MANSONSPLAINING
Charlie Manson murió hace dos años, a la edad madura de ochenta y tres años, finalmente derribado por el mal karma, el cáncer y un corazón cansado. Es una pena que no viviera para disfrutar en este año el quincuagésimo aniversario de sus asesinatos, que lo hicieron no sólo notorio sino también icónico: instantáneamente reconocible por su pelo salvaje y sus ojos brillantes dignos de iconos de Halloween como Freddy Krueger, Michael Myers y Hannibal Lecter. Claro, muchos asesinos en serie de la vida real acumularon un mayor número de cadáveres que Manson, como Ted Bundy, quien tuvo treinta y cinco víctimas a su nombre, o Jeffrey Dahmer, quien desmembró y, ocasionalmente, devoró dieciséis hombres y niños. O John Wayne Gacy, declarado culpable de treinta y tres asesinatos: muchos de los cuerpos de sus víctimas fueron enterrados en el patio de su casa en los suburbios de Chicago. Manson ni siquiera era, estrictamente hablando, un asesino en serie, pero es él quien está presente en nuestras pesadillas.
Los presidentes van y vienen, el mercado sube y baja, las guerras comienzan y terminan (al menos, algunas de ellas), pero parece que siempre tendremos a Charlie. O así se ve en los cincuenta y tantos libros; innumerables canciones; una ópera, un musical alemán y al menos once largometrajes, documentales y series de televisión centrados en o haciendo referencia a Manson. Varias películas más están en el horizonte o se estrenarán este año, la más destacada es Once Upon a Time in Hollywood de Quentin Tarantino, que se lanzará a fines de julio.
Manson se ha convertido en una parte tan importante de nuestra cultura que a veces parece que fue sólo ayer cuando, justo antes de la medianoche del viernes 8 de agosto de 1969, en el resplandor de una luna creciente, cuatro miembros de “La Familia” de Manson, envueltos en negro, salieron del viejo rancho
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