PRENSA
Impresionada por la trayectoria y calidad del trabajo periodístico de Regina Martínez en Veracruz e impactada por su asesinato –el 28 de abril de 2012– y la versión que sobre el mismo dieron entonces la fiscalía y el gobierno de Javier Duarte, la periodista Katherine Corcoran se propuso investigar el homicidio y escribir un libro que mostrara el riesgo extremo que corren sociedad y democracia cuando se silencia a la prensa independiente y crítica.
Pero Corcoran, exjefa de la oficina de la agencia internacional de noticias Asociated Press (AP) para México y América Central, fue más allá y revela por lo menos dos datos que abonan a las investigaciones que Proceso y otros medios han realizado, en aras de esclarecer el crimen de quien fuera corresponsal de este medio durante 12 años hasta su muerte (Proceso 2302).
El primero es un testimonio falso: Diego Hernández Villa, el hombre que, según la fiscalía veracruzana, declaró haber visto a Jorge Antonio Hernández Silva, El Silva, y a José Adrián Hernández Domínguez, El Jarocho –ambos señalados como asesinos de la corresponsal– en las inmediaciones de la casa de Regina en las horas previas al crimen, no estuvo ese día en el lugar.
Este falso testigo en realidad fue privado de su libertad por integrantes de la