentos mal improvisados a campo raso, en espera de obtener un rescate, y a quienes asesinan sin pensarlo demasiado. Su proclividad a las matanzas le ha ganado fama en la zona, pero sólo entró en el radar del terror de las clases medias y altas de la Ciudad de México cuando fue identificado, el 24 de septiembre de 2014, como el responsable de una ola de secuestros en Valle de Bravo,³ un popular resort vacacional dentro de su zona de operaciones. Pese a que el gobierno del Estado de México ofreció medio millón de pesos por información que lleve a su captura, tanto en Arcelia y sus alrededores como en Almoloya es vox populi que es más fácil encontrarlo que evitar que te encuentre, y abundan los rumores de que suele pasearse en las calles y a veces acompañar los camiones de redilas en los que transporta a decenas de infortunados.

    FLASHBACK. TELOLOAPAN,

    29 DE SEPTIEMBRE DE 2012.

    Este día subieron un video de 5.40 minutos⁴ a la cuenta de YouTube llamada Ignacio de Jesús Valladares Salgado (nombre del recién electo presidente municipal de Teloloapan). La cámara se dirige siempre a él, un hombre moreno de cabello negro, con un bigote espeso, vestido con camisa de rayas verticales azul y blanco y un pantalón claro, y aparentemente sentado al volante de un vehículo. Habla tratando de controlar los nervios y ser convincente. De su interlocutor sólo se escucha la voz. También se oyen sonidos de un radio de intercomunicación.

    La razón por la que está aquí, se escucha al principio, es porque queremos tener el pueblo tranquilo y todo eso está en sus manos, queremos que se comprometa con nosotros a poner un director como quedamos. Explíqueme cómo quedamos.

    Sí, pues yo por mi parte tengo que hacer el compromiso con ustedes y con toda la ciudadanía de poner un director de Seguridad Pública, responde Valladares, a una persona ajena a intereses de otras personas, que sea neutral y se dedique a trabajar, al igual que yo lo pienso hacer, en beneficio de toda la ciudadanía.

    ¿Usted hace ese compromiso con nosotros?, le inquieren más adelante.

    Hago este compromiso con ustedes.

    Con nosotros, La Familia Michoacana.

    Con ustedes, con La Familia Michoacana.

    Aunque El Pescado sólo asumió formalmente la jefatura regional de su pandilla en julio de 2014, tras la detención de José María Chávez Magaña, El Pony,⁵ sus actividades y su protagonismo ya eran muy intensos cuando Valladares fue forzado a aceptar este pacto videograbado y difundido en redes.

    "Pero aquí más que nada, por la amistad que lleva con el señor Pez, con el patrón. Le estamos dando la atención. Y aquí no va a pasar nada, pues somos amigos. ¿Sí o no somos amigos? Usted con el señor Pez, nosotros, todos."

    Valladares se esfuerza de nuevo: Somos amigos y yo espero que también gentes ajenas a ustedes me den la oportunidad de hacer las cosas como las tengo que hacer, porque ustedes también saben que nos enfrentamos a otras situaciones con otros grupos y yo me voy a mantener al margen de todo.

    Eso es lo que queremos, que su policía se mantenga al margen y es un compromiso que estamos haciendo ahorita para que la fiesta esté en paz y nosotros no nos metemos jamás con la policía. En cambio si la policía, y quiero que sepa, si la policía vuelve a actuar contra nosotros, va a arder Teloloapan.

    Finalmente el alcalde busca concluir: Hago el compromiso de que todo el cuerpo policiaco de Teloloapan, en el momento que asuma la responsabilidad y estén bajo mis órdenes, les voy a invitar para que no se metan en problemas que les puedan generar a ellos dificultades mayores, y que se dediquen a resguardar el orden.

    Si en el video al alcalde amenazado le cuesta trabajo convencer de su lealtad hacia los criminales, a su colega perredista del vecino Acapetlahuaya (cabecera del municipio General Canuto A. Neri), Eleuterio Aranda Salgado, le sale con naturalidad e incluso musical.

    La Familia Michoacana es la banda más famosa, canta en un video que subió a YouTube cuando ya era presidente municipal, no le tienen miedo a nada, pura gente poderosa/sus integrantes que tiene, saben hacer bien las cosas/sus contrarios los envidian/a esa banda tan pesada, su gente bien decidida, para todo organizada/siempre que se han enfrentado, nunca les han hecho nada. Al final, quien también se hace llamar El Solitario del Sur establece los territorios bajo dominio de la organización: "El Cinco Cinco y El F, de las plazas encargados/Teloloapan y Apaxtla, las tienen bajo su mando y también en otros pueblos todo está bien controlado".

    La intimidación directa es sólo una de las estrategias de El Pescado para influir en las autoridades y fuerzas de seguridad o controlarlas. Otra es la compra de voluntades. De muchas voluntades. Nada menos que en el Ejército. Meses atrás, en febrero de 2012, la Secretaría de la Defensa Nacional informó del encarcelamiento de 52 militares, de los que 39 estaban acusados de narcotráfico y 13 de delincuencia organizada. Todos ellos, miembros del 102 Batallón de Infantería, con base en Tejupilco, Estado de México. Según la causa penal 48/2011 del Juzgado Quinto Militar de la Primera Región, el teniente de infantería Omar Lugo León declaró que conoció a El Mojarro, quien le propuso que colaborara con él proporcionándole información de las operaciones militares a cambio de 140 mil pesos.⁷ Después de aceptar, el teniente Lugo y El Pez acordaron pagos mensuales de 20 mil pesos, pero los otros militares involucrados recibían menos, hasta 5 mil pesos al mes.

    FLASHFORWARD. ARCELIA, 6 DE DICIEMBRE DE 2013.

    Esta mañana, entre las localidades del Ushe y Palos Altos, cuatro empleados del ayuntamiento de Arcelia fueron atacados por tropas del 102 Batallón de Infantería, de Tejupilco. Entre ellos se encontraban el director y el subdirector de Tránsito Municipal, Mario Urióstegui Pérez, de 45 años, y Josué Gabínez Ramírez, de 29. Todos murieron sin haber tenido la oportunidad de salir de la camioneta en la que viajaban: dos dentro de la cabina, otros dos en la caja. Los soldados trataron de marcharse del sitio pero un grupo de 50 vecinos bloqueó el paso con taxis y camiones de volteo, lo que dejó atrapadas cuatro unidades militares. Sólo las retiraron después de que agentes del Ministerio Público y de la Policía Estatal llegaron al lugar y detuvieron a un sargento, un cabo y dos soldados.

    En la primera versión difundida por el Ejército se aseguró que se había tratado de un enfrentamiento, pero cuando se supo que se trataba de funcionarios municipales, se dijo que los habían confundido porque iban de cacería y llevaban vestimentas de camuflaje. En palabras de los pobladores, sin embargo, se había tratado de una emboscada cuyo objetivo era el director Mario Urióstegui, apodado La Mona y suegro del Pez.

    Dos semanas después, el 20 de diciembre, en Teloloapan fueron hallados los cuerpos de un policía municipal, Juan Pablo Ríos, y un comerciante de Iguala, Ismael Salas. Los habían cortado en pedazos. Y los dejaron en cuatro bolsas negras. Junto a ellos colocaron cartulinas con el siguiente mensaje:

    Secretario de la defensa y marina ahí les dejo su cena de navidad para que vean quien es la verga de Guerrero, mientras me divierto viendo sus pendejos elementos que me mandan en sus operativos. A mí me la pelan y les doy 24 horas para que se retiren si no los voy a empezar a matar en emboscadas pinches corporaciones de mierda, con su padre nunca van a poder. Atte. El Pez y el M16. Viva la FM.

    PRESENTE. TELOLOAPAN. TIENDA OXXO FRENTE

    AL CAMINO A APAXTLA, DICIEMBRE DE 2014.

    Todos los negocios de la región tienen que pagarle derecho de piso a La Familia Michoacana. Es como un impuesto que no sirve para realizar obras públicas ni traer algún beneficio social, cuyo monto nadie sabe con qué criterios se determina, que puede ser cobrado una vez y otra y otra, que uno ni siquiera está seguro de entregarle a la persona correcta porque nadie llega con credencial de la FM… pero si uno no cumple, le destruyen el local o le matan al empleado o le descuartizan a la hija. Hace cuatro meses, en agosto, cuatro camiones de la Coca-Cola fueron quemados porque la empresa no cubrió los 10 millones de pesos que le exigen y en estos momentos está planeando el cierre de su depósito en Arcelia,⁹ después de 20 años de funcionar. Quedarán sin empleo 120 personas.

    Si usted se está preguntando cómo sobreviven las tiendas de la franquicia Oxxo, no es el único: han colonizado todo Guerrero, incluidas las partes bajas del Pentágono de la Amapola, y si usted puede estar ahora disfrutando del aire acondicionado con una bebida fría en la boca –ya casi llegó el invierno, pero aquí afuera el termómetro alcanza los 35 grados–, debe ser porque alguien que puede protegerlas las posee o a algún tipo de acuerdo se ha llegado con él. Es la única forma de sobrevivir.

    Si seguimos de frente, atravesaremos Teloloapan. Pero ahora doblamos al sur, hacia la sierra, para hacer nuestro primer ingreso en las tierras sin gobierno del Pentágono: vamos a Apaxtla de Castrejón, el municipio en donde el pueblo se levantó en armas contra La Familia Michoacana, comandada en la plaza por Felipe Viveros García, El F del narcocorrido del alcalde de Acapetlahuaya, subordinado del Pescado.¹⁰ Ahí, nos dicen, estaremos seguros. El problema es la media hora de camino que tendremos que recorrer: El Pez está muy molesto porque expulsaron a los suyos de la zona urbana y sus sicarios les están cobrando la factura a los apaxtlenses cuando salen o vienen de Teloloapan. Aunque en los dichos las fuerzas federales están a cargo de la seguridad, en los hechos, mientras vamos avanzando, no encontramos a nadie. Es por esta ruta donde se establecen los retenes de criminales. Por fortuna tampoco los hallamos a ellos. Ni nos alcanzan en varias camionetas para cerrarnos el paso, como también acostumbran hacer.

    En Apaxtla, el índice de homicidios dolosos fue de 153 por cada 100 mil habitantes en 2013, una cifra que equivale a ocho veces el promedio nacional. Hombres armados se paseaban por las calles humillando, secuestrando y extorsionando a su antojo. Hasta que en noviembre de ese año, los habitantes marcharon con machetes y constituyeron el Movimiento Apaxtlense Adrián Castrejón, una policía comunitaria que consiguió ponerle límites a la FM y aguantar la presión durante 11 meses, hasta que hace ocho semanas, el 19 de octubre, fuerzas federales asumieron la seguridad.

    Su influencia no va muy lejos, sin embargo. Venga, queremos que conozca a dos miembros del Movimiento, hombres cincuentones, con amabilidad campirana, que acceden a tomarse una cerveza con nosotros, cómo no. Sin decir sus nombres, pues uno no sabe cuándo van a regresar aquéllos. Aunque están tranquilos, se mantienen alertas y se sobresaltan cuando una camioneta pick-up blanca, tripulada por un desconocido, se pasea por las pequeñas calles con música de narcocorridos a todo volumen, sin que parezca importarle su disrupción de la tranquilidad.

    Era lo normal en los días en que la FM tenía el control del pueblo: Querías salir a traer leña al campo, andabas con el temor, los que iban a leñar los agarraban, se los llevaban. Mucha gente que fueron a leñar, por ejemplo, los cinco de allá abajo, de la orilla del pueblo, ya va pa’ dos años. Se llevaron a los cinco, dos tíos y dos sobrinos, y no saben nada de ellos. Como el gavilán que agarra el pollo. Nunca pidieron rescate. Además, ¿cómo vas a pedir rescate de una persona que nada más va sobreviviendo?.

    ¿Cómo vas a creer eso?, interviene su vecino. Pasaban las (camionetas) Tahoe, las Lobo, nunca los paraban, no los revisaban, nada más se estaban riendo de uno, el gobierno nada más se daba la vuelta y no vio nada y a quién perjudicaba. Desprotegidos, tenían que resignarse: Te caían esos hijos de la chingada, que decían: ‘me gustan esas vacas, las quiero pa’ tal día’, y ¡a ver!, ¡di que no! Si sembrabas, te llegaban, quiero tantas toneladas. ¿Tu familia qué va a comer? Les vas a dar olote, pastura que les das a los animales. Orita gracias a Dios desde que nos levantamos, ahí vamos pues, haciendo un esfuerzo. Pero tampoco no la tenemos segura.

    El Operativo Tierra Caliente les trajo algo de confort, pero no mucho, porque lo primero que hicieron las nuevas autoridades fue obligarlos a entregar sus armas, a cambio de muy poco: la Policía Federal, dicen, no sale de allá abajo. Y allá abajo no son más que cinco cuadras, donde están una plaza central muy bien arreglada, con un bonito kiosko y abundante en flores de nochebuena, el templo católico pintado de blanco con vivos rojos y el ayuntamiento. El que sí realiza patrullajes por los barrios es el Ejército, pero orita tiene como unos ocho, 15 días que no sube. Si esta gente quisiera entrar por aquí (a 100 metros del límite del pueblo), mientras aquéllos (los soldados) se mueven, ya se llevaron a alguien. Es así que los malandros se mueven con libertad en los cerros vecinos. Más grave es que los comandantes consideran que basta con darle seguridad a la cabecera, y simplemente han renunciado a hacerse presentes en el resto de las comunidades de este municipio de 857 kilómetros cuadrados.

    Dentro de la milicia, además, hay complicidades con los delincuentes, denuncian: El Ejército no puede resolver el problema porque está involucrado también. El inconveniente de que los mandos que llegan a relevar a sus compañeros no reciben información básica, como mapas, se ve agravado porque hay oficiales que apoyan a cierto grupo. Cuando viene a Apaxtla alguien que está en contra de este grupo que estaba, pues sí nos va bien, nos apoya a nosotros. Pero cuando viene un compañero de ellos, es cuando nos desarman y tenemos que estar cuidándonos también de ellos. En cualquier caso, mientras las cosas estén mal arriba, nosotros vamos a estar armados. Si nosotros no hubiéramos tomado las armas, definitivamente quién sabe cómo estaría Apaxtla.¹¹

    PRESENTE. AYUNTAMIENTO DE APAXTLA. DICIEMBRE DE 2014.

    Conozca usted al alcalde Efraín Peña Damacio. Después de encabezar una ruidosa reunión con vecinos, nos atiende en su despacho del ayuntamiento. Presume que, desde que se inició el Movimiento, no hemos tenido ningún secuestrado. No abunda, sin embargo, en las acusaciones que hay en su contra. El periódico Milenio, que actúa como uno de los canales que utilizan sectores de seguridad federal para diseminar las versiones que les interesan, publicó hace apenas un mes los datos de una carpeta informativa que registra algunos de los trabajos de inteligencia realizados por cuerpos de seguridad del Estado mexicano.¹² El diario no se preocupa por precisar qué entidades son ni por qué decidieron filtrarle el documento, y los publica sin contraste ni verificación. Una docena de alcaldes de Guerrero, afirma, han sido catalogados como de atención especial, a fin de vigilar meticulosamente sus actividades debido a sus posibles nexos con cárteles del narcotráfico. Son cuatro del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y ocho del de la Revolución Democrática (PRD). Entre estos últimos, el hombre que a usted le está hablando ahora.

    Peña Damacio y el Movimiento Apaxtlense formarían parte de una estrategia de Guerreros Unidos para arrebatarle el municipio a La Familia Michoacana, según Milenio. Puede ser. Como ya va usted descubriendo, en contextos tan viciados como el de esta región, pocas cosas pueden descartarse de entrada. Sería una apuesta arriesgada, pues el pueblo de Apaxtla es prácticamente una isla, rodeado en cada dirección por los dominios del Pez: al norte está Teloloapan; al sur, Heliodoro Castillo; al oriente, Cuetzala; y del lado contrario, nada menos que Arcelia. Sólo la desesperación de los habitantes ante un poder depredatorio como el de la FM podría emprender una lucha con posibilidades de éxito. ¿Podría ser que Guerreros Unidos logró aparecer como una alternativa tan menos dañina que pudo obtener el apoyo del pueblo? ¿Querrían en verdad quedarse atrapados en esta cabecera municipal, a la espera del día en que se marchen las fuerzas federales y sus rivales escojan el momento de estrangularlos? ¿Podría ser que el órgano federal que le filtró el documento a Milenio tuviera intenciones de desprestigiar al perredista Peña Damacio, o a los insurrectos del Movimiento Apaxtlense, o de beneficiar a la Familia, o simplemente de usar cualquier dato aislado para convencer a la opinión pública de que sí está haciendo su trabajo?

    Nada se puede desechar. El alcalde opta por descalificar el cargo como un infundio sin bases. Prefiere contar cómo eran las cosas antes de que expulsaran a los sicarios del Pez. Cuenta, por ejemplo, lo que pasó aquel día de julio de 2013, aquí abajo. Todo el pueblo había acudido. Estaban presentes Peña Damacio, el síndico, varios regidores, dos policías locales. Era mediodía y se abría el primer cajero automático del municipio. Efrén Salgado Santana, director de Servicios Públicos, quiso probar si funcionaba bien. Hizo la operación inaugural con un retiro de 500 pesos. Cruzó la calle hacia la tienda, frente al ayuntamiento, para invitarles refrescos a las secretarias. Un hombre lo alcanzó por detrás, lo amagó y lo subió a una camioneta que se había detenido. El conductor estaba armado. Se lo llevaron. Nosotros impotentes, sin poder hacer nada, recuerda el presidente municipal.

    Los delincuentes levantaron después a otro vecino, que al día siguiente fue capaz de conseguir los 250 mil pesos que le pedían y lo liberaron. Salgado no: pasó un mes de golpizas, hambre, sed, vida a la intemperie y amenazas de muerte. A los 15 días ya les habíamos dado 300 mil pesos, afirma, ya me iban a dejar. Nunca me soltaron. Exigieron 200 mil más. Su familia tuvo que hallar la forma de reunirlos. Me tuvieron más de un mes. En noviembre de 2013, le tocó el turno a uno de sus hermanos, un ingeniero que realizaba electrificaciones y permaneció secuestrado tres meses. No era lo último que tendría que sufrir la familia, sin embargo.¹³

    FLASHFORWARD. IGLESIA DE SAN HIPÓLITO. CENTRO DE LA CIUDAD DE MÉXICO. ENERO DE 2015.

    Aquí, compa, fue la señal. El que la hizo, se acercó por atrás a uno de los hombres, que traía el rifle colgando por la espalda, se lo quitó y le disparó. El tronido sorprendió al grupo. Jesús aprovechó el desconcierto para arrebatarle la escopeta a otro guardián, que la tenía sobre las piernas. Un tercer hombre, a quien le habían confiado un fusil con un solo tiro, apuntó a la sien de otro de los vigilantes. Lo tiró al suelo y le puso un pie sobre la cabeza. Quedaban dos sicarios, pero no tenían armas y optaron por rendirse.

    Entre los 35 secuestrados, varios rompieron en llanto: Nos van a matar, gemían. Era probable. Sus captores tenían que comunicarse cada 15 minutos y cuando sus jefes notaran algo raro, irían por ellos. Su única oportunidad era que la Marina los encontrara primero. Pero los amarrados podían parecer las víctimas, y los insurrectos que se apoderaron de las armas, victimarios: no sería la primera vez que hubiera una confusión mortal.

    La escena de esa multitud devastada, famélica y lacrimosa, en la cima de aquel cerro calcinado a fuerza de sol en el municipio guerrerense de Tlalchapa, limítrofe con el Estado de México, el 13 de mayo de 2014, contrasta con el flojo ambiente que hoy, ocho meses después, aletarga esta iglesia, una vez pasadas las fiestas de Navidades y Reyes. Jesús Salgado Fernández, hijo de Efrén, fue el tercero de los Salgado en ser secuestrado por la gente del Pez.

    Cuando íbamos en el autobús, nunca nos imaginamos que lo fueran a parar, cuenta Jesús, mientras lo conforta su jovencísima esposa. Habían tomado el de las 5:15 de la mañana, el 30 de enero de 2014, para ir a Cuernavaca. Al pasar por la comunidad de Emiliano Zapata, 15 minutos al norte de Apaxtla, una camioneta bloqueó el camino y hombres armados obligaron a los pasajeros a descender, separándolos en dos grupos.

    La operación fue alterada por un vehículo cuyo conductor trató de evitar a los maleantes, pero lo detuvieron disparando a las llantas. Esto los puso nerviosos, ordenaron la retirada y sólo consiguieron llevarse a cinco de las 15 personas que habían separado y amarrado. Entre los infortunados iban Jesús, entonces de 25 años; su hermano, de 17, y la madre de ambos. Yo pensé que era un sueño, recuerda el joven ingeniero en sistemas. ¿Estoy bebiendo o qué? Trataba de rezar pero se me trababa la lengua.

    Como ya había ocurrido con su padre, los llevaron a una población cercana, San Felipe (donde los pusieron bajo el control de quien llamaban Comandante Pelayo: un muchacho de 23 años a quien por su tez clara también apodaban La Barbie), antes de trasladarlos, por caminos de terracería y a alta velocidad, al Estado de México: a través de las fisuras de la venda sobre sus ojos, Jesús pudo distinguir taxis y me tocó ver una patrulla (de la policía) estatal que decía Tlatlaya, traía una moto atrás, venían dos policías. Y nomás le pitó el chofer de la camioneta, (a pesar de que) los chavos (iban) atrás armados, me quedé de a seis. Todavía se burlaban, decían ‘saben quién acaba de pasar, la Estatal, para que vean que nosotros estamos bien apalabrados’.

    Haber expulsado a La Familia Michoacana de Apaxtla convirtió a sus habitantes en objetivo político: los secuestradores no buscaban dinero, sino el desarme de los levantados. En el rancho al que los llevaron, un hombre que

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