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El asesino del Zodíaco, un acertijo sin resolver
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El asesino del Zodíaco, un acertijo sin resolver
Libro electrónico118 páginas1 hora

El asesino del Zodíaco, un acertijo sin resolver

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Vallejo y Benicia eran dos ciudades tranquilas al noreste de San Francisco, bastante alejadas de la efervescencia de las grandes urbes.
El 20 de diciembre de 1968 el crimen de David Arthur Faraday de 17 años y Betty Lou Jensen, de 16, marcó el comienzo del horror. El próximo evento sucedió el 4 de julio de 1969 con Darlene Elizabeth Ferrin y su amigo Michael Renault Mageau, quien logró sobrevivir a las heridas de bala. El autor de los atentados llamó al Departamento de Policía de Vallejo. El 31 de julio de 1969 tres periódicos recibieron cada uno una carta, en ellas el remitente se atribuía los asesinatos de Lake Herman y de Blue Rock Springs Park. Allí enumeraba una serie de hechos que solo él y la policía podían conocer. A partir de entonces, envió cartas y criptogramas para descifrar a la prensa y a la Policía, y firmaba con un símbolo formado por un círculo atravesado con una cruz y usaba el seudónimo de «Zodíaco». En algunas cartas, incluyó evidencias de uno de los crímenes. Solo le conocemos a través del retrato robot confeccionado por las víctimas que sobrevivieron.
Cecelia Ann Shepard y Bryan Calvin Hartnell fueron apuñalados en septiembre de 1969. Él sobrevivió. El taxista Paul Stine en San Francisco murió de un balazo. El 23 de marzo de 1970, Kathleen Johns, de 22 años y embarazada, fue secuestrada junto con su hija. No intentó matarla.
Lo cierto es que se comprobó que atacó a siete víctimas, sin embargo, se adjudicó decenas de asesinatos más. Embistió mayoritariamente, parejas jóvenes en lugares aislados y solitarios.

Mente Criminal ayuda a sus lectores a ingresar al mundo de las investigaciones criminales y descubrir las historias reales detrás de los crímenes que conmocionaron al mundo. En sus libros, los lectores siguen paso a paso el trabajo de los detectives, descubren las pistas y resuelven el caso: ¿Cómo se cometieron los crímenes? ¿Por qué los perpetraron? Cada uno de sus libros profundiza en estas preguntas analizando los motivos detrás de los crímenes que hicieron que comunidades enteras vivieran atemorizadas: la verdadera historia detrás de los crímenes que nos hacen enfrentar el lado más oscuro de la naturaleza humana.

IdiomaEspañol
EditorialABG Group
Fecha de lanzamiento25 oct 2021
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    El asesino del Zodíaco, un acertijo sin resolver - Mente Criminal

    «Me gusta matar gente porque es muy divertido, más divertido que matar animales salvajes en el bosque, porque el hombre es el animal más peligroso de todos.»

    «ZODÍACO», carta publicada por el San Francisco Examiner, 4 de agosto de 1969 (fragmento).

    Los años 60 y 70 trajeron consigo un vendaval de cambios en la sociedad estadounidense y California fue, en ese momento, el centro del huracán, el lugar donde «todo sucedía». El movimiento hippie se hizo carne en los jóvenes, quienes buscaban una sociedad libre, con el derecho a crear nuevas formas de organizarse y relacionarse, y la posibilidad de vestirse como quisieran, expresarse, hacer música nueva y explorar su sexualidad sin disimulos. En paralelo, la lucha por los derechos civiles, por la igualdad de los afroamericanos y por el fin de la guerra de Vietnam convocaron a cientos de miles de ciudadanos dispuestos a cambiar el mundo y crear una sociedad mejor.

    San Francisco fue uno de los núcleos de estos movimientos contraculturales. Para fines de la década de 1960, más de 100.000 jóvenes habían migrado a la ciudad en busca de libertad personal, con ansias de rebelarse frente a la cultura y la política dominantes.

    Sin embargo, a pocos kilómetros de allí, en los pequeños pueblos y ciudades de la Bahía, las cosas no habían cambiado tanto, la vida seguía siendo ordenada y serena. La expectativa de muchos jóvenes era todavía conseguir un buen trabajo y luego casarse, tener hijos y vivir en una casita con jardín rodeada de un cerco blanco.

    Vallejo y Benicia eran dos pequeñas ciudades al noreste de San Francisco, bastante alejadas de la efervescencia de las grandes urbes. Durante los años 60, los oficiales de la policía habían tenido algunos crímenes violentos allí, pero se contaban con los dedos de las manos. Generalmente, solo tenían que preocuparse por pequeños robos, alguna disputa entre vecinos y las conductas problemáticas de los marineros en los bares. Hacia fines de esa década, comenzaron a surgir casos menores de tráfico de drogas, y poco más. Pero este escenario tranquilo cambiaría para siempre a fines de 1968.

    Capítulo 1

    Dos citas, tres muertes

    «Quiero informar de un doble asesinato (…). Les disparé con una Luger 9 mm (…). Yo también maté a esos chicos el año pasado. Adiós.»

    DESCONOCIDO. Llamada recibida por la telefonista de la policía, Nancy Slover, el 5 de julio de 1969, minutos después de los crímenes de Blue Rock Springs.

    La noche del 20 de diciembre de 1968 se presentó muy fría en Vallejo, una pequeña ciudad al norte de San Francisco. Ya se percibía el ambiente navideño en el aire: las familias se preparaban para reunirse, y las escuelas e iglesias de la zona armaban sus conciertos y espectáculos. David Arthur Faraday tenía entonces 17 años y transitaba uno de los grandes días de su vida. Después de varias semanas de encontrarse casi a escondidas con una chica, finalmente podrían tener una cita formal. Esa chica era Betty Lou Jensen, divertida, inteligente y simpática. Tenía 16 años y asistía a la Hogan High School. Sus padres eran cariñosos pero muy estrictos: habían tenido una mala experiencia con su hija mayor, quien quedó embarazada muy joven. No querían que lo mismo sucediera con Betty Lou, y por eso controlaban muy de cerca sus actividades. Pero David era un joven serio, miembro de los scouts y del equipo de lucha, y un excelente alumno en el último año de la Vallejo High School. Por eso, permitieron la salida y los dos chicos estaban felices por la oportunidad.

    Tal como había prometido, cerca de las ocho de la noche, David pasó a buscar a Betty Lou por su casa en el coche de su madre, un Rambler familiar. Sus planes, según dijeron a los padres de Betty Lou, eran asistir a un concierto de la Hogan High School, a solo tres manzanas de la casa de los Jensen y volver a eso de las once. Pero, la pareja había pensado en otra cosa: como se comprobaría luego esa noche, no había ningún festival en la escuela.

    David y Betty Lou se dirigieron a lo de Sharon, una amiga de Betty Lou, donde estuvieron conversando un rato. Después de las nueve volvieron a salir, aunque no comentaron a dónde irían. Al parecer, pensaban cenar en el restaurante Mr. Ed`s, pero tampoco lo hicieron.

    En cambio, David condujo el Rambler hasta las afueras de Vallejo por la carretera Lake Herman, para llegar a un área aislada y rural que comunicaba Vallejo con Benicia, el pueblo vecino. Este lugar era muy popular entre las parejas jóvenes, que aprovechaban la zona para pasar momentos a solas sin adultos a la vista. Pero hoy sabemos que lo que fue una cita romántica para estos dos adolescentes terminaría de la peor manera.

    Mientras David y Betty Lou se encontraban en el coche, alrededor de las once y cuarto, otro vehículo se acercó al lugar y se detuvo a su lado, a unos cuantos metros. Su conductor descendió y comenzó a disparar. Dos balas impactaron en el Rambler: una hizo estallar la ventanilla trasera derecha y se alojó en el guardabarros de la rueda izquierda; la otra rozó el techo.

    Los adolescentes, aterrorizados, intentaron salir por la puerta delantera derecha. Betty Lou lo consiguió y comenzó a correr hacia el camino, pero David solo alcanzó a pararse fuera del coche donde el atacante le disparó a quemarropa. Una bala entró por el costado izquierdo de su cabeza y lo dejó al borde de la muerte. El asesino entonces se dispuso a terminar con la vida de la joven. Disparó seis veces y cinco balas impactaron en Betty Lou en el costado derecho de su espalda y le causaron la muerte instantáneamente. El atacante volvió a subir a su coche y desapareció en la oscuridad. En unos pocos minutos, todo había terminado.

    El joven David Arthur Faraday fue una de las víctimas fatales del «Zodíaco» en diciembre de 1968.

    A las once y veinte Stella Borges salió de su casa, ubicada a menos de tres km del lugar, para buscar a su nieto. Cuando pasó por el desvío vio los cuerpos de las dos víctimas tirados en el suelo. Aterrorizada, pisó el acelerador rumbo a Benicia en busca de ayuda y al ver un coche de policía, tocó el claxon e hizo luces con sus faros enloquecidamente hasta que los oficiales la vieron.

    El capitán Daniel Pitta y el oficial Pierre Bidou se dirigieron rápidamente al lugar de los hechos. Se calcula que llegaron aproximadamente a las once y veintiocho. Los dos jóvenes yacían en el suelo, él cerca del coche y ella en dirección a la carretera Lake Herman, sobre sendos charcos de sangre. Los policías comprobaron que Betty Lou ya no presentaba signos vitales. David, en cambio, todavía respiraba y fue llevado de urgencia al hospital de Vallejo, pero murió antes de llegar.

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