El patrón: Todo lo que no sabias del más grande narcotraficante en la historia de Colombia: El patron, #1

Por Raul Tacchuella

LA HISTORIA lo recordará siempre como uno de los personajes más icónicos en el ámbito del crimen organizado.

Sin embargo, el Patrón llegó a ser más que un criminal. Influyó en la cultura de un país, marcando un antes y un después.

ODIADO POR UNOS Y AMADOS POR OTROS, el Patrón no pasa desapercibido y en esta historia relato cómo su paso afectó a toda una generación.

Te invito a sumergirte en las páginas de este libro, y descubrir una historia real jamás contada con relación a este personaje del cual todavía siguen surgiendo hallazgos.

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Este libro te permitirá entender por qué el nombre de Pablo Escobar sigue haciendo eco.

 

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• Idioma: Español
• Editorial: Raul Tacchuella
• Fecha de lanzamiento: 20 mar 2023
• ISBN: 9798215407981

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El Patrón

Todo lo que no sabías del más grande narcotraficante en la historia de Colombia

Raul Tacchuella

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Raul Tacchuella

El Patrón

Todo lo que no sabías del más grande narcotraficante en la historia de Colombia

Por Raul Tacchuella

Copyright © 2019 John Galeano

Draft2digital Edition

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Editado por John Galeano

Portada de Libros Prime

Contents

Introducción

1. De la cuna al sicariato

2. Una breve historia de El Patrón

3. El Patrón, sus deseos sexuales y la verdad sobre las 49 jovencitas asesinadas

4. Los obreros de El Patrón

5. Nápoles

6. Los peores crímenes de El Patrón

7. Los intentos de negociación de El Patrón

8. La narcopolítica de El Patrón

9. Excentricidad e historias que no sabías de El Patrón

10. El Patrón genio y criminal

11. La guerra de los carteles

12. Confesiones de El Patrón

13. El día que El Patrón amenazó a cinco árbitros argentinos

14. Tranquilandia, un gran golpe para el cartel

15. héroes que cayeron a manos de El Patrón

16. ¿Qué escribía El Patrón en sus libretas?

17. La história de Mónaco

18. La história de la toma del palacio de justicia

19. ¿Quién era Virginia Vallejo?

20. La relación entre Gabo y El Patrón

21. Cómo era la cárcel La iglesia

22. La relación de El Patrón con el nazismo

23. El último día de El Patrón

Epílogo

. Chapter

Introducción

Tuve un hijo. Hace muchos años. Hoy sería un hombre canoso y compartiría arrugas y experiencias conmigo. Pero eso no pudo ser posible, gracias a mi avaricia y a El Patrón.

Una buena parte de mi vida la viví en unos de los barrios más peligrosos de Colombia, allí nació, creció y murió mi hijo. Nuestra relación era muy buena, más que padre e hijo, éramos como un par de amigos, yo pienso que él era la persona que más me quería y yo era quien más lo quería.

La comuna donde se ubica el barrio queda al nororiente de la ciudad, vivíamos en una humilde casa, nosotros dos junto con mi esposa. Era una casa pobre, con goteras, de bahareque, pero recuerdo ese momento como uno de los mejores que he vivido, más allá de la pobreza había una felicidad que se traducía en fraternidad y amor genuino.

Para un niño que crece en barrio, las calles son su universo, allí juegan y hacen mundo día a día. Era un sitio luminoso, feliz. En navidad todo era como una gran familia, cada uno atento a ver qué traía el Niño Dios.

No voy a mentir, pasaban cosas, había delincuencia y asesinatos. Para el Estado los barrios no existían, así que la ley la imponía la banda de turno. Si tú no te metías con nadie, no sucedía nada, salvo alguna bala perdida que te perforara el pecho. Lo malo fue que mi hijo comenzó a meterse con ellos, con uno de los bandos, estaba empezando a formar parte y casi lo iban a bautizar pidiéndole que matara a otro.

Yo era un buen padre, así como era su amigo, también sabía poner carácter cuando correspondía, lo halé a tiempo y lo encerré en casa, luego de molerlo a palos y advertirle del peligro que corría si cogía esa vida.

Esto parecía que iba a surtir efecto, pero una tarde de miércoles el diablo tocó a mi puerta, bueno no el diablo en persona, uno de sus demonios. Era uno de los sicarios de El Patrón, venía a anunciarme a mí, así como a otros vecinos de esa humilde cuadra de casas endebles y podridas, que habíamos sido beneficiados con una casa que quedaba unas cuadras más abajo, un nuevo barrio que tenía el nombre legal de El Patrón.

Ahí empezó mi culpa, como padres de familia siempre queremos darle lo mejor a nuestros seres amados. No todos los días te tocan la puerta para ofrecerte una casa nueva, hecha de cemento, con techo sin goteras y todos los servicios instalados. Sabía que provenía de uno de los peores capos que parió Colombia, pero ese no era mi problema.

Así como los demás vecinos, yo también acepté, sin dudar. Lo hacía por varias razones: sacar a mi familia del rancho donde vivíamos, alejar a mi hijo de esa banda delictiva y conseguir nuevas oportunidades. No vi nada de malo en aceptar el obsequio.

¿Quién dijo que la gente da cosas gratis en la vida?

Esa casa tuvo un precio: mi hijo.

Pocas semanas después vi por primera vez a El Patrón, tocaron la puerta de mi casa nueva, abrí y uno de sus hombres me decía que así como El Patrón había sido bueno conmigo dándome esta hermosa casa, ahora yo tenía que colaborarle, que le prestara a su hijo para unas vueltas que tenían que hacer. No me gustó la idea, pero qué podía hacer, tenía en la puerta a un hombre con cara de haber matado a varios, fuera, a veinte metros había una camioneta Samurái azul y atrás estaba sentado El Patrón, mirándome, serio, en silencio, leyendo mi lenguaje corporal. En esa época en Colombia todos sabíamos lo que pasaría si retábamos a este gran capo. Mi única salida era ser obediente. Puedo jurar que mi hijo tenía un brillo de emoción en sus ojos cuando cruzó la puerta.

Pocas semanas después me enteré de que mi muchacho era uno de los sicarios de El Patrón.

El mundo entero sabe cómo terminó la historia del hombre más terrorífico de Colombia. Luego de su muerte, que sucedió pocas semanas después de la de mi hijo, yo me fui de esa casa y de Colombia. Ahora vivo en Barcelona, España, desde donde escribo estas líneas que planeo se conviertan en un libro donde contaré muchas cosas que no han salido a la luz y otras donde cuento la verdadera versión de lo que sucedió.

Aunque mi hijo se hizo sicario y andaba con El Patrón de un lado a otro, siempre apartaba un rato para venir a compartir conmigo y hubo muchas historias que me contó de primera mano, conversaciones con su jefe, atentados, bombas, asesinatos, secuestros.

Conocí los fierros (pistolas) que usaba, tenía una que era la consentida, se la había obsequiado El Patrón en persona cuando tuvieron éxito asesinando a un político famoso que aspiraba llegar a presidente. Aunque yo no lo aceptaba directamente, siempre me dejaba un paquete de billetes en la mesa del comedor, al principio lo miraba a regañadientes, pero luego lo esperaba con ansia.

Aquí voy a contar cómo es que El Patrón reclutaba a los sicarios en las diversas comunas peligrosas de Colombia, cómo este hombre pasó de ser un pobre diablo a convertirse casi en un Dios para las personas sin esperanzas y cómo su paso era como un torbellino que cambiaba para bien y a la vez para mal la vida de todos quienes se cruzaban con él.

Narraré en primera persona su ascenso, su cúspide donde disfrutó de los más altos placeres que puede tener un hombre en la vida, incluso aquellos bajos que incluye tráfico con niñas menores de edad, hasta su descenso, los errores que fue cometiendo hasta llevarlo a sucumbir a la conocida muerte, donde mi hijo murió protegiéndolo en una de las caletas.

El Patrón fue un tipo nefasto para Colombia, fue el único hombre que le declaró la guerra al Estado, creó una sociedad donde veían que el único camino era hacer dinero fácil, sin importar a quién tocaba matar.

Originó una sociedad donde un hombre decía usted no sabe quién soy yo y sacaba un arma y le metía tres tiros.

Sin nada de orgullo digo que mi hijo fue parte de ellos y gracias a él tengo esta historia y estas experiencias, esto es lo nunca antes dicho sobre El Patrón, uno de los hombres más peligrosos que tuvo Colombia.

Advertencia: Los nombres reales, lugares e incluso algunos hechos fueron cambiados con el propósito de proteger las identidades reales de muchas personas.

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De la cuna al sicariato

Los jóvenes que pasaban a formar parte del sicariato