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El saber sensible de las mujeres indígenas Gente de Centro: recorriendo sus chagras en Araracuara, Caquetá
El saber sensible de las mujeres indígenas Gente de Centro: recorriendo sus chagras en Araracuara, Caquetá
El saber sensible de las mujeres indígenas Gente de Centro: recorriendo sus chagras en Araracuara, Caquetá
Libro electrónico326 páginas3 horas

El saber sensible de las mujeres indígenas Gente de Centro: recorriendo sus chagras en Araracuara, Caquetá

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Este libro recopila algunas historias, conversaciones y cuentos de la enseñanza de sus vivencias y los relatos aprendidos de sus mayores de las mujeres indígenas Gente de Centro que viven en Araracuara, Caquetá, compartidos con sentimientos, reflexión y vida interior a sus hijas y nietas. Aprendemos de las abuelas, de sus prácticas cotidianas en torno al cuidado de la chagra, de la naturaleza y del cuidado de la familia, la fortaleza y la capacidad que tenemos como mujeres de dar vida, nutrir y soportar las comunidades de lo viviente, como del amor y el respeto a la Tierra, en el equilibrio y la armonía.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento19 abr 2020
ISBN9789587874860
El saber sensible de las mujeres indígenas Gente de Centro: recorriendo sus chagras en Araracuara, Caquetá

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    El saber sensible de las mujeres indígenas Gente de Centro - María José Arbeláez Grundmann

    Primer encuentro con las abuelas en Araracuara

    En Araracuara, entre el 26 de noviembre de 2015 y el 10 de diciembre de 2016, recorriendo diferentes chagras, conocí a las abuelas Alicia Sánchez, Juana Suárez, Lucrecia Hernández, Edelmira, Marlene Ramírez, Aidé Barbosa y María Sabina, al sabedor Oscar Román, a la cacica Raquel Andoque, al sabedor Aurelio Suárez, a doña Rufina Román y don Jacobo, a doña Nazaret Cabrera y a doña Patricia Márquez y don Rogelio Mendoza.

    En cuanto a los preparativos del viaje, en Bogotá, en noviembre, comencé a esperar el día del vuelo, en avión de carga, para realizar la primera salida de campo, el viaje a Araracuara, con el fin de encontrarme con las mujeres indígenas que habitan allí para caminar hacia y sobre sus chagras y escuchar sus conversaciones sobre el cuidado de estas, de la mujer y de la tierra. Esta espera tomó, en realidad, dos largos meses, ya que el día que la avioneta salía para el Amazonas se presentaron varios inconvenientes.

    Fotografía 1. Encuentro con las abuelas Fuente: César Vargas.

    Fotografía 1. Encuentro con las abuelas

    Fuente: César Vargas.

    ***

    Viajar a Araracuara

    Viajar a Araracuara es remontarse a las historias que reflejan la construcción de este país escondido, olvidado. Araracuara significa cueva de los guacamayos en las lenguas tupí-guaraní y fue bautizada así por los portugueses de mediados del siglo XVIII. Su historia es la de los otros, la de aquellos que no suelen salir en los libros de historia patria. Araracuara es selva y río, indígenas y colonos, selva virgen y explotada, inhóspita y explorada. No podemos desconocer sus dinámicas históricas, suponer que los grupos que habitan la Amazonía son seres atemporales, ni pretender que han habitado sus territorios de la misma forma durante miles de años, como reliquias de un pasado inocente: nada más alejado de la realidad. La Amazonía muta, está en constante transformación.

    Durante toda su historia, la Amazonía colombiana fue ignorada por el resto del país, a pesar de despertar un profundo interés para algunos exploradores europeos, quienes documentaron sus viajes por la selva por medio de mapas, crónicas e historias que generaron la idea de inhospitalidad y salvajismo. El imaginario geográfico generalizó a la Amazonía como entidad homogénea, la selva, pero no hay nada más distante de la realidad, ya que esta demuestra una profunda diversidad geográfica, histórica, biológica y étnica.

    ***

    La regla de escuchar la palabra de los mayores

    Durante este tiempo de espera, fuimos al taller del sabedor Isaías Román, en el barrio Siete de Agosto, de la ciudad de Bogotá, con el fin de escuchar sus recomendaciones y de establecer contacto con la persona guía que nos acompañaría en Araracuara, lo cual garantizaría cierta seguridad y contacto con las mujeres. Nos sentamos frente a él a escucharlo. Isaías nos contó sobre la seguridad de la región, el alojamiento, la comida y sobre la posibilidad de quedarnos en la casa de sus padres, la abuela Alicia y don Oscar, o donde su hermana, Rufina; también nos habló sobre la regla de escuchar la palabra de los mayores, en relación con lo cual, días más tarde, nos dijo Nazaret:

    Mi mama siempre ella decía: Usted es mujer, usted tiene que escuchar, tiene que estar atenta a lo que usted escuche a las abuelas, a los abuelos, porque si usted no deja las cosas como son, usted mismo lo va a pagar. Hace falta, digamos, que las niñas mismas aprendan a escuchar; hoy en día no sabemos escuchar. Ya los abuelos son como un estorbo, hay que darle el valor a las abuelas, de ahí es que tenemos que empezar, hacer una charla con ellas, porque ya no soportan mucho.

    A lo anterior, añadió la abuela Raquel:

    Y me decían mis abuelas: Esto que yo le enseñe, esto mismo, usted va a enseñar a sus nietas, o a sus nueras, a sus hijas, así ellas me decían; hoy en día ya el consejo de nosotros indígenas ya no tiene esa importancia (como estoy hablando en castellano y, para peor, como uno tiene que pronunciar bien qué es lo que estoy diciendo, pues los niños casi no entiende), pero cuando éramos de verdad indígenas, que no sabíamos hablar en castellano, yo hablaba con mis abuelas, mi idioma, entonces mi idioma es más profundo, tiene más palabras, pero así como yo estoy hablando ya es como… cómo puedo decir a ustedes, es por encimita, ya no hay ese sentido profundo hoy en día.

    ***

    La noción de conocimiento cambia cuando bebemos en las fuentes de otras maneras de vivir

    La noción de conocimiento pasa primero, como lo aconseja Catherine Walsh (2012), por el cuestionamiento de lo entendido por la cultura occidental. En ella, el conocimiento es considerado como único, universal, abstracto e inteligible; es producido por la racionalidad teórica de un sujeto trascendental. Los métodos, procedimientos y técnicas utilizados son considerados como instrumentos transparentes y neutrales, pero rigen unas prácticas comunicativas para generar un pacto social orientado por un entendimiento del mundo (Valencia Cardona, 2013) que llevan a una deshumanización y subordinación de conocimientos para privilegiar a unos sobre otros.

    Esta noción cambia radicalmente cuando nos cuestionamos y nos abrimos a beber en las fuentes de otras maneras de vivir a fin de propiciar transformaciones y acciones deseadas; se trata de aprender maneras varias y de formarse en los saberes indígenas mediante el diálogo y la escucha de las enseñanzas de los mayores, tejiendo palabra a través de cantos, ritmos y pensamientos y narrando historias, cuentos y mitologías en los que la transmisión del saber es un proceso recíproco y una práctica asentada en sus realidades, subjetividades, historias y luchas (Arévalo, 2012), que están enraizadas en una realidad y un contexto histórico concreto. Así, hay que tener en cuenta

    […] la revitalización, revalorización y aplicación de los saberes ancestrales, pero no como algo ligado a una localidad y temporalidad del pasado, sino como conocimientos que tienen contemporaneidad para críticamente leer el mundo y para comprender, (re)aprender y actuar en el presente. (Walsh, 2012, pp. 12-13)

    El interés de dialogar con los indígenas no es de tipo etnológico ni objetual, no responde a la curiosidad ni va orientado a la compilación de saberes y prácticas. Por el contrario, el diálogo intercultural se encuentra enlazado con una pedagogía y praxis orientadas al cuestionamiento, transformación, intervención y acción (Walsh, 2012, p. 2) de las personas y de las sociedades, para lo cual es necesario asumir otras prácticas y abrirnos a otros derroteros de conocimiento.

    ***

    Nosotros no hemos instruido a nuestros hijos

    Una de las preocupaciones que salieron a flote en primera instancia y que manifestaron de diversas maneras las mujeres reunidas fue la pérdida del conocimiento ancestral. En relación con esto, el abuelo Aurelio manifiesto:

    Ayer estuve con los niños de año quinto del instituto aquí, y miren lo que pasó: una de las niñas dijo: ¿Quién es culpable de perder la lengua?; ella no culpó a la entidad, ella dijo: La culpa la tienen los papas y las mamás de nosotros que no hablan nuestra lengua, ellos comenzaron a hablar español y así lo aprendimos. Si nosotros no transmitimos o inducimos el conocimiento, ahí va a quedar esto, y ¿a quién vamos a echarle la culpa?

    Con respecto a esto, añadió Nazaret:

    Yo digo que se está perdiendo todo ese valor de ser mujer, porque nosotras mismas no estamos hablando, no estamos dando a conocer, y los hijos prefieren ese mundo de fuera, que es la ilusión; yo digo [que] hay que volver a lo nuestro, porque realmente el trabajo de la mujer es grandioso.

    El abuelo Aurelio continuó:

    Hay mujeres que hablan muy bien, pero vaya y mire la chagra, llena de yarumo. Vaya y mire el desayuno, está frío. Por qué no vamos a hablar la verdad… los niños desayunan arepas, fariña. Por qué hablamos tanto. Por qué en la comunidad [se] habla de seguridad alimentaria, no nos dejemos engañar. No se valora de pronto los tubérculos, las hortalizas, de ahí se va a hablar cómo ustedes cuidan y mantienen la chagra, cómo usted cuida a sus hijos. Porque nuestros hijos mantienen desnutridos.

    Y Nazaret comentó:

    El blanco¹ te está diciendo: Oye, ¿qué está pasando con lo tuyo?. Nosotras hicimos un recuento de la historia, ¿dónde están las investigaciones?; no tenemos una historia, entonces nuestros niños también se están perdiendo de eso. La cuestión nuestra es que nada es escrito, todo es tradicional, todo está en la memoria, pero, como decimos, el desarrollo, la globalización nos está absorbiendo. No podemos dejarnos llevar, tenemos que aportar esos libros; bueno, aquí está la fotografía de esta abuela, de esta otra. Por qué no darle importancia a las abuelas, dejando de lado a los abuelos. Por eso es que nuestro mundo está tan agitado y más lo de afuera, porque todo lo bonito, lo lucrativo, viene de fuera. Y entonces, ¿el valor de nosotros? Yo como mamá me preguntó ¿qué le voy a dejar a mis hijos? ¿Y ellos qué le van a dejar al otro?.

    ***

    El conocimiento implica saber recoger y saber guardar lo recogido

    Vale aclarar que en esta exploración estoy siguiendo el método de investigación indígena,² al cual llegué por el respeto a su espíritu y porque considero que desarrollar una investigación sobre un conocimiento ancestral debe hacerse desde sus propios entendimientos.

    De acuerdo con Isaías Román, en relación con la actividad de sembrar, los indígenas uitoto tienen en Caquetá unos procedimientos precisos y mesurados, una disciplina y un actuar que siguen normas aprendidas y aprehendidas a través de las historias, las visiones y los rituales de sus mayores, quienes tienen un acumulado de experiencia y sabiduría transmitido mediante el lenguaje metafórico.

    Isaías Román reflexiona, en una charla realizada en la Universidad Distrital el 12 de septiembre de 2015, que

    […] en el sembrar hay un linaje de conocimiento del campo de la medicina y la botánica. Porque sabemos que esto va a desaparecer, llevamos a nuestros hijos a que ellos conozcan… Vea, esta planta es medicinal, este árbol sirve para viga o sirve para la casa, o para tal cosa, o es buena leña. Y la enseñanza sobre la botánica, de ahí ya nace cuáles son los árboles finos para el arte, para nuestras tallas, y cuáles son las palmas que tienen fibras para tejer, el chinchorro o la mochila… o si hay un árbol fino para el tambor indígena de nuestro ritual.

    La observación juega un papel importante para conocer las cosas:

    Cuando se va a plantar, se va al campo, se reconocen las gentes que hay en el terreno, se identifican las plantas, se escoge el territorio donde se va a sembrar y, en un primer momento, donde se va a recolectar las plantas que habitan el lugar. Se conocen las plantas por la experiencia de tocar, sentir, oler y pisar.

    La observación va de la mano con la experimentación en la praxis, pues se aprende mirando y haciendo. La experimentación puede darse a través de la ceremonia, el ritual, las visiones y el ensayo y el error sobre el territorio.

    Cuando Román narra el proceso de la deforestación en la siembra, cuenta la historia del hacha:

    Primero, se organiza la desforestación con la conjura. Primero se trabaja desde la casa, se ritualiza el hacha y por eso se dice: Mañana, cuando vayan allá (al lugar escogido), dejen que el hacha trabaje, ya no necesitan hacer fuerza. Se construyen las relaciones a nivel espiritual.

    Así se capta la vida en los aspectos físicos y sobrenaturales.

    Para aprender, es necesario conocer la consonancia del saber con los ciclos de la vida, del entorno, y cómo esto nos afecta:

    Bueno, ya se deforestó. Lo hacemos el mes de noviembre, la deforestación, para que con el verano de enero y febrero se seque. Con el verano, quedan las hojas de los árboles de color dorado, porque están recibiendo la energía del sol; luego, las puntas de las hojas ya comienzan a tener algo pálido, porque empiezan a recibir la energía de la luna. Entonces, nosotros decimos: Ya recibió la energía de la luna, entonces está a punto para la quema.

    Isaías narra:

    Haga de cuenta que apenas está sembrando va la liberación, curación en el trabajo. Pongamos, si alguien siente ardor en el estómago o siente mucha rabia que no se controla, nosotros decimos: Siembre ají, sáquelo. Es sacar en el pensamiento; uno lo saca, lo pone a sembrar, siembra ají en la chagra; allá se endulza, allá se transforma, uno lo come y el ají vuelve y entra como antídoto, como comida.

    Siento la palabra, teniendo en cuenta el poder creador y transmutador, para nombrar y crear por medio de esta. Como dice Román, póngale energía y ganas a la vida, transforme su pensamiento y su vida por medio de la palabra.

    Arévalo (2012) describe la visión espiritual como una herramienta para aprender y experimentar que cada acto, planta, animal o proceso natural tiene un movimiento espiritual con el que los humanos continuamente se comunican. La espiritualidad se produce en el proceso de exploración y sirve para conocer la energía de vida que mueven las personas y que se mueve a través de ellas y a su alrededor.

    Fotografía 2. Andrés vuelve a encontrarse con las gentes Fuente: César Vargas.

    Fotografía 2. Andrés vuelve a encontrarse con las gentes

    Fuente: César Vargas.

    ***

    Es importante hablar con los jóvenes sobre la chagra

    Es importante hablar con los jóvenes sobre la chagra, pues más tarde les va a tocar vivir lo que a nosotros nos ha tocado vivir. Entonces hay que hablar con ellos del porqué de la chagra, por qué de eso vivimos. No podemos decir: Ya hablamos en castellano, ya no más chagra, vamos a comer a lo occidental, no; la chagra nunca lo vamos a dejar, ellos siguen después de nosotros.

    Para que les quede en la cabeza, un día consiguen su mujer y habrán de trabajar. Hay muchachas que no quieren trabajar en la chagra. Hay que hablar con ellos también, para que ellos sigan pensando, trabajando como nosotros. Uno va todos los días a la chagra a limpiar, pues las mujeres que trabajamos en la chagra no pensamos otra cosa. Uno piensa en los nietos, en la familia y de eso vivir. En trabajar, trabajar… Cuando uno es joven, uno piensa en vestirse bonito… No, la vida está en la chagra. Después de que uno limpia bien bonito, uno piensa: Ya tengo con qué darle de comer a mis hijos. Es muy importante la chagra.

    Fotografía 3. La chagra de doña Juana Fuente: archivo de la autora.

    Fotografía 3. La chagra de doña Juana

    Fuente: archivo de la autora.

    La idea es tener un diálogo de pensamiento entre nosotras en donde el sentir tiene su forma de expresar.

    Debemos aclarar que, para la tradición, una mujer, para poder hablar, tiene que tener chagra —explicó Nazaret—. Como yo siempre ando hablando, la abuela Alicia dijo: Pero qué es lo que va a hablar, ella está sentada encima de una piedra. Y eso qué significa, pues que no tengo chagra.

    Es verdad, pero como ella misma aclaró más tarde, su mamá siempre ha tenido chagra y de allí ella toma la fuerza.

    Nazaret reflexionó:

    Cuando uno se encuentra entre mujeres, uno dice que aporta desde su vivencia y decimos [que] pues vamos recogiendo historia, pues cada uno de diferente manera aprendió. ¿Yo qué aprendí de mi mamá? ¿Y mi mamá qué va a dejar? ¿O entre todos qué vamos a rescatar? Yo hablo en los relatos lo que ellos me enseñaron, sobre lo que hizo mi mamá o mi papá… esto me decía mis abuelos. La educación parte desde la costumbre.

    Isaías también nos habló de su madre, la abuela Alicia, y su padre, el abuelo Oscar; de la cacica Raquel, y de la abuela Juana, hermana del abuelo Aurelio, nombres que poco tiempo después tomarían rostros y formarían parte de mis vivencias. A su vez, nosotros preguntamos qué etapa de siembra encontraríamos en las semanas de octubre y noviembre, a lo que Isaías nos respondió:

    No, poca siembra, este es tiempo de cosecha… La siembra mayor nuestra es marzo-abril, entonces durante el año no estamos sembrando mucho. Ahorita, por el cambio de clima, el verano cambió, entonces algunos aprovecharon, arreglaron terreno y acaban de sembrar hace poco, eso es lo que escuché. Ahorita que ustedes vayan, está germinando, pero no todo el mundo lo está haciendo; algunas personas lo hacen y mi mamá y mis sobrinos como que ya sembraron algo también.

    ***

    Las más ancianas enseñaban a las jóvenes la naturaleza de su cuerpo

    Una mujer consciente de sus ciclos naturales debe actuar conforme a ellos y ser responsable del uso de sus energías y expresiones, así como de los efectos que estas causan en los demás: Danza y crea tus propios diseños, teje tus conjuros, escribe tus poemas, canta tus historias, pinta tu belleza y da vida a tus hijos, dice Miranda Gray (1999, p. 45).

    Gray (1999) cuenta que la tradición oral enseñaba cuál era la estructura del universo, cómo eran las energías, qué dioses y diosas influían en la vida del pueblo, cuáles eran los ritmos de la tierra y qué lugar ocupaba la humanidad (p. 49); sin embargo, actualmente, los humanos nos sumimos cada vez más en los ritmos sociales construidos y externos a nosotros mismos, nos hemos sincronizado con un tiempo de ritmos precisos, un tiempo que tiene valor de producción y que posee un fin establecido. Nos olvidamos de que vivimos sumergidos en ciclos galácticos, solares, planetarios que tienen su microcosmos en ciclos bioquímicos, glandulares, hormonales, celulares (Pijama Surf, 2015, párr. 5; Martínez Gallardo, 2012). Nuestro cuerpo está asentado en muchos ciclos simultáneos que oscilan y forman bucles de retroalimentación entre sí y con los ciclos de la naturaleza.

    Las más ancianas enseñaban a las jóvenes la naturaleza de su cuerpo, las energías y las tradiciones espirituales ligadas a este. Ellas eran las mujeres sabias, las hechiceras, las expertas en la magia de la naturaleza; tenían la capacidad de interactuar con las estaciones, sus ciclos menstruales y su intuición; enseñaban a percibir un nivel de vida que va más allá de lo visible; ayudaban y guiaban en lo concerniente al nacimiento y la muerte; actuaban como iniciadoras y transformadoras valiéndose de los rituales de transición, y dirigían las ceremonias extáticas que llevaban a su pueblo a la unión, la fertilidad y la inspiración (Gray, 1999, p. 75). A partir de este conocimiento, la mujer se relaciona no solo con lo visible y terrenal, sino con los aspectos invisibles y espirituales de su existencia.

    Las mujeres estamos siendo invitadas a reconocer y a conectarnos, a través de la autoobservación, con los ciclos y ritmos naturales que afectan todo tipo de fluidos en nuestros organismos: procesos biológicos, emocionales, intelectuales y espirituales. Un ejemplo de esto es la conexión natural y la sincronía que poseemos las mujeres con el ciclo lunar. Miranda Gray invita a la práctica cotidiana de atender el tiempo lunar y las correlaciones entre las diferentes fases lunares y nuestros ciclos: sentir, percibir, observar, anotar y tener en cuenta nuestras vivencias. Hay cambios físicos que afectan el cuerpo de las mujeres y que se tienen muy en cuenta, pero también hay cambios que afectan la sexualidad, la espiritualidad y la creatividad y que se ignoran en gran medida. El cuerpo femenino responde a las fases lunares y refleja los cambios corporales y los que se producen en la conciencia. Cuando la mujer vive las fuerzas de las mareas a través de su cuerpo, toma conciencia de su calendario lunar y de las energías anexas a él; acepta el cambio de ritmo del universo como ritmo propio y encuentra que su fuerza no es constante, sino cíclica; percibe el sentido de pertenencia y armonía con la vida, y sus actos tienen más conciencia y profundidad cuando los siente unidos a los procesos y a los grandes ritmos del

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