OVNIS HACIA UNA REALIDAD RELIGIOSA
Un caso genial me fue narrado en abril de 2014 tras la presentación en Vigo (Galicia) de Hay otros mundos, pero están en este (Cydonia, 2013), una obra coral y benéfica que yo mismo coordiné. Una señora que rondaba los sesenta años de nombre María Teresa del Río, que cuando era adolescente residía en Río de Janeiro (Brasil), me contó lo siguiente: “Cuando tenía dieciséis años, en el aeropuerto, divisé un OVNI igual al que el contactado George Adamsky describió, el típico platillo volante. Lo vimos muchos, pero como estábamos en plena dictadura el tema se tapó. Al observar aquello, empecé a estudiar el asunto ingresando en varias fraternidades religiosas enfocadas a la investigación del fenómeno y al contacto con supuestos seres extraterrestres”.
María Teresa pasó unos tres años en cada una de esas fraternidades “aunque el ejército no lo consentía”, según nuestra protagonista. Lo realmente curioso es que aquellos mensajes presuntamente extraterrestres acabaron, según María Teresa, “convirtiéndose en ayuda social, más concretamente en hospitales terapéuticos, gratuitos y que atendían enfermedades físicas de personas médicamente desahuciadas por los hospitales convencionales”. Una historia realmente bella, digna de admirar, de la que ya podían tomar buena nota ciertas agrupaciones o entidades similares con ánimo de lucro. En estos casos, muchos promulgan el amor pero pocos lo predican con el ejemplo como en su día hizo la
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