Infiltrado en el cartel de Sinaloa: El periodista que traicionó al chapo: Guerra de Carteles, #3
Por Raul Tacchuella
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Descubre la historia de un periodista infiltrado en el Cartel de Sinaloa
Esta es la historia de un periodista que, infiltrado en el Cartel de Sinaloa, decidió traicionar al Chapo para intentar salvar su propio pellejo y salir del embrollo en el cual se metió.
Lo que parecía una buena idea, y toda una osadía para escribir la historia del siglo, se convirtió en su tortura.
Testigo de horrores impensables, asesinatos a sangre fría, por placer y por negocio. Quedó atrapado en la historia de uno de los carteles que más daño hizo no solo en México y Latinoamérica, también en Estados Unidos.
Compra hoy este libro y descubre la historia basada en hechos reales.
Una historia en desarrollo, contada en primera persona
En este libro se ha recopilado un material inédito, escrito por nuestro periodista protagonista, y editado para presentar los eventos más insólitos que giraron en torno al Cártel de Sinaloa:
- Conoce la historia de Ismael El Mayo Zambada, el único de los cabecillas del cartel que no ha estado en la cárcel
- El nacimiento del cártel Los Ántrax
- La rivalidad entre los Beltrán Leyva y el cártel de Sinaloa
- La historia del sanguinario sicario El Jaguar
- Las narcotumbas y más
- Este es un libro que necesitas comprar para conocer todo sobre el Cártel de Sinaloa
- Datos jamás contados sobre El Chapo
- En este libro también encontrarás lo que nuestro periodista protagonista logró descubrir y ver de cerca sobre El Chapo:
- El Chapo y su miedo a los perros
- Las mujeres de El Chapo
- Todo sobre su juicio
Datos contados desde la perspectiva de un testigo de muchas historias relacionadas a este importante personaje del narcotráfico.
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Infiltrado en el cartel de Sinaloa - Raul Tacchuella
Infiltrado en el Cártel de Sinaloa
El periodista que traicionó a El Chapo
Raul Tacchuella
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Infiltrado en el Cártel de Sinaloa
Por Raul Tacchuella
Copyright © 2019 John Galeano
Draft2digital Edition
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Editado por John Galeano
Portada de Libros Prime
Contents
1. Así comenzó mi historia con el Cártel
2. Un poco sobre Zambada
3. Los Antrax
4. La rivalidad entre los Beltrán Leyva y el cártel de Sinaloa
5. Narcotumbas
6. AMLO y el cártel de Sinaloa
7. Los sobornos del Cártel de Sinaloa
8. La política de Honduras y el cártel de Sinaloa
9. ¿Por qué los hijos del Chapo no atacan a El Mayo?
10. María Teresa, la hija de Mayo Zambada
11. La historia de Los Venados
12. Los Hermanos Arzate
13. Holanda y los laboratorios
14. El Chapo y su miedo a los perros
15. Lo sangriento del cártel
16. Las mujeres del Chapo
17. Las criptomonedas
18. La mujer que traicionó al Chapo
19. Cómo fue el juicio del Chapo
20. Noticia que se publica dos días después
21. Infiltrado en el Cártel de Sinaloa
Nota del editor
Acerca del Autor
Chapter 1
Así comenzó mi historia con el Cártel
Intento número uno
Hace un rato recibí unos mensajes de WhatsApp. Sí, soy un culero por tener el teléfono operativo. Aunque la ubicación está deshabilitada. El audio pertenecía a Pacho, uno de los hombres del cártel. Tienen tiempo buscándome, pero no han podido dar conmigo. Me quieren matar.
Soy periodista, pero este libro no podré escribirlo bajo mi autoría, sería un radar para mi cabeza. Escribo porque necesito acabar con toda esta tensión que llevo dentro.
Esta pesadilla comenzó hace tres años, cuando conté lo que no debía. Abusé de la confianza del cártel, que me pago una lana bien grande para hablar bien de ellos. Escribir sobre sus progresos, aportes a la comunidad, ayuda a las personas de bajos recursos y mostrar las maravillas que no mostraban los medios.
Pero entrar al mundo de ellos fue…
Peligroso, no es mi mundo y nunca debí aceptar ese dinero, menos comenzar a gastármelo.
Ahora me buscan para matarme y temo que tarde o temprano me encontrarán. Nadie imagina el poder tan grande que tiene este cártel, el poder que albergan, ellos son el poder, ellos son México.
Escucho algo afuera. Mueven unas latas, alguien habla fuerte, voces de hombres. Podrían ser ellos, voy a ver, no puedo seguir escribiendo.
Intento número dos
Lo que escribí hace unos días, solo fue un susto, como muchos de los que siento cada día. Los que me despiertan en medio de la noche y me hacen agudizar la vista para ver si no encuentro siluetas en la oscuridad, el brillo de la luna reflejado en algún arma de fuego.
Tengo miedo de ser un periodista más desaparecido, una cifra que sume un número más a los tantos colegas perdidos estos años. Nadie habla de esto. Los medios de comunicación ocultan la realidad de lo que sucede en México, no les conviene. Han acabado con muchos cárteles en el continente, pero uno tan viejo como esos que acabaron, están vigentes, poderoso y con muchas personas conectadas. El golpe más fuerte que se dio hace un tiempo fue la caza del Chapo, pero de resto, el cártel de Sinaloa está tan saludable como desde que nació y ganando dinero, tanto dinero que podría acabar con la deuda externa y vivir diez vidas llenas de lujos.
Se degradará el papel moneda antes que se lo puedan gastar.
Sobre mi seguridad, debo confesar que me tocó moverme hace unas noches de mi pasado escondite, me sentía vulnerable, en peligro, sentía que podía morir en cualquier momento. Me desplace, donde estoy ahora, o es que me sienta mejor, pero el efecto placebo de que les dejé la pista, ayuda a poder teclear.
Creo que dejaré un poco mis miedos y comenzaré esta historia, desde mi punto de vista, desde lo que viví, conocí y sentí dentro del Cártel más poderoso de México, el Cártel de Sinaloa.
El origen de mi infierno
Yo descendí al infierno por las escaleras de lava, el día que decidí servirle como voz a este cártel. Cuando entré y comencé a conocer a cada uno de los miembros y a ver pasar frente a mí la gran cantidad de lujos y vida que se daban, lo cual no es malo, porque es ostentación, gustos, lujos que se da la gente y no es algo que deba sorprender cuando se sabe que son capos.
Pero mientras aquí podrían estar ostentando un Ferrari de gran gama, único en todo el país, al otro lado, a apenas metros, se podía ver a dos hombres arrastrando a alguien que pedía que le perdonaran la vida, pero luego, minutos después se escuchó una detonación que acalló todo el jolgorio que había, fue un silencio pesado que duró unos veinte segundos, el respeto tácito que le dieron al muerto, luego, alguien rompió el hielo con un chiste malo sobre el auto, otro se lo siguió y atrás quedó la muerte y el cuerpo que seguro desaparecerían como tantos otros.
A mí no se me olvidó esa muerte y se me quedó tatuada en la mente. Pensé en todo lo que podría suceder a partir de entonces y cómo sería si me fueran a cazar.
En otra circunstancia me creería protegido por formar parte de una profesión de tan alta estima y respeto como el periodismo, pero en México… solo hay que encender CNN para escuchar que encontraron una fosa común con todos los periodistas desaparecidos hace años.
Así que me asusté, me sentí vulnerable. Aunque por un momento me sentí el Chapo Guzmán, dándome lujos, ostentando, gozando del pago adelantado que me dieron y que no justifiqué como debí.
Aunque mi situación comenzó a ponerse un poco complicada, cuando un día, no sé por qué, me dio por publicar una nota que me pidieron de un medio, lo más de sana, donde hablaba de los lujos del cártel, específicamente de los hijos de Guzmán. Ya para entonces lo habían atrapado y formaba parte de los presos de Estados Unidos.
En el reportaje dije que los otros miembros del cártel intentaban llenar el vacío del recluso, pero que estaban lejos de lograrlo, porque el poder del Chapo era inigualable.
Esto lo dije, lo juro, con la intención de mostrar que era leal, pero fue malinterpretado. Luego comencé a hablar de los lujos del cártel. Dije que los hijos mostraban sus animales salvajes, exóticos y que vivían con todos los lujos posibles, los autos de alta cilindrada que mostraban sin pudor. Los aviones, y todos esos trofeos que ellos no tenían miedo de enseñar, incluso en las redes sociales se podían ver.
Cuál era el miedo entonces. No mostré nada que ellos no hubieran fanfarroneado ya.
También comenté que los hijos del Chapo no se encargaban del cártel, solo de gozarse el dinero, lo cual tampoco era un secreto. Aunque ahora que leo esto que acabo de escribir, sí que la regué, me fui de lengua larga y conté lo que no debía, pero eso no es todo, también narré más.
Dije nombres, por ejemplo, el de Ovidio Guzmán, uno de los diez hijos del Chapo, que fue atrapado hace un tiempo y luego lo liberaron porque los del cártel se pusieron violentos en Culiacán.
Puse también que los hijos del Chapo controlaban un pequeño territorio y que querían ser líderes del cártel, pero no eran capaces. Dije que no eran capaces de manejar o dirigir todo este cártel y esto sí que les molestó, incluso al propio Chapo.
Ovidio Guzmán, ahijado de El Mayo Zambada, es un hombre al que le gustan los caballos pura sangre y apuesta grandes sumas en peleas de gallo, las personas le dicen El Ratón.
El Chapo es padre de cuatro mujeres y seis hombres, esto producto de tres matrimonios, aunque una de las mujeres más antiguas fue Estela Peña, su primera pareja, con quien no tuvo hijos, pero sí le dio mucho dinero para que viviera bien.
Ovidio y su hermano Joaquín, de 34 años,